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Por qué el ‘Rodea el Congreso’ y el asalto al Capitolio de seguidores de Trump no tienen nada que ver

El pasado 6 de enero de 2021, manifestantes a favor de Donald Trump, el ya expresidente de Estados Unidos, asaltaron el famoso edificio del Capitolio con sede en Washington D.C. portando armas y destrozando material agitando simbología ultraderechista para intentar detener la ratificación de Joe Biden como nuevo presidente de Estados Unidos. Un asalto que tuvo réplicas en otras zonas del país, como por ejemplo el asalto a la casa del gobernador de Washington en Seattle.

El incidente, calificado por Joe Biden como de “insurrección”, provocó la intervención de la Guardia Nacional y de la unidad de élite SWAT, la implantación del toque de queda en toda la ciudad y una gran reacción de la comunidad internacional.

Mientras que la abrumadora mayoría de líderes y personalidades políticas condenaron el acto, llamaron a una transición democrática pacífica y pusieron el foco en la crispación y la polarización política especialmente desarrolladas en los últimos dos años e instigadas por el propio Trump, otras personas prefirieron apoyar lo sucedido o, en su defecto, realizar una condena un tanto tibia de lo que a todas luces ha sido el burdo intento de tomar por la fuerza las instituciones por parte de la ultraderecha.

Derecha y ultraderecha: reacciones variopintas

El asalto al Capitolio fue un acto tan descarado que incluso prominentes líderes y personalidades de la derecha y la ultraderecha coincidieron en condenarlo públicamente.

Tino Chrupalla, miembro del Bundestag en representación de la formación de extrema derecha Alternativa para Alemania, criticó con rotundidad el asalto al Capitolio: “Aquellos que atacan violentamente a los parlamentos tienen como objetivo el corazón de la #democracia. Esto es cierto en #WashingtonDC, en #Berlín o en cualquier otro lugar del mundo. Para el #AfD, la preservación de la democracia es el objetivo político más noble. La violencia nunca debe ser un medio de la política”.

Incluso la dirigente del Frente Nacional francés, Marine Le Pen, ha mostrado su desaprobación hacia las imágenes vistas en torno al Capitolio estadounidense. Según reflejan sus tweets, en los que expresa declaraciones realizadas en una entrevista para Les4V: «Creo que en una democracia tenemos derecho a protestar y a manifestarnos, pero de forma pacífica. Cualquier acto de violencia que intente socavar el proceso democrático es inaceptable, y me sorprendieron mucho las imágenes en el Capitolio”.

Otras personalidades cercanas de Trump, como Matteo Salvini (líder del partido ultraderechista La Liga) o Boris Johnson, primer ministro de Reino Unido, han condenado igualmente el incidente sin demasiados titubeos.

No obstante, en España, la reacción ha sido desigual. Por un lado, personalidades afines a Vox no solo han apoyado el acto, sino que, además, con la condena posterior de la comunidad internacional, han optado por dar alas al bulo de que ha sido un atentado de falsa bandera organizado por las élites progresistas del país.

Un caso representativo es el de Marcial Cuquerella, antiguo director de Intereconomía, miembro de la secta ultracatólica El Yunque y escritor de La Gaceta de la Iberosfera, el periódico de Vox. Sin tapujos, apoyó el asalto al Capitolio….

…para, más tarde, acusar a la izquierda de organizarlo.

Otro caso que despertó más controversia fue el candidato de Vox a la alcaldía de Logroño, Adrián Belaza, ha publicado en su cuenta de Twitter estas palabras: “Señores, ni golpe de Estado en Estados Unidos como los progres entre lágrimas lloran ahora mismo ni nada que se le parezca. Se está luchando por parte de una gran parte del valiente pueblo americano por preservar la DEMOCRACIA y que se demuestre un fraude electoral cantado”. El tweet ha sido borrado esta mañana por su autor.

Sin embargo, las declaraciones más sorprendentes han venido de la mano de líderes de la derecha y la ultraderecha, como son Albert Rivera; ex líder de Ciudadanos; Teodoro García Egea, vicepresidente del Partido Popular (PP) y su portavoz en el Congreso; o Santiago Abascal, líder de Vox.

Los tres (y otras muchas personas afines a estos partidos, como Toni Cantó) han coincido en el mismo relato: condena por el acto, pero acusación hacia Podemos (y la izquierda en general) de hipocresía al condenar lo sucedido pero al mismo tiempo haber apoyado concentraciones frente al Congreso de los Diputados.

Así, a través de las redes sociales, se ha construido el relato de que la gente de izquierdas apoya un acto según quién lo haga, mientras que la derecha “condena la violencia venga de donde venga”.

Sin embargo, ambas cuestiones no solo no tienen absolutamente nada que ver, sino que no tiene ningún sentido sacar a relucir hechos de hace años para tratar de aprovechar lo sucedido instigado por el aliado del momento de la derecha internacional y obtener así rédito político, consiguiendo que un acto deleznable de la ultraderecha ponga más el foco en lo que supuestamente ha hecho la izquierda en una clara aplicación del Principio de Transposición de Joseph Goebbels.

Rodea El Congreso y el asalto al Capitolio: principales diferencias

La derecha y la ultraderecha, cuando hablan de las protestas de “rodear el Congreso”, están haciendo referencia, principalmente, a dos iniciativas.

La primera data del año 2012 y hace referencia a la iniciativa organizada por la Plataforma ¡En Pie! y la Coordinadora 25S, colectivos afines al Movimiento 15M, un gran movimiento de protesta que sacudió las calles de España desde 2011 hasta 2014, motivado principalmente por el amplio descontento producido por la crisis económica de 2008 y las medidas de recortes presupuestarios y de servicios públicos promovida por PSOE y PP en aplicación de la doctrina neoliberal.

Para el 25 de septiembre de 2012, se organizó una concentración para rodear de manera simbólica el Congreso de los Diputados (Plaza de Neptuno) en protesta por las impopulares medidas que se habían ido tomando desde hacía cuatro años y por la mala situación del país, entre otras cuestiones de índole social.

La protesta, pacífica, fue autorizada por Delegación del Gobierno (entonces en manos de Cristina Cifuentes, del PP) hasta las 21:30h, ya que las concentraciones de este tipo eran perfectamente legales siempre y cuando no hubiera sesión parlamentaria. Es decir, que el Congreso se encontraba vacío en todo momento.

Finalmente, ante la negativa de disolución de los manifestantes más allá de las 22:00h, el gobierno de Mariano Rajoy ordenó cargas policiales para dispersar la concentración, dejando un saldo de 34 detenidos y 64 heridos, 27 de ellos policías. Varias organizaciones, estatales y extranjeras, condenaron lo “desproporcionado” de aquellas cargas policiales, generando nuevas protestas.

De hecho, las UIP llegaron a detener sin querer a dos policías infiltrados, lo que quedó patente en un vídeo que se hizo viral donde el agente de incógnito gritaba: “¡Que soy compañero, coño!”

Por otro lado, la otra iniciativa, y la más señalada, se corresponde con la convocatoria realizada por la Coordinadora 25S el 29 de octubre de 2016. Debido a la entrada en vigor de la Ley de Seguridad Ciudadana en 2015 (más conocida como Ley Mordaza), en lugar de proponer una concentración frente al Congreso, se organizó una marcha desde Plaza Neptuno hasta Puerta del Sol coincidiendo con la investidura de Mariano Rajoy, ganador de las elecciones de ese año.

En este caso, la iniciativa fue apoyada por Podemos, partido creado en 2014, además de otros partidos como IU.

Esta manifestación de produjo sin incidentes hasta el final cuando, ya disuelta, un grupo de manifestantes volvió a las zonas aledañas al Congreso y arrojaron objetos y dedicaron insultos a varios diputados, entre ellos, Felipe González (PSOE), Mariano Rajoy (PP) o Patricia Reyes (Cs), acto fue posteriormente condenado por los convocantes.

Teniendo en cuenta ambas protestas, las principales diferencias son las siguientes:

1. Las intenciones de las protestas.

Las iniciativas de Rodea El Congreso buscaban protestar por la objetivamente negativa situación política, social y económica de España, que acumulaba unas altas incidencias de desempleo y malas cifras económicas, además de un conjunto de decisiones tremendamente impopulares y de casos de corrupción que salpicaban al PP (y que le valió la pérdida del poder en 2018 mediante una moción de censura promovida por la oposición).

Aunque es cierto que en 2016 hubieron acusaciones de “gobierno ilegítimo” y de “mafia golpista” al Partido Popular y que se hizo durante la celebración de la sesión de investidura de Mariano Rajoy, las intenciones de las protestas nunca fueron asaltar por la fuerza las instituciones ni impedir el nombramiento de Mariano Rajoy como presidente del Gobierno, sino ejercer presión popular.

Es más, las protestas discurrieron acorde a la legalidad, con las excepciones comentadas, incidentes que, de hecho, sucedían de manera relativamente frecuente durante aquellos años por el gran descontento que existía en muchos sectores de la población.

Sin embargo, cabe destacar que la inmensa mayoría de las manifestaciones entre 2011 y 2014 fueron pacíficas, una afirmación realizada por la propia Cristina Cifuentes. De hecho, las denuncias sobre el excesivo empleo de las fuerzas policiales en aquellos años vinieron porque las cargas de las UIP (Unidades de Intervención Policial, el nombre de la policía «antidisturbios») se justificaban en que las protestas o bien se convocaban de manera ilegal (que no fue el caso de Rodea El Congreso) o bien excedían el tiempo programado.

Jamás se planteó la posibilidad de asaltar las instituciones e impedir la investidura o la celebración de las sesiones parlamentarias, como sí ha sucedido en el asalto al Capitolio: los seguidores de Trump buscaban impedir la certificación de Joe Biden como nuevo presidente de Estados Unidos, acto que tuvo que suspenderse y ser reanudado más tarde.

2. El partidismo de los organizadores.

El asalto al Capitolio de Estados Unidos fue instigado por Donald Trump, perdedor de las elecciones por el Partido Republicano. Fueron sus seguidores quienes trataron de impedir el nombramiento de Joe Biden, su rival del Partido Demócrata, accediendo de forma ilegal al edificio.

En cambio, no hubo ningún partido político detrás de la organización de las iniciativas de Rodea El Congreso de los años 2012 y 2016. Es más, las plataformas y colectivos surgidos del Movimiento 15M son abiertamente apartidistas y no toleran que las fuerzas políticas y sus líderes tengan visibilidad y/o protagonismo en sus protestas aun cuando las apoyen o las promuevan, como sucede por ejemplo con la Plataforma de Afectados por las Hipotecas (PAH).

El propio Movimiento 15M ha sido reconocido como uno de los pocos movimientos sociales que no tuvo ningún partido detrás y en cuyas protestas jamás se vieron siglas de ninguna organización política o sindical. Es más, se considera que ciertos partidos, como Podemos o Barcelona en Comú, son producto del contexto político promovido por el 15M y no al revés.

Sin embargo, en el asalto al Congreso se vieron proclamas favorables a Trump y contrarias al Partido Demócrata o a Biden.

Por lo tanto, las iniciativas de Rodea El Congreso no perseguían favorecer a ningún partido concreto, sino mostrar su rechazo hacia unas personalidades y unas políticas concretas.

3. La simbología mostrada por los manifestantes y su ideología

Las protestas de Rodea El Congreso, como era común en las acciones del Movimiento 15M, no solían agitar ninguna bandera o proclama ideológica concreta preestablecida, sino que elaboraron una propia y distintiva. Si bien es cierto que era común ver alguna bandera republicana, en general las protestas afines al Movimiento 15M estaban decoradas de pancartas, carteles y consignas no afines a una ideología concreta como “Democracia Real Ya” o “No somos mercancía en manos de políticos y banqueros” o «No nos representan».

Sin embargo, los manifestantes que asaltaron el Capitolio ondearon de manera nada disimulada banderas de la Confederación de Estados Unidos (asociadas a posturas racistas, ya que la Confederación luchó en la Guerra de Secesión de EEUU a favor de mantener la esclavitud de la población afrodescendiente), de Pepe The Frog (asociadas a la alt-right o la nueva derecha radical) y otras de signo neonazi o neofascista.

Más allá de establecer por qué causas es justo manifestarse o no, todo parece indicar que la mayoría de los manifestantes, además de favorables a Trump, eran afines a la ultraderecha política, mientras que no era el caso de Rodea El Congreso, cuyos activistas eran, aunque posiblemente de izquierdas, de una mayor heterogeneidad.

4. La violencia ejercida.

El asalto al Capitolio de Estados Unidos se ha saldado con 4 muertes y 2 bombas desactivadas. Además, se han visto vídeos de ataques a periodistas y de manifestantes dañando el mobiliario y el material de dichos periodistas, e incluso robando material de los despachos.

También se han viralizado imágenes de los seguidores de Trump portando armas blancas y armas de fuego, lo que ha motivado que la Guardia Nacional y los SWAT tuvieran que intervenir, además de la adopción de otras medidas de orden público, como la implantación del toque de queda.

Aunque hay quien ha justificado que el hecho de que estos manifestantes llevaran armas a una cuestión cultural propia del país, lo cierto es que los actos de Rodea El Congreso se programaron para ser enteramente pacíficos y no hay dato alguno de que alguien llevara armas.

Los incidentes sucedidos tanto en 2012 como en 2016 fueron hechos ajenos a la organización de las convocatorias y en ellos participaron una cantidad mínima de la gente convocada. Y, además, no se emplearon armas de ningún tipo.

Y no solo eso, sino que, además, varias organizaciones de derechos humanos denunciaron el uso abusivo de la fuerza policial por parte del Gobierno en la concentración de 2012, puesto que en ningún momento los manifestantes amenazaron con usar la violencia o dañar la propiedad pública o privada.

5. El contexto político y social.

Imagen de la concentración del 25 de septiembre frente al Congreso de los Diputados en Madrid, España, el famoso 'Rodea el Congreso'
Imagen de la concentración del 25 de septiembre frente al Congreso de los Diputados en Madrid, España, el famoso ‘Rodea el Congreso’. Autor: Dani del Sol, 25/09/2012. Fuente: Danidelsol.com (CC BY-SA 3.0.)

Es muy importante entender la naturaleza de ambos actos para comprender también su significado.

Donald Trump lleva, durante estos dos años, dando alas a un discurso populista, supremacista y radical en el que ha buscado ganarse a seguidores fieles con un perfil muy claro, como se ha visto en el grupo ultraderechista Proud Boys.

Con su discurso antipolítico, ha buscado erosionar la confianza de la población estadounidense en las instituciones, en los valores democráticos y en las normas establecidas. Pero no para perseguir mayor justicia social, sino todo lo contrario: para dividir a la sociedad y romper con los consensos establecidos sobre el progreso o la igualdad, con énfasis en la inmigración o la población negra, pero también en otras causas. Discurso que ha replicado la ultraderecha europea y que reside en la tesis de Steve Bannon, quien fue asesor de la campaña de Trump para las elecciones en 2016, constituyendo la nueva derecha radical o alt-right.

Si bien parecía que todo marchaba favorablemente para Trump en 2019, la pandemia mundial y su pésima gestión de la misma ha provocado que su popularidad fuera cayendo, lo que se ha reflejado en un endurecimiento del discurso y de las formas del ya expresidente.

Así, analistas y expertos han señalado al discurso de Donald Trump de los últimos meses y, concretamente, desde la campaña de las elecciones en Estados Unidos, como uno de los principales instigadores de lo sucedido.

Ya desde antes de la campaña, Trump ha estado alimentando las teorías de un posible fraude electoral a través del voto electrónico, teorías que impulsó desde el recuento de los votos y que no ha cesado de apoyar, poniendo en tela de juicio los mismos pilares de la democracia estadounidense y llamando a la gente a manifestarse.

Trump ha sostenido, por ejemplo, que ha habido más votos que censados o que ha habido anomalías en los recuentos, además de presentar múltiples denuncias de fraude. Todas ellas han sido archivadas e incluso los más cercanos a él han desistido.

Así, Trump ha estado intentando vender la imagen de que si ha perdido las elecciones ha sido por algún tipo de plan promovido por el Partido Demócrata, así como la teoría QAnon, que sostiene que las élites progresistas del país promueven la pederastia y un afianzamiento del poder para la implantación de una agenda política dictatorial. Resuenan ahora las palabras que dedicó a los Proud Boys, grupo ultraderechista violento favorable a Trump, durante el debate con Joe Biden: “Esperad”.

Sobre esto último, hace pocos días, los diez ex Secretarios de Defensa de Estados Unidos (todos los que todavía siguen vivos) firmaron una carta conjunta advirtiendo de que Trump podría interrumpir la ratificación de Biden como presidente del país utilizando al Ejército o a fuerzas armadas. Ese mismo día, se había filtrado un audio donde el ya ex presidente presionaba al Secretario de Estado de Georgia para invalidar el resultado electoral.

Por lo tanto, todo obedece a la voluntad de un líder político que, bajo el auspicio de ideas reaccionarias, se niega a dejar el mando, haciendo todo lo que está en su mano para ello. Esto ha sido así hasta tal punto que Twitter lleva meses restringiendo y borrando los tweets de Donald Trump y ha amenazado con suspender su cuenta si sigue impulsando acciones ilegales y sosteniendo «fake news».

Sin embargo, el caso de Rodea El Congreso es muy distinto.

El año 2008 fue demoledor para la sociedad española, pues una gran crisis golpeó el país y, las medidas que se empezaron a aplicar, especialmente a partir de 2010 en el Gobierno de Jose Luís Rodríguez Zapatero (PSOE), afectaban mucho más a las clases bajas y medias.

Mientras, tanto PSOE como PP aplicaron medidas como subidas del IVA, recortes presupuestarios, privatización y recortes en servicios públicos o eliminación de ayudas públicas, ambos partidos eran sacudidos por casos de corrupción al tiempo que daban lecciones y se emitían mensajes que culpabilizaban a la población: “Hemos vivido por encima de nuestras posibilidades” o “Hay que apretarse el cinturón”.

Así, entre 2011 y 2014, la desafección política se apoderó no solo de España, sino de muy buena parte del mundo, pues la crisis fue global.

Los movimientos sociales, surgidos de la ciudadanía por la inoperancia de partidos y líderes políticos, ya fuera el 15M en España o el #OccupyWallStreet de Estados Unidos, cuestionaban el establishment, el statu quo y los pilares de la democracia, pero no para destruirla, sino para mejorarla: no era un discurso antipolítico, sino mayoritariamente constructivo.

No en vano, la plataforma que impulsó el 15M en España se llamaba Democracia Real Ya.

Por lo tanto, la naturaleza de ambos actos es, de hecho, diametralmente opuesta: en el asalto el Capitolio se ha tratado de la voluntad de los seguidores de un líder político autoritario y ultraderechista de no abandonar el poder en base a teorías absurdas, mientras que en Rodea El Congreso se buscaba conseguir que el Gobierno diese un giro a su política o, a lo sumo, dimitiera debido a los innumerables casos de corrupción.

De tan diferente naturaleza son que, de hecho, un acto es ilegal y el otro está amparado por la Constitución y los Derechos Humanos.

Conclusiones: dos actos políticos muy diferentes

En resumen, en el caso del asalto al Capitolio de Estados Unidos, se trata de una insurrección, ilegal, realizada por la fuerza por los seguidores de un líder político concreto e instigadas por él cuyas intenciones son desafiar las leyes y la voluntad democrática del país para favorecer una agenda política ultraderechista.

Sin embargo, Rodea El Congreso fueron dos iniciativas promovidas por la sociedad civil ante el descontento popular producido por la corrupción y las decisiones impopulares de un partido concreto, buscando ejercer presión, de forma pacífica y legal, para conseguir un cambio en las políticas del país.

Cualquier intento de relacionar ambos hechos no solo es errar en lo más básico, sino que obedece a una estrategia planificada por la derecha y la ultraderecha en un intento de desligarse del cadáver político que representa Trump, más aún tras confirmarse lo que desde diferentes medios se ha venido diciendo: que la extrema derecha es un peligro para la democracia. Que al fascismo hay que pararlo, no blanquearlo ni aliarse con él, como han hecho PP y Ciudadanos.

Una estrategia que, en la aplicación más burda del Principio de Transposición de Joseph Goebbels, ministro de Propaganda durante la Alemania nazi, busca señalar a la izquierda incluso cuando la ultraderecha ha mostrado su peor cara.

Y una estrategia que, como es obvio, no es nueva: María Dolores de Cospedal, quien fuera presidenta de Castilla-La Mancha y ministra de Defensa por el PP, además de Secretaria General de dicho partido, ya comparó la iniciativa de Rodea El Congreso con el intento de Golpe de Estado de Antonio Tejero en 23 de febrero de 1981.

Por supuesto, desde los sectores conservadores españoles, se han señalado también otros actos como equivalentes al asalto al Capitolio de los seguidores de Trump, como el referéndum de autodeterminación de Cataluña del 1 de octubre de 2017 (declarado ilegal) o la convocatoria realizada por Podemos, IU y otras organizaciones frente al parlamento andaluz y en varias ciudades de Andalucía por los 12 escaños que sacó Vox en las elecciones autonómicas de Andalucía de 2019. Sin embargo, ninguna de las dos cumple con las mismas características o rasgos del asalto al Capitolio y que hacen de dicho suceso un acto antidemocrático y condenable.

Resulta curioso, por otro lado, que la iniciativa de «rodea el Congreso» promovida por Jusapol, la plataforma de reivindicación de los derechos de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado que tiene una fuerte influencia de Vox entre su militancia, sin embargo, no ha sido señalada en ningún momento como antidemocrática por parte de PP, Ciudadanos o Vox, a pesar de que se saltó los cordones policiales y utilizaron pólvora.

Y es que, mientras la derecha (e incluso la ultraderecha) europea está intentando, al menos aparentemente, mostrar la altura política necesaria ante un acto del todo injustificable, en España siguen demostrando que no están dispuestos a condenar el autoritarismo sin complejos mientras criminaliza de forma sistemática las protestas sociales que no le interesan.

Fuentes, enlaces y bibliografía:

– Foto destacada: La policía golpea a los manifestantes en la protesta de Rodea el Congreso. Autor: Popicinio_01, 25/10/2012. Fuente: Wikimedia Commons (CC BY-SA 2.0) / Vídeo donde manifestantes asaltan el Capitolio. Fuente: Twitter.

Adrián Juste

Jefe de Redacción de Al Descubierto. Psicólogo especializado en neuropsicología infantil, recursos humanos, educador social y activista, participando en movimientos sociales y abogando por un mundo igualitario, con justicia social y ambiental. Luchando por utopías.

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