Europa

Sonderkommando, los judíos forzados a colaborar en los campos de exterminio

Los Sonderkommando fueron grupos de prisioneros judíos que a lo largo de la Segunda Guerra Mundial se vieron obligados, bajo la amenaza de pena de muerte, a realizar una serie de tareas tanto en los preámbulos como ya en el interior de las cámaras de gas y en los crematorios de los campos de exterminio de la Alemania nazi.

Uno de sus principales objetivos, ni que decir tiene, consistía en deshacerse lo antes posible de los cadáveres de los deportados asesinados en las horrísonas tripas del campo.

La situación de cada uno de los Sonderkommando era diferente, teniendo en cuenta el campo de exterminio en el que estuvieran incrustados.

En esta ocasión, se tomará como ejemplo el campo de Auschwitz II (Birkenau) porque creemos que es el más característico o representativo del conjuntos de los vernichtunglager donde desarrollaron sus acciones los Sonderkommando.

Adentrándose en el horror

Los judíos que integraban los Sonderkommando estaban presentes desde la misma llegada de los prisioneros a Auschwitz, a los que ordenaban desvestirse totalmente, dando instrucciones muy precisas de como hacerlo para, acto seguido, colocar y arreglar la ropa que posteriormente sería confiscada por las SS (la guardia de élite del partido nazi) en vistas a darles un uso adecuado a sus intereses, casi siempre de índole económica.

Liberación de Auschwitz: la DRAMÁTICA HISTORIA de los Sonderkommando

Una vez que los técnicos del campo procedían al gaseado de los prisioneros previamente seleccionados, los miembros del Sonderkommando penetraban en la cámara de gas, contemplaban con lógico espanto el montículo de cuerpos formado por la titánica lucha por la supervivencia, desenredaban los cadáveres todavía agarrotados y ventilaban la sala para su posterior reutilización, en ocasiones, muy poco tiempo después.

Si alguna vez, quieres comprender, querido lector, si quieres conocer nuestro “yo”, medita profundamente en estas líneas y podrás hacerte una imagen de nosotros y entenderás también por qué hemos sido de esta y no de otra manera. Es preciso endurecer el corazón, matar toda sensibilidad, acallar todo sentimiento de dolor. Es preciso reprimir el horroroso sufrimiento que recome como un huracán todos los rincones del cuerpo. Es preciso convertirse en un autómata que nada ve, nada siente y nada comprende.

Zalmen Gradowski. Judío Sonderkommando entre 1942-1944

Es de suponer, teniendo en cuenta estas palabras, que semejantes sentimientos debieron experimentar dos personas que en su día formaron parte de los Sonderkommando, Darío Gabbai y Shlomo Morris Venezia, una pareja de primos oriundos de Tesalónica, Grecia, que al ser apresados por los nazis fueron deportados de inmediato a Auschwitz en abril de 1944.

A su llegada al campo de exterminio, los alemanes, siguiendo la rutina que siempre ejecutaba sin pestañear, les preguntaron si había alguien, entre todos los cautivos, que tuviera experiencia como peluquero. Ante esa tesitura, ya que el padre de uno de los dos, en concretos de Morris, había sido propietario de una peluquería, éste instó a Darío a levantar la mano y así ofrecerse como voluntario.

Minutos más tarde, los dos, Morris y Darío, fueron directamente conducidos hasta el umbral de uno de los crematorios de Birkenau, donde se les entregaron unas tijeras de considerable tamaño, para enseguida y sin indicarle para qué debían utilizar tan utensilio, llevarles hasta una habitación rebosante de cuerpos desnudos. Una vez allí, y para mostrarles que es lo que se esperaba de ellos, uno de los kapo comenzó a pasar por encima de los cuerpos inertes y a cortar el cabello de las mujeres con una rapidez y destreza inusitadas.

Haber concebido y organizado las Escuadras Especiales ha sido el delito más demoníaco del nacionalsocialismo.

Primo Levi

Cuando Morris y Darío intentaron imitar los movimientos del kapo que los había acompañado, no pudieron evitar moverse con más cuidado para intentar sortear los cuerpos de las mujeres, algo que enfureció de tal manera al kapo, que la emprendió a golpes contra ellos mientras les exhorta a con gritos para que agilizaran la faena.

Miembros del Sonderkommando en Auschwitz. Autor: desconocido, 08/1944

Pero, en un momento dado, Darío pisó el abdomen de una de las mujeres muertas y esto provocó que el gas acumulado en su interior saliera despedido a través de su boca, emitiendo un gemido aterrador, algo semejante al pitido de un agonizante.

Así, de esta manera tan traumática, es como estos dos miembros de los Sonderkommando sufrieron su bautizo en la brigada del horror.

Puedes encontrar cientos de excusas, pero la verdad es que quieres vivir a toda costa.

Zalmen Lawental (Sonderkommando)

Las cámaras de gas de los crematorios 2 y 3 eran subterráneas, lo que permitía que el trabajo de inyectar el Ziklon B, una vez que la sala estaba llena de prisioneros, fuera relativamente sencillo de ejecutar.

En la parte exterior, miembros de la SS se posicionaban aún sobre el techo de las cámaras y retiraban las trampillas que, a su vez, permitían acceder a unas columnas de alambre ubicadas dentro de las cámaras. El primer paso consistía en colocar las latas de Ziklon B en el interior de éstas columnas, las bajaban hasta el fondo y, seguidamente, sellaban las trampillas. Desde el otro lado de la puerta bloqueada, Darío Gabbai y Morris Venezia oían los gritos, los alaridos y los arañazos desesperados de hombres, mujeres y niños.

Morris recordó el resto de su vida los femidos y las súplicas angustiosa de los gaseados en las cámaras, donde para cada ocasión, se solían confinar a cerca de mil personas.

Era como una voz de ultratumba, y todavía las escucho en mi cabeza.

Morris Venezia

Cuando abrían la puerta de la cámara de gas se podía ver a todas las personas inmóviles ante la evidente falta de espacio permanecían de pie, con el rostro amoratado a causa de la asfixia. Es entonces, cuando el Sonderkommando tenía que sacar los cuerpos de la cámara y llevarlos, en carretillas unas veces, otras ayudados de unos ganchos, incluso de un pequeño montacargas situado en el piso superior, hasta el horno crematorio.

Cuando ya no quedaban cadáveres por desalojar, volvían de nuevo a la cámara de gas y, provistos de grandes mangueras de agua a presión, limpiaban la sangre y los restos de excrementos que cubrían paredes y suelo.

Me dije a mí mismo: ¿cómo puedo sobrevivir? ¿Dónde está Dios?

Darío Gabbai

Los Sonderkommando estuvieron implicados en casi todas las etapas del proceso de exterminio, pero su implicación era mayor cuando se enviaba a la muerte a grupos más reducidos de personas. En estos casos, los SS decidían no hacer uso de las cámaras de gas, siendo los Sonderkommando los encargados de coger a los prisioneros de uno en uno, golpeándoles con porras por el camino, ensañándose con ellos de manera brutal, irracional, sádica, hasta ponerles en presencia de los SS, que se limitaban a ejecutarles con un disparo a sangre fría, sin mediación de palabra alguna, deshumanizándoles hasta el extremo.

Decir la verdad aumentaba la agonía de las victimas: yo siempre trataba de no mirar a la gente a los ojos para que no pudiesen descubrir la verdad.

Morris Venezia

Zalmen Gradowski, de Sonderkommando a cronista del horror

Zalmen Gradowski and his wife Sonia on their wedding Day.
Autor: desconocido, ca.1935

Zalmen Gradowski nació en 1910 en Suwalki, una ciudad polaca muy próxima a la frontera con Lituania. El 8 de diciembre de 1942, es detenido y deportado junto a su familia a Birkenau. El mismo día de su llegada, toda su familia es asesinada en las cámaras de gas y el es enviado de inmediato al Sorderkommando del crematorio 3.

Casi dos años más tarde y, después de haber formado parte esta temible brigada de la muerte, los SS acaban con su vida durante la conocida como revuelta de los Sonderkommando en la que él participó en primera línea, siendo uno de los cabecillas del levantamiento armado.

La revuelta a la que hacemos alusión es preparada clandestinamente en el seno del Sonderkommando de Auschwitz, hasta que el día 7 de octubre de 1944 será ahogada a sangre y fuego por los guardianes del campo. Aquel día, más allá del mencionado Gradowski, caerán a su lado otros dirigentes de la sedición contra los nazis, como lo fueron Yankel Handelsmann, Yosel Warshevski, Eisik Kalniak, Yosef Drovinski, Leib Panitchn y Yokel Vroubel.

El 5 de marzo de 1945, durante unas excavaciones realizadas, siguiendo las instrucciones de Szlama Dragon cerca del crematorio 3 de Birkenau, por parte de una Comisión de Investigación del Ejército Soviético, se descubrió, en el interior de una cantimplora alemana un cuaderno de 14,5×9,5 centímetros compuesto por noventa y una páginas numeradas de las cuales faltaban una, decena.

l recipiente contenía también un segundo manuscrito de dos páginas, fechadas el 6 de septiembre de 1944 y con la rúbrica de Zalmen Gradowski. Ambos documentos resultaron estar redactados por la misma persona y en el dialecto ídish de la región de Bialystok.

El extenso manuscrito había sido escrito por Gradowski en el curso del otoño de 1943 y estaba dedicado a la memoria de su familia gaseada en Auschwitz y albergaba el siguiente preámbulo: “Que quien encuentre este documento sepa que está en posesión de un importante material histórico“.

Ven aquí, acércate – tú, feliz ciudadano del mundo-que vive en aquella tierra donde aún existe la dicha, la alegría y el placer, y yo te contaré como los modernos y viles criminales trocaron en desgracia la felicidad de un pueblo, haciendo que su alegría se esfumara, se convirtiera en una pena eterna y destruyendo para siempre su bienestar. Ven aquí, acércate – tú, ciudadano libre del mundo-que vive allí donde la vida se rige por la ética humana y la existencia está garantizada por la ley, y te contaré como los vulgares bandidos de hoy en día pisotearon la moral de la vida y aniquilaron las leyes de la existencia.

En el corazón del infierno. Zalmen Gradowski

Enlazando directamente con las últimas líneas de este texto, nos viene a la memoria el concepto de “la banalidad del mal” ideado o, más bien, desarrollado por la pensador a alemana de origen judío, Hannah Arendt, que analizó la circunstancia de como un país de gran tradición filosófica, artística y con un bagaje cultural incomparable pudo cometer los crímenes del Holocausto.

Para poder ahondar en ello, estudió el caso de Adolf Eichmann y su personalidad, uno de los responsables primeros del genocidio contra el pueblo hebreo y, acabo concluyendo que cualquier persona, de la índole, raza, nacionalidad, edad o género puede llegar a ser capaz de cometer los más horribles crímenes.

De aquí, se deduce que el mal es algo tremendamente banal, pero ante todo, de naturaleza transversal y, que su transversalidad afectó también al mismo colectivo judío, prueba de ello fue la existencia de los Sonderkommando.

No se trata, pues, de aportar soluciones simples a problemas demasiado complejos. Es cierto, igualmente, que no todos los que participaron en los Sonderkommando lo hicieron sin terribles cargos de conciencia, ejemplos de ello son los testimonios que a lo largo del artículo han ido apareciendo, el de Darío Gabbai, Morris Venezia y Zalmen Gradowski.

Los nazis intentaron a toda costa, implicar a los propios judíos en todo el proceso de selección y posterior exterminio para así poder descargarse, al menos en parte, de la farragosa carga de culpa o conciencia, si es que la tenían. Pero sólo lo consiguieron en parte, ya que el ser humano es capaz de sentir compasión hasta en las situaciones más extremas y peligrosas.

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José Miguel Gándara

Articulista. Nacido en Valladolid, pero cántabro de espíritu, soy colaborador habitual en los medios lapiedradesisifo.com y Lapajareramagazine.com. Autor del poemario "Transido de un abismo" y de títulos de próxima aparición como "La poliantea de los sentidos" y "Crónicas claudinas".

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