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La incertidumbre en la vida líquida: reto para la democracia y oportunidad para la ultraderecha

Las sociedades modernas han presentado en muy poco tiempo un gran número de cambios, motivado por las transformaciones sucedidas en ámbitos muy diferentes pero que se entrecruzan, como es en la política, la sociedad, la economía, la cultura o la tecnología.

Como tal, desde las ciencias sociales se ha intentado abordar el impacto de todos estos cambios y el funcionamiento de las personas en sociedad como consecuencia de todos ellos.

De entre personas expertas en estos campos, el sociólogo Zygmunt Bauman realizó un profundo análisis sobre la sociedad de consumo y sus efectos en la vida de la gente.

Bauman usa el término de modernidad líquida para hacer referencia a la etapa actual de la sociedad donde:

las condiciones de actuación de sus miembros cambian antes de que las formas de actuar se consoliden como hábitos y en una rutina determinada”

(Bauman, Vida Líquida, p.9).

La modernidad líquida de Bauman sumerge al individuo en una manera de vivir que el propio sociólogo denomina como vida líquida.

Zygmunt Bauman. Autor: Forumilfest, 9/09/2013.
Fuente: Wikimedia Commons (CC BY-3.0)

En este contexto, Bauman hace referencia a que la modernidad líquida conduce inevitablemente a una incertidumbre vital, es decir, a no saber hacia dónde se dirige el proyecto de vida personal.

En la sociedad actual, por lo tanto, todas las acciones o estrategias que alguien se plantea enfocadas hacia el futuro envejecen con rapidez y siempre están sometidas al fantasma de quedar obsoletas, lo que se traduce en inquietud, inestabilidad…

Se vive rápido, se tiene que estar a la moda, formándose constantemente, aprendiendo idiomas, cambiando de trabajo, de ciudad, de amistades y de relaciones sentimentales. La vida se diluye como agua entre las manos, una vida líquida.

Este concepto de modernidad líquida ha sido estudiado y adoptado en otros ámbitos por otros expertos en el campo de la sociología, como es el amor líquido.

La educación en la vida líquida

Para un año, plantad cereales. Para una década plantad árboles. Para una vida, formad y educar a la gente”.

Proverbio chino, Vida líquida (2016), p.157.

En el contexto de aceleración continua de los procesos sociales y vitales de la modernidad líquida, la educación y el aprendizaje se han convertido en una carrera sin meta. Para que alguien sea de utilidad social y no se vea rechazado, tiene que correrla, aunque sea una carrera que no se pueda ganar. En realidad, es una carrera que directamente no tiene fin.

El fracaso en la modernidad líquida. Fuente: Pixabay

De esta manera, la constante obligación de formación y aprendizaje obliga a las personas a realizar un gran número de elecciones de manera rápida y acelerada como en ninguna otra época se había obligado hacer: elegir carrera universitaria o formación profesional, optativas, másteres, tesis, doctorados, cursos laborales, idiomas… la elección siempre es infinita la obligación de hacerla es notable, pues si no, se condena a la persona a quedarse rezagada.

Esto implica, por tanto, a no poder competir, a quedarse sin trabajo, a ser un parado de larga duración… es decir, a ser una víctima de la exclusión social.

Así pues, en la actualidad el ser humano se ha convertido en el homo eligens, “hombre elector”. Hoy en día, este contexto de incertidumbre tan acentuado provoca, que, al no haber reglas preestablecidas, toda la responsabilidad de los efectos adversos de las decisiones recaiga sobre los hombros del individuo. Una manera sesgada de entender cómo devienen los sucesos constantemente reforzada y repetida en sociedad, ya sea a través de valores individualistas o a través de los propios medios de comunicación y las empresas.

De esta forma, Bauman se pregunta en su obra Vida Líquida: ¿De qué forma puede afectar esto al ámbito de la educación?

El pensador polaco-británico hace referencia a Jacek Wojciechowski, el director de una revista polaca dedicada a la profesión académica:

Hubo un tiempo que un título universitario servía de salvoconducto para la práctica de una profesión hasta la jubilación, pero eso ya es historia. Hoy en día, uno ha de renovar constantemente sus conocimientos e, incluso, cambiar su profesión si no quiere ver reducidos sus esfuerzos para ganarse la vida”.

Jacek Wojciechowski, Vida Líquida (2016). P.159.

Asimismo, la reflexión planteada en el párrafo de arriba muestra una problemática muy grave: el peligro constante de la ignorancia.

Es decir, si siempre se está exigiendo que se aprenda y se eleva el proceso de aprendizaje a niveles competitivos máximos, esto propiciará que las personas siempre tengan el peligro constante de quedarse obsoletas en términos de conocimiento.

El hecho de no saber sobre el último avance técnico, la última nueva tecnología o el último método de aprendizaje hará que surja el inminente peligro de convertirse en ignorantes a ojos de la sociedad y, lo que es más importante, a ojos de aquellas personas que puedan contribuir a que tenga un futuro estable.

Este contexto propicia el surgimiento de toda una gama de vendedores/estafadores de métodos mágicos de aprendizaje con eslóganes similares a “¿quieres aprender un idioma en tan solo un mes? Todo tipo de cursillos de formación mágicos se presentan a través de la publicidad masiva, aprovechando este entorno social de constante incertidumbre y peligro de ignorancia. Algo que muchas veces hace que las personas en la modernidad líquida sean presas fáciles del engaño.

La desigualdad social y la educación en la vida líquida

La educación; oportunidad y reto en la modernidad líquida. Fuente: Pixabay
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De esta forma, todo lo descrito en el apartado anterior está relacionado con un proceso de comercialización de la vida, y esto incumbe también al ámbito educativo.

Se supone que la educación tiene que ser un derecho fundamental. Además, las instituciones escolares deberían ser lugares que ayudaran a garantizar la igualdad de oportunidades entre diferentes clases sociales.

No obstante, al someter la educación a las lógicas económicas neoliberales y de la sociedad de consumo, en lugar de fomentar la igualdad de oportunidades la escuela se ha convertido en una institución que profundiza las divisiones sociales.

Como el propio Zygmunt Bauman afirma:

El mercado de la enseñanza, lejos de atenuar la desigualdad, la intensificará y multiplicará sus consecuencias y efectos secundarios sociales más potencialmente catastróficos. Para evitar ese desastre, se hace inevitable algún tipo de intervención política”. 

Zygmunt Bauman, Vida líquida (2016), p.160.

En definitiva, la nueva sociedad del conocimiento y el aprendizaje puede resultar una sociedad cada vez más desigual si no se toman medidas para garantizar una educación pública, accesible y de calidad.

Educación y empoderamiento ciudadano en la vida líquida

Fotos de la Guerra de Irak. Autor: FutureTrillonarie, 11/03/2013. Fuente: Wikimedia Commons (CCBY-SA-3.0)

El término del sociólogo francés Pierre Bourdieu política de la precarización, se puede entender como un conjunto de tácticas y argucias enfocadas a provocar que el individuo se vuelva inseguro y débil, causando que sea más controlable por las estructuras de dominación.

Según Bauman, esto se observa en la modernidad líquida. Además, es algo muy negativo para el empoderamiento democrático de la ciudadanía. Para el polaco-británico ser un ciudadano o ciudadana empoderada significa:

Ser capaz de elegir y de actuar de manera efectiva conforme las elecciones realizadas, lo que, a su vez, supone la capacidad de influir en la amplitud de opciones disponibles y en los contextos sociales en los que se eligen y se materializan tales opciones”. 

Zygmunt Bauman, Vida Líquida (2016), p.165.

De esta manera, el empoderamiento democrático de la ciudadanía resulta altamente dificultoso en la modernidad líquida, pues los factores que generan incertidumbre e imprevisibilidad en la vida actual son innumerables. Dicho de otro modo, sin estabilidad y sin asegurar las necesidades más primarias, es muy difícil posibilitar la implicación de la ciudadanía en democracia y la responsabilidad por sus decisiones.

Una de las mayores herramientas para mejorar la democracia es garantizar una educación de calidad. En este caso, también una educación en materia política y ciudadana.

En la actualidad, casi todas las personas se encuentran obsoletas en algún campo tecnológico, comunicativo, teórico, práctico… es imposible estar al cien por cien de las exigencias que hipotéticamente se necesitan para estar al día con las necesidades competitivas del mercado, trufadas de lógica neoliberal.

No obstante, esta misma sensación tienen muchas personas en cuanto se habla de ponerse al día con los acontecimiento políticos y sociales. En el libro Vida liquida de Zygmunt Bauman aporta unos ciertos datos interesantes:

Según una encuesta del New York Times el 42% de la población de Estados Unidos creía que Sadam Husein era responsable de los atentados del 11 de septiembre. La CBS publicó un sondeo según el cual el 55% de los estadounidenses creían que Sadam Husein prestaba apoyo directo Al Qaeda. Según otra encuesta del Knight Ridder/Princeton Researchel 44% de la muestra encuestada de norteamericanos pensaba que los aviones del 11 de septiembre fueron secuestrados por iraquíes (Bauman, 2016).

Posteriormente, esto sirvió para vender el relato de que Irak tenía armas de destrucción masiva y así justificar su invasión por parte de Estados Unidos. Dos años después del 11 de septiembre, el 70 % de la población aún seguía creyendo en la culpabilidad de los iraquíes sobre el atentado de las Torres Gemelas, algo que se acabó probando como falso.

De este modo, lo descrito en el párrafo anterior muestra como en esta modernidad líquida existen segmentos de la población como gobiernos u otros agentes sociales de gran influencia que, sirviéndose de los medios de comunicación, han aprovechado los contextos de incertidumbre generando desinformación en beneficio propio. El resultado de esto ha sido un debilitamiento de la democracia.

Se supone que el acceso a una educación pública igualitaria y de calidad, así como el acceso a información veraz deben ser derechos fundamentales para el funcionamiento de una democracia. Además, las instituciones escolares deberían ser lugares que ayudaran a garantizar la igualdad de oportunidades entre diferentes clases sociales, así como fomentar el pensamiento crítico y el cuestionamiento del statu quo mediante datos y argumentos sólidos. Educación no solo en conocimientos, sino también en valores y en habilidades.

Por otro lado, los medios de comunicación deberían seguir ciertos códigos éticos y no formar parte de campañas intencionadas de desinformación a escala nacional e incluso global. Si los medios funcionan como empresas privadas que buscan su nicho de mercado y cubrir sus intereses particulares, es menos probable que realicen un adecuado servicio público a la ciudadanía, especialmente si se agrupan en unas pocas manos.

Así pues, al someter tanto a la educación como al periodismo a las lógicas económicas neoliberales y de la sociedad de consumo, en lugar de fomentar la igualdad de oportunidades la escuela se ha convertido en una institución que acrecenta las divisiones sociales.

Por tanto, la nueva sociedad del conocimiento y el aprendizaje puede resultar una sociedad cada vez más desigual si no se toman medidas para garantizar una educación pública, accesible y de calidad y unos medios de comunicación éticamente comprometidos.

Frente a la incertidumbre y la desinformación, la democracia se diluye sobre el miedo y la parálisis que estas provocan. Como el sociólogo Pierre Bourdieu afirmaba:

La persona que no tiene control sobre el presente no se plantea siquiera controlar el futuro” 

Pierre Bourdieu, citado en Vida Líquida (2016), p.169.

En definitiva, la ignorancia, el miedo y la desinformación son elementos indispensables que se transmiten hoy en día a través de los medios de comunicación, pero también a través de grupos organizados a través de las redes sociales, que a su vez son gestionadas por empresas que establecen métodos de gestión que favorecen estas burbujas de información.048c8bEn definitiva, la ignorancia, el miedo y la desinformación son elementos indispensables que se transmiten hoy en día a través de los medios de comunicación, pero también a través de grupos organizados a través de las redes sociales, que a su vez son gestionadas por empresas que establecen métodos de gestión que favorecen estas burbujas de información.

Así pues, como las personas desconocen lo que les puede suceder, lo que ocurre es que no tienen capacidad para decidir lo que va a ser mejor para ellos como individuos y como sociedad. Por ende, el empoderamiento de la ciudadanía en la modernidad líquida se ve cada vez más débil.

Estas grandes cantidades de ignorancia e incertidumbre generalizadas son gratamente recibidas por las clases políticas y económicas, pues son un contexto favorable para ejercer la dominación. Como afirma Bauman:

La ignorancia política se perpetúa a sí misma y, junto con la inactividad, constituye un material excelente con el que trenzar la cuerda que tan útil les resulta a quienes desean ahogar la voz de la democracia o atarla de pies y manos”.

Zygmunt Bauman, Vida líquida (2016), p.169.

La ultraderecha y la incertidumbre

La incertidumbre como consecuencia de la modernidad líquida.
Fuente: Pixabay

La ultraderecha, especialmente la nueva derecha radical o alt-right, ha sabido leer perfectamente estas tesituras de inseguridad e incertidumbre vital que rodean a la sociedad actual y a la denominada vida líquida de Bauman.

Se supone que la política tiene como objetivo llegar a consensos respecto a problemáticas o retos que la sociedad debe afrontar de manera colectiva. Es decir, la política es una herramienta para resolver conflictos, llegar a acuerdos y posibilitar la convivencia social.

De esta forma, ejemplo de estos retos o problemáticas podrían ser: la crisis medioambiental, el paro juvenil, la crisis de los cuidados, la precariedad laboral, la exclusión social, la generación y redistribución justa de la riqueza, y un largo etcétera.

Es cierto que estos temas se han visto plasmados en multitud de ocasiones por parte de partidos políticos de diversa índole: liberales, socialistas, comunistas, socialdemócratas e incluso conservadores.

No obstante, la ultraderecha tiene una estrategia muy diferente en cuanto afrontar estas problemáticas. Las formaciones de extrema derecha tienen dos objetivos principales: el primero, es conservar y recuperar los privilegios de según que grupos y clases sociales, normalmente ya de por sí privilegiados; y, el segundo, resolver los conflictos y problemas sociales mediante la imposición de una determinada manera de entender el mundo, normalmente basada en fuertes jerarquías sociales, el autoritarismo y la discriminación.

Así, muchas veces ignora problemas o les da menos importancia de la que tienen porque afrontarlos chocaría con sus propios intereses. Un ejemplo claro es la manera en la que enfocan la problemática del cambio climático: en repetidas ocasiones la mayoría de partidos ultraderechistas han repetido el mismo discurso frente a la emergencia climática, han argumentado que el problema no era de tal gravedad y, también, que el cambio climático pertenece a un proceso natural terrestre en el cual la acción del hombre poco puede hacer.

Este sería un ejemplo de cómo desviar, ignorar o restar importancia a retos políticos mayúsculos. Sin embargo, la ultraderecha también usa la incertidumbre para inventar, crear o magnificar problemáticas con la intención de generar miedo, aumentar esta misma inseguridad y, así, vender en su relato una solución, es decir, imponer su agenda reaccionaria.

De esta manera, el concepto de antipolítica se presenta fundamental para entender esta estrategia política y su relación con la incertidumbre, la desinformación, el desconcierto y, en general, el engaño.

Por tanto, la antipolítica es un término clave para entender discursos políticos como el trumpismo, con su expresión parcialmente en España en la presidenta de Madrid Isabel Díaz Ayuso o en toda su extensión en la ultraderecha representada en Vox. Los discursos políticos de estos partidos desvirtúan la política convencional, se alejan de la realidad y de la ética política y buscan reducir el debate político al “o conmigo o contra mí”.

En España, los discursos electorales por parte del PP de Ayuso y Vox no profundizan y en muchas ocasiones ni nombran las problemáticas relacionadas con la sanidad pública, la educación, el paro estructural, la desigualdad social, la crisis climática, la crisis de los cuidados, la crisis de la vivienda, el paro juvenil

Por el contrario, hacen referencia a otras problemáticas irreales que usan para fomentar la confrontación, el odio, aumentar la incertidumbre, el miedo y fomentar la toma de decisiones irracionales por parte del electorado político.

Ejemplo de esto fue l debate de los MENAS y que Vox ha usado como piedra angular de su discurso electoral en las recientes elecciones madrileñas. Vox ha esgrimido el discurso del odio y del miedo hacia esta minoría de una forma contundente, adoptando este discurso destructivo al pie de la letra.

En la Comunidad de Madrid que cuenta con 7 millones de habitantes no llegan a 300 personas los menores extranjeros no tutelados. Sin embargo, se plantea un debate inexistente y se fomenta toda una campaña electoral basada en una supuesta problemática que gira en torno a este colectivo y la inseguridad que según Vox ocasionan en la población.

Por otro lado, se usan otros debates también inexistentes, como las «amenazas» que vienen de supuestos “enemigos de la patria”: comunismo, dictadura progre, terrorismo de ETA, okupas. Amenazas irreales, como en su momento hicieron los nazis al señalar a la población judía en los años 20 y 30 del pasado siglo.

Paradójicamente, como multitud de informes europeos e internacionales advierten, en la actualidad, el mayor peligro para la seguridad de la ciudadanía occidental es el terrorismo de ultraderecha, más peligroso incluso que el terrorismo yihadista.

En sus discursos también se pone en entredicho la existencia de la violencia de género, llamándola violencia intrafamiliar y negando su existencia, una violencia estructural que ha matado en los últimos años a más de mil mujeres en España y a miles en todo el mundo.

Además, es bastante común observar el argumento del peligro de que se instaure una dictadura comunista. Otra mentira fácilmente desmontable. En la actualidad, en un mundo globalizado y capitalista, incluso los países históricamente comunistas como China y Rusia han adoptado (cada uno con su idiosincrasia) lógicas de libre mercado.

En el resto del mundo, los partidos que se dicen comunistas o bien han adoptado modelos socialdemócratas total o parcialmente, o bien rechazan la violencia y las formas autoritarias de gobierno, o bien han reducido considerablemente su apoyo popular. Concretamente en España, los partidos más importantes de izquierda son abiertamente democráticos y pacíficos, cabe señalar que son los partidos precisamente de ultraderecha como Vox los que han alentado alguna que otra vez lo conveniente que sería dar un golpe estado.

Es decir, un supuesto comunismo de corte estalinista, dictatorial, genocida y asesino del que tanto advierte la extrema derecha es del todo improbable que constituya una amenaza para el mundo moderno. De hecho, ello explica que tachen de comunista a sencillos partidos de izquierda o de centro izquierda. Trump, sin ir más lejos, llegó a llamar a Biden socialista, lo cual no tiene absolutamente ningún sentido.

¿Qué indica esto? Que las campañas electorales de la ultraderecha se basan en el miedo, en la mentira y en vender una falsa seguridad. Como la realidad no es tal, deben forzar contextos de conflicto para vender su discurso: señalando, estigmatizando, buscando confrontación y mintiendo.

La extrema derecha se alimenta del miedo, de la incertidumbre, de la violencia, de la irracionalidad y de la incomprensión. Rechaza la integración y utiliza el odio para generar miedo y, así, a través de la inseguridad y la crispación, obtener votos.

En definitiva, denigra la política, huye de los problemas reales de la gente, inventa problemáticas inexistentes, fomenta el miedo, la inseguridad, gobierna para unos pocos a costa de la convivencia de los demás. Son la antipolítica y han venido a destruir la política.

«Para tener contento a un esclavo es necesario que no piense. Es necesario oscurecer su visión moral y mental y, siempre que sea posible, aniquilar el poder de la razón».

 Frederick Douglass citado por Carl Sagan en su obra El mundo y sus demonios.

Enlaces, fuentes y bibliografía:

– Vida Líquida, Zygmunt Bauman (2006). Editorial Austral.

Álvaro Soler

Articulista. Sociólogo y gestor medioambiental, con suerte de poder compartir vocación y formación. Las Ciencias Sociales son una parte muy importante de mi vida. Considero la divulgación a través de la sociología como una gran herramienta para destapar las injusticias sociales y arrojar luz sobre la actualidad diaria contribuyendo así a ser un poco más libres y justos.

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