Cultura

‘La Ola’: ¿puede regresar el fascismo en la actualidad?

Los sucesos que marcaron el inicio del pasado siglo XX están teñidos de sangre, horror y crímenes. La Primera Guerra Mundial, el auge de los totalitarismos de extrema derecha en Europa, la violencia callejera, la pandemia de gripe española, la Segunda Guerra Mundial, las bombas nucleares de Hiroshima y Nagasaki…

Sin duda, hechos históricos que han constituido auténticas lecciones para los tiempos venideros que deberían evitar que grandes errores como el ascenso del nazismo y del fascismo se conviertan en una nueva realidad. Pero, ¿de verdad, después de todo lo ocurrido hace apenas cien años, la civilización humana ha aprendido la lección?

Esta es la premisa principal de “La Ola” (Die Welle en alemán), una película alemana estrenada en 2008 dirigida por Dennis Gansel y protagonizada por Jürgen Vogel en el papel del profesor Rainer Wegner, donde se intenta reflejar lo fácil que sería en realidad, bajo ciertas condiciones, un regreso del fascismo al poder en un país como Alemania que, aparentemente, tiene la lección más que aprendida.

El argumento principal se sitúa precisamente en la Alemania de 2008, en pleno estallido de la crisis económica, donde en un instituto público del país va a iniciar la “semana de proyectos”. Durante cinco días, el alumnado se apuntará a diferentes clases especiales que versarán sobre ideologías políticas y modelos de gobierno en un intento por aprender más allá del currículum escolar.

Uno de estos proyectos trata sobre autocracia, es decir, sobre modelos dictatoriales de gobierno. El profesor Rainer Wegner, encargado de dirigir este proyecto, se indigna al ver cómo sus alumnos afirman que ese modelo no es viable que regrese hoy en día en una sociedad civilizada. Que regímenes como el nazismo o el fascismo no pueden regresar.

Decidido a demostrar que se equivocan, inicia un atrevido experimento: dirigirá la clase en base a principios del fascismo para, además de aprender mediante la práctica, demostrar lo rápido que se puede aceptar sin demasiado cuestionamiento un modelo totalitario de organización social.

A partir de aquí, el artículo contiene detalles de la trama y el argumento. Si quieres verla, la recomendación es no seguir leyendo.

Rainer Wegner, el profesor

Rainer Wegner, un profesor que se muestra como alguien joven y con un estilo de enseñanza poco ortodoxo, que ni siquiera viste como los demás y que, en sus propias palabras, fue okupa durante años en Berlín, se muestra indignado ante la dirección del instituto.

La fuente de su indignación se debe a que se le ha asignado como director del proyecto de “autocracia” en lugar de “anarquía”. Rainer Wegner, quien ha estado durante años dirigiendo esta materia durante la semana de proyectos del instituto, ha sido apartado ese año por una razón que no se le oculta: debido a sus creencias políticas y su pasado como activista, la dirección del centro no quiere que haga proselitismo de las mismas.

Resignado, no tiene más remedio que aceptar.

Este punto es interesante porque se revela muchos de los aspectos psicológicos y emocionales del profesor Wegner. Como trabajador procedente de clase humilde, entrenador de un equipo de water polo que nunca gana un solo partido, una esposa con problemas psicológicos y con ideas muy distintas a sus colegas, se deja entrever cierto complejo de inferioridad que será muy determinante a lo largo de “La Ola”.

Debido a esto, a pesar de que no ser de su agrado, Rainer Wegner está decidido a hacer bien su trabajo y dar lo mejor de sí mismo.

El alumnado de Wegner

Un punto muy interesante del film recae en el alumnado que el profesor Wegner tiene en su clase mientras imparte la materia de autocracia.

Uno de los principales protagonistas es Marco (interpretado por Max Riemelt), un chico joven y deportista que juega en el equipo de water polo y que se siente incomprendido y un tanto sometido en su relación de pareja con Karo, hasta el punto en el que él se apunta a “autocracia” solo porque ella lo hace.

Karo, interpretada por Jennifer Ulrich, es la típica alumna guapa e inteligente llena de sueños, dominante y con ciertas ínfulas de grandeza que, no obstante, esconde una gran inseguridad en su interior, principalmente a causa de sus padres.

Por otro lado, Tim (Frederick Lau) es un chico que destaca por su constante deseo de agradar a los demás. Es presentado como un adolescente algo desgarbado, impopular, no muy inteligente y que se deja arrastrar y manipular por los demás con tal de sentirse integrado.

El resto tienen un papel protagonista menor, pero interactúan con los protagonistas para poner en relieve sus pensamientos, contradicciones, reflexiones y, en definitiva, para dar sentido a su evolución, como es el caso de Lisa (Cristina Do Rego), amiga de Marco y de Karo; Sinan, un chico turno interpretado por Elyas M’Barek; o Kevin (Max Mauff), el típico adolescente rebelde que pasa de todo y que trata de ser el más popular.

En una fiesta la noche antes de la semana de proyectos, los protagonistas de “La Ola” se presentan e interactúan por primera vez en la película, lo que ayuda a conocer sus motivaciones y pensamientos.

Tim trata de ganarse el favor de Kevin y los suyos regalándoles marihuana; se refleja que la relación entre Marco y Karo no es precisamente sana; y se divaga con cierto nihilismo sobre la falta de objetivo y de meta común de la juventud. “¿Por qué va a rebelarse la gente hoy en día? Hace falta una meta que nos una”, llega a decir uno de los alumnos.

Día 1, el poder mediante la disciplina

El lunes, primer día de la semana de proyectos, Rainer Wegner abre la clase a través de la definición de “autocracia”, donde el alumnado da una lluvia de ideas sobre las características de un régimen dictatorial.

Sin embargo, algunos alumnos muestran hastío por una temática que consideran aburrida, repetida e innecesaria. “Ya hemos aprendido la lección”, “Aquí ya no puede volver a pasar algo así”, “Nazis de mierda”… son algunas de las frases que se escuchan.

Por otro lado, una de las alumnas se enfrenta a la mayoría. “Tenemos una responsabilidad con nuestra historia”, dice, fomentando el debate.

El profesor Wegner corta el diálogo y decide hacer una pausa para descansar. Con la clase en solitario, tiene una idea que se irá desarrollando a lo largo de “La Ola”: organizar la clase en base a los principios y características que han descrito sobre el fascismo.

Su intención es que puedan vivir en primera persona la facilidad con la que, en realidad, algo así puede volver a ocurrir.

Cuando el alumnado vuelve, Wegner ha reorganizado la clase, haciendo que todas las mesas estén rectas, paralelas y sin juntar. Acto seguido, pregunta: “¿Qué tiene toda dictadura?”. Tras varias respuestas, revela la correcta: “Un líder”.

Tras esto, entre risas y poca seriedad en cuanto al experimento que les propone el profesor, deciden que su líder sea él. Es en este momento cuando precisamente la misma alumna que abogaba por la responsabilidad histórica, no se convence del todo, pero termina accediendo.

Una vez elegido el profesor Wegner como líder del “grupo”, explica que todo líder requiere de un respeto mínimo, lo que denomina “el poder mediante la disciplina”. Así, establece que, a partir de ese momento y durante la clase, se le llamará “Señor Wegner”, habrá que pedir la palabra primero, sentarse recto, levantarse antes de hablar… ante las protestas aisladas, lo justifica en base a que así la clase funcionará mejor, que levantarse es mejor para la circulación, etc.

El punto interesante aquí es que, ante la insistencia negativa de algunos, especialmente de Kevin, el adolescente rebelde, Wegner dice que quien no acepte las normas que se vaya, que no es obligatorio. En un principio, Kevin, Sinan y un alumno más se marchan, pero los dos últimos terminan regresando porque necesitan tener buenas calificaciones para no repetir curso.

El primer día termina con un repaso de todo aquello que puede fomentar la aparición de una dictadura, como alto nivel de desempleo e injusticia social, decepción política, el nacionalismo extremo… puntos que poco a poco se verá que rodean al contexto del momento.

Todo el mundo sale entusiasmado de la clase y reconocen que ha ido mejor así, que incluso Tim, normalmente alguien desmotivado y que no suele prestar atención, ha estado muy implicado.

Día 2, el poder mediante el grupo

Nada más entrar en clase, el propio profesor Wegner se sorprende de que todo el mundo responde al unísono y de forma educada a su saludo.

Wegner habla entonces de un segundo factor del fascismo que aplicará en clase: el poder mediante el grupo. Para ello, propone una serie de ejercicios que deben realizar al mismo tiempo, una suerte de marcha militar de pie sin moverse del sitio. Les dice que no pararán hasta que la sincronización sea perfecta.

Una nota muy interesante en este punto es que, para motivarles, les dice que abajo están dando la materia de anarquismo y que hay que hacer que se les oiga. Es decir, les presenta un conato de enemigo común y de objetivo grupal que, de hecho, funciona: marchan más rápido, con más fuerza y más coordinados.

Finalizado el ejercicio de apertura, les reordena poniéndoles en pareja en clase, pero de forma que una de las partes tiene bajas calificaciones en unas materias y la otra bajas notas en otras, complementándose. Y que la nota final será la media entre las dos.

Ante la queja de las personas con mejores notas, Wegner dice que, en lugar de fomentar la competitividad, busca que el alumnado se complemente y actúe como un grupo, ayudándose mutuamente. “¿Por qué no probar algo diferente?”, les dice.

Por último, Wegner establece un uniforme, si bien hace que el propio alumnado reflexione sobre el tema y elijan qué uniforme será. Aunque varias personas se quejan, otras argumentan que el uniforme elimina la individualidad y también hace que desaparezcan las clases sociales. Marco interviene diciendo que debería ser algo barato que todo el mundo pudiera comprar.

Finalmente, deciden que el uniforme del “grupo” será una camisa blanca, vaqueros azules y unas zapatillas deportivas blancas.

En una escena antes de finalizar el día, se ve a Tim quemando toda su ropa, a excepción de la que encaja con el uniforme. Sin embargo, Karo no se gusta a sí misma cuando se ve en el espejo probándose la camisa por lo que opta por no llevarla.

Día 3, el poder mediante la acción

Cuando Karo llega el miércoles a clase, se da cuenta de que es la única que no lleva la camisa blanca que habían acordado llevar el día anterior, lo que suscita las miradas y los murmullos del resto, sintiéndose inmediatamente fuera de lugar.

Una vez comienza la clase, que de hecho ha recibido nuevas incorporaciones pues la performance militar del día anterior le ha granjeado cierta popularidad, Wegner habla del “poder mediante la acción”, es decir, que un grupo no basta solo con un uniforme, sino que debe hacer algo que lo diferencie del resto.

Así, propone un nombre para el grupo y un logotipo. Durante el proceso de elección, el profesor ignora deliberadamente a Karo, habitualmente una de las más participativas de la clase. Y el resto afianza esta indiferencia cuando su propuesta de nombre para el grupo solo recibe su voto.

Finalmente, el nombre más votado para el grupo es La Ola. La propuesta entusiasma a toda la clase, que rápidamente, siguiendo los consejos de Wegner, proponen hacer una página web, redes sociales, chapas, gorras… como ejemplos de acción.

Al acabar, Karo, disgustada, falta a su clase de teatro. Lisa, una de las alumnas, le muestra no solo que los ensayos han ido mejor que nunca, sino también de que ha sido sustituida, lo que le hace sentirse bastante mal y ahonda en su sentimiento de discriminación.

Sin embargo, a su pareja, Marco, le va genial. Por primera vez, el equipo de water polo empieza a jugar como tal y los entrenamientos salen muy bien, lo que pone muy contento a Wegner como entrenador y como profesor.

Esta vez, sin embargo, se observa cómo el alumnado traslada las dinámicas de la clase al exterior, donde continúan llevando los uniformes y actuando como un grupo. Se dan los teléfonos y, por ejemplo, protegen a Tim de ser amedrantado por un grupo de anarquistas.

Aunque al principio como una especie de broma o juego, empiezan a actuar como una banda. Empiezan a decirle a la gente que acude a espacios públicos que estos son “propiedad de La Ola”, y quedan durante la noche para hacer graffitis y pegar adhesivos del logo de La Ola por toda la ciudad, dañando el mobiliario urbano y asustando a la gente.

Durante la noche, se topan con un grupo de anarquistas y, a punto de que se dé una pelea, Tim saca una pistola y, amenazándoles, de alguna manera salva la situación. Ante la alarma del resto, se apresura a decir que es una réplica falsa. Tim, que asciende notablemente en escala social, se corona cuando pinta el logo del grupo en grande en el edificio del ayuntamiento.

Día 4, el poder mediante el orgullo

Uno de los alumnos le sugiere al profesor Wegner que el grupo adopte un saludo: el dibujo de una ola trazado con el brazo derecho que se detiene en horizontal sobre el pecho. Le gusta y lo acepta.

Mientras tanto, las actuaciones de La Ola, que empieza a reclutar a miembros y a protagonizar acciones de vandalismo, además de dejar de lado a quien no está de acuerdo, motiva a Karo y a la otra alumna que no se mostraba a favor de aquello a hablar con el profesor Wegner sobre lo serio que se ha vuelto el asunto.

Sin embargo, el profesor Wegner le quita hierro. Argumenta que no es para tanto y que, al fin y al cabo, queda un día para que finalice el proyecto y que no lo va a cancelar ahora. Tras estas palabras, Karo y la otra alumna abandonan definitivamente el proyecto.

En este punto, comienza a verse lo obvio: el hecho de que el alumnado esté motivado como nunca, actúe como un grupo y a sus órdenes, que la dirección le felicite por sus resultados, que el experimento esté funcionando… están nublando el propio juicio del profesor debido a sus propios problemas de autoestima.

Mientras tanto, Karo decide organizarse con la otra alumna y empezar a elaborar propaganda avisando de los peligros de La Ola, a la que trata de banda con potencial criminal. Es un claro guiño a la minoría disidente que busca oponerse al fascismo.

Esta disidencia y disconformidad se traslada a la relación entre Karo y Marco, pues éste último está muy apegado a La Ola. Marco, como Wegner, resta importancia a las acciones discriminatorias y autoritarias del grupo, así como sus expresiones de violencia en redes sociales.

Karo expresa que se siente apartada por pensar diferente y Marco le insiste en que se ponga la camisa, que no entiende por qué no lo hace. “Porque no quiero”, responde ella en una clara reivindicación de su libertad y de su individualidad.

Sin embargo, Marco replica en base a su identidad de grupo. “La Ola significa algo para mí. El grupo”. “Tú tienes una familia, yo no”. Estas frases también revelan lo que el primer día de clase se comentó: cómo las carencias personales y sociales allanan el camino al fascismo.

Finalmente, él la invita a una fiesta que organiza La Ola esa noche, pero ella se niega a ir.

Esa misma noche, Tim, que representa en estos momentos del film la encarnación del fanatismo, acude a casa del profesor Wegner para “protegerle”. Éste no tiene más remedio que invitarle a cenar cuando expresa que en su propia casa no le hacen caso y que no quiere irse.

Durante la fiesta que celebra La Ola, una fiesta típica de adolescentes sin mayor trascendencia, Lisa, una chica que parece que siempre iba detrás de Marco, le convence de que Karo no le conviene, de que es dominante y no le tiene en cuenta, tras lo cual se besan.

Día 5, el poder mediante la violencia

La mañana del último día del proyecto comienza agitada. Karo ha dejado panfletos por todo el instituto, lo que lleva a que la clase no mire con buenos ojos a Marco por ser su pareja. Por otro lado, Wegner ve en el periódico la pintada que hizo Tim en el ayuntamiento y echa una soberana bronca a toda la clase. Como tarea, les manda hacer una redacción sobre sus experiencias y sobre todo lo que han aprendido esos días con La Ola.

Tras la clase, toda La Ola acude con sus uniformes a ver el campeonato de water polo, ocupando toda una bancada con pancarta incluida. Además, obligan a todo el que va de parte del instituto a ponerse la camisa blanca.

Karo aprovecha el encuentro para lanzar su propaganda en contra de La Ola junto a la otra disidente. Al mismo tiempo, Marco se ve envuelto en una pelea con un jugador del otro equipo, lo que obliga a Wegner a intervenir y suspender el partido.

Tras esto, la esposa de Wegner, también profesora del mismo instituto, le echa a él la culpa por el experimento llevado a cabo en clase, diciéndole que se le ha ido de las manos porque, en el fondo, le gusta que le admiren, que le presten atención y ser el líder. Y que el resto del profesorado habla mal a sus espaldas por lo que está pasando.

En ese momento, Wegner deja aflorar sus inseguridades, diciendo que lo que pasa es que les molesta que “un pedagogo de segunda” como él haya conseguido tanto éxito en la enseñanza, y que por lo menos él no tiene que tomarse una pastilla para poder dar clase, en alusión a su propia mujer, siendo terriblemente desagradable e irrespetuoso.

Paralelamente, Marco discute con Karo, a quien culpa de haber provocado el conflicto al irrumpir en el partido lanzando panfletos. Ella, obviamente, culpa a La Ola y a su comportamiento fascista, tras lo cual, discuten y él acaba dándole una bofetada a ella.

Al darse cuenta de lo que ha hecho, Marco corre a ver al profesor y a contarle lo sucedido, abrumado por la situación. Cuando Rainer Wegner le pregunta por qué ha hecho eso, Marco le responde que no lo sabe. “Esta pseudodisciplina es una mierda fascista”. “Me ha transformado”, admite.

Día 6, el poder mediante el discurso

El sábado, el profesor Wegner convoca al grupo a un gran mitin sobre “el futuro de La Ola”.

A una gran sala acuden unas 200 personas, todas uniformadas, que realizan el saludo al unísono. Antes de comenzar, Wegner lee en voz alta las redacciones que han hecho en clase, donde salen frases como “La Ola me da un nuevo significado”, “Estoy dispuesto a sacrificarme”, etc.

A esta breve introducción le sigue lo que sería el típico discurso populista ultranacionalista de la extrema derecha: Wegner hace un breve repaso de los problemas del país desde un punto de vista superficial (el desempleo, la crisis, la corrupción, el desencanto con los políticos, las élites que se aprovechan…), para afirmar que La Ola es el único camino. “Juntos podremos conseguirlo todo”, “La Ola arrasará Alemania entera”.

Mientras Wegner habla y es jaleado por el resto, Marco trata de interrumpirle, contradiciéndole y diciéndole que se equivoca. Así, en un momento dado, el profesor grita: “¡Quien se ponga en nuestro camino, será aplastado por La Ola!”. Acto seguido, pide a la audiencia que le traigan “al traidor”, a lo que varios alumnos obedecen y arrastran a Marco hasta el escenario desde el que habla el profesor.

“¿Estás con nosotros o contra nosotros?”, le grita. “¿Qué hacemos con él?”, pregunta dirigiéndose al público.

En ese momento, mira a uno de los alumnos y se lo pregunta directamente. “Dime, ¿qué hacemos con él? Sí, tú. Tú lo has traído”, le pregunta. “Sí, claro, porque usted me lo ha dicho”, responde el alumno. “Ah, porque yo te lo he dicho, ¿eh?. ¿Y también lo matarías si te lo pidiera?, plantea.

En ese momento, le da la vuelta a su propio discurso, planteando que quizá, si él lo hubiera ordenado, habrían colgado a Marco, o lo habrían decapitado, o torturado hasta que aceptara las normas de La Ola. “Y no quiero saber de qué más habríamos sido capaces”, dice. “Eso es lo que se hace en una dictadura”.

Vuelve a la pregunta del primer día, acerca de si una dictadura es posible en estos tiempos, a lo que responde señalando a La Ola, a sus ideas, actitudes y acciones durante toda la semana. “Nos hemos creído mejores que los demás y excluido a quienes no pensaban igual, dice. “Es lo que acabamos de ver: fascismo”.

En ese momento, uno de los alumnos replica diciendo que, aunque se han equivocado en algunos aspectos, La Ola tenía muchas cosas buenas, que los errores pueden corregirlos. “Algo así no se puede corregir”, responde Wegner quien, acto seguido, reconoce su propia responsabilidad y admite que se le ha ido de las manos. “Quiero que volváis a vuestras casas, seguro que tenéis muchas cosas de las que reflexionar”, sentencia.

Cuando parece que todo ha terminado, Tim, horrorizado tras ver que todo aquello en lo que ha confiado y que le ha dado sentido a su vida es destruido frente a sus ojos, sube al escenario y apunta con su pistola a Wegner y a otro de los alumnos, a quien dispara, hiriéndole de gravedad. Acto seguido, apunta al profesor y le suplica que no ponga fin al grupo. “La Ola es mi vida”, confiesa entre sollozos.

El profesor se niega, pero intenta convencer a Tim de que baje el arma diciendo que si le dispara, “no habrá ningún Señor Wegner que dirija tu Ola”. Al principio, parece que le ha convencido, pero repentinamente, se coloca la pistola en la boca y se suicida disparándose.

En las últimas escenas, la policía se lleva esposado al profesor Wegner ante la atónita mirada de sus alumnos, de su mujer y del resto del profesorado.

La Ola’ en la vida real: el experimento de Ron Jones

“La Ola” es un film basado en un experimento real que se llevó a cabo en el Cubberley High School, un instituto de Palo Alto, California, durante la primera semana de abril de 1967.

El experimento se llamó “La Tercera Ola” y fue dirigido por el profesor de Historia Ron Jones. Con él, quería demostrar que incluso las sociedades libres y abiertas no son inmunes al atractivo de ideologías autoritarias y dictatoriales.

Jones pensaba que el individualismo enfatizado por los sistemas democráticos podría ser aprovechado para generar movimientos en contra de la propia democracia que acabara con ella y diesen a luz regímenes autoritarios.

Así, en un intento de explicar a sus alumnos cómo había podido emerger el fascismo y cómo la sociedad permitió e incluso aplaudió crímenes aborrecibles, decidió hacer lo mismo que se ve en la película de “La Ola”: aplicar los principios del fascismo a la organización de la clase.

Llamó al grupo “La Tercera Ola” e incluso creó un lema: “Fuerza mediante la disciplina, fuerza mediante la comunidad, fuerza a través de la acción, fuerza a través del orgullo». En el film se hace alusión a este lema con las temáticas que el profesor Wegner menciona cada día de clase.

Ron Jones también comenzó el primer con día con reglas muy sencillas de disciplina: sentarse correctamente, insistiendo hasta que los alumnos fueran capaces de entrar al aula y sentarse en menos de treinta segundos sin hacer ruido. Luego procedió a ejercer más estrictamente la disciplina, tomando un rol más autoritario, lo cual resultó en una drástica mejora del rendimiento.

Al igual que en el film, les encomendó tareas, como hacer un logo. Sin embargo, en la realidad, el profesor Jones fue más allá que el profesor Wegner: ordenó que el saludo del grupo y las normas las aplicasen también fuera de clase, que no dejaran entrar a clase a nadie que no fuera miembro, repartió carnets de miembro, estableció rituales de iniciación…

Jones sospechó que se le iba de las manos cuando todo el instituto se unió al movimiento y cuando algunos de sus alumnos se encargaban de reportar quién cumplía bien las reglas y quién no.

Igual que en la película, Jones decidió poner fin a todo el cuarto día (en “La Ola” es el quinto) con un gran mitin, donde se limitó a decir que todo había sido un experimento y señaló todos los excesos del movimiento que él había creado y su parecido con el fascismo. Al final de su discurso, puso una película sobre la Alemania Nazi.

A pesar de que el experimento no ha trascendido al gran público, inspiró un telefilm en 1981 llamado “The Wave” y un libro escrito por Todd Strasser, La Ola, que sirvió a su vez de inspiración directa para la película dirigida por Dennis Gansel. Incluso se realizó un musical en el año 2000 titulado “The Wave”.

Análisis político de “La Ola”

“La Ola” es una película bastante evidente y clara acerca de lo que quiere mostrar. Su mensaje es exactamente el mismo que sugiere desde un principio y que se plantea en el propio experimento que el profesor Rainer Wegner lleva en clase: demostrar la facilidad con la que, si se dan los elementos apropiados, el fascismo es asumido, aceptado y coreado por la sociedad.

Asimismo, también intenta reflejar la rapidez con la que la fuerza del grupo, cuando se reviste de autoridad y elimina los elementos democráticos, puede apartar, discriminar e incluso usar la violencia con quien piensa diferente.

Cada protagonista de la película refleja también los propios aspectos que pueden verse en una sociedad que ve nacer un movimiento de masas de carácter fascista.

Rainer Wegner sería una representación del líder autoritario y carismático que ve en su liderazgo y en el grupo una forma de compensar sus propias carencias (personales y sociales) y de imponer sus propias ideas de lo que es correcto e incorrecto.

Tim, por su lado, representa el fanatismo y el fervor del seguidor acérrimo que lo da todo por el grupo y que siente que es lo único que da sentido a su vida debido precisamente a que es el que tiene mayores carencias en todos los aspectos, hasta el punto de amenazar con su arma a su propio líder o de asesinar a un compañero con tal de que “La Ola” siga adelante.

Karo y la alumna que lo acompaña son la clara representación de la disidencia, de ese sector de la sociedad que no sucumbe ante la seducción del fascismo y que intenta avisar de sus peligros, al tiempo que son utilizada de cabeza de turco. Marco, su pareja, representa al ciudadano medio y también a esa parte de la sociedad que termina dándose cuenta de los horrores del fascismo tras haber cometido diversos errores.

Por lo demás, los elementos que aparecen en el film acerca de las características del autoritarismo están basados en la realidad: el poder de la disciplina y del grupo, los elementos identitarios como la uniformidad y el logotipo, las acciones que realiza el grupo… son todo rasgos inherentes a los grupos fascistas.

Aunque estos elementos se presentan de forma poco ordenada y sin un análisis exhaustivo, son lo suficientemente claros como para poder identificar a un grupo fascista en la vida real y como para realizar un símil con el auge de los movimientos ultraderechistas en los últimos años por Europa y por América.

Conclusiones

“La Ola” es un film que ha pasado un tanto desapercibido, pero que ha sido aclamado por la crítica y por el público a pesar de su bajo presupuesto y de contar en su momento con actores poco conocidos, destaca por un guion sólido, un argumento bien construido y unas interpretaciones más que correctas que cumplen adecuadamente con su función.

El mensaje que transmite es claro, conciso y con pocos rodeos: la extrema derecha es un peligro, puede regresar y es necesario un activismo antifascista fuerte y una sociedad democrática, libre y justa para evitar que sus discursos encuentren acogida.

Del mismo modo, la película permite identificar los elementos del fascismo aun cuando puedan ser poco evidentes e incluso a priori puedan seducir, al tiempo que permite establecer analogías con el auge de la ultraderecha de los últimos años.

Teniendo en cuenta que el film se estrenó en 2008, años antes de que la nueva derecha radical irrumpiera en el panorama político cosechando amplios éxitos, puede decirse que ha acertado en su premisa y en su mensaje: el ascenso del autoritarismo al poder no solo es posible, sino que está sucediendo ahora mismo.

Solo queda que a la sociedad en su conjunto no le pase como al profesor Rainer Wegner y se dé cuenta a tiempo para poder detenerlo antes de que sea demasiado tarde.

Adrián Juste

Jefe de Redacción de Al Descubierto. Psicólogo especializado en neuropsicología infantil, recursos humanos, educador social y activista, participando en movimientos sociales y abogando por un mundo igualitario, con justicia social y ambiental. Luchando por utopías.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *