¡Vivan las ideologías!
Desde hace ya bastante tiempo, a menudo veo muchas publicaciones que sostienen la premisa de que «no tener ideologías» te hace mejor persona. Que si tienes ideología o tomas partido por ciertas ideas, te vuelves fanático, tajante, prepotente, impulsivo y poco racional. Pero que si no la tienes, eres libre y ajeno a todo o a casi todo sesgo. Que ni de izquierdas, ni de derechas. Que la objetividad y el raciocinio depende de tu capacidad para no identificarte con nada y permanecer equidistante ante lo que sucede a nuestro alrededor. Que saber realizar un análisis objetivo depende de tu capacidad para distanciarte de las injusticias (o privilegios) que te rodean.
Pues bien. Para empezar TODO EL MUNDO tiene ideología. Incluso si crees que no hay que ser ni de izquierdas ni de derechas, tienes ideología. Cada vez que piensas «yo subiría aquí los impuestos o financiaría esto» o «yo no permitiría manifestaciones aquí» o «yo haría las vacunas obligatorias» o «yo no tengo ideología, yo defiendo a España», estás manifestando tu ideología.
Y, como tal, todo el mundo tiene sesgos ideológicos. TODO. EL. MUNDO. No importa las premisas que sostengas o las posiciones que defiendas. Tu opinión sobre cómo debe organizarse la sociedad o sobre qué dirección debería tomar el mundo está impregnada de ideologías. No importa las veces que te digas a ti mismo o a ti misma que eres «librepensador» o «librepensadora» y que no votas a ningún partido. No casarte con nadie también te define ideológicamente.
Pero es que, además, tener una ideología y luchar por ella es, en mi modesta opinión, una de las cosas más bonitas y gratificantes que puedes hacer como ser humano. Exponer y defender la ideología que encaja con tu forma de pensar no debería ser ni motivo de debilidad ni de vergüenza. Más bien, todo lo contrario.
Mis ideologías me han llevado a protestar por una sanidad pública y de calidad para todo el mundo. Mis ideologías me han llevado a jugarme el pellejo para detener un desahucio que me parecía injusto. Mis ideologías me han llevado a salir a la calle a pedir que nuestros políticos dejen de robarnos. Mis ideologías me han llevado defender el tejido vecinal del municipio que me ha visto crecer y que tanto me ha dado, para poder devolvérselo. Mis ideologías me han proporcionado herramientas para enfrentarme a aquellas personas que abusan del poder que tienen. Y así podría poner cientos de ejemplos.
Las ideologías han configurado nuestro mundo. Creer en la democracia es, en sí mismo, una potente ideología que hace 1.000 años era la más grande de todas las utopías. Y aquí estamos, intentando hacerla realidad. Intentar definirnos por oposición a ellas, tratar de reivindicar que queremos un mundo alejado de metas utópicas, insistir en que lo ideal es renegar del idealismo que ha guiado a la Humanidad desde que tiene consciencia de sí misma, creo que es un craso error, error como consecuencia de un pensamiento que se promueve y se estimula porque favorece a intereses determinados.
Evidentemente, hay personas que son obstinadas, que se adhieren a una organización y/o a unos dogmas y no los suelta nunca, incapaces de ceder ni un milímetro. Pero, tal y como yo lo veo, el problema está en las personas, no en las ideas. Grandes idealistas que pasarán a la Historia fueron conocidos y conocidas por sus dotes diplomáticas, negociadoras y de consenso, por saber escuchar y por saber sacrificarse por los demás.
Y es por eso que cualquiera que dedica tiempo de su vida en hacer realidad sus ideales, desde una asociación vecinal hasta un partido, sindicato, ONG… se merece todo mi respeto y admiración, incluso aunque no pensemos igual.
Siempre habrá gente que se sirva de las ideas para imponer su opinión. Siempre habrán grupos que agitarán banderas para beneficio propio. Esto no es nuevo y, de hecho, forma parte misma de la naturaleza humana. No obstante, no debe servir de excusa para renegar precisamente de aquello que nos ha hecho avanzar y progresar como especie. El mal ejemplo de unas pocas personas nunca debe entorpecer lo que a todas luces debería ser motivo de orgullo y no de vergüenza.
Hoy en día se está poniendo incluso en tela de juicio el ser «antifascista», como si fuera lo mismo que ser fascista. Como si la equidistancia o la neutralidad ante las injusticias fuera lo deseable, lo objetivo. Lamento decir que no estoy de acuerdo. Si no te enfrentas a las injusticias y decides mirar a otro lado, tarde o temprano las terminas permitiendo. No eres más debil por tomar partido o por pronunciarte ante un conflico. Más bien al contrario. Posicionarte ante discriminaciones e injusticas te hace valiente. Y gracias a la valentía de muchísimas personas a lo largo de décadas, se han podido cambiar las cosas. La equidistancia nunca habría acabado con la esclavitud ni hubiera conseguido el voto femenino.
Que sí, entiendo perfectamente a aquellas personas que tratan de evitar los conflictos, entender a ambas partas y buscar una vía diplomática a los conflictos que tiñen de rojo nuestra paz social. Es un objetivo y una iniciativa loable y respetable. El gran problema es que existe un grupo que no está dispuesto a ceder en lo más básico, que es la defensa de los derechos y libertades civiles de aquellas personas que no los tienen. Y es que, cuando se trata de defender la igualdad ante abusos de poder tan evidentes, no hay diplomacia que valga. O hay derechos para todo el mundo, o tendremos que seguir sufriendo asesinatos como el de George Floyd. Ni más ni menos.
Así que, por mí, ¡vivan las ideas! Orgullo de poder decir que soy de izquierdas, progresista, ecologista, demócrata, municipalista, antirracista y feminista. Y, por supuesto, antifascista.
Como dijo Edmund Burke: «Para que el mal triunfe, sólo es necesario que los buenos no hagan nada.».
Fuentes, enlaces y bibliografía:
Foto destacada: Mural con el retrato de George Floyd en Mauerpark en Berlín. A la izquierda del retrato se agregaron las letras «No puedo respirar», en el lado derecho los tres hashtags #GeorgeFloyd, #Icantbreathe y #Sayhisname. El mural fue completado por Eme Street Art. Autor: Singlespeedfahrer, 31/05/2020. Fuente: OpenStreetMap. Dominio público.
Jefe de Redacción de Al Descubierto. Psicólogo especializado en neuropsicología infantil, recursos humanos, educador social y activista, participando en movimientos sociales y abogando por un mundo igualitario, con justicia social y ambiental. Luchando por utopías.