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El supremacismo blanco como el pilar de la ultraderecha

El racismo y el supremacismo étnico y/o cultural han sido señas de identidad características de las organizaciones de extrema derecha prácticamente desde su misma concepción. Además, en prácticamente la totalidad de la ultraderecha occidental se argumenta una visión que defiende el supremacismo blanco. Es decir, la superioridad del hombre blanco occidental, sus valores, sus normas, sus características biológicas y su cultura frente a los demás pueblos, etnias y sociedades no occidentales.

Pero, ¿de dónde viene este supremacismo blanco?¿Por qué emerge como un pilar central hasta el punto de sostener los principales discursos xenófobos y contrarios a la inmigración? Es necesario comprender esta cuestión para entender una de las concepciones más arraigadas en las cosmovisiones, discursos y argumentarios de la extrema derecha en la mayoría de sus vertientes.

El racismo biológico del siglo XIX y el origen del supremacismo blanco

"Distribución actual de las razas europeas", mapa del libro de 1916 del estadounidense Madison Grant. Fuente: Madison Grant, "The Passing of the Great Race," Geographical Review, Vol. 2, No. 5. (Nov., 1916), pp. 354-360.
«Distribución actual de las razas europeas», mapa del libro de 1916 del estadounidense Madison Grant. Fuente: Madison Grant, «The Passing of the Great Race,» Geographical Review, Vol. 2, No. 5. (Nov., 1916), pp. 354-360.

La diversidad humana siempre ha sido un reto para la aceptación y la convivencia entre las distintas sociedades humanas. Un reto que en muchas ocasiones no se ha podido superar, propiciando la esclavitud, el maltrato, el asesinato y el exterminio de unas etnias o culturas sobre otras, amén de multitud de otros conflictos en base a diferencias biológicas y/o culturales.

Aunque se pueden encontrar indicios de racismo incluso en la época grecorromana, lo cierto es que el racismo biológico empieza a formularse con contundencia durante el siglo XVIII a través de la época de la Ilustración, donde pensadores como Voltaire, David Hume, Immanuel Kant o Arthur Schopenhauer, entre muchos otros, presentaron argumentaciones claramente racistas en alguno de sus escritos. En realidad, la mayoría de pensadores europeos de la época sostenían una visión racista y eurocéntrica de la diversidad humana, posicionando a las sociedades europeas blancas como superiores al resto de civilizaciones.

Los indios amarillos sí tienen un ligero talento. Los negros se encuentran muy por debajo de ellos y hasta el punto más bajo se encuentra una parte de la gente americana – Immanuel Kant. (Race and Racism (O. R. P.) (Oxford Readings in Philosophy) (Paperback) by Bernard Boxill).

De esta manera, en la segunda mitad del siglo XIX, en los países occidentales, el racismo sobre las sociedades no europeas, lejos de considerarse una excepción o una concepción racista y necesariamente castigable, era la norma dentro de la mayoría de población, incluso en los ámbitos intelectuales más prestigiosos. Es más, incluso algunos defensores del fin de la esclavitud aceptaban muchos de estos preceptos, ya que estaba sustentados (evidentemente de manera errónea) por las ciencias naturales de la época.

Así pues, la ciencia de entonces defendía cantidad de evidencias que demostraban la “inferioridad de ciertas razas”: negros, indios, aborígenes y, en general, etnias diferentes a la caucásica europea blanca. Como más tarde se demostró, la totalidad de dichos estudios fueron refutados y desmentidos por los propios avances científicos en biología y genética durante el siglo XX y XXI. A partir de 1950 la clasificación de la humanidad por razas empezó a ser duramente criticada y sustituida por la concepción actual. 

En aquel momento, teorías como el darwinismo social, la psicología diferencial o la eugenesia, trataron de sustentar en la ciencia las supuestas diferencias raciales que hacían a culturas no caucásicas inferiores al resto, además de la necesidad de segregarlas y subyugarlas para no alterar el orden natural de la sociedad. Como se ha mencionado, la práctica totalidad de dichos estudios se demostraron con grandes sesgos, e incluso hoy en día el darwinismo social o la eugenesia son consideradas pseudociencias.

De esta manera, en la actualidad existe un consenso científico que defiende que únicamente existe una raza, la raza humana, y que para referirse a la diversidad dentro de las sociedades es más acertado utilizar el término de etnia. 

La biología ha demostrado que los seres humanos son 99,9% idénticos genéticamente independientemente de la etnia, apariencia física o lugar al que pertenezcan. Todo lo descrito en el texto conduce a la conclusión de que las discriminaciones por raza o lugar de nacimiento no se sostienen, pues las sociedades humanas han sido históricamente migrantes y la biología ha demostrado con creces que la única raza que existe es la raza humana.

De esta forma, lo expuesto en los párrafos anteriores indica como las concepciones racistas se sostienen sobre construcciones y estereotipos socialmente establecidos, que bien fueron justificados por la ciencia de su época, pero que, en gran parte, interesaba que fuera así para justificar la cantidad de acciones detestables que los países occidentales y la civilización realizó frente a los demás pueblos o etnias que consideraba inferiores desde un punto de vista biológico, y que todavía hoy se siguen realizando en mayor o menor medida.

El nordicismo como génesis del supremacismo blanco actual

El nazismo se basó en el supremacismo blanco y en el racismo. Autor: Schwan, 19/07/1941. Fuente: Bundesarchiv, Bild 183-2006-0315-500 (CC BY-SA 3.0)
El nazismo se basó en el supremacismo blanco y en el racismo. Autor: Schwan, 19/07/1941. Fuente: Bundesarchiv, Bild 183-2006-0315-500 (CC BY-SA 3.0)

El racismo biológico acabó siendo uno de los pilares fundamentales de los fascismos del siglo XX y de grupos de extrema derecha de la época. Existieron diversas clasificaciones sobre las razas humanas que acabaron justificando puntos de vista ideológicos que fundamentaron el supremacismo blanco.

Una de las tesis originarias que influyeron notablemente en el supermacismo blanco reflejado en organizaciones como el Ku Klux Klan o el nazismo alemán fue el nordicismo o teoría nórdica. Una teoría que instrumentalizada en modelo antropológico del siglo XIX principios del XX, describiendo una división de los pueblos europeos en tres razas que englobaban la raza caucásica: raza nórdica, alpina y mediterránea.

El nordicismo fue adoptado por las corrientes supremacistas blancas europeas y estadounidenses de la época, argumentando que la raza nórdica era la más avanzada dentro de las poblaciones humanas. Esta premisa (y otras) fue posteriormente reapropiada por la ideología nacionalsocialista promovida por Adolf Hitler para elaborar su relato sobre el supremacismo de una supuesta raza que conservaría el máximo grado de pureza, la «raza aria».

De hecho, numerosas sociedades secretas fundadas por élites económicas y políticas ancladas en el lado derecho del espectro político sostuvieran estas y otras teorías raciales, aprovechadas más tarde por el partido nazi. Anton Drexler, fundador del Partido Obrero Alemán (DAP), germen del futuro partido nazi, era miembro de una de estas sociedades, la Sociedad Thule, cuyo logotipo era, de hecho, una esvástica.

Por otra parte, en Estados Unidos el mayor representante intelectual del nordicismo fue Madison Grant. Este abogado y autor ultraconservador defendió la necesidad de políticas antinmigración, argumentando que los flujos migratorios de europeos del sur y el este eran grupos poblaciones pertenecientes a una raza inferior y por ello había que limitar su entrada.

La obra de Grant defendía la eugenesia. Es decir, la mejora de la especie a través de la intervención humana en la reproducción de la especie usando métodos selectivos, como la segregación o la esterilización.

De esta forma, Grant atribuía que los más importantes avances de la especie humana se debían a logros exclusivos de la raza nórdica, siendo necesario utilizar las nombradas políticas de eugenesia para evitar el mestizaje con otras razas inferiores como los italianos, los griegos, los portugueses, los españoles y los eslavos, los cuales presentaba como razas de segunda categoría.

Cabe añadir que el antisemitismo de Grant era muy acentuado y consideraba a los judíos como uno de los estadios más bajos de las razas humanas junto a los negros. El antisemitismo, de hecho, fue muy utilizado también en los fascismos de principios del siglo XX, hasta el punto de llevar a cabo una persecución y asesinato sistemático durante la Alemania Nazi entre 1933 y 1945 en lo que se conoce como Holocausto.

Surgimiento del birracialismo, el arianismo y el nacionalismo blanco

Manifestantes anti-inmigrantes en Calais sostienen una pancarta que dice "La diversidad es una palabra clave para el genocidio de los blancos". Autor: Jérémy-Günther-Heinz Jähnick , 08/11/2015. Fuente: Wikimedia Commons
Manifestantes anti-inmigrantes en Calais sostienen una pancarta que dice «La diversidad es una palabra clave para el genocidio de los blancos». Autor: Jérémy-Günther-Heinz Jähnick , 08/11/2015. Fuente: Wikimedia Commons

La obra de Madison Grant ganó mucha popularidad en Alemania. Adolf Hitler y el nacionalsocialismo construyeron su relato de la raza aria en relación a este tipo de concepciones, donde los nórdicos se relacionaban con el mayor escalafón de pureza ario, aunando las teorías sociolingüísticas sobre la existencia de una hipotética lengua común de todos los pueblos caucásicos (el protoindoeuropeo) utilizada por una etnia que estaría en el origen dichos pueblos, con teorías pseudocientíficas basadas en la supuesta superioridad de la «raza» que utilizaba dicha lengua.

De esta manera, el nordicismo dio paso al arianismo en la Alemania Nazi, doctrina que distintos ideólogos nazis como Alfred Baumler desarrollaron a través de un racismo biológico que justificaba en una especie de darwinismo social la dominación de la raza aria sobre otros pueblos justificada por una supuesta superioridad biológicaigual que los seres vivos más aptos son los que prevalecen, las sociedades “superiores” deben prevalecer, haciendo desaparecer al resto. La dominación es, pues, el resultado natural debido a una mayor capacidad de unos pueblos sobre otros y, por lo tanto, no debe impedirse.

Sin embargo, en Estados Unidos la tesis del nordicismo fue perdiendo popularidad frente al birracialismo. Esto se debió al contexto surgido después de la Primer Guerra Mundial (1914 – 1918), donde la emigración de flujos poblaciones de estadounidenses afrodescendientes hacia las ciudades industriales del norte propició el surgimiento de una nueva concepción racista que se centraba sobre todo en la discriminación hacia la población negra.

El historiador, publicista y abogado estadounidense Lohtrop Stoddard fue quien acuñó el concepto de birracialismo para apuntar a esta nueva concepción racista que abandonaba la consideración de las diferencias raciales entre la población blanca y se centraba en la distinción entre negros y blancos.

El birracialismo ha sido una de las principales argumentaciones racistas de organizaciones como el Ku Klux Klan, grupo dedicado a la persecución de la población negra tras la abolición de la esclavitud en 1865. Es más, el propio Lothrop Stoddard fue un miembro destacado del KKK e incluso conoció personalmente a altos cargos nazis como Heinrich Himmler (el jefe de las SS), Joachim Von Ribbentrop (Ministro de Exteriores) o el propio Adolf Hitler.

No obstante, el birracialismo adoptado por organizaciones terroristas de extrema derecha como el Ku Klux Klan ha servido para desarrollar el denominado nacionalismo blanco. Este tipo de nacionalismo racista en ocasiones se confunde con el propio supremacismo blanco, pero cabe añadir que son conceptos distintas.

Es decir, mientras que el supremacismo blanco defiende que las personas blancas son superiores como raza a las demás etnias no blancas y, por tanto, tienen derecho a dominar sobre los demás, el nacionalismo blanco busca un estado-nación que asegure la supervivencia de la raza blanca y de las culturas ligadas históricamente a estas comunidades, mezclando de esta manera un nacionalismo que se apoya tanto en un racismo biológico como cultural.

Asimismo, los nacionalistas blancos argumentan que la población blanca debe luchar por mantenerse con el poder en sus países, dominando los ámbitos políticos, económicos y culturales que le corresponden. Así pues, articulan desde un génesis biológico una justificación de ostentar el poder en los demás ámbitos sociales.

Además, los nacionalistas blancos argumentan que el mestizaje entre razas, la mezcla de culturas, la inmigración o las bajas tasas de natalidad de la población blanca son amenazas que ponen en peligro la población caucásica, incluso llegan a utilizar el término genocidio blanco. De esta forma, se oponen con fuerza tanto a la inmigración, como a la integración y al multiculturalismo.

Actualmente, lo cierto es que estas premisas se suelen dar en grupos abiertamente neofascistas relativamente fáciles de identificar. Sin embargo, la dimensión del racismo cultural, la defensa de la cultura nacional, de la tradición y el presentar la diversidad como una amenaza es un rasgo altamente diferencial de muchos discursos ultraconservadores o de la nueva derecha radical alt-right.

Richard B. Spencer, uno de los principales difusores del supremacismo blanco en Estados Unidos. Autor: Vas Panagiotopoulos, 19/11/2016. Fuente: Flickr (CC BY 2.0)
Richard B. Spencer, uno de los principales difusores del supremacismo blanco en Estados Unidos. Autor: Vas Panagiotopoulos, 19/11/2016. Fuente: Flickr (CC BY 2.0)

De hecho, uno de los máximos exponentes de la alt-right, es Richard B. Spencer, conocido divulgador de ideas supremacistas, director del Instituto de Política Nacional (NPI), un think tank dedicado a divulgar el nacionalismo blanco, y presidente de la editorial Washington Summit Publishers. El nacionalismo blanco también es denominado identitarismo, y es una de las ideas que más están influyendo en las corrientes ultraderechistas actuales.

Factores que delatan el supremacismo blanco en la actualidad

Aunque el racismo biológico ha perdido popularidad y es únicamente utilizado como argumento por grupos neofascistas, la nueva derecha radical ha sabido articular un discurso en base a la defensa de la cultura de la nación, una cultura que en muchos casos está ligada a las tradiciones de la población blanca, sobre todo en países occidentales, donde históricamente la población caucásica ha sido predominante.

El expresidente Donald Trump, por ejemplo, articulaba agresivos discursos en contra de la población musulmana y latinoamericana. Sin embargo, su discurso, aunque claramente racista y xenófobo, no lo era desde un punto de vista biologicista, sino que se centraba en el plano cultural, describiendo a la la cultura latinoamericana o islámica como antagónicas a la cultura cristiana occidental blanca y norteamericana.

Neonazi canadiense con la bandera “Orgullo Blanco en todo el mundo” y la Cruz Celta. Autor: Thivierr, 25/08/2007. Fuente: Filckr (CC BY-SA 2.5)
Neonazi canadiense con la bandera “Orgullo Blanco en todo el mundo” y la Cruz Celta. Autor: Thivierr, 25/08/2007. Fuente: Filckr (CC BY-SA 2.5)

De esta manera, expresiones o argumentos como que los latinoamericanos, los musulmanes o los afroamericanos son más propensos a cometer crímenes, agresiones y en general ser protagonistas de problemáticas sociales (como argumentaba Trump) esconden detrás una visión supremacista blanca de la humanidad, sus poblaciones, sus etnias y su diversidad.

La Liga Antidifamación es una organización judía fundada en los Estados Unidos con el objetivo de investigar el fenómeno del neofascismo a nivel mundial. Según La Liga Antidifamación en un informe publicado en el año 2015 sobre la extrema derecha y el neofascismo, se pueden distinguir cinco pilares argumentativos que pueden ayudar a detectar discursos abiertamente supremacistas:

1. Argumentar que la especie humana se divide en razas y no en etnias o grupos poblacionales separados históricamente pero biológicamente iguales.

2. Las personas blancas tienen el derecho a dominar y gobernar sobre otras razas.

3. Los blancos deberían vivir en espacios exclusivos para su raza.

4. La cultura blanca es superior y debe ser protegida de las culturas de otras razas, pues puede ser corrompida y estar en peligro.

5. Genéticamente los blancos son superiores al resto de razas (se suele usar el argumento de que son más inteligentes).

En definitiva, aunque el supremacismo blanco en sus términos más extremos esté encasillado en una primera instancia en grupos abiertamente neofascistas, se pueden encontrar grandes remisiones a este discurso y cosmovisión en gran parte de la ultraderecha mundial, mucha de ella en los parlamentos desde hace años.

Sin ir más lejos, el líder del partido de extrema derecha español Vox, Santiago Abascal, enarbolada un discurso abiertamente en contra del multiculturalismo, haciendo referencia a la diversidad cultural como una potencial amenaza, un rasgo claramente distintivo de racismo cultural.

Por tanto, es evidente la necesidad existente de entender la historia y las ideologías que se esconden detrás del racismo que enarbola la ultraderecha mundial, un racismo que cada vez se camufla mejor en los discursos pero que bebe directamente del supremacismo, del racismo biológico y del racismo cultural, unas ideologías y discursos con millones de muertos a sus espaldas, es por esto que existe la necesidad de dejarlo Al Descubierto.

«Los hombres blancos se levantaron por mero instinto de conservación… hasta que, finalmente, vino a la existencia un gran Ku Klux Klan, un genuino imperio del Sur, para proteger la tierra sureña» — Palabras del presidente Woodrow Wilson citadas en El nacimiento de una nación
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Enlaces, fuentes y bibliografía:

– Foto de portada: Afroamericano bebiendo de una fuente asignada a personas negras. Fuente: United States Library of Congress’s Prints and Photographs division

Álvaro Soler

Articulista. Sociólogo y gestor medioambiental, con suerte de poder compartir vocación y formación. Las Ciencias Sociales son una parte muy importante de mi vida. Considero la divulgación a través de la sociología como una gran herramienta para destapar las injusticias sociales y arrojar luz sobre la actualidad diaria contribuyendo así a ser un poco más libres y justos.

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