Asia

5 conexiones de Putin con la extrema derecha

Las crecientes tensiones entre Ucrania y Rusia, así como el choque entre la Unión Europea y la OTAN contra el Kremlin, han desembocado en la decisión del gobierno liderado por Putin de invadir el país en una operación relámpago a gran escala, provocando decenas de muertes, personas heridas y cientos de miles de desplazadas. Por primera vez en meses, Europa mira al este con recelo y miedo mientras unos y otros bandos intentan justificar su postura, y otras tantas personas pugnan por una explicación del conflicto. Detrás de esto, hay una figura, casi omnipresente.

Vladímir Vladimirovich Putin no necesita presentación. Miembro de la KGB, el servicio de espionaje de la Unión Soviética (URSS), lleva ostentando cargos políticos prácticamente desde 1991. Primero como Presidente del Comité de Relaciones Exteriores de San Petersburgo y luego como vicealcalde de la misma ciudad en 1994, dio el paso a la política nacional en 1996 bajo la administración de Boris Yeltsin. Figura extremadamente popular tanto en el país como en el mundo, genera continuas controversias por sus decisiones políticas, por sus maniobras para perpetuarse continuamente en el poder e incluso por supuesto fraude electoral.

Su partido, Rusia Unida, que ostenta el gobierno de 71 de los 83 distritos federales y tiene más del 75% de la Duma Estatal, copa prácticamente toda la política rusa. A esto se le suma que cuenta con el apoyo de buena parte de la oposición. Personas expertas en ciencia política han calificado a Rusia Unida de partido big tent o catch-all party (escoba o atrapalotodo) debido a su falta de definición ideológica, el amplio espectro de sus corrientes internas y su desmesurado uso del populismo. Es bastante probable, de hecho, que el voto a Rusia Unida en realidad sea un voto a Putin y a su popularidad como líder, más que a un programa político o a unas ideas concretas.

Por contraposición, sería difícil etiquetarlo como de extrema derecha, pese a que coquetea con ideas ultraconservadoras, ultranacionalistas e imperialistas. Sin embargo, las conexiones entre Putin y la extrema derecha son más que obvias, como ya concluyó un informe de la Unión Europea. Es el momento de dejarlas al descubierto.

1. Rusia Unida y sus orígenes

El presidente Boris Yeltsin hace entrega de la copia presidencial de la Constitución Rusa a Vladímir Putin, 31 de diciembre de 1999. Autor: Presidential Press and Information Office del Kremlin de la Federación Rusa. Fuente: Kremlin.ru, bajo licencia CC-BY 2.0
El presidente Boris Yeltsin hace entrega de la copia presidencial de la Constitución Rusa a Vladímir Putin. Autor: Presidential Press and Information Office del Kremlin de la Federación Rusa, 13/12/1999. Fuente: Kremlin.ru (CC-BY 2.0)

Rusia Unida, el partido político de Putin, asienta sus raíces en Nuestro Hogar Rusia (NDR). Fundado en 1995 por el primer ministro de Boris Yeltsin, Viktor Chernomyrdin, fue llamado “el partido del poder” por haberse constituido alrededor de la nueva élite económica rusa que surgió como parte de la política de privatizaciones del nuevo gobierno. Se trataba de mantener una hegemonía política alineada con los intereses de estas nuevas élites económicas y políticas surgidas a raíz del fin de la URSS.

Se considera a Boris Yeltsin no sólo la figura política responsable de la disolución de la URSS, sino del enfrentamiento directo con el parlamento soviético, que se negaba a aprobar sus reformas orientadas al libre mercado. Si bien el Partido Socialista de la Unión Soviética (PCUS) y sectores de la KGB intentaron deponerlo en el poder, su gobierno se basó en un quebrantamiento constante de la Constitución.

Apoyado por la administración George Bush de Estados Unidos y por sectores del ejército, llegó a bombardear con tanques en 1993 la sede del parlamento y aprobar una nueva carta magna que le diera amplios poderes. Gracias a esto, pudo crear su propia élite económica y política, que tuvo su asiento en primer lugar en el NDR. Por supuesto, Boris Yeltsin ilegalizó el PCUS y persiguió a sus rivales políticos para no tener oposición.

No obstante, la fuerte contracción económica y la corrupción generalizada, además de una fuerte erosión de su imagen, le harían perder popularidad hasta su dimisión en 1999.

Ese mismo año, Yeltsin había nombrado a Putin primer ministro y destituido a Chernomyrdin. Junto a otros líderes políticos rusos, crearon Unidad. Buscaban así desligarse del NDR en un intento por asegurar la continuidad de su línea política ante la grave pérdida de apoyos y poder así enfrentarse a la coalición moderada Patria – Toda Rusia (OBP) que desafiaba abiertamente su poder.

Unidad se aseguró el aparato mediático y los recursos económicos suficientes para competir en campaña en un tiempo récord a partir de las conexiones y corruptelas establecidas por Yeltsin. Se apoyó fundamentalmente en la continuación de la Segunda Guerra de Chechenia, en una exaltación exagerada del nacionalismo ruso y en adoptar posiciones conservadoras. Por todo lo demás, no tenía programa político conocido.

En las elecciones legislativas de 1999, ganó el Partido Comunista de la Federación Rusa (PCFR), heredero directo del PCUS con el 24,29% de los votos. Unidad quedó en segunda posición con 23,32% de los sufragios. No obstante, el partido finalmente recibió el apoyo de Patria – Toda Rusia y otros partidos de derechas. Esto fue determinante para la victoria de Vladímir Putin en las elecciones presidenciales del año siguiente. Poco después, en 2001, estos dos partidos se fusionaron para crear Rusia Unida. Desde entonces, ha ido ganado todas las citas electorales.

El pasado de Rusia Unida está ligado íntimamente pues a rasgos bastante característicos de la extrema derecha y con una fuerte oposición a cualquier idea mínimamente de izquierdas.

2. El apoyo de organizaciones ultraderechistas

Manifestación del LDPR en la Plaza Pushkinskaya. Autor: Anastasia Laukkanen, 04/02/2012. Fuente: Voice of America.
Manifestación del LDPR en la Plaza Pushkinskaya. Autor: Anastasia Laukkanen, 04/02/2012. Fuente: Voice of America.

En Rusia, organizaciones de extrema derecha no faltan. Sin embargo, todas han apoyado de un modo u otro los sucesivos gobiernos de Putin.

En cuanto a partidos políticos, hay dos principales: Rodina y el Partido Liberal-Demócrata de Rusia.

Rodina, liderado por Alexey Zhuravlyov, es un partido que ha tenido problemas por su antisemitismo y llegó a firmar en 2005 una petición para expulsar a los judíos del país. Sus manifestaciones públicas incluyen un ultranacionalismo radical y un profundo antiliberalismo. No obstante, sus conexiones con la oligarquía rusa y su apoyo tanto a Putin como a otros líderes han llevado a catalogar a este partido como “muleta” de su gobierno e incluso como una creación de aliados de Putin para frenar al Partido Comunista.

En 2006, entraron a forman parte de Rusia Justa, partido socialdemócrata resultado de la fusión de varias fuerzas, pero en 2018 refundaron el partido nombrado a Alexey Zhuravlyov nuevo portavoz. Hasta entonces, Zhuravlyov había sido diputado de Rusia Unida y miembro de Gran Rusia, una formación no registrada de extrema derecha.

Además, ha sido partidario de ideas expansionistas, mostrándose a favor de la anexión de Rusia de antiguos países soviéticos como Ucrania y rechazando su independencia de la URSS en 1990 tras la caída del telón de acero. Apoyó el reconocimiento de las repúblicas de Donetsk y de Lugansk e instó al gobierno ruso a anexionarse Ucrania. «Toda Ucrania será nuestra», declaró en la Duma Estatal. También subió un vídeo a redes sociales con esta petición.

El Partido Liberal-Demócrata de Rusia (LDRP) es un partido fundado en 1989 por sectores de la KGB que se describe como liberal y reformista. No obstante, a raíz de sus discursos y propuestas, ha sido calificado por expertos como Hans-Georg Betz de extrema derecha debido a su carácter anticomunista, imperialista, ultranacionalista, autoritario y populista. Entre sus peticiones, está la de refundar el Imperio Ruso bajo un estado unitario y centralizado, estrictos controles migratorios, la pena de muerte o la prohibición de minorías religiosas y étnicas. Pese a su duro discurso contra el gobierno, nunca jamás han votado en contra de Putin.

Vladímir Vólfovich Zhirinovski, su líder, es un polémico personaje que se ha mostrado partidario de invadir y recuperar Alaska o países como Ucrania. Además de alabar al dictador alemán Adolf Hitler, llegó a decir que Rusia debería lanzar bombas nucleares contra sus enemigos, incluyendo contra Ucrania. El partido tiene una filial en Bielorrusia que sostiene al gobierno de Aleksandr Lukashenko y, de hecho, su líder Oleg Gaidukevich es vicepresidente del Comité Permanente de la Asamblea Nacional.

Zhirinovski es precisamente conocido también por llevar años defendiendo y presionando a Putin para que ataque Ucrania. En una entrevista con un medio ruso a finales de diciembre de 2021, abogó por el uso de la «fuerza militar» si Ucrania no responde a las demandas de seguridad de Rusia.

LDPR cuenta con cinco escaños en la Duma y, con un discurso más moderado, también ha abogado por el reconocimiento del Donbass como forma de proteger a los ciudadanos rusos que viven allí. Sin embargo, a pesar de su postura más reservada, se han podido ver tanques y tropas con la bandera del partido, en Mariupol, Ucrania, cerca de la frontera rusa.

En 2018, Zhirinovski llegó bastante más lejos: fantaseó con el lanzamiento de una bomba nuclear en la residencia oficial del entonces presidente ucraniano Petro Poroshenko, en Kiev, en un programa del canal estatal Rossiya-1. Estuvieron a favor de la anexión de Crimea en 2014, y desde 1990 llevan rechazando la independencia de Ucrania como país. El partido fue amonestado por el gobierno ruso por financiar operaciones paramilitares en el Donbass.

Ambos grupos también han apoyado a las autoproclamadas repúblicas de Lugansk y de Donetsk en el Donbass, la región de mayoría étnica rusa de Ucrania y que mantiene un conflicto abierto con Kiev por su independencia. Rodina y LDPR apoyaron su reconocimiento en la Duma Estatal y han tejido relaciones políticas y económicas con grupos prorrusos que operan allí, como la Unión de Voluntarios del Donbass.

En cuanto a otras organizaciones ultraderechistas, destaca Unidad Nacional Rusa (UNR), una entidad de carácter político y paramilitar de inspiración neonazi que destaca por sus manifestaciones públicas violentas y explícitamente racistas, antisemitas, homófobas, islamófobas y xenófobas. Hunde sus raíces en Pamyat, entidad ultraortodoxa cristiana que defendía (y defiende) que existe una “conspiración judeo-masónica” que produce los actuales problemas del país. El lema más conocido de la UNR es “Rusia para los rusos”. Ambas posturas recuerdan mucho a las repetidas en otros países por organizaciones afines a la extrema derecha.

La UNR ha apoyado públicamente las acciones de Putin. Un ejemplo lo tenemos en el conflicto con Ucrania, donde participaron activamente en los disturbios. También defendieron el papel de Rusia en la guerra de Chechenia. Han sido catalogados a menudo comolos ayudantes neonazis de Putin”.

El apoyo y la permisividad de los gobiernos de Putin a estas organizaciones es tan evidente que incluso se le ha acusado de promoverlos directa e indirectamente por intereses propios. De hecho, los ataques de la ultraderecha han crecido un 320% desde 2014 y la violencia en este sentido es siete veces mayor que en Europa.

Además, existen, como en otros países, otros grupúsculos de carácter neofascista en el país cuya relación con el gobierno de Putin es un tanto ambigua pero que se alinean con muchas de sus políticas más conservadoras.

3. Amistades con la ultraderecha europea

Reunión del presidente ruso Vladimir Putin con el líder del Partido Nacional del Frente Nacional francés Marine Le Pen, 24 de marzo de 2017. Autor: The Russian Presidential Press and Information Office. Fuente: Kremlin.ru, bajo licencia CC-BY 3.0
Reunión del presidente ruso Vladimir Putin con el líder del Partido Nacional del Frente Nacional francés Marine Le Pen. Autor: The Russian Presidential Press and Information Office, 24/03/2017. Fuente: Kremlin.ru (CC-BY 3.0)

Periodistas y medios se han hecho eco de fuertes conexiones del entorno de Vladímir Putin con partidos de extrema derecha de Europa, como la Liga Norte de Italia, Alternativa por Alemania, el Partido Liberal de Austria, el UKIP de Reino Unido o la Agrupación Nacional de Francia, es decir, con la extrema derecha más ligada al grupo parlamentario europeo de Identidad y Democracia, más proclive a tendencias euroasiáticas, con mayor rechazo al proyecto de la Unión Europea, y con mayor rechazo a Estados Unidos y la OTAN.

Diferentes investigaciones periodísticas, señalaron en 2019 una reunión entre el popular empresario ruso Yakunin y el dirigente de la Liga Norte, Salvini, donde se debatió que los beneficios de tres millones de euros en una importante transacción comercial de la petrolera estatal Rosneft financiaran su campaña. Salvini, líder de la Liga Norte, amenazó con llevar a los periodistas a los tribunales. Como nota curiosa, en su cuenta de Twitter, admiró públicamente a Putin.

En Alemania, la prensa publicó que los servicios de inteligencia estaban investigando la financiación rusa de Alternativa por Alemania (AfD) y su organización juvenil. Al parecer, la anterior líder del partido Frauke Petry viajó a bordo de un jet privado ruso para acudir a la convención nacional del partido en un vuelo valorado en 25.000 euros. Tampoco es un secreto que el líder de las juventudes del partido ha viajado en numerosas ocasiones a Rusia y mantenido reuniones con cargos públicos su gobierno y de Rusia Unida.

El ultraderechista Partido Liberal de Austria (FPO) quien gobernó con el conservador Partido Popular de Austria desde 2017 hasta 2019, firmó con Rusia Unida en 2016 un acuerdo de cooperación por cinco años para fomentar el nacionalismo en la juventud. Dirigentes de ambos partidos y gobiernos se les ha visto juntos también en eventos lúdicos e íntimos. Se sabe que esta relación ha favorecido diplomáticamente a Rusia. La relación es tan evidente que ha escandalizado a la opinión pública austríaca, perdiendo más de 100.000 votos en las elecciones de 2019.

La sintonía entre el Partido de la Independencia de Reino Unido (UKIP) y el gobierno ruso también se vio durante el referéndum por la salida de Reino Unido de la Unión Europea (el llamado Brexit) celebrado en 2016. Según The Time, el gobierno ruso controló bots en redes sociales que difundieron más de 45.000 mensajes a favor del Brexit en sólo 48 horas.

Además, la Universidad de Swansea y la Universidad de Berkeley de California identificaron hasta 150.000 cuentas rusas que antes se dedicaban a difundir mensajes sobre el conflicto de Ucrania que cambiaron su atención al Brexit en los días previos a la votación. Nigel Farage, el entonces líder del partido, llegó a decir que Putin era el líder mundial que más admiraba.

Por supuesto, otro de sus mayores aliados es Viktor Orbán y su partido, Fidesz. Aunque el gobierno húngaro ha condenado a última hora el ataque de Rusia a Ucrania y ha asegurado que acogerá refugiados y que enviará ayuda humanitaria, sus buenas relaciones con Putin son de sobra conocidas. De hecho, a pesar de haber defendido la soberanía ucraniana públicamente tras la cumbre ultraderechista europea celebrada en Madrid, apenas 48 horas después se reunió con Putin para asegurarse de que mantenían buenas relaciones.

Y en 2020, estableció alianzas diplomáticas tanto con Putin como con Trump, y han celebrado varios encuentros a lo largo de los años. A estas alianzas se incorporó Jair Bolsonaro, el mandatario ultraconservador de Brasil, quien también ha tejido buenas relaciones con Putin. Bolsonaro ha seguido tejiendo buenas relaciones con Hungría y Rusia incluso en medio del conflicto, y hace poco regañó al vicepresidente de Brasil por condenar el ataque a Ucrania.

Otros líderes que han dedicado buenas palabras a Putin o han apoyado sus políticas han sido Santiago Abascal, líder del partido ultraderechista Vox en España; o Geert Wilders, del Partido de la Libertad de Países Bajos. En cuanto a Vox, se ha señalado que su postura es un tanto ambigua y, de hecho, ha decidido no secundar dos propuestas, una en las Cortes de Aragón y otra en el Parlament de Catalunya, para condenar la guerra en Ucrania.

Y es que Vox se encuentra en una encrucijada complicada, con aliados tanto a favor como en contra de Putin, y con elementos dentro de su propio partido con opiniones contrapuestas, si bien la realidad es que los partidos de la derecha radical más institucional en algún momento, de forma generalizada, han mostrado alguna simpatía por el líder ruso.

¿A qué se deben estas conexiones? Muy probablemente, por un lado, por intereses geopolíticos, ya que a Rusia le interesa una Unión Europea de su lado y débil; y, por otro lado, por afinidades ideológicas.

4. Afinidades ideológicas.

Foto de una manifestación de STOP HOMOPHOBIA en Berlín, 31 de agosto de 2013. La manifestación fue realizada por el grupo ENOUGH IS SUOUGH. Promueve un boicot a los Juegos Olímpicos de Sochi en Rusia debido a las leyes de propaganda anti-gay. Autor: Adam Groffman. Fuente: Flickr, bajo licencia CC-BY-NC-SA 2.0.
Foto de una manifestación de STOP HOMOPHOBIA en Berlín. La manifestación fue realizada por el grupo ENOUGH IS SUOUGH. Promueve un boicot a los Juegos Olímpicos de Sochi en Rusia debido a las leyes de propaganda anti-gay. Autor: Adam Groffman, 31/08/2013. Fuente: Flickr (CC-BY-NC-SA 2.0)

Las políticas del gobierno de Putin le han hecho ganarse fama de fomentar la xenofobia, la homofobia, el machismo y otras posiciones reaccionarias. Al tiempo, se ha apoyado en un creciente nacionalismo y ortodoxia religiosa.

Pese a que en Rusia una mujer muere cada 40 minutos como consecuencia de la violencia de género, en enero del 2017, la Duma rusa aprobó una enmienda que descriminalizaba parcialmente la violencia doméstica, penalizando con una multa o 15 días de arresto administrativo el maltrato que implicase sangre o heridas (pero no rotura de huesos) si éstos solo se producían una vez al año. Publicaciones afines al gobierno escondieron datos oficiales y se limitaron a decir barbaridades como que «las esposas de hombres enfadados» tenían «razones para sentirse orgullosas de sus heridas».

En cuanto a la homosexualidad, no ha sido ilegalizada como tal, pero en 2013 se aprobó una ley que prohibía difundir información sobre las relaciones homosexuales. Esto incluye las manifestaciones públicas. De hecho, el desfile del Orgullo Gay en 2014 fue duramente reprimido. Activistas LGTB han señalado que esto envía un mensaje muy homófobo a la sociedad para que carguen con total impunidad contra el colectivo. De hecho, los asesinatos y crímenes de odio están a la orden del día.

Por último, si bien Putin se ha pronunciado abiertamente en contra de la xenofobia, su apoyo a partidos anti-inmigración y euroescépticos, así como un vídeo electoral atribuido a su gabinete con un discurso en este sentido, ha provocado que se le catalogue de xenófobo. No obstante, es cierto que su gobierno, por ejemplo, no es contrario a la inmigración. En cambio, su apoyo decidido a la Iglesia Ortodoxa rusa y su rechazo a otras religiones sí es bastante explícito.

Señalar que todo ello provoca que la xenofobia y la homofobia estén aumentando en Rusia. En 2018, el 64% de la gente se mostraba a favor de endurecer las fronteras, un 12% más que 2017. Otra encuesta del Centro Ruso para la Investigación de la Opinión Pública en 2018 desveló que el 63% de la ciudadanía rusa afirmaban que existía una conspiración para destruir los valores espirituales rusos a través de propaganda homosexual.

Por otro lado, el escritor y teórico Alexander Dugin, figura del fascismo ruso, fue asesor de dos importantes figuras del partido político de Putin: Gennadiy Seleznyov, presidente de la Duma, y Serguéi Yevguénievich Naryshkin, quien ha asumido cargos relevantes como la vicepresidencia del Gobierno o los servicios de inteligencia rusos.

Dugin, cuya influencia sobre el gobierno ruso está en disputa, pues hay quien opina que es una figura relevante y otros expertos que esto no es así, es el principal ideólogo del fascismo ruso. Impulsor del nacionalbolchevismo moderno (una suerte de corriente ideológica que mezcla ideas fascistas e izquierdistas) y del euroasianismo, ha escrito más de 30 libros donde expone sus ideas, incluyendo La Cuarta Teoría Política.

El teórico ruso ha apoyado todas las pretensiones expansionistas e imperialistas de Putin, incluyendo la anexión de Crimea y el apoyo a las repúblicas del Donbass en Ucrania. A pesar de sus discrepancias en cuestiones económicas, Dugin ha declarado su apoyo al dirigente ruso. Además, es una inspiración para multitud de grupúsculos de extrema derecha de todo el mundo, no únicamente rusos, y ha intercambiado ideas con el ideólogo de la Nouvelle Droite francesa Alain de Benoist, considerado principal antecedente de la «derecha alternativa»; con el exasesor de Trump, Steve Bannon; y con multitud de partidos políticos de extrema derecha europeos como Frente Nacional (Francia), Unión Nacional de Ataque (Bulgaria) o el Partido de la Libertad (Austria).

Se puede concluir pues que estos hechos relacionan de manera ideológica a Putin con la extrema derecha, e incluso con sus redes ideológicas de influencia.

5. El gobierno de Donald Trump.

Vladimir Putin and Donald Trump meet at the 2017 G-20 Hamburg Summit Fecha 	7 de julio de 2017 Fuente 	http://kremlin.ru/events/president/news/55006/photos Autor 	Kremlin.ru
Vladimir Putin y Donald Trump se encuentran en la Cumbre G-20 de Hamburgo, 2017. Autor: The Russian Presidential Press and Information Office. Fuente: Kremlin.ru, bajo licencia CC-BY 3.0

La relación entre el expresidente estadounidense y Putin también ha estado sujeta a controversia. En ocasiones se han mostrado como aliados y, en otras, se han lanzado reproches, como una especie de matrimonio mal avenido.

No obstante, los servicios de inteligencia de Estados Unidos han afirmado que el gobierno ruso ha ayudado a Trump en las elecciones presidenciales que le dieron la victoria en 2016 y que también trataron de hacerlo en la campaña de reelección de 2020. En el primer caso, las afirmaciones vinieron a raíz de la famosa filtración de correos del Partido Demócrata y, en el segundo, a través del análisis de bots rusos en las redes sociales. La CIA fue desacreditada por Trump, quien ha negado las acusaciones, y destituyó al jefe al cargo de la agencia. Un ex-director del FBI llegó a decir que Trump podría ser un informante ruso. Por su parte el presidente señala todo esto como una conspiración en su contra.

Putin llegó a defender a Trump cuando éste se vio amenazado por un impeachment a finales de 2019, mostrando públicamente su apoyo.

No hace falta decir que Donald Trump es el máximo exponente de la alt-right, una corriente ultraderechista que ha ganado popularidad en los últimos años y que se encuentra en el germen de la nueva ola de partidos que, como Vox o Alternativa para Alemania, han roto el techo tradicional de la extrema derecha y han accedido a puestos de poder.

En resumen, nadie niega que Vladímir Putin es una de las figuras políticas más interesantes e importantes de nuestro tiempo. Sus maniobras y su gestión de la política interior y exterior demuestran su capacidad estratégica y su inteligencia. Pero también desvelan sus intereses, sus ideas y sus conexiones. Igualmente, buena parte de la extrema derecha europea, tanto la institucional como la más «antisistema», se ha puesto del lado de Ucrania y se opone con fuerza a Rusia. Existe, en esta guerra, todo un choque de intereses que, por otro lado, no justifican en modo alguno el uso de la fuerza.

Aupado por Yeltsin y la oligarquía rusa, controlando los medios de comunicación y asegurándose el apoyo de casi toda la Duma, tejiendo sus redes en el mundo moderno para asegurar su posición en el tablero global, Putin no deja de recurrir a lo que todo derechista recurre: la utilización del populismo y la extrema derecha como herramienta para perpetuarse en el poder.

Fuentes, enlaces y bibliografía:

Foto destacada: Presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, durante recepción de presidente de Rusia, Vladimir Putin en Osaka, Japón. Autor: Alan Santos / PR, 27 de junio de 2019, 22:12:10h. Fuente: Flickr. Licencia CC-BY-SA 2.0

Adrián Juste

Jefe de Redacción de Al Descubierto. Psicólogo especializado en neuropsicología infantil, recursos humanos, educador social y activista, participando en movimientos sociales y abogando por un mundo igualitario, con justicia social y ambiental. Luchando por utopías.

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