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Los talibán declaran la victoria y el fin de la guerra en Afganistán tras la conquista de Kabul

El mulá Baradar Akhund, jefe de la oficina política de los insurgentes y número dos de la milicia islamista, declaró el fin de la guerra de Afganistán con la victoria de los talibán, un logro inesperado por su rapidez y que se completó el domingo con la huida del presidente de Afganisán, Ashraf Ghani, y la toma de Kabul, la capital del país, que fue ocupada sin resistencia, instaurando el Emirato islámico, como así lo denominan los insurgentes.

«Hemos alcanzado una victoria que no se esperaba (…) debemos mostrar humildad ante Alá», dijo en un mensaje en vídeo en la primera declaración pública de un líder talibán tras la conquista del país. «Ahora se trata de cómo servimos y protegemos a nuestra gente, y de cómo aseguramos su futuro, para ofrecer una buena vida lo mejor que podamos», añadió en un mensaje recogido por la Agencia Efe.

En el primer día del país bajo el control de los talibán, la seguridad de la capital afgana y la mayor parte del país amaneció en manos de los insurgentes que patrullan las calles y controlan el movimiento de personas. «El Emirato Islámico ha ordenado a sus muyahidines y una vez más reitera que nadie puede entrar en la casa de nadie sin permiso. La vida, la propiedad y el honor de nadie serán dañados, estos deben ser protegidos por los muyahidines», dijo en Twitter el portavoz talibán Suhail Saheen.

Conquista de Afganistán en cuestión de semanas

La caída de Afganistán ocurrió en cuestión de semanas, después de que en mayo las fuerzas de Estados Unidos y de la OTAN comenzaran la fase final de la retirada del país, entregando todas sus bases militares al gobierno afgano. El ya expresidente Ashraf Ghani responsabilizó hace semanas a la administración de Joe Biden de la crisis del país que, aseguró, es el resultado de la salida abrupta de las tropas internacionales, y el proceso de paz coordinado por Estados Unidos, para la reconciliación que se basó en «teorías inmaduras», dijo. Poco antes de la toma de Kabul, los talibán habían conseguido tomar hasta 26 capitales de provincia en pocos días, dejando únicamente 8 en manos del gobierno legítimo.

Tras huir en secreto del país y sin una renuncia pública, Ghani aseguró anoche en un comunicado que abandonó el poder «para evitar un derramamiento de sangre», ya que, según el, las tropas insurgentes estaban dispuestas a utilizar la fuerza para derrocarlo.

Tras su partida, un grupo de líderes políticos constituyó el Consejo de Coordinación para la transición del poder a manos de los talibanes, integrado por el expresidente afgano Hamid Karzai, el presidente del Consejo Superior para la Reconciliación, Abdullah Abdullah; y el líder del partido Hizb-e-Islami y ex señor de la guerra, Gulbuddin Hekmatyar. Sin embargo, aunque los talibán se han mostrado favorables a una transición pacífica, de momento no han dado detalles de cómo será este proceso de transición o la toma del poder.

Pánico en el aeropuerto de Kabul

Con la conquista del país por parte de los talibán, miles de personas desesperadas por huir de Afganistán intentan abordar vuelos de repatriación en el primer día del país bajo el control de los talibanes.

La marea de gente comenzó a llegar desde anoche al aeropuerto internacional Hamid Karzai, con muchos de ellos sin ni siquiera documentos de viaje o visado, dejando escenas de auténtica angustia y pánico, después de que los insurgentes entraran en la ciudad.

De momento, parece que ni las fuerzas de seguridad afganas ni los combatientes talibanes han asumido la seguridad del aeropuerto. La marabunta de gente, que incluso ha intentado subirse al avión en marcha, ha dejado decenas de personas golpeadas, entre ellos niños, que se lanzan unas sobres otras para llegar a la pista, donde permanecen algunos aviones programados para la evacuación de ciertas personas extranjeras. Los vuelos y el espacio aéreo están suspendidos.

Se han reportado disparos y, al menos, dos personas fallecidas, supuestamente tras caer de uno de los aviones. Por su parte, el Departamento de Estado de Estados Unidos dijo haber «completado» el proceso para transportar al aeropuerto a los aproximadamente 4.000 empleados de su embajada en Kabul. La embajada ha reiterado su alerta para las personas que esperan ser repatriadas, para que no se acerquen al aeropuerto debido a la frágil seguridad de la zona, y que permanezcan resguardados hasta que les avisen.

Talibán, el grupo islamista que regresa al poder en Afganistán veinte años después

Los talibán son un grupo que dominó la gran mayoría de Afganistán entre 1996 y 2001 tras entrar en la capital por la fuerza para instaurar un emirato islámico. Durante su dominio, se denunciaron violaciones a los derechos humanos y especialmente contra los derechos de las mujeres. Durante los últimos veinte años, tras su caída por la invasión militar de la OTAN en 2001, permanecieron aislados y en las sombras en zonas remotas del país, pero combatieron contra el Gobierno afgano y las tropas internacionales, acrecentando su influencia poco a poco.

Pero, ¿de dónde vienen? Los primeros documentos que revelan el uso del nombre de «talibanes» por parte de grupos armados proceden de los primeros años de la década de los 90 del siglo XX. Entonces, Afganistán era un estado totalmente fallido tras años de guerra contra la Unión Soviética y conflictos internos en los que varios señores de la guerra se repartían el poder.

La Unión Soviética trató desde 1980 establecer un gobierno socialista que girara en la órbita de Moscú. Para ello, la URSS invadió militarmente el país intentando establecer rápidamente un régimen favorable, pero se encontraron con una feroz resistencia que devino en enormes pérdidas materiales, sociales y políticas, lo que culminó con su retirada poco antes de su disolución.

Los antiguos soldados muyahidines que lucharon contra la invasión soviética se establecieron en las bases de lo que posteriormente serían los talibán. Este nombre se traduce como “estudiante religioso” y sigue una doctrina islamista modernista combinada con una profunda ortodoxia en la que se condena la “anarquía”, el “libertinaje” y la “influencia occidental”.

Esta doctrina es básicamente seguida por los pastunes, la etnia mayoritaria en Afganistán que tiene su presencia en el sur y centro del país. Sin embargo, otras minorías étnicas de Afganistán, especialmente del norte, no se muestran especialmente partidarias de esta doctrina.

Los talibán recibieron el apoyo de la OTAN para hacer frente a la URSS y, más tarde, de Arabia Saudita y Pakistán, creciendo su poder exponencialmente entre 1994 y 1996. Su primer gran éxito se dio en 1994 con la conquista de Kandahar, la ciudad más grande al sur de Afganistán. Finalmente, en 1996, expulsaron a las tropas de Ahmed Shah Massoud e instauraron el Emirato islámico bajo el mandato del mulá Mohammed Omar.

Un régimen teocrático totalitario y ortodoxo

Entre 1996 y 2001, los talibán establecieron un gobierno teocrático, dictatorial y con una interpretación ortodoxa de la ley islámica. Si bien consiguieron eliminar en buena medida la inestabilidad del país, abordaron ciertos problemas estructurales y recondujeron la situación de ruina de Afganistán, impusieron normas legales totalmente dictatoriales que restringieron considerablemente los derechos y libertades básicas.

Las mujeres sufrieron especialmente esta restricción de derechos. Pasaron a estar completamente relegadas a un papel testimonial y a las tareas domésticas, apartadas de la vida pública. Se les prohibió realizar cualquier actividad laboral o académica, salir de sus casas sin estar acompañadas de un hombre y debían vestir con el hiyab.

A estas restricciones se suman los castigos y las penas por adulterio, que resulta en una ejecución pública, o el robo, que es castigado con la amputación pública de una mano. Además, también se impusieron límites a la libertad de expresión y a las expresiones culturales artísticas. Por supuesto, las libertades políticas fueron totalmente suprimidas.

Sin embargo, la atención internacional al suceso solo cobró relevancia cuando Afganistán empezó a acoger a terroristas, que culminó con los atentados de las Torres Gemelas del 11 de septiembre de 2001 por parte del grupo Al-Qaeda, lo que derivó en la invasión del país bajo la operación «Libertad Duradera». La OTAN, aliándose con los grupos de resistencia que quedaban en el norte del país, consiguieron deponer a los talibán en apenas unos meses.

Tras miles de millones de dólares invertidos, una gran presencia militar y dos décadas de conflictos armados, con atentados a civiles incluidos, se puede concluir que la supuesta operación de la OTAN para estabilizar el país ha resultado un auténtico desastre. La occidentalización del país, la incapacidad de resolver las desigualdades sociales, la corrupción alrededor de Kabul, la constante presencia de extranjeros en la zona… no hizo sino aumentar progresivamente el apoyo a los talibán hasta que la situación se ha vuelto insostenible. Un desastre que algunos califican de farsa.

La vuelta del fundamentalismo islámico de los talibán ha hecho temer de nuevo por sus vidas no solo a políticos, diplomáticos, militares o extranjeros, sino a las minorías étnicas de Afganistán y a las mujeres, un fundamentalismo que ya aplicaban en las zonas ocupadas y cuyos relatos ahora se están rescatando: humillaciones en público, represión, palizas, latigazos…

Zarifa Ghafari, la primera alcaldesa de Afganistán, es una de esas mujeres que ahora temen incluso por su vida, mientras que otras asumen que van a tener que dejar atrás todo lo que han conseguido a lo largo de su vida para obedecer las nuevas directrices de los talibán.

Enlaces y fuentes:

– Foto de portada: Milicias talibán. Autor: isafmedia, 28/05/2012. Fuente: Flickr (CC BY 2.0)

Adrián Juste

Jefe de Redacción de Al Descubierto. Psicólogo especializado en neuropsicología infantil, recursos humanos, educador social y activista, participando en movimientos sociales y abogando por un mundo igualitario, con justicia social y ambiental. Luchando por utopías.

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