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La cruzada antiLGTB de la derecha radical: así son las medidas que aprueban y sus discursos de odio

La extrema derecha, entre sus muchos pilares ideológicos y postulados políticos, se encuentra una profunda agenda reaccionaria que pivota sobre el ultraconservadurismo y el tradicionalismo. Unas veces según el «orden natural» al dictado de alguna religión, otras veces en función de valores tradicionales y culturales arcaicos, la derecha radical busca rechazar la modernidad y retrotraer la sociedad al pasado. Esto provoca, a su vez, el choque con distintos movimientos e ideologías que tratan de conseguir mejoras en derechos y libertades fundamentales, lo que se traduce en un antifeminismo, en negacionismo del cambio climático y, por supuesto, en posturas y acciones antiLGTB.

Esta persecución contra personas homosexuales, bisexuales y transexuales viene en buena medida precisamente por un tradicionalismo basado en la religión cristiana como un pilar de la sociedad, pero incluso en los movimientos de extrema derecha más laicos o paganos, como es el caso de varios grupos neonazis, la homofobia es algo común, fundamentada en cuestiones supremacistas, pseudocientíficas o machistas, entre otras.

Así, allá donde están presentes, los movimientos ultraderechistas tienen como uno de sus ejes la lucha contra las personas LGTB, utilizando la ley para restringir sus derechos al máximo y los discursos de odio para su persecución social, unas veces de forma más sutil y otras agitándola como una auténtica cruzada antiLGTB, exponiéndolos prácticamente como enemigos del estado. Incluso la nueva derecha radical o alt-right, representada en partidos como Vox en España, Alternativa para Alemania o el expresidente estadounidense Donald Trump, teóricamente más sutil y disfrazada con una capa de modernidad para lograr aceptación social, no oculta demasiado su desprecio a los derechos de las personas LGTB.

Para la extrema derecha, llegar al poder para oponerse a estos grupos termina siendo esencial, ya que desde el poder puede empezar a derogar cualquier norma que los proteja, para después empezar a sancionar normas que invisibilicen socialmente las orientaciones e identidad sexuales no heteronormativas.

Una vez hecho esto, los discursos de odio pueden correr libres, así como una mayor estigmatización y rechazo social. Es decir, es una cuestión que se retroalimenta: se empieza con discursos y relatos que ponen en el foco a las personas LGTB, a menudo acusándolas de tener privilegios e incluso poder político (como cuando Vox habla de lobby gay) o bien de corromper los valores o la naturaleza, cuando no directamente de estar asociadas con actitudes pedófilas, para después apoyarse en este relato para ahondar en la discriminación antiLGTB mediante leyes y normativas concretas: prohibir la visibilidad de actos afectivos entre hombres en público, cine o televisión, quitar la educación sexual de las escuelas, prohibir el matrimonio igualitario y la adopción…

Esta persecución normativa y discursiva llega al extremo en muchos casos, sancionando leyes que restringen derechos de personas heterosexuales para tapar cualquier resquicio de oportunidad para las personas LGTB y convirtiendo estos temas en asuntos de estado para la extrema derecha, desarrollando toda una agenda de homofobia institucional.

Esto es muy importante, porque cuando la extrema derecha empieza a acceder al poder, una vez ya ha extendido el discurso de odio, a menudo acompañado de bulos y «fake news», empiezan a negociar y aprobar leyes discriminatorias, o ha derogar servicios públicos o leyes que favorecían a las personas LGTB. Esto se ha visto en España recientemente, por ejemplo, con la exigencia de Vox a Isabel Díaz Ayuso de derogar las leyes LGTB de la Comunidad de Madrid para apoyar su gobierno.

A continuación, se muestran distintos países donde la extrema derecha tiene funciones de gobierno y qué tipo de medidas ha ido realizando para restringir los derechos de las personas LGTB.

Polonia

Reunión entre Jarosław Kaczyński (Polonia) y Viktor Orbán (Hungría). Autor: Kancelaria Sejmu / Paweł Kula, 22/09/2017. Fuente: Flickr (CC BY 2.0)
Reunión entre Jarosław Kaczyński (Polonia) y Viktor Orbán (Hungría). Autor: Kancelaria Sejmu / Paweł Kula, 22/09/2017. Fuente: Flickr (CC BY 2.0)

En 2015, el ultraconservador Ley y Justicia (PiS) se hacía con el poder en Polonia, obteniendo 235 escaños de 460 y, por lo tanto, mayoría absoluta. El partido siempre había mostrado su sentimiento e ideas antiLGTB cuando en 2005 miembros de la formación declararon que si llegaban al poder “sería una noche oscura” para las minorías sexuales.

Ley y Justicia está transformando el país, en lo que se ha tildado de “revolución conservadora”, poniendo bajo el control del gobierno los medios de comunicación, la justicia y la legalidad, convirtiendo su país en lo que se conoce como democracia iliberal: países donde no se cumple la separación de poderes ni lo derechos de los grupos minoritarios, e incluso tampoco derechos y libertades fundamentales.

Así, inicialmente, el PiS marcó como su primer enemigo a las personas migrantes, un colectivo de por sí bajo en Polonia. Tras su victoria restringiendo la inmigración, el siguiente enemigo de la extrema derecha sería las personas LGTB, respondiendo a la necesidad acuciante de los populismos de derechas de culpar a un colectivo discriminado sobre el que existen prejuicios para culparle de los problemas del país y así construir su agenda reaccionaria.

En Polonia no están permitidos los matrimonios del mismo sexo, ni la adopción homosexual, por lo había pocos cambios normativos que los ultraconservadores tuvieran que realizar. Pero, desde el principio el PiS, utilizó su altavoz en el gobierno para atacar a las personas LGTB. Siempre se empieza por el discurso de odio.

Los medios de comunicación públicos (y muchos privados, financiados por este) se convirtieron en altavoz del PiS y sus ideas antiLGTB, llevando al centro de la parrilla televisiva el debate sobre la homosexualidad y a políticos de esta formación criticándola.

En 2019, el liberal Rafal Trzaskowski, alcalde de Varsovia y posterior candidato electoral contra el ultraconservador Andrzezj Duda, presentó una declaración contra la discriminación de las personas LGTB. Esto causó la ira del PiS, que en respuesta presentó decenas de mociones en los ayuntamientos para declarar “zonas libres de ideología LGTB”.

El PIS usa esta táctica de atacar a una supuesta “ideología LGTB”, como si la orientación sexual fuese una especie de creencia ideológica que se organiza para imponer agendas, para poder atacar a las personas LGTB. Estas mociones se aprobaron en más de una treintena de zonas, que ocupan en total casi un tercio del país, en la zona más conservadora y rural.

La revista cercana al gobierno, Gazeta Polska, repartió calcomanías para pegar en edificios como “Zona libre de LGTB”.

En mayo de ese mismo año, se emitió el documental sobre la pederastia del clero No se lo digas a nadie, que se esperaba que dañaría al PiS, aliado con la Iglesia Católica polaca. Pero, en vez de eso, el PiS utilizó este tema para igualar homosexualidad a pedofilia, desviando la atención de la poderosa Iglesia y señalando que los niños estaban siendo atacados por una ideología extranjera y por el «lobby gay». Esta táctica resultó eficiente, consiguiendo movilizar y polarizar a un gran número de votantes conservadores y reforzar al partido.

Desde entonces, los ataques en los distintos canales públicos y privados han seguido aumentando, con contundentes declaraciones contra las personas LGTB, algunas absurdas.

El consejo de Europa emitió una declaración contra el discurso de odio de los políticos polacos y el defensor del pueblo polaco (una institución que aún no había caído bajo el control del PiS) emitió un informe declarando que la actividad del gobierno estaba conformando discursos de odio contra las minorías sexuales.

Esto no disminuyó el ataque. En el siguiente período electoral, los derechos LGTB fueron una piedra angular en la elección presidencial. El candidato del PiS, el ultraconservador Andrezj Duda, declaró que “la ideología LGTB es peor que el comunismo”. Finalmente, Duda ganaría las elecciones por la mínima, con el 51% de los votos.

Ahora, el ejecutivo ultraconservador esta preparando una nueva ley que prohíba la adopción a los homosexuales solteros si conviven con una pareja de su mismo sexo, el último resquicio al que podían acogerse para el proceso de adopción.

Por supuesto, esto se ha visto en una discriminación tal que los delitos de odio han ido en aumento, reflejando ataques a personas LGTB en todo el país y que tuvieron su máximo exponente con el asesinato de Pawel Adamowicz, el alcalde de Gdansk, en enero de 2019, precedido de amenazas públicas, incluyendo el ahorcamiento de un muñeco con su nombre en plena calle y difamaciones y montajes a través de los medios públicos y privados afines al gobierno. Esta situación quedó parcialmente reflejada en Hater, una película polaca producida por Netflix en 2020.

Así, la espiral de odio antiLGTB alimentada por el PiS se ha reflejado en inusitada violencia, como la ocurrida en la ciudad de Bialystok, donde en junio de 2019 se intentó celebrar la primera Marcha por la Igualdad en la historia de la ciudad, cuando tuvieron que enfrentarse a miles de neonazis de equipos de fútbol llegados de todo el país.

A pesar de la protección de la policía, que también sufrió ataques con ladrillos y barras, los manifestantes fueron perseguidos, acorralados y golpeados brutalmente por los neonazis que les superaban ampliamente en número.

Por todo esto y más, Polonia ha sido declarada por el ILGA el peor país de la Unión Europea para ser homosexual.

Hungría

En 2010, Viktor Orbán, de Fidesz, consiguió una holgada mayoría absoluta que le concedió poderes totales para transformar Hungría bajo su visión personal, todavía estando en el poder a día de hoy.

En Hungría, las personas LGTB no habían conquistado prácticamente ningún derecho. Pero la nueva Hungría ultraconservadora sería un lugar todavía más hostil para ellas.

Una de las primeras medidas que tomó el nuevo gobierno de Fidesz fue modificar la Constitución. En esta nueva carta magna aprobada en 2012, ensalzaría la familia tradicional como un pilar del país. Por ello, se prohibiría los intentos de legalizar el matrimonio igualitario, al poner en la Constitución que el matrimonio sería la unión entre un hombre y una mujer. Es decir, se blindó en la Constitución la imposibilidad de que dos hombres o dos mujeres pudieran casarse.

Esta firma fue realizada por uno de los hombres fuertes del Fidesz, Josef Szajer, que en 2020 sería descubierto en una orgía masculina.

En 2015, el Tribunal Constitucional anulaba la legislación vigente sobre parejas de hecho. Basándose en la reforma de la Constitución de 2012, los magistrados reducían los beneficios de estas parejas que hasta entonces contaban con los mismos que los matrimonios. La fórmula de «pareja de hecho» eran la principal figura jurídica a la que se podían acoger las parejas LGTB si no querían seguir siendo ciudadanos de segunda en Hungría.

2020 fue un año que trajo muchas reformas homófobas, en un intento de marcar al colectivo LGTB como enemigo número uno del ejecutivo y chivo expiatorio de los problemas del país. Así, Hungría seguía el camino de Polonia que tan buen resultado electoral había dado.

En mayo de ese año, el parlamento húngaro fijaba por ley la identidad sexual y de género con la del nacimiento, anulando la posibilidad de cambio por parte de las personas trans, en ningún caso.

Pero lo peor aún estaba por llegar. A finales de año, el primer ministro húngaro presentaba una nueva enmienda constitucional para garantizar que los niños crecieran en “familias heterosexuales y cristianas”. Tras esta medida el ejecutivo ha planteado que solo las parejas casadas puedan adoptar.

Esta era uno de los últimos modelos a los que podía acogerse las personas LGTB, al adoptar individualmente una de ellas a un niño. Con esta reforma las personas solteras dejarán de poder adoptar, pero todo vale si con ello Orbán continúa con su cruzada antiLGTB.

La última polémica reforma, ya en 2021, va más allá y pretende borrar (como ocurre en Rusia), a las personas LGTB de la realidad húngara. Esta nueva ley prohibiría hablar de homosexualidad e identidad sexual en las escuelas, prohibiendo de facto talleres, educación sexual y charlas, que deberían hacer desaparecer esta realidad y estigmatizarían aún más a los jóvenes LGTB. Esta modificación legal, por supuesto, se basa en la manida excusa de proteger a los niños metiendo la homosexualidad en el saco de la pedofilia.

Además, la ley causaría situaciones ridículas, como la prohibición de filmes inofensivos donde la identidad sexual se pongan en duda, como es el caso de la franquicia Harry Potter. Franquicia que, por otra parte, en sus 8 películas nunca nombra nada relacionado con las personas LGTB.

La situación es tal que la Comisión Europea a exigido a Vitkor Orbán que reconsidere derogar la recién aprobada legislación, avivando una tensión que viene de lejos y que le ha valido tanto a Hungría como a Polonia varios vetos en los organismos públicos europeos.

Por supuesto, además de todos estos cambios legales, la situación se ha caldeado y endurecido para las personas LGTB. Los discursos de odio son algo habitual en el país húngaro y también la censura sobre cualquier contenido que tenga tintes homosexuales.

En 2018 se armó un gran escandalo en Budapest con una ofensiva conservadora que quería prohibir el famoso musical Billy Elliot por “propagar la homosexualidad de una forma que afecta a los menores”. La ofensiva tuvo éxito y el musical fue cancelado en los teatros del país.

Otro ejemplo sucedió en 2019. Coca Cola lanzaba un comercial en el que podía verse una pareja homosexual cogida de la mano. Esto causó la ira conservadora, que intentó boicotear a la compañía.

Estos son solo dos ejemplos de hasta qué punto la censura y un ambiente hostil se cierne sobre las personas LGTB de Hungría.

Rusia

Vladimir Putin. Autor: The Presidential Press and Information Office, 11/10/2020. Fuente: Kremlin.ru (CC BY 4.0).
Vladimir Putin. Autor: The Presidential Press and Information Office, 11/10/2020. Fuente: Kremlin.ru (CC BY 4.0).

Rusia ha sido uno de los espejos y el principal foco para el mundo de las denominadas “leyes contra la propaganda homosexual”. Podría decirse que tanto Polonia como Hungría han seguido el ejemplo del gobierno omnipotente de Vladimir Putin y su partido, Rusia Unida, amén de todas las formaciones políticas y organizaciones que lo apoyan en el país y que le han permitido permanecer en el poder desde 2008, ocupando cargos gubernamentales desde 1991.

Rusia es uno de los países más hostiles del mundo con la homosexualidad, donde las personas LGTB no tienen ninguno de los derechos habitualmente perseguidos por el colectivo ni están en igualdad de condiciones con las personas heterosexuales.

Y es que el ejecutivo ruso ha encontrado en el rechazo a las identidades sexuales minoritarias una manera de oponerse a Occidente y reivindicar su propia cultura, poniendo en el centro a la familia tradicional heterosexual y a los valores tradicionales considerados rusos.

Por esto, en 2013 Rusia aprobó la “ley contra la propaganda homosexual”. Bajo esta ambigua ley, se prohibía cualquier acto que reflejase ante menores de edad comportamientos sexuales no tradicionales, so pena de multa o cárcel.

Con esta ley, la comunidad LGTB desaparecía en Rusia. Cualquier acto público está prohibido de facto: manifestaciones LGTB, charlas, series o que simplemente dos personas homosexuales se den la mano en la calle.

El devastador efecto de esta ley causó un aumento de las agresiones a las personas LGTB, un aumento de la hostilidad y los discursos de odio y el rechazo social a estas personas de manera muy alarmante. De hecho, cada año se multiplican los delitos de odio, llegando a doblarse, por ejemplo, entre 2016 y 2017.

A partir de la aprobación de esta ley, aparecieron diversos grupos de carácter ultraderechista como “Occupy Paedophilia” que persiguen a las personas LGTB en chats, haciéndoles quedar engañadas para después torturarlas y grabar vídeos con ellas. También ha habido ataques a lugares de la comunidad como bares o asociaciones (que siempre han sido muy perseguidas, complicando legalmente su aprobación) ante la pasividad de las autoridades.

Muchas personas LGTB han decidido exiliarse del país ante el peligro que supone para sus vidas residir allí, hablando incluso de auténticos “pogromos”. La Iglesia Ortodoxa rusa, fiel aliada de Putin, ha incidido en esta homofobia, indicado que el matrimonio homosexual era una señal muy peligrosa del apocalipsis”.

Rusia además se ha opuesto internacionalmente a cualquier medida global de respeto a las personas LGTB ante organismos como la ONU.

Brasil

Jair Bolsonaro en la Red de Radio y Televisión Pública. Autor:  Palácio do Planalto, 24/03/2020. Fuente: Flickr (CC BY 2.0).
Jair Bolsonaro en la Red de Radio y Televisión Pública. Autor: Palácio do Planalto, 24/03/2020. Fuente: Flickr (CC BY 2.0).

En 2018, Jair Messias Bolsonaro se hacía con el poder en Brasil en un país donde la homofobia está aceptada.

Sin embargo, nada más tomar el poder, el líder ultraderechista demostró que la guerra con la comunidad LGTB sería una de sus prioridades. Una de sus primeras medidas fue modificar el alcance de la Cartera de la Mujer, Familia y Derechos humanos. La disposición sacaba los derechos de las personas LGTB de los derechos humanos, haciéndolos desaparecer de cualquier competencia de ese ministerio.

Sin embargo, esto no sorprendió a nadie: Bolsonaro siempre se ha declarado homófobo y ha querido luchar contra cualquier signo de diversidad sexual. Lo demostró sin tapujos en una incómoda entrevista concedida por el actor trans Elliot Page en 2018 para el medio Vice.

El ejecutivo siguió con derogar medidas que otorgaran visibilidad a la comunidad LGTB. Una de ellas fue retirar la financiación pública a películas que mostrasen la diversidad sexual, en un intento de censura a estas obras, en un concurso para otorgar subvenciones públicas.

Afortunadamente, un tribunal brasileño tumbó esta medida inicial del presidente por discriminación, ya que el concurso ya estaba realizado y las obras ya habían sido elegidas. Esto no amilanó al presidente, que siguió con la presión sobre estas obras también en teatros.

El odio de Bolsonaro hacia las personas LGTB es tal que, incluso aunque sea provechoso para su país, quiere evitar su llegada. Por ello, el gobierno federal retiró los incentivos para el Plan Nacional de Turismo 2018-2022 al turismo LGTB, uno de los más importantes de Brasil, representando un 15% de la facturación del sector.

Si quieres venir a tener sexo con una mujer, adelante, pero no podemos dejar que este lugar sea conocido como un paraíso para el turismo gay. Tenemos familias – Jair Bolsonaro.

Los discursos de odio y los ataques han sido constantes desde la toma de poder de Bolsonaro y su entorno, así como de las iglesias evangélicas, que se han sumado con furor al presidente. El presidente ha llegado a tildar de «maricones» a quienes muestran una actitud cautelosa ante la pandemia del coronavirus, ante la cual se ha mostrado excesivamente laxo e incluso negacionista.

Algunos homosexuales brasileños decidieron huir del país tras la toma de poder de Bolsonaro, como el exdiputado y activista Jean Wyllys, primer diputado federal en llevar la causa del orgullo LGTB, que sentía como su vida peligraba mientras él y su familia recibían amenazas diarias.

Y no es para menos, ya que el Brasil de Bolsonaro lidera el ranking mundial de asesinatos de personas LGTB, superando a Estados Unidos y México.

Lo único positivo, es que la llegada del coronavirus y la desastrosa gestión del presidente le han hecho perder la mayoría de apoyos y aliados, lo que le ha impedido continuar con su agenda ideológica en estos últimos años.

Lo que no pudo ser: los EEUU de Donald Trump

El presidente Donald Trump en la ceremonia de observancia del 11S. Autor: Navy Petty, 11/09/2017. Fuente: Flickr (CC BY 2.0)
El presidente Donald Trump en la ceremonia de observancia del 11S. Autor: Navy Petty, 11/09/2017. Fuente: Flickr (CC BY 2.0)

Donald Trump se presentó a las elecciones de 2016 como un candidato conservador pero gay-friendly. Fue bastante famosa la foto de Trump con una bandera que ponía “LGBT for Trump”, así como el apoyo de la transexual Caitlyn Jenner. Sin embargo, el apoyo de estos grupos fue retirado progresivamente cuando vieron las primeras medidas de Trump, quien se quitó rápidamente la máscara al llegar al poder, dando rienda suelta a sus ideas paleoconservadoras y ultraderechistas.

La primera y más llamativa, nada más ocupar el poder, fue retirar de la página web de la Casa Blanca el apartado sobre personas LGTB. Y es que, aunque Trump no hiciera una campaña especialmente homófoba, su candidatura se sostenía en auténticos pesos pesados del ultraconservadurismo estadounidense, fuertemente enraizados con la iglesias católicas y evangélicas del país.

Por lo tanto, su administración inició su particular cruzada antiLGTB. Esto quedó más que evidente en 2017, cuando intentó legalizar el despido a las personas LGTB por el hecho de serlo.

La justificación es que la ley fundamental del pasado siglo no incluía la orientación sexual ente los factores que protegía. Los juristas rechazaban esta interpretación ya que la ley original pretendía cubrir todas las causas de la discriminación por razones propias, solo que en aquella época la orientación sexual no entraba en estas consideraciones.

Pese a esto, Trump quiso llevar esta ley al Tribunal Supremo. Y pese a la mayoría conservadora del Tribunal, este falló en un hito histórico de que el espíritu de la ley también debía proteger a estas personas y, por lo tanto, no podía aceptarse como legal el despido por orientación sexual.

Trump siguió presionando a la comunidad LGTB en el posterior año, muy en especial a las personas trans. En 2019, tras varios intentos de vetarlas en el ejército, Trump consiguió la aprobación del Tribunal Supremo que permitía impedirles su ingreso. El entonces presidente también suprimió las protecciones sanitarias para las personas trans que impulsó Barack Obama durante su gobierno.

En uno de sus últimos gestos antes de la derrota electoral de 2020, Trump prohibió a las embajadas de EEUU colgar la bandera LGTB en el mástil donde se coloca la bandera estadounidense.

Por supuesto, en la misma línea que en el resto de casos, durante su legislatura, aumentaron los discursos de odio y los ataques públicos hacia las personas LGTB, en especial por parte de legisladores republicanos.

La derrota de Trump no redujo la actividad de estos ultraconservadores. Ya en abril de 2021, los legisladores republicanos de Texas buscaban un proyecto de ley que permitiera sancionar a las personas que ayudaran a los menores trans en su transición (tales como maestros, médicos, etc.…) y abriendo un nuevo frente en el radicalizado Partido Republicano, demostrando lo larga que es todavía la sombra del expresidente.

La extrema derecha sin gobierno y su influencia

Los casos expuestos en Polonia, Hungría, Rusia o Brasil, muestran las medidas antiLGTB que puede causar la extrema derecha cuando accede al gobierno de un país, así como las consecuencias de las mismas. Además, todos los casos tratados, con la excepción de Brasil y de Estados Unidos, se consideran democracias iliberales.

Sin embargo, la extrema derecha puede seguir haciendo mucho daño al colectivo LGTB aunque no tenga puestos de poder en el gobierno de un determinado país, incluso cuando la aceptación hacia las personas homosexuales y trans es alta. Un ejemplo de ello es España, uno de los países más tolerante de la Unión Europea hacia las personas LGTB, donde la influencia ultraderechista, personificada en Vox y en sus alianzas, es notable también en este ámbito.

Vox ha mostrado siempre un duro discurso contra estas personas, tildado de discurso de odio en muchas ocasiones y poniendo en duda el matrimonio homosexual o la adopción homosexual. Un ejemplo de esto se vio en una entrevista concedida por su líder Santiago Abascal al programa El Hormiguero, donde admitió que prefería que un niño fuese adoptado antes por una pareja heterosexual.

Pero ahí no se ha quedado el asunto. La homofobia ha sido constante en sus miembros, como en el caso del historiador revisionista Fernando Paz que dijo que llevaría a su hijo a terapia su saliera gay, o Rocío Monasterio, que participó en el intento de boicot a Vips por mostrar una pareja homosexual en su publicidad.

Además, la formación ultraderechista siempre ha intentado aprobar medidas que vayan contra las personas LGTB a cambio de su apoyo, marcándolas como uno de sus principales objetivos, lo que se ha reflejado en sus negociaciones con otros grupos políticos en diferentes instancias territoriales.

En Murcia, a cambio del apoyo a Fernández Miras, Vox quería aprobar la censura parental (llamado por Vox «pin parental»), que exige a los centros escolares pidiendo permiso a los padres para dar cierto contenido en la educación de los niños que pudieran vetar si no están de acuerdo. Esta medida señala especialmente las charlas sobre sexualidad y sobre concienciación LGTB, sobre la que la formación no ha parado de verter bulos, dando a entender que las charlas sobre educación sexual e igualdad buscan pervertir a los menores de edad.

Esto demuestra la capacidad de la extrema derecha para influir en la agenda sobre problemáticas inexistentes, ya que la educación sexual es normal en España desde hace más de dos décadas. De hecho, Vox Murci, pidió la Consejería de Educación para apoyar a Fernando López Miras, dejando muy claro cuál es su objetivo ideológico.

Por su lado, en Madrid, los ataques al colectivo LGTB y al día del orgullo han sido la norma. De hecho, sobre este día, el Secretario General Javier Ortega Smith pidió llevarlo a la Casa de Campo para alejar la tradicional marcha del orgullo del centro de la capital.

Ahora, para apoyar a Isabel Díaz Ayuso en esta legislatura, la formación ultraderechista ha dejado constancia de dos prioridades: reducir Telemadrid y eliminar las leyes de protección LGTB e identidad sexual de la Comunidad.

Toda una muestra de cuáles son las prioridades de la extrema derecha en su lucha cultural, marcando a las personas LGTB como objetivos prioritarios y que es capaz de dar sus votos a cambio de dar rienda suelta a sus postulados ideológicos y a su cruzada antiLGTB.

Que, como se ha visto, harán sin duda llegar “una noche oscura” para las personas LGTB.

Juan Francisco Albert

Director de Al Descubierto. Estudiante de Ciencias Políticas y máster en Política Mediática. Apasionado del estudio y análisis del hecho político, con especial interés en el fenómeno de la extrema derecha, sobre la que llevo formándome desde 2012. Firme defensor de que en política no todo es opinable y los datos, fuentes y teorías de la ciencia social y política deben acompañar cualquier análisis.

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