Europa

Cuando la Vuelta se frenó en seco: crónica desde las calles de Madrid

El pasado 14 de septiembre habría tenido lugar la última etapa de la Vuelta Ciclista a España, una competición de larga tradición en nuestro país que reúne a miles de aficionados cada año. Pero en esta ocasión, el aval de la organización al equipo israelí (Israel-Premier Tech) indignó a muchas personas que buscaron denunciar el genocidio contra la población civil palestina que el estado de Israel está perpetrando ante la pasividad de la esfera internacional, en connivencia con el gobierno de Estados Unidos.

Las convocatorias para protestar y boicotear los actos del acto deportivo, exigiendo la expulsión inmediata de los enviados de Israel, se multiplicaron por toda la geografía, dejando momentos emotivos y de denuncia. No en vano, en otros certámenes se ha vetado la presencia de países por diversos motivos políticos, el más reciente el de Rusia en eventos como los Juegos Olímpicos de 2024, debido al conflicto que mantiene en Ucrania.

Alalpardo, Algete, San Sebastián de Los Reyes, Alcobendas, Montecarmelo, El Pardo, todo el recorrido de la carrera en la Comunidad de Madrid estaba señalado para recibir a manifestantes en diversas concentraciones. La organización había establecido el final de la etapa en Cibeles, tras nueve vueltas que incluían Atocha, Colón y Callao.

Dentro de la protesta

La plaza del Museo Reina Sofía, nos sirve para entrar a la concentración, enfrentando la calle Atocha y la esquina del Paseo del Prado. En la rotonda se habían aparcado dos vehículos blindados de porte militar, pertenecientes a la Policía Nacional, hacía ya varias horas. Eran las cuatro de la tarde, un nutrido grupo de manifestantes gritaba consignas desde la Cuesta de Moyano y otro estaba detenido por un cordón policial en la esquina. Los policías, uniformados al estilo de los Antidisturbios, armados, con chalecos antibalas y cascos, se retiraron hacia el interior del circuito, unas vallas que separaban ambos lados y aprovechaban el trazado de la calle para la ida y la vuelta de los deportistas. Una papelera comienza a humear, un turista rubio europeo que pasaba por allí ha arrojado dentro un cigarrillo encendido. No llega a prenderse fuego, solo humea durante un rato. Esto sucede ante nuestros ojos.

La marcha nos lleva hasta la explanada del museo Caixa Forum. Banderas palestinas, chapas reivindicativas y eslóganes tales como “Ayuso y Almeida, cómplices de mierda” se corean por parte de las personas asistentes. Gente de todas las edades y sexos, así como personas discas, se agrupan en los lados de las vallas. Pitan a cada coche de la organización que llega hasta el lugar para controlar. Los guardias nacionales vigilan de cerca desde el interior del circuito.

“Boicot a Israel”, “cada niño muerto es un hijo nuestro” gritan las personas participantes de la protesta. Son meses de ofensiva criminal sobre el pueblo de palestina, meses de imágenes de niños masacrados bajo las bombas, meses de vídeos de palestinos acribillados a balazos en los “puestos de ayuda humanitaria” dependientes de EEUU e Israel, naciones que bloquean la entrada de alimentos y medicinas para la población civil, haciendo del hambre una herramienta más del genocidio que están perpetrando en Gaza.

Los manifestantes logran parar La Vuelta

La gente golpea las vallas con las manos, gritan cada vez más alto. A las 18.06 algunos manifestantes empujan las vallas primero y las vuelcan unos minutos después para invadir la pista de La Vuelta. La policía retrocede. La gente de la acera de enfrente ya camina sobre el circuito. El ambiente es festivo, pacífico y la euforia se apodera de las personas que comienzan a caminar en dirección a la Plaza de Neptuno. La algarabía es total, gritos de “Palestina vencerá” y “Si se puede” se elevan hasta los pisos colindantes, donde vecinos animan y ondean banderas palestinas, animando y uniéndose a los cánticos.

Los antidisturbios forman en Neptuno, justo antes de la rotonda. La calle de la izquierda está bloqueada con vallas y los uniformados bloquean la de la derecha, de modo que las personas manifestantes van llegando con otras vallas para generar una barricada. La tensión aumenta, las personas gritan y los policías amagan con cargar. La gente no se marcha, sigue gritando “aquí están los antisionistas”. En las primeras filas, personas mayores y gente joven, algunos con evidente cara de preocupación ante la cercanía de los uniformados. “He estado en algunas manifestaciones broncas y este momento es bastante peligroso” nos comenta Pedro.

El tiempo pasa, las informaciones que nos llegan es que la gente ha saltado las vallas por todo el centro, en Colón, en Callao. Dicen que son miles y miles de personas que han tomado el circuito y que la Vuelta se ha cancelado. Gritos de Victoria y vítores a Palestina. El objetivo se ha cumplido. Abrazos, besos y risas por los chistes que se están contando. La policía recibe la orden de retroceder. Mientras lo hacen, algunos exaltados lanzan vallas que apenas alcanzan a tres metros de distancia de los de azul.

La manifestación avanza, ya rodea la rotonda de Neptuno mientras los vehículos y agentes de la Policía Nacional se repliegan por el lado del Museo Thyssen. Disuaden a las personas manifestantes con botes de gas pimienta, que logran disolver en gran medida la manifestación, aunque la gente sigue sin irse. “Queremos que se vayan ellos primero” comenta Lucas (nombre ficticio), “cualquiera les da la espalda a estos tipos”. Los nacionales luego retoman su avance, en actitud menos agresiva, recorriendo los pasos hasta Atocha. A las 20h solo quedan unos resistentes lanzando consignas en la esquina de calle Atocha con Paseo del Prado. Volvemos a casa con la seguridad de que cada gesto, cada bandera, cada kufiya, cada protesta, sirven de algo. Hoy sí se pudo.

Autor: Benito Díaz
El marxismo cultural: la fantasiosa rebelión de la ultraderecha contra la corrección política

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *