Europa

Jobbik: la extrema derecha en Hungría más allá de Orbán

Artículo original de Eulixe: Jobbik: la verdadera cara de la extrema derecha en Hungría

No son pocas las voces que acusan a Victor Orbán y a su formación Fidesz de ser de extrema derecha. Sin embargo, la formación que abandera a la nueva extrema derecha en Hungría es Jobbik, un partido ultranacionalista, ultraconservador y xenófobo que ha obtenido el respaldo de los jóvenes, y que, a día de hoy, es la segunda fuerza en Asamblea Nacional de Hungría. 

En los últimos años, Hungría se ha colocado en el centro de las críticas que se vierten desde las instituciones europeas como de las organizaciones llamadas progresistas. Al respecto, no son pocas las voces que acusan al primer ministro Victor Orbán y a su formación Fidesz de ser de extrema derecha.

Fidesz es un partido de derechas que se caracteriza por ser nacionalista (incluyendo el eje económico), por su conservadurismo social y euroescepticismo suave. Pertenece al Grupo del Partido Popular Europeo en el Parlamento Europeo (junto con el Partido Popular de España), a la Unión Internacional Demócrata (IDU) y la Internacional Demócrata de Centro (CDI).

Orbán, en el camino que empezó a transitar a partir de 2010, donde destaca por ser un buen malabarista entre Alemania y la Federación Rusa, se ha ganado la enemistad de la exsecretaria de Estado de los Estados Unidos Hillary Clinton, la canciller alemana Angela Merkel, los presidentes de la Comisión Europea José Manuel Barroso y Jean Claude-Juncker, del magnate George Soros y un sinfín de ONGs.

El primer ministro, clasificado por algunos como “un tirano moderno”, ha sido reelegido tres veces consecutivas y ha conseguido el apoyo de los más pobres. Se ha convertido en el líder de la Hungría post comunista, un país destrozado por la reconversión. Hablando en cifras, el país todavía no ha recuperado los niveles de desarrollo económico que tenía en 1989. 

En términos generales, el éxito de Fidesz se explica por el espectacular fracaso del proyecto neoliberal que caracterizó a buena parte de la política postsocialista de Estado en Hungría hasta la llegada del partido al poder en 2010. Al respecto, es de vital importancia subrayar el hecho de que además del colapso económico, las políticas de identidad o el cosmopolitismo no han calado en un país donde la pobreza sigue siendo un problema de primer orden, la sociedad es muy conservadora y donde la izquierda esconde la cabeza bajo tierra.

Orbán prometió crear un millón de empleos en 10 años y en 2018 afirmó que alcanzó la cifra de 736.000. De ellas, 180.000 personas estarían empleadas en programas de trabajo del gobierno, desde barriendo calles hasta limpiando matorrales. Los salarios han aumentado en más de 10% al año y el desempleo se encontraba por debajo del 4% en 2018, utilizando para ello los fondos europeos. No obstante, se calcula que 600.000 personas emigraron a otros países europeos en busca de salarios más altos.

Dejando de lado a Orbán y al Fidesz, es de vital importancia efectuar un análisis sobre Jobbik, segunda fuerza en la Asamblea Nacional y cuya metodología de acción amenaza con extenderse por Europa.

¿Qué es Jobbik?

El Movimiento por una Hungría Mejor, más conocido como Jobbik, es un partido político de extrema derecha fundado el 24 de octubre de 2003. Actualmente, su presidente es Péter Jakab. En las elecciones de 2018 obtuvo 1.092.669 votos (el 19.06%) y 26 escaños, convirtiéndose en la segunda fuerza de la Asamblea Nacional.

La ideología de la formación ha sido descrita como un populismo de extrema derecha, cuya estrategia se basa «en una combinación del nacionalismo étnico con una retórica populista antielitista y una crítica radical de las instituciones políticas existentes”. También ha sido definido como un movimiento neofascista, neonazi, extremista, racista, antisemita, anti-gitano y homófobo.  

¿De qué se nutre?

Si analizamos el caso del primer partido ultraderechista europeo que ha alcanzado una posición de tanta relevancia, según subraya el analista Andres Carbelo, “uno ha de entender un dicho común entre los húngaros: Hungría es el único país que tiene frontera consigo mismo”.

Para entender su poder, hay que remontarse a la década de 1920. Durante el siglo XX, Hungría formaba parte del Imperio Austro-Húngaro. Y, junto a este, se introdujo en la Primera Guerra Mundial acompañando a los “Potencias Centrales”, con quienes fue abatido por la “Entente Cordinal” o «Triple Entente» del Reino Unido y Francia.

Cambios territoriales como consecuencia del Tratado de Trianon y fuente de descontento popular aprovechado por la extrema derecha en Hungría, incluido Jobbik. Autor:  Rowanwindwhistler, 20/05/2010. Fuente: Wikimedia Commons
Cambios territoriales como consecuencia del Tratado de Trianon y fuente de descontento popular aprovechado por la extrema derecha en Hungría, incluido Jobbik. Autor: Rowanwindwhistler, 20/05/2010. Fuente: Wikimedia Commons

Este conflicto es conocido por su magnitud y las nefastas consecuencias que tuvo para los países perdedores. Por ejemplo, el Tratado de Versalles fue una de las causas del surgimiento revanchista que vivió Alemania y actuó como catalizador en la ascensión y consolidación del Partido Nacional Socialista Obrero Alemán (por sus siglas NSDAP o, simplemente, partido nazi).

Pero, ¿qué le ocurrió a Hungría? Tras la derrota, Austria firmó el Tratado de Trianón y, en la conferencia de paz, culpó a los jingoístas húngaros de ser “los principales impulsores de la expansión hacia los Balcanes y las demás fechorías cometidas por el Imperio”. Debido a este hecho, las potencias vencedoras decidieron desmembrar Hungría y repartir las tierras de las que históricamente se había apropiado el “Reino de San Esteban”.

“En todos los territorios repartidos por las potencias aliadas el derecho a referéndum sobre la permanencia o no fue negado (excepto en “Sopron”, el cual votó a favor de permanecer en Hungría)”, afirma Carbelo. El resultado de este hecho fue que, mientras que todas las zonas desmembradas poseían una mayoría étnica no húngara, todas ellas sí que poseían zonas concretas con mayorías húngaras.

El resultado de esto fue catastrófico para el orgullo nacional húngaro. De hecho, en el 2020 dos tercios de la población húngara siguen considerando que los territorios perdidos deberían devolverse, la mayor cantidad de población abiertamente revanchista en un estado miembro de la OTAN – Andres Carbelo, Descifrando la Guerra

Después de analizar el sentimiento de derrota húngaro, hay que centrarse en otra idiosincrasia particular del país: el Turáni átok. En la mayoría de naciones existe un mito fundacional que exalta el orgullo de la patria y su situación especial en el mundo:

Los estadounidenses tienen el “Excepcionalismo” que promulga que el espíritu estadounidense es el perfecto para el desarrollo del país más próspero del mundo. Los mexicanos tienen la leyenda del “Huītzilōpōchtli” el Dios de la guerra que les guió hasta la fundación de la ciudad de México. Y los españoles tenemos la batalla de Covadonga, en la cual contaban se apareció la Virgen y ayudó al Rey Pelayo a detener la ofensiva musulmana. Ciertos o no, todos estos mitos tienen en común una cosa: la épica –  Andres Carbelo, Descifrando la Guerra

Todos estos mitos presentan a un pueblo que se une y a pesar de las adversidades consigue perseverar y prosperar hasta crear una nación orgullosa de sí misma y prospera. En el caso de los húngaros, hay que subrayar el “Turani átok”, la maldición de Turan. Pero, ¿qué implica este mito? “No es otra cosa que la creencia de que Hungría siempre acaba fallando en todo lo que se propone, porque cuando se convirtió al cristianismo los antiguos paganos maldijeron a San Esteban y su patria hasta la eternidad”, subraya Carbelo.

¿Pero qué tiene que ver todo esto con Jobbik? Según Carbelo, Jobbik está íntimamente relacionado con este mito. “Gabón Vona, fundador de Jobbik, era un adherente estricto del Pan-Turanismo. Como muchos otros movimientos de ultraderecha, Jobbik tiene ciertas raíces en el misticismo fascista, la idea de que la única manera de recuperar la dignidad húngara es recuperando sus territorios perdidos”, sentencia Carbelo.

¿Cómo se ha convertido en la segunda fuerza política?

Miembros de la Guardia Húngara en un mitin de Jobbik contra una reunión del Congreso Judío Mundial en Budapest en 2013. Autor: Michael Thaidigsmann, 04/05/2013. Fuente: Wikimedia Commons (CC BY-SA 3.0.)

Jobbik nació oficialmente como partido político en 2003 y empezó sus andaduras como un grupúsculo neonazi más. “Con una curiosa mezcla de fascismo esotérico, etnonacionalismo y a su vez profundamente cristiano, pasó sus primeros 8 años como la mayoría de los fascistas europeos, manteniendo pequeña presencia pública como partido y dedicándose a cultivar su grupo de skinheads particular”, afirma Carbelo. En este caso, este grupo se denominó Magyar Gárda (Guardia Húngara).

La Magyar Gárda tuvo éxito a la hora de reclutar elementos entre la juventud húngara, debido al empeoramiento de la vida que se registró en la primera década de los 2000 y la sensación de revanchismo nacional. Además, la crisis política provocada por el colapso del MSZAP (Partido Socialista Húngaro) y el hundimiento total de la izquierda sirvieron como acelerantes de su ascenso.

La Izquierda en Hungría había perdido toda su credibilidad desapareciendo de la noche a la mañana, dejando una juventud enfervorecida sin ningún lugar al que dirigir su descontento. Pues es por norma general esta juventud la que, para canalizar el descontento con el sistema, acaba tornándose a movimientos “radicales” normalmente situados en la izquierda política.

Pero claro, en Hungría esto ya no era una opción. La Guardia Húngara de Jobbik comenzó a crecer de manera exponencial, su ala juvenil comenzaba a verse en todas las ciudades. Ya no eran un puñado de radicales que añoraban a Miklos Horthy (ex-dictador húngaro) y fantaseaban con una nueva guerra de épica reconquista en la que Hungría seria grande de nuevo. Ahora eran un movimiento de masas – Andres Carbelo, Descifrando la Guerra

Tras las elecciones de 2010, Jobbik se vio en una posición de poder que antes jamás había soñado. Debido al resultado, el partido se convirtió en la tercera fuerza política del país y tenía una gran masa de jóvenes sin futuro y sin esperanza que esperaban la llegada de un líder fuerte que los dirigiera.

Por otro lado, la crisis económica que se extendió por el mundo y que por su paso arruinó a países enteros incendio aún más el ya caldeado ambiente. En un inicio, sin embargo, según apunta Andres Carbelo, Gábor Vona cometió multitud de errores:

Trató de darle un toque oficial a la Magyar Garda, convertirla en una fuerza de seguridad al mismo nivel que la policial. Pero claro, uno no puede darle un palo a un perro y esperar que no lo muerda. La Guardia cada vez estaba más radicalizada, llevando a cabo campañas en contra de la apariencia de “normalidad” que desde las nuevas alas del partido se quería mostrar a la sociedad húngara. Llegaron incluso a realizar una campaña de propaganda prometiendo que Jobbik se libraría de la “plaga que asola Hungría”, en referencia a la minoría gitana del país – Andres Carbelo, Descifrando la Guerra

La radicalización del partido provocó la dimisión de numerosos pesos pesados que decidieron retirarse de la política por edad o sumarse a las filas del Fidesz de Orbán. Tras este incidente, Gábor decidió disolver la Gárda como movimiento paramilitar y los convirtió en una “fundación social” que empezó a suministrar comida a los húngaros.

Sin embargo, el clima de violencia implícito a la organización provocó que la misma siguiera enfrentándose a numerosos problemas con la ley. Debido a este hecho, en la víspera de las elecciones de 2014 y temiendo perder la popularidad alcanzada tras el 2010, Gábor dio un golpe de efecto: disolvió a la Guardia y proclamó el “Néppártosodás” (partido del pueblo), una estrategia de lavado de cara nunca antes vista en un partido de ultraderecha europeo.

“Gábor proclamó que Jobbik había abandonado su adolescencia. Abandonaron totalmente la Gárda, que acabó siendo disuelta por orden judicial. Se deshicieron de los neonazis que repartían comida y proclamaron que habían abandonado la división izquierda-derecha y comenzaron a centrarse casi exclusivamente en los jóvenes húngaros”, afirma Carbelo. La estrategia de abandono de la población envejecida, que tradicionalmente tiende a ser más conservadora y nacionalista, dio resultado: en 2016 el 53% de las personas de entre 18 y 35 años afirmaron que votarían por Jobbik.

Tras no conseguir la mayoría absoluta en las elecciones de 2018, Gábor dimitió, el ala moderada del partido triunfó en las elecciones internas y Péter Jakab se convirtió en el nuevo líder de la formación. “La eliminación de Gábor del tablero se debía principalmente a que le consumió el propio proceso que él había iniciado. El lavado de cara al que sometió al partido acabó por eliminar todos los aspectos manchados que recordaban sus inicios cercanos al nazismo más radical. El último remanente del viejo Jobbik era el propio Gabór”, subraya Carbelo.

La importancia de la estrategia seguida por Jobbik

Tras su nacimiento a partir de un grupo neonazi, el Jobbik en la actualidad ha ido virando hacia posiciones moderadas, justo el proceso contrario que ha seguido Fidesz: comenzando como un partido conservador más, ha ido asumiendo cada vez posturas y discursos más radicales.

Así, Jobbik acabó autodefiniéndose como un “Partido del Pueblo”, que ya no tenía «ninguna conexión» con su viejo pasado fascista. Cuando comenzó a virar al “centro”, el partido marcó la siguiente línea: «Jobbik es un partido conservador, de centro derecha y profundamente cristiano».

Jobbik continuará con su papel socialmente conservador, es decir, continuará con su línea antiinmigración y a favor de la promoción de la cultura católica en Hungría, pero con la distinción de que en el plano económico se desmarcan de las políticas neoliberales usuales en la derecha europea. Es decir, serán los proponentes de un estado del bienestar a la húngara, con un fuerte componente intervencionista y un énfasis en la procuración de subsidios para la población nativa húngara – Andres Carbelo, Descifrando la Guerra

Hasta la fecha, Jobbik sigue manteniéndose como segunda fuerza. Si la táctica de Jobbik triunfa, la extrema derecha europea la seguirá. Por ejemplo, el Frente Nacional de Marine Le Pen ha optado por imitar la retórica antiimigración de Jobbik y su rechazo al neoliberalismo en favor de una política económica que tradicionalmente se asociaba a partidos «socialistas nacionales», una estrategia ya iniciada en su momento por el partido nazi, especialmente bajo Gregor Strasser pero que finalmente acabó en nada por las profundas contradicciones que esconde asumir este tipo de programas.

No obstante, es cierto que Fidesz está dejando un hueco en el tablero político que podría ser hábilmente aprovechado por Jobbik y provocar un cambio en el panorama político de la extrema derecha en Hungría e influir en Europa.

Enlaces, fuentes y bibliografía:

– Foto destacada: Banderas de Jobbik durante una manifestación en Hungría. Autor: Leign Philips, 03/04/2011. Fuente: Flickr (CC BY-NC 2.0.)

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