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¿Guerra Mundial por el agua? El agua potable como causa de conflictos armados

Artículo original de Eulixe: Las guerras del agua

El agua es un bien indispensable para la humanidad: sin ella, las personas no podrían vivir más de tres o cuatro días. El porcentaje de agua en nuestro cuerpo casi llega a las dos terceras partes. Está presente en los tejidos corporales y en los órganos vitales y es un elemento fundamental para los procesos corporales vitales. Por otro lado, su importancia se puede ver a través de las actividades que realiza el ser humano. Se usa para la agricultura en un 70%, en un 15% en la industria y el otro 15% en el uso doméstico.

Por lo tanto, el agua es un bien indispensable para las especies que habitan el planeta Tierra. De hecho, se podría ir más lejos y afirmar que es el elemento más importante para la vida. También lo es para la humanidad.

Además, según la Organización Mundial de la Salud (OMS), cada persona necesita al día entre 20 y 50 litros de agua, sin contaminantes químicos ni microbianos nocivos, para beber y para la higiene. A estas cantidades hay que sumar el aporte necesario para la agricultura, la industria, y un largo etc.  

Sin embargo, la disponibilidad de agua dulce que se encuentra en los ríos, lagos y bajo tierra está cada vez más amenazada por el uso de la tierra, la deforestación, el cambio climático y el mayor consumo de agua dulce por una población y una industria que no dejan de crecer. Además, la calidad del agua está en peligro a causa del aumento de la contaminación, particularmente en las zonas urbanas y en relación con la agricultura intensificada.

A día de hoy, más de 1000 millones de personas no tienen acceso al agua potable, mientras que 2.600 millones carecen del saneamiento adecuado. La falta de saneamiento ocasiona a su vez la contaminación microbiana generalizada del agua potable. Al respecto, según la Organización Mundial de la Salud (OMS), las enfermedades infecciosas transmitidas por el agua se cobran anualmente hasta 3.2 millones de vidas, lo que equivale a un 6% de las defunciones totales en el mundo.

Además, el último informe del Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático de Naciones Unidas (IPCC) advirtió del aumento de las sequías intensas y de las grandes restricciones de agua en grandes franjas del mundo. Por otro lado, no podemos olvidar la advertencia de la ONU sobre que en 2050 el consumo de agua aumentará un 44% para satisfacer las demandas industriales y de la población.

Debido a este hecho, es muy posible que los existentes conflictos sobre el agua se intensifiquen y que surjan nuevos alrededor del planeta. Algunas voces afirman incluso que el agua será para la geopolítica del siglo XXI lo que fue el petróleo para el siglo XX. ¿Estallarán las guerras por el agua en un futuro próximo?

A la actual situación y amenazas existentes, no obstante, hay que sumarle por lo menos otra: la privatización del agua.

El agua cotiza en los mercados de futuros del Wall Street

Si el hecho de que el agua potable sea actualmente un bien indispensable que se comercializa en botellas de plástico crea preocupación, la realidad y el capitalismo están ahí para ir un paso más allá: el agua ha entrado a cotizar en los mercados de futuros del Wall Street como una mercancía más.

En una nota publicada el 11 de diciembre, el relator especial de la ONU para los derechos humanos al agua potable y al saneamiento, Pedro Arrojo-Agudo, expresó su preocupación por la creación del primer mercado de futuros del agua en el mundo, afirmando que «podría invitar a la especulación de los financieros que lo comercializarían como otros productos básicos como el oro y el petróleo».

Los mercados de futuro son mercados que juegan con las expectativas que tiene un determinado bien en determinados plazos de tiempo. «Se crearon como una forma de acotar y amortiguar las fluctuaciones en el precio de determinados bienes, fundamentalmente materias primas», afirma Pedro Arrojo-Agudo.

En esos mercados, los grandes compradores negocian con los posibles vendedores compromisos de compra-venta, generalmente de grandes cantidades que se comprometen a un precio pesando en el futuro. «La ventaja para el comprador está en conseguir la garantía de un precio más favorable y estable, mientras que el vendedor garantiza esa venta de cara al futuro, eludiendo las incertidumbres del porvenir», subraya Arrojo-Agudo. Además, menciona que los derechos de futuro entran en el juego del mercado, como si fueran acciones, «jugando con expectativas que de hecho se han demostrado sumamente manipulables por los grandes jugadores«.

Cuatro días antes de que se publicara la nota de la ONU, CME Group, una compañía estadounidense de mercados financieros que opera una bolsa de opciones y futuros, lanzó el primer contrato de comercio de futuros del agua del mundo. Esta maniobra se realizó con el objetivo de «ayudar a los usuarios del agua a gestionar el riesgo y equilibrar mejor las demandas competitivas de suministro y demanda en medio de la incertidumbre que las sequías graves y las inundaciones traen a la disponibilidad del agua». 

Al respecto, según subraya el relator de la ONU, el nuevo contrato de futuros del agua permite a los compradores y los vendedores «intercambiar un precio fijo por la entrega de una cantidad fija de agua en una fecha futura».

«No se puede valorar el agua como se hace con otros productos básicos comercializados», afirmó el relator especial. «El agua es de todos y es un bien público. Está estrechamente ligado a todas nuestras vidas y medios de subsistencia, y es un componente esencial para la salud pública», subrayó, señalando la importancia de tener acceso al agua en la lucha contra la pandemia de la Covid-19.

El agua ya se encuentra bajo una amenaza extrema por una población en crecimiento, una demanda creciente y una contaminación grave de la agricultura y la industria minera en el contexto del empeoramiento del impacto del cambio climático. Me preocupa mucho que el agua ahora se trate como oro, petróleo y otros productos básicos que se negocian en el mercado de futuros de Wall Street – Pedro Arrojo-Agudo, relator especial de la ONU

Arrojo-Agudo subraya que además de los agricultores, las fábricas y las empresas de servicios públicos que buscan fijar precios, un mercado de futuros del agua podría atraer también a «especuladores como fondos de cobertura y bancos»  que apuestan por los precios. Este hecho, podría repetir la burbuja especulativa del mercado de alimentos que se produjo en 2008.

La banca identificó como espacio prioritario de inversión y de negocio los mercados de futuros de productos alimentarios. En apenas un año se estima que invirtieron del orden de 320.000 millones de dólares sin tener, por supuesto, la menor intención de gestionar propiamente la comercialización de los alimentos. Simplemente se trataba de generar un ingente negocio especulativo en tiempo récord, inflando una nueva burbuja, esta vez en la alimentación. En apenas unos meses la manipulación especulativa de estos mercados provocó, por ejemplo, que el precio del trigo, del que depende la alimentación básica de miles de millones de personas, se multiplicara por cinco. En apenas tres años, el precio medio de la alimentación en el mundo creció un 80% y se estima unos 250 millones de personas engrosaron las filas del hambre, tal y como denunció en 2008 el relator especial para el derecho humano a la alimentación – Pedro Arrojo-Agudo, relator especial de la ONU

Arrojo-Agudo señala al respecto que existe el riesgo de que sean los grandes actores agrícolas e industriales y los servicios públicos a gran escala los que puedan comprar el agua, marginando de este modo al sector vulnerable de la economía como los pequeños agricultores.

El agua es, de hecho, un recurso vital para la economía, tanto para los grandes actores como para los de pequeña escala, pero el valor del agua es más que eso. El agua tiene un conjunto de valores vitales para nuestra sociedad que la lógica del mercado no reconoce y, por tanto, no puede gestionar adecuadamente, y mucho menos en un espacio financiero tan propenso a la especulación – Pedro Arrojo-Agudo, relator especial de la ONU

El derecho humano al agua potable fue reconocido por primera vez por la Asamblea General de la ONU y el Consejo de Derechos Humanos en 2010.  «Si bien hay discusiones globales en curso sobre los valores ambientales, sociales y culturales del agua, la noticia de que el agua se comercializará en el mercado de futuros de Wall Street muestra que el valor del agua, como derecho humano básico, ahora está amenazado«, sentencia el relator especial.

El caso francés y la lucha por la remunicipalización del agua

En 2019, París celebró el décimo aniversario de la remunicipalización de su servicio de agua. Antes de que se materializara este proceso, la gestión y las operaciones estaban a cargo de empresas privadas. La creación de la empresa pública Eau de Paris, puso fin a esta lógica.

La desprivatización del agua en París ha sido revolucionaria por muchos aspectos. Primero, por el gran tamaño de la ciudad, que a inicios de 2020 contaba con 2.148.271 habitantes, y su importancia simbólica. Segundo, porque la ciudad es la sede de las dos empresas de agua más importantes del mundo, Veolia y Suez. Y por último, por la forma en que se desarrolló el proceso de remunicipalización: la intención no era deshacerse de las empresas privadas por descontento hacia ellas, sino promover el servicio público, sus valores y su capacidad de ser más eficiente e innovador que el servicio privado.

En 2017, Eau de París recibió el prestigioso Premio de las Naciones Unidas al Servicio Público. «Cuando  se remunicipalizó el agua, el precio se redujo en un 8% gracias a que se ahorraron las transferencias financieras a empresas privadas y sus accionistas», afirma el miembro del Transnational Institute Olivier Petitjean.

«En 2020, los precios siguen siendo más bajos que antes de la remunicipalización y son los más bajos de toda la región de París», subraya. Por otro lado, según Petitjean, el proceso introdujo «mecanismos innovadores de transparencia y procesos de gobierno democrático», como el Observatorio del Agua de París, una comisión compuesta por ciudadanos y representantes de la sociedad civil «con un importante papel consultivo en el funcionamiento de la empresa».

La empresa tiene entre sus principios el de facilitar el acceso al agua de los hogares más desfavorecidas y las personas sin hogar (incluidos migrantes y refugiados sin hogar en los últimos años). Ha aumentado la cantidad de fuentes de agua públicas en toda la ciudad y ha puesto en marcha campañas para ahorrar agua. Como otras ciudades de Francia y el extranjero, París también ha forjado alianzas con el sector agrícola para proteger sus cuencas hidrográficas. Con ello se da apoyo financiero y técnico a los agricultores para que evolucionen a métodos orgánicos, que a la larga reducirán la cantidad de pesticidas y nitratos en las aguas subterráneas y superficiales y, con ello, las inversiones necesarias para potabilizar el agua – Olivier Petitjean, miembro del Transnational Institute

Además de París, decenas de ciudades francesas, tanto grandes como pequeñas (Rennes, Niza, Montpellier, Grenoble etc.), remunicipalizaron sus servicios de agua entre 2005 y 2015. «A día de hoy, ninguno de ellos ha optado por volver a privatizar sus servicios de agua«, afirma Olivier Petitjean, y subraya que «no hay un solo ejemplo de ciudad que haya conservado la gestión pública de su agua por varios años y luego haya querido pasar a la gestión privada».

Sin embargo, es cierto que algunas grandes ciudades francesas como Lyon, Marsella, Toulouse y Burdeos optaron por renovar con Suez y Veolia cuando expiraron sus contratos. Lo justificaron alegando los importantes recortes en el precio del agua que ofrecían las empresas privadas.

Ya sea por renovaciones de contratos o por los contratos vigentes en la región de París, como SEDIF, las empresas privadas siguen siendo las principales suministradoras de agua a la mayoría de la población en Francia (pero no a la mayoría de las ciudades francesas).

El caso español: FCC y Agbar se reparten el pastel 

El sistema de privatización de los sistemas de agua se reparte entre dos grandes empresas: por un lado está Fomento de Construcciones y Contratas, FCC (bajo el nombre de Aqualia), que tiene actualmente unos nueve millones de contratos en el Estado español, y por otro lado Agbar (Aguas de Barcelona), empresa dominada por la multinacional francesa Suez con un 75% de su propiedad y que atiende a trece millones de clientes. Recientemente ha entrado también al negocio la empresa constructora Acciona para hacerse con la concesión del servicio de Aigües del Ter-Llobregat por mil millones de euros.

Normalmente en el contrato, las empresas se garantizan unas ganancias mínimas superiores al 10%. No se fija la cantidad, que en ese período temporal debe invertir la empresa privada en el mantenimiento y mejora del servicio. Con lo cual, al no existir esta inversión, la calidad del agua se deteriora progresivamente, puesto que el objetivo de la empresa siempre es maximizar beneficios. Habitualmente lo primero que hacen las empresas privadas es encarecer el servicio entre un 30-50%. Las compañías se hacen con un mercado en el que no existe competencia, con lo cual nos encontramos con un monopolio de hecho – Edmundo Fayanás Escuer

Al respecto, el Departamento de Economía Aplicada de la Universidad de Granada ha estudiado las actuales concesiones y ha llegado a la conclusión de que la privatización no ha supuesto la esperada eficacia. Según Luis Babiano, gerente de la Asociación de Operadores de Abastecimientos y Saneamientos, «el sistema de gestión es costoso para el ciudadano, que ve incrementado su tarifa. Es oscuro porque no existen órganos reguladores, ni indicadores de calidad de gestión y supone una pérdida de control por parte de la administración. Con todo esto, dentro de veinte años tendremos los ratios de aumento tarifario más caros de Europa. Habrá degradación de las infraestructuras y unas condiciones medioambientales lamentables».

En lo referente a las remunicipalizaciones, se registraron una treintena entre 2010 y 2015, como las de Manacor, Ermua, Arenys de Munt, Medina Sidonia o la veintena de localidades andaluzas cuyas aguas pasaron a estar en manos del consorcio Aguas del Huesna. Posteriormente la lista se amplió con Valladolid, siendo la primera gran ciudad que ha decidido remunicipalizar el agua.

¿Qué son las «guerras del agua»?¿Puede haber conflictos armados por el agua?

La tesis de las «guerras por el agua» sugiere que la creciente escasez de este recurso generará conflictos violentos a medida que su disponibilidad se reduzca para ciertas comunidades. Al respecto, no son pocos los analistas que muestran su preocupación sobre la disminución de los suministro del agua y el aumento de la tensiones.

Algunas voces afirman que el agua será para la geopolítica del siglo XXI lo que fue el petróleo para el siglo XX. Además, es un recurso que es de vital importancia para el ser humano y su actividad económica.

Repasando la historia reciente, el control del petróleo ha contribuido al estallido de numerosas guerras o ha estado detrás de su desarrollo. Y como bien es sabido, la historia tiende a repetirse. En 1995, el ex vicepresidente del Banco Mundial, Ismail Serageldin, predijo que «las guerras del próximo siglo serán por el agua«. En 2017, fue el Papa Francisco el que hizo la siguiente e impactante declaración: «Me pregunto si caminamos hacia la Gran Guerra Mundial del Agua».

Otras organizaciones también han sonado las alarmas. «La inseguridad del agua podría multiplicar el riesgo de conflicto», advierte uno de los informes emitidos por el Banco Mundial.

Las subidas en el precio de la comida causadas por las sequías pueden exacerbar los conflictos latentes e impulsar la migración. Donde las precipitaciones impactan en el crecimiento económico, episodios de sequías e inundaciones han generado olas de migración y repuntes en la violencia dentro de países – Banco Mundial

No todos comparten esta línea de opinión, no obstante. Según la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO), el único problema con este escenario es «la falta de evidencia». La Organización afirma que, si bien los suministros de agua y la infraestructura a menudo han servido como herramientas u objetivos militares, «ningún Estado ha ido a la guerra específicamente por los recursos hídricos desde que las ciudades-estado de Lagash y Umma lucharon entre sí en la cuenca del Tigris-Éufrates en 2500 A.C.». Además subraya el hecho de que la cooperación internacional sigue siendo la norma en la gestión de las cuencas transnacionales.

El registro histórico demuestra que las disputas internacionales por el agua se resuelven, incluso entre enemigos e incluso cuando surgen conflictos por otros temas. Algunos de los enemigos más vociferantes del mundo han negociado acuerdos sobre el agua o están en proceso de hacerlo y las instituciones que han creado a menudo demuestran ser resistentes, incluso cuando las relaciones son tensas – UNESCO

Los conflictos son una realidad  

Aunque las predicciones de grandes guerras entre naciones por el agua no se ha cumplido todavía, sobran las batallas por este recurso esencial que han dejado y están produciendo víctimas.  

Mapa de conflictos relacionados con el agua 2020-2021. Autor y fuente: Fuente: https://www.waterpeacesecurity.org/map

En un esfuerzo por comprender las conexiones entre los recursos hídricos, los sistemas de agua y la seguridad y los conflictos internacionales, el Pacific Institute inició un proyecto a finales de la década de 1980 para rastrear y categorizar eventos relacionados con el agua y los conflictos, que se ha actualizado continuamente desde entonces. Al respecto, el Pacific Institute afirma que, por ejemplo, el agua fue el desencadenante de 79 conflictos entre el año 2000 y 2009. Desde el 2010, según esta organización, se han producido otros 172 conflictos donde el desencadenante ha sido el agua.

Este no es el único organismo que estudia este tipo de conflictos, sin embargo. Investigadores de seis organizaciones han desarrollado un sistema de alerta temprana para a ayudar a predecir posibles conflictos por el agua a medida que la oleadas violentas relacionadas con el agua aumenten globalmente. Se trata de la herramienta de alerta temprana global Agua, Paz y Seguridad (WPS).

Este sistema combina variables ambientales como lluvias y malas cosechas con factores políticos, económicos y sociales para predecir el riesgo de conflictos violentos relacionados con el agua con hasta un año de antelación. Los desarrolladores afirman que el programa tiene una tasa de éxito del 86%. Este es el resultado a día de hoy:

Dentro de la situación actual del agua y su posible proyección futura, la ONU confirmó que existen aproximadamente 300 zonas en el mundo con conflictos abiertos alrededor de este recurso. Y es que ya sea porque su control centre la lucha, o bien porque se utilice como arma, el agua está teniendo cada vez más un papel protagonista.

«El agua, la paz y la seguridad están unidas. Sin una gestión eficaz de nuestros recursos hídricos, corremos el riesgo de intensificar las disputas entre comunidades y sectores y aumentar las tensiones entre las naciones», advirtió, al respecto, António Guterres, el secretario general de la ONU.

La investigadora Laura F. Zarza cita algunos ejemplos de conflictos donde el agua juega un papel muy importante:

  • El conflicto entre Israel y Palestina: El agua no es principal factor del conflicto, pero sí una de sus cuestiones pendientes. Después de la ocupación de Cisjordania y la Franja de Gaza, Israel declaró de su propiedad todos los recursos hídricos y utiliza el control para dañar a su rival.
  • La guerra de Siria: Desde 2015, las partes implicadas en el conflicto están usando el acceso al agua potable como elemento para conseguir logros militares y políticos. La guerra ha provocado que millones de personas se queden sin acceso al agua y que cerca del 80% de los recursos hídricos estén contaminados.
  • La disputa entre Bolivia y Chile por las aguas de Silala: El enfrentamiento entre Bolivia y Chile por la gestión de las aguas del Silala comenzó en 1908, cuando Bolivia acusó a Chile de desviar el agua a través de canales artificiales. Este sistema hídrico está ubicado en la zona del altiplano andino, entre ambos países, y es el centro de una disputa entre los gobiernos respecto a su denominación, naturaleza, curso y uso que dura más de 100 años.
  • El conflicto del Tigris y Eúfrates entre Turquía, Siria e Iraq: El conflicto sobre estos dos ríos implica a Iraq, Siria y Turquía. Ambos ríos nacen en Turquía, transitan por Siria y desembocan en el Golfo Pérsico en la costa iraquí. Cada país tiene en su mano cerrar la llave de paso al resto, y esto ha provocado que se generen enfrentamientos sobre cómo deben utilizarse las aguas que fluyen por ambos ríos. Las primeras disputas se remontan a la década de 1960, cuando comenzaron los grandes proyectos de desarrollo hidráulico en la región mesopotámica.
Mapa de la cuenca hidrográfica del Tigris y Eúfrates. Autor: X. Guimard, 21/01/2006. Fuente: Wikimedia Commons (CC BY-SA 3.0.)
  • La cuenca del río Zambeze entre Mozambique y Zimbabue: La cuenca del río Zambeze, ubicada en el sur de África, es uno de los sistemas hídricos más sobreexplotados del mundo. Los países que componen dicha cuenca compiten constantemente por sus aguas, dando origen a graves conflictos. En marzo del año 2000 estuvo a punto de iniciarse una guerra entre Mozambique y Zimbabue, cuando éste último abrió la presa de Kariba. A día de hoy, aunque menos sonados, los enfrentamientos por el recurso hídrico continúan.
Límites de la cuenca hidrográfica del río Zambeze. Autor: Eric Gaba, I, Sting, julio de 2007. Fuente: Wikimedia Commons (CC BY-SA 3.0.)
  • El conflicto del Nilo: Para Egipto el río es indispensable para la prosperidad del país. En 1922 declaró sus derechos históricos sobre la mayor parte del caudal. Entre 1929 y 1959, amenazó con la fuerza militar a los estados ribereños, en especial a Etiopía y Sudán, por querer construir presas en las partes altas del río. Desde 1970 hasta la actualidad, las amenazas se han vuelto mucho más agresivas. Incluso el que fue su presidente, Anwar al-Sadat, declaró que el único motivo que podría inducir a Egipto a entrar en guerra, era el agua.
El río Nilo y los países por los que pasa. Autor: Rowanwindwhistler, 04/12/2017. Fuente: Wikimedia Commons (CC BY-SA 4.0.)
  • La Guerra del Agua de Cochabamba: Este episodio tuvo lugar en el año 2000 en Bolivia. Su detonante fue la privatización del abastecimiento de agua potable. Como consecuencia de la privatización, las tarifas del agua subieron en más de un 50% y  la población se echó a las calles. En respuesta, el gobierno boliviano decretó el estado de sitio. El colapso de la economía nacional y el aumento de los disturbios (al menos un muerto y 170 personas heridas en una de las protestas), hicieron que finalmente en abril se revocase la decisión y se devolviera el suministro de agua a manos públicas.

Posibles desarrollos futuros

Un estudio publicado en Global Environmental Change afirmaba que los «asuntos hidro-políticos», incluyendo tensiones y conflictos potenciales, podrían hacerse realidad en países donde se espera que se experimenten «restricciones de agua sumadas a altas poblaciones y tensiones geopolíticas preexistentes».

El estudio subrayaba que «estos factores se podrían combinar para aumentar la probabilidad de tensiones relacionadas con el agua, intensificándose potencialmente hasta el conflicto armado en cuencas fluviales transfronterizas de un 74.9% a un 95%».

Estas áreas incluyen regiones situadas alrededor de ríos primarios en Asia y el norte de África. Entre los ríos mencionados se encuentran los siguientes: Tigris y Éufrates, el Indo, el Nilo y el Ganges-Barahmaputra. Además, el informe advirtió también de una probabilidad muy alta de que se desarrollen estas «interacciones hidro-políticas» en partes del suroeste estadounidense y en el norte de México, en torno al río Colorado. 

India y Pakistán 

Las tensiones existentes entre India y Pakistán son especialmente preocupantes, ya que son rivales cuando se trata de recursos hídricos y potencias nucleares. Por ahora, estos países tienen un acuerdo sobre el río Indo y el reparto de su agua, mediante el Tratado del Agua del Indo de 1960.

Sin embargo, las reclamaciones sobre el agua han sido centrales en su disputa continua sobre la región de Cachemira, un punto conflictivo durante más de 60 años. El tratado mencionado está ahora más en tensión que nunca, ya que Pakistán acusa a India de limitar su suministro de agua debido a la colocación de presas en varios ríos que fluyen desde Cachemira a Pakistán.

De hecho, un informe del Fondo Monetario Internacional fechado en 2018 situó a Pakistán en tercera posición entre los países que se enfrentan a restricciones de agua severas. Esto se debe al rápido deshielo de los glaciares localizados en el Himalaya que alimentan de agua al Indo.

Al respecto, las estadísticas de la Cámara de Comercio e Industria de Islamabad (Pakistán) muestran que desde 2018 la disponibilidad del agua (per cápita en metros cúbicos por año) se redujo desde 5.260 en 1951 hasta 940 en 2015, y se proyecta que se reduzca hasta 860 para 2025.

En India las cosas no van mucho mejor. Según afirman el Ministerio de Estadística del país (2016) y el Ministerio Indio de Recursos Hídricos (2016), el agua disponible per cápita en metros cúbicos por año era 5.177 en 1951, y 1.474 en 2015, y se proyecta que se reduzca hasta 1.341 para 2025.

Mapa donde pueden verse los territorios de Afganistán, Pakistán, Nepal e India. Autor: Open Street Maps. Fuente: openstreetmap.org (CC BY-SA 2.0.)

Egipto y Etiopia

A mediados de julio de este año, sonaron las alarmas en el Cuerno de África después de que los medios etíopes anunciaran que se había iniciado el proceso para rellenar el depósito del Gran Embalse Etíope del Renacimiento (GERD) en el curso del Nilo.

Una acción unilateral de este tipo, aseguraban algunos expertos en el momento, podría desencadenar la primera «guerra del agua» abierta de la historia reciente entre Estados. Horas después del estallido de la crisis, el Gobierno etíope se echó atrás, lo que abrió una oportunidad a una solución negociada al conflicto.

La disputa entre Egipto y Etiopia por el agua del río Nilo se inició hace una década, con el anuncio de la edificación de la enorme presa, una de las más grandes de África y del mundo, pues ocupará una superficie de 1.800 km2 y su capacidad será de 74.000 millones de metros cúbicos. Por su parte, Egipto teme una reducción considerable del caudal del Nilo, que aporta al desértico país más del 90% de sus recursos hídricos.

A día de hoy, el proceso de negociación está estancado. Egipto está intentando intensificar la presión internacional sobre Etiopía involucrando al Consejo de Seguridad de la ONU.

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