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La prohibición del aborto por malformación fetal provoca las mayores protestas en Polonia durante el gobierno del PiS

El Tribunal Constitucional de Polonia restringe el aborto prácticamente en su totalidad. Esta medida, para la que el partido ultraderechista gobernante ya intentó recabar apoyos en el Parlamento, ha provocado la oleada de protestas más numerosa desde que la actual administración llegara al poder. Las primeras protestas tuvieron lugar el pasado jueves, tras la decisión judicial de endurecer la que, ya de por sí, es una de las legislaciones más restrictivas contra el aborto de Europa, en contraposición a su apertura respecto a la interrupción del embarazo durante su período soviético. Ese mismo día, los gobiernos de Polonia, Estados Unidos, Hungría, Bielorrusia, Arabia Saudita, Uganda y otros países firmaron la Declaración del Consenso de Ginebra, documento que desafía el derecho al aborto.

Tras cinco días de disturbios en Polonia, el descontento y el enfado se extienden ahora por un país cuya oposición acusa al partido Ley y Justicia de secuestrar el poder judicial para lograr lo que no pudo llevar a cabo legislativamente y socavar los derechos de las mujeres y las minorías. Por el momento, el Primer Ministro polaco, Mateusz Morawiecki, se ha pronunciado denunciando que “lo que está pasando en el espacio público, los actos de agresión, atentados y barbarie, es inaceptable”.

El cierre de carreteras y puentes al son de consignas contra el gobierno ha marcado la tónica general de estas quejas masivas que desafían las restricciones impuestas en la mayor parte del territorio europeo ante la grave amenaza que supone el avance de la Covid19. Es destacable que, pese a ser Polonia un país incondicionalmente católico, algunas de las manifestantes, vestidas como personajes de El Cuento de la criada, han interrumpido misas y profanado iglesias en lo que puede identificarse como un ataque contra la institución de la Iglesia católica como aliada del actual gobierno polaco. Al respecto, Morawiecki ha declarado: “No doy mi consentimiento para atacar a personas, iglesias y el derecho a perseguir los valores de otros”.

Pero la indignación y el enojo han desbordado el móvil inicial de las protestas y, además de exigir la reversión de la decisión judicial o la liberalización de la ley del aborto, las mujeres se han topado en ciudades, pueblos y aldeas con el apoyo inédito de gremios de taxistas, agricultores y mineros del carbón que tienen sus propias quejas contra el gobierno.

El aborto en Polonia

Sala principal del Tribunal Constitucional de Polonia. Autor: Adrian Grycuk, 22/01/2016. Fuente: Wikimedia Commons. (CC BY-SA 3.0).
Sala principal del Tribunal Constitucional de Polonia.
Autor: Adrian Grycuk, 22/01/2016. Fuente: Wikimedia Commons. (CC BY-SA 3.0).

Si bien hasta el pasado jueves la legislación polaca tan solo permitía la interrupción del embarazo por la presencia de anomalías fetales, la posibilidad de ponerse en riesgo la salud de la mujer o por incestos o violaciones, el último fallo judicial del Tribunal Constitucional sostiene que los abortos por malformaciones fetales constituyen una violación de la Constitución desde el punto de vista de las prácticas eugenésicas, según describe su presidenta, siendo además ésta una decisión que no puede apelarse.

El líder de Ley y Justicia, Jaroslaw Kaczynski ha asegurado que la decisión del tribunal no puede modificarse mientras dure la vigencia de la actual Constitución y y ha añadido que “es imposible aprobar una ley que permita el aborto a petición, que es la demanda de la extrema izquierda”. Paralelamente, es destacable que en la práctica la mayoría de los abortos legales (1.074 de los 1.100 realizados el año pasado, lo que supone un 97% de los mismos) son resultado de este último motivo ahora considerado ilegal.

De igual forma, también es preciso recordar que muchas mujeres polacas viajan al extranjero para interrumpir su embarazo o se someten a esta práctica de forma ilegal, dado que en el país gobernado por la ultraderecha las largas esperas son un obstáculo generalizado para que se consume el aborto y, además, hay numerosos médicos que pueden negarse a realizar este tipo de intervención, así como a recetar anticonceptivos, por motivos de índole religiosa.

Otro gran problema es la falta de ayudas tanto financieras como psicológicas para las familias de niños discapacitados, que sufren un absoluto desamparo tras el nacimiento del bebé.

El gobierno del partido Ley y Justicia

El Primer Ministro Mateusz Morawiecki se reúne en la cancillería con miembros del PiS. Autor: Kancelaria Premiera, 07/02/2018. Fuente: Flickr. (CC0).
El Primer Ministro Mateusz Morawiecki se reúne en la cancillería con miembros del PiS.
Autor: Kancelaria Premiera,07/02/2018. Fuente: Flickr. (CC0).

Negar las acusaciones que arremeten contra el gobierno polaco por haber eliminado la independencia del poder judicial no ha sido suficiente para rebajar las críticas a nivel internacional contra los abusos de esta administración.

Al mismo tiempo, son muchas las voces, especialmente de mujeres, que acusan al gobierno de utilizarlas como un señuelo para desviar la atención mediática de su gestión de la pandemia de coronavirus, aunque el Primer Ministro Morawiecki no ha tardado en advertir del riesgo masivo de contagio en las protestas. En el último mes Polonia ha pasado a ser uno de los países más afectados del mundo y su presidente, Adrzej Duda, a ser otro dirigente que ha dado positivo en las pruebas de Covid-19.

El partido Ley y Justicia llegó al poder en el año 2015 con la intención de representar y defender los valores católicos tradicionales, mientras que tildaba a sus oponentes de antipolacos y anticristianos. En este contexto de exacerbación patriarcal, el rol de las mujeres como madres y esposas es fundamental. Esto ha colocado en el punto de mira a las agrupaciones que luchan por los derechos femeninos, consideradas por la administración polaca como agentes peligrosos de la propaganda occidental liberal.

De igual forma, el gobierno polaco ha presentado a las personas migrantes como una amenaza para la civilización cristiana, aunque posteriormente aceptó acoger a aquellos que fueran cristianos, y a las personas gays como una amenaza para la vida y los valores polacos.

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