Cultura

‘El triunfo de la voluntad’: así manipulaba el nazismo a la sociedad alemana

Probablemente, los líderes mundiales siempre han hecho uso de la imagen para realzar su figura, además de para hacerla más popular. Así, por ejemplo, ya Alejandro Magno tenía esta pretensión, por lo que ordenó que las monedas llevaran su rostro con el objetivo de que mediante el comercio su cara fuera reconocida en prácticamente cualquier lugar del mundo. Esta tendencia más tarde fue seguida por otros líderes y representantes públicos hasta el día de hoy.

De hecho, con el paso de los siglos y el desarrollo de la tecnología, esta tendencia histórica se acrecentó, empleándose primero la prensa, después la radio y más tarde los vídeos como medio de promoción y publicidad. De esta forma, durante el siglo XX, son comunes los documentales sobre diversos líderes, los cuales se realizaban a petición de ellos mismos, dado que consideraban que sería positivo para su imagen.

Respecto a esto último, probablemente el mejor ejemplo sea el documental “El triunfo de la voluntad”, realizado por Leni Riefenstahl en 1935 para el régimen nazi a petición expresa del propio Adolf Hitler. Así, a la propia autora del film se le atribuyen las siguientes declaraciones, que se encuentran en las memorias que redactó años después:

Poco después de su llegada al poder, Hitler me mandó llamar y me explicó que quería un filme acerca de un Congreso del Partido y que quería que yo lo hiciera. Mi primera reacción fue decir que yo no sabía nada acerca del modo en que funcionaba una cosa así o acerca de la organización del Partido, de modo que fotografiaría las cosas equivocadas y no complacería a nadie, aun suponiendo que pudiera hacer un documental, lo que nunca había hecho antes.

Hitler dijo que era por esto exactamente por lo que quería que yo lo hiciera: porque cualquiera que supiera todo acerca de la importancia relativa de las personas y grupos y demás podría hacer un filme pedante y exacto, pero que esto no era lo que él quería.

Él quería un filme que mostrara el congreso desde un ojo no experto que seleccionara solo lo que fuera artísticamente satisfactorio; en términos de espectáculo, supongo que se puede decir. Él quería un filme que movilizara, atrajera, impresionara a una audiencia que no estaba necesariamente interesada en la política.

Leni Riefenstahl

En consecuencia, lo que se observa en «El triunfo de la voluntad» es un reportaje donde tiene un lugar predominante la estética. Cabe destacar, además, que el documental se grabó en Nuremberg en el año 1933, tratándose del primer gran congreso del Partido Nacional Socialista Obrero Alemán (por sus siglas en alemán NSDAP o, simplemente, Partido Nazi) desde su ascenso al poder. Por lo tanto, a pesar de que el documental es una oda al nazismo, ha servido a académicos para analizar no solo las características del nazismo en sí, sino también sus rasgos comunicativos fundamentales.

La acción tiene lugar concretamente del 5 al 10 de septiembre. El protagonista principal es Adolf Hitler. Otros protagonistas son los altos jerarcas nazis: Martin Bormann, Josef Gobbels, Hermann Goering, Rudolf Hess, Heinrich Himmler, etc. También son protagonistas los 52.000 militantes del partido nazi que participan en las manifestaciones con uniformes paramilitares y la población civil de la ciudad, que asiste en las calles o desde las ventanas a los desfiles, paradas militares y demás actos públicos que tienen lugar en las calles, a modo de extras

Una aproximación a «El triunfo de la voluntad»

El documental empieza con una suerte de prólogo, siendo éste el único comentario que se realiza más allá de los discursos de los dirigentes nazis y del propio Hitler. En el prólogo, se señala lo siguiente:

El 5 de septiembre de 1934, … 20 años después del estallido de la Guerra Mundial… 16 años después del comienzo de nuestro sufrimiento … 19 meses después del inicio del renacimiento alemán… Adolf Hitler voló otra vez a Núremberg a inspeccionar las columnas de sus fieles seguidores

El triunfo de la voluntad, 1935

Ya en el comienzo, se ve que la voluntad del documental no es meramente descriptiva sino que, por el contrario, pretende crear un aura determinada y situar al que lo ve en un contexto determinado: la situación de asedio que presuntamente habría sufrido Alemania tras la Primera Guerra Mundial, y que serviría de justificación para la política expansionista que llevarían a cabo los nazis en los siguientes años.

Nuremberg durante "El triunfo de la voluntad". Autor: Georg Pahl, 1934. Fuente: Bundesarchiv, Bild 102-04062A (CC BY-SA 3.0)
Nuremberg durante «El triunfo de la voluntad». Autor: Georg Pahl, 1934. Fuente: Bundesarchiv, Bild 102-04062A (CC BY-SA 3.0)

Esto encaja con la propia retórica del partido nazi, que se apoyó en el descontento social que existía tras haber perdido Alemania la Primera Guerra Mundial y las exigencias que las potencias ganadoras habían hecho al país y que se describían en el Tratado de Versalles.

El documental en sí empieza con un plano de una avioneta sobrevolando un cielo con nubes. Éstas impiden ver la ciudad que se esconde bajo, lo que le da un halo de misterio. Por su parte, la avioneta, por su posición en el espacio, da una sensación de distanciamiento, de superioridad de aquellos que están en ella con respecto a la ciudad que tienen a sus pies.

Poco a poco, la avioneta empieza a descender y permite observar por unas escenas la arquitectura alemana y algunas de sus gloriosas edificaciones. Con esto, el objetivo del film es doble:

Por una parte, se pretende mostrar una continuidad con el pasado basado en la historicidad de los edificios y, por la otra, engrandecer al pueblo alemán a partir de la belleza de sus documentos.

También es bastante conocida la escena que se da justo a continuación, en la que se ve la sombra de la avioneta sobrevolando la ciudad, lo que se puede entender como la enorme sombra del guía Adolf Hitler y del partido nazi, vigilante siempre de lo ocurrido en la nación alemana.

Posteriormente, se le dota de humanidad al documental enfocando a las masas esperando el aterrizaje del gran líder, mostrándose éstas altamente homogéneas en contraposición a la clara diferenciación con respecto a Hitler.

Ya al bajar de la avioneta, se puede ver que Hitler va acompañado, entre otros, por Goebbels, quién destacaría por ser su Ministro de Propaganda y su mano derecha durante la mayor parte del totalitarismo nazi, e incluso antes.

A estas alturas, ya se hace latente la masificación del pueblo frente a la singuralización de los líderes. También se observa durante estas secuencias el grupo paramilitar de los camisas pardas, las SA o «sección de asalto» que ocupan un lugar preeminente, lo que da fe de su importante posición en el movimiento nazi, por lo menos en aquel momento.

Además, esto también es una muestra del rearmame que estaba ya realizando Alemania con Hitler, el cual se contraponía al Tratado de Versalles, que imponía una serie de condiciones que tenían como fin que Alemania jamás volviese a ser una potencia militar, tales como la obligación de reducir el número de efectivos o limitaciones en cuanto a la fábrica de armas y material militar.

Así, en estas primeras escenas tras bajar de la avioneta, se muestra al Führer aclamado por las masas, las cuales era capaz de dirigir y conmover a placer.

También sorprende el culto a la juventud que realizaban los nazis, el cual se distingue entre la muestra de imágenes de robustos adultos jóvenes que representan la fortaleza y las imágenes de niños pequeños, que pretenden dotar de una cierta inocencia al movimiento, además de proyección de cara al futuro. Esto era también muy característico de la propaganda nazi, que intentaba relacionar al movimiento con valores positivos: fortaleza, juventud, vigor, descendencia…

Ya la noche antes del día central del Congreso, en el que realiza el discurso Hitler, se puede ver un impresionante juego de cámaras, en las que se contrapone la oscuridad general de la escena con la iluminación que ofrecen las antorchas, con el fuego como símbolo de la pasión y la fuerza. Esta escena acaba con el amanecer hacia el nuevo día, que representa el resurgir del pueblo alemán.

En la mañana, se ve a los nazis salir de las tiendas en las que pasaron las noches alojados, las cuales eran todas exactamente iguales, lo que vuelve a reforzar la imagen de unidad de los nazis en el film. Posteriormente, se les ve preparando el desayuno, lo que después de los elementos magníficos vistos en la primera parte del documental dota de una mayor cotidianidad y naturalidad a la empresa y espíritu nazis. Además, se ve una relación fraterna entre todos ellos, lo que resalta el espíritu de hermandad entre los alemanes que se pretendía reforzar. La unidad y la disciplina eran valores inherentes al nazismo, y también al fascismo en sí mismo.

También durante esa mañana se ve a mujeres con atuendos y símbolos clásicos, volviendo a incidir en el idea de que el proyecto nazi no supone una ruptura con el pasado sino todo lo contrario, su glorificación.

En este mundo que se presenta en «El triunfo de la voluntad» como profundamente humano, aparece Hitler entre las masas, quien saluda primeramente a los cuadros del partido nazi, en clara muestra de la cercanía de éste con respecto a su militancia. A Adolf Hitler se le presenta en todo momento como un líder fuerte, casi divino, pero también afable, cercano y comprensivo.

Ya en el salón de actos, se ven los discursos de otros importantes dirigentes, los cuales pretenden, sin quitar protagonismo a Hitler, dar fe de la existencia de otras personas competentes para desarrollar el proyecto que se pretendía llevar a cabo. Siempre bajo la atenta mirada del Fürher, el nazismo se presenta como inherente a un equipo de personas capaces, disciplinadas, coherentes y preparadas para sacar a Alemania de la ruina a la que ha sido llevada por la débil e ineficaz democracia y, por supuesto, por sus enemigos: el marxismo y la población judía.

Además, durante el transcurso de los diversos discursos que se dan se observa una gran cantidad de símbolos nazis, entre los que destacan principalmente las banderas, las cuales juegan un papel de representación individualizada de toda una colectividad. El simbolismo, de hecho, es una constante de los movimientos ultraderechistas, así como la uniformidad y la creación de una suerte de «marca corporativa» que, además, suele estar relacionada con mensajes subliminales u ocultos.

Al subirse por primera vez Hitler a dar un discurso, es relevante la imagen de la masa a oscuras en contraposición a un Hitler muy iluminado, simbolizando la luz después de la larga noche pasada por los alemanes tras la Primera Guerra Mundial. Se puede escuchar la voz de Hitler, potente y firme, además de la gran gesticulación por la que siempre se caracterizó. A su vez, también se observa la capacidad de Hitler para movilizar a las masas, o al menos es lo que intenta transmitir «El triunfo de la voluntad» con estas escenas.

Finalmente, tras unas escenas en las que se vuelve a mostrar la perfecta organización de los grupos humanos vinculados al nazismo, se produce el último discurso de Hitler.

En este famoso speach, Hitler aduce los motivos por los que es necesario el movimiento nacionalsocialista que él tiene el honor de liderar, centrando su discurso en el objetivo de conmover y emocionar a las masas, enfocándose no tanto en propuestas políticas concretas como en la capacidad de crear un nuevo sentido común en la nación alemana, capaz de justificar y aclamar las acciones que se estaban llevando a cabo.

También son relevantes las referencias veladas a los judíos y a la supresión de otros partidos, las cuales si bien no se muestran durante el discurso totalmente claras, sí que lo son suficientemente como para poder entrever ya las intenciones de los nazis de lo que posteriormente harían.

Además, este discurso también se puede considerar la culminación de un ejercicio de demostración de fuerza, ya que durante este congreso Hitler fue capaz de movilizar a más de 50.000 efectivos, los cuales se encontraban la mayoría en este discurso final, dando la sensación de hegemonía absoluta tras su ascenso al poder.

Los elementos de un discurso que se prolonga durante unos 10 minutos en un documental que dura alrededor de casi dos horas, han sido muy estudiados. Las apelaciones constantes a la unidad, a la nación, a cuestiones emocionales, a la superioridad… marcaron un hito en la forma de hacer política.

«El triunfo de la voluntad»: un despliegue de medios

Por lo que hace a la realización de «El triunfo de la voluntad», sin duda alguna su objetivo es el de exaltar la figura de Adolf Hitler, ayudándose de todas las herramientas de sonido, iluminación, composición, perspectiva y montaje que se tenían a su disposición. Además, según se puede documentar, se contaba con un equipo profesional de 120 técnicos, 30 cámaras y un numeroso material técnico que permite filmar los planos elevados que se observar durante el conjunto del documental.

Joseph Goebbels y Leni Riefenstahl. Autor: Rolf Lantin, 1937. Fuente: Bundesarchiv, Bild 183-S34639 (CC BY-SA 3.0)
Joseph Goebbels y Leni Riefenstahl. Autor: Rolf Lantin, 1937. Fuente: Bundesarchiv, Bild 183-S34639 (CC BY-SA 3.0)

Gracias a todo esto, y de la mano de la directora Leni Riefenstahl, se consigue una narración visual con un gran ritmo, la cual consigue captar la atención del espectador a través de la combinación de planos y secuencias rápidas con el detenimiento en escenas a las que se dota de una mayor importancia.

No obstante, lo más relevante de la filmación es que, a pesar de todos estos medios técnicos, se puede observar una enorme cantidad de planos desenfocados, produciéndose esto por la voluntad de primar la sensación de humanidad y la naturalidad a la perfección técnica, esto es, no buscar la excelencia técnica sino el ofrecer un contenido lo suficientemente contundente. En consecuencia, se pusieron escenas mal grabadas debido a su potencial emotivo.

Leni Riefenstahl está considerada una figura muy controvertida dentro de la historia del cine. Por un lado, sus películas sirvieron de propaganda del incipiente nacionalsocialismo, contribuyendo al horror en que se tradujo después y cuyas consecuencias perduran hasta el día de hoy. Por otro lado, no se puede negar que su creatividad y sus ideas innovadoras le abrieron un hueco en un mundo entonces mucho más masculinizado que ahora.

La directora dirigió un año más tarde Olympia, el primer largometraje filmado en unos Juegos Olímpicos. Se utilizaron técnicas fílmicas avanzadas que, más tarde, se convirtieron en estándar de la industria cinematográfica, tales como ángulos de cámara inusuales, cortes abruptos, primeros planos extremos o fijación de cámaras en el estadio para filmar al público (el llamado «travelling»). Pero, por supuesto, fue utilizada con fines propagandísticos para el gobierno de Hitler.

Por todo ello, la conocida como «Directora del Reich» sigue siendo una figura muy controvertida. Aunque llegó a ganar más de 50 casos por difamación tras la caída de la Alemania Nazi por las acusaciones de estas relacionada con el nazismo, muchos historiadores coinciden en que, sin ella, el Holocausto no habría sido posible.

En su ensayo Fascinante fascismo (Fascinating Fascism) de 1975, Susan Sontag escribió: «Los que defienden las películas de Riefenstahl como documentales, si el documental se distingue de la propaganda, están siendo poco sinceros. En El triunfo de la voluntad, el documento (la imagen) no es solo el registro de la realidad; la “realidad” fue construida para servir a la imagen».​

El crítico de cine Jürgen Trimborn opinó en su biografía de la cineasta: «Ningún documental sobre el nacionalsocialismo hoy puede prescindir de las imágenes de El triunfo de la voluntad. Ninguna otra película ha dado forma a nuestra idea visual de lo que era el nacionalsocialismo tan profundamente como ella».

Martin Loiperdinger, profesor de Ciencias de la Información, valoró de una manera diferente: «[El triunfo de la voluntad representa] una fuente histórica única, pero no solo para el nacionalsocialismo como realmente era, sino como documento de cómo le gustaba verse el nacionalsocialismo».

Por lo que hace a la banda sonora, producida por Herbert Windt, encaja perfectamente con lo que pretende transmitir el documental, proporcionando un aura de misticismo al movimiento nazi. A esto se le debe sumar, además, el canto de algunos himnos nazis y canciones tradicionales, lo que junto a algunos cortes musicales de Richard Wagner, máximo representante de la música alemana y simpatizante del nazismo, dota al film de una gran autoridad por su trasfondo histórico y un enorme potencial por sus demostraciones de fuerza.

Conclusiones

A modo de conclusión, cabe considerar que se trata de una gran obra de cine, la cual fue de las primeras en ventas durante el año de su salida en distintos países europeos como Francia o Inglaterra, lo que contribuyó a que dentro del Viejo Continente no se tuviera una imagen excesivamente mala del nazismo durante sus primeros estadios. Tal y como es evidente, se trata de una potente muestra de cómo el contenido audiovisual, así como el arte en general, puede ser manipulado y puesto al servicio de causas monstruosas.

Por todo ello, por su valor histórico, por su calidad, por los medios desplegados, por su contexto y por lo que significó después, «El triunfo de la voluntad» está considerado el mejor documental de propaganda política jamás rodado en la historia del cine.

Al final, «El triunfo de la voluntad» no fue más que una de las culminaciones de uno de los pilares del nazismo: aprovechar los avances tecnológicos en materia de medios de comunicación para hacerse con el control de las expresiones culturales del momento (cine, música, arquitectura, pintura, danza…) y llevar una esvástica hasta el último rincón de la sociedad alemana. Toda una «revolución cultural» que, sin películas como esta y sin las aportaciones de artistas como Wagner o Riefenstahl, decididamente hubiera sido mucho más difícil que el nazismo hubiera destrozado Europa.

De este modo, se debe ser siempre consciente de que lo que aparece en nuestras pantallas siempre contribuye a la normalización de un fenómeno, por lo que debe ser un deber de la sociedad civil concienciarse de esto, formarse para que no vuelva a ocurrir algo así y estar preparada para luchar por si hubiera signos de que puede volver a repetirse un pasado como este.

Enlaces, fuentes y bibliografía:

– Foto de portada: Trozo del cartel promocional de El Triunfo de la Voluntad. Autor: Erich Ludwig Stahl, 1935. Fuente: United States Holocaust Memorial Museum / Dominio público

Tomás Alfonso

Articulista. Activista por el derecho a la vivienda y los servicios públicos. Convencido de que la lucha contra la ultraderecha es condición de posibilidad para una democracia plena.

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