Bolivia continúa luchando a pesar del coronavirus
Artículo original de Eulixe: Bolivia continúa luchando a pesar del coronavirus.
Las aguas bajan agitadas en Bolivia. Meses después del exitoso golpe de Estado que apartó del poder a Evo Morales, el país se encuentra sumido en el caos. El coronavirus ha causado estragos y ciertos sectores sociales denuncian la marginación gubernamental. Mientras, la autoproclamada presidenta Jeanine Áñez se aferra al poder y el Ministro del Gobierno de Bolivia Arturo Murillo afirma que «lo políticamente correcto sería disparar a los manifestantes». ¿Qué está ocurriendo en Bolivia?
Han trascurrido nueve meses desde que se materializó el golpe de Estado contra el dirigente Evo Morales en Bolivia y llegara al poder Jeanine Áñez. Utilizando el comodín del fraude electoral (desmontado posteriormente), ciertos sectores sociales se echaron a la calle aquel mes de noviembre.
A día de hoy, activistas han vuelto a tomar la calles, pero esta vez, es la nueva presidenta la que se encuentra en el centro de la crítica social, al parecer, por no convocar elecciones generales y aferrarse al poder, posponiendo los comicios una y otra vez, escudándose en la crisis sanitaria.
Por otra parte, ciertos sectores sociales (algunos colectivos del campesinado y el sector de la minería) siguen denunciando que el ejecutivo actual ni siquiera se molesta en escucharles, haciendo oídos sordos a sus demandas.
Manifestantes toman las calles
El pasado 3 de agosto, la Central Obrera Boliviana (COB) y el Pacto de Unidad comenzaron las movilizaciones para exigir que las elecciones se realicen en el mes próximo y dejen de postergarse. En esta ocasión, las acciones se han traducido en decenas de cortes de carreteras que, en algunos casos, fueron respondidos con el desalojo y la represión por parte de las fuerzas de seguridad, militares o grupos paramilitares.
Uno de los casos más graves se registró en la localidad de Santa Rosa, ubicada en el departamento de Santa Cruz, donde la Defensoría del Pueblo confirmó que hubo por lo menos tres heridos de bala.
En la Plaza Abaroa, en el centro de la Paz, cientos de encapuchados amenazaron con sacar por la fuerza a los manifestantes que permanecen frente al Tribunal Supremo Electoral. Las organizaciones denunciaron, además, que en varios bloqueos hubo represiones policiales con gases lacrimógenos y detenciones injustificadas, y que se multiplicó la presión por parte de grupos paramilitares que llegaron armados a las protestas para amedrentarlos – Cecilia González, periodista.
Hasta el domingo 9 de agosto, la Administración Boliviana de Carreteras (ABC) reportó 77 bloqueos de carreteras, principalmente en Cochabamba, Oruro, La Paz y Potosí.
El fin de semana [8 y 9 de agosto] se recrudecieron los enfrentamientos, algunos de ellos armados, entre fuerzas de seguridad y grupos de choque contra las organizaciones aglutinadas en la Central Obrera Boliviana (COB) – Cecilia González
Por otra parte, la Federación de Trabajadores Mineros de Bolivia también realizó este miércoles una protesta masiva en El Alto y anunció que intensificará las movilizaciones en el resto del país durante los próximos días.
Mientras, la Conferencia Episcopal Boliviana, la Unión Europea y la ONU respaldaron a las autoridades electorales, e hicieron un llamamiento a los manifestantes para que cesen los bloqueos en las carreteras.
Expresamos nuestro pleno apoyo al Tribunal Supremo Electoral y reiteramos nuestro acompañamiento a los esfuerzos que ha estado realizando para lograr consensos entre los actores políticos y sociales que contribuyan a fortalecer la institucionalidad democrática y el proceso electoral. Hacemos un llamado a los sectores movilizados, que están bloqueando caminos a deponer aquellas actitudes en bien de la convivencia entre bolivianos y bolivianas. Hoy, más que nunca, la unidad y la solidaridad son fundamentales para enfrentar los grandes retos de salud pública y la crisis política institucional que nos pone en escenarios de conflictividad y violencia, cuyas consecuencias podrían ser mayores si se mantienen las posiciones encontradas – Comunicado conjunto
Jeanine Áñez se aferra al poder
El clamor para que Áñez renuncie se intensifica con el paso de los días en los bloqueos, donde los manifestantes se identifican con el Movimiento al Socialismo (MAS), el partido del ex-presidente Evo Morales, que postuló a la Presidencia de Bolivia a su ex-ministro de Economía, Luis Arce, que por ahora parece que encabeza las encuestas de intención de voto.
También se han registrado duras críticas a la presidenta de facto por parte de Sergio Tarqui, candidato a vicepresidente de Acción Democrática Nacionalista, y Ruth Nina, candidata presidencial del Partido de Acción Nacional Boliviano, quienes le pidieron a Áñez que renuncie a su postulación a la Presidencia. Es decir, prácticamente todo el espectro ideológico del país coincide en la misma demanda acerca de la convocatoria de nuevas elecciones.
El rechazo social responde a que, el pasado 12 de noviembre, cuando Áñez se autoproclamó como presidenta después del golpe, aseguró que solo permanecería algunas semanas en el cargo y que no se postularía a la Presidencia de Bolivia. No obstante, ha incumplido ambas promesas, ya que si al final no vuelve a retrasar los comicios por quinta vez y las elecciones se realizan en noviembre de 2020, cumplirá casi un año en un puesto para el que ningún boliviano la votó y como representante de un partido político minoritario dentro de la Asamblea Legislativa Plurinacional de Bolivia.
En un principio, las elecciones presidenciales se iban a realizar el 3 de mayo, pero se pospusieron de forma indefinida por la pandemia debido a un acuerdo que respaldaron la mayoría de los partidos. Acto seguido, se puso como nueva fecha el 6 de septiembre, pese a la inconformidad de Áñez.
Evo Morales, por su parte y desde el exilio, propuso un pacto para que las elecciones se realicen el 18 de octubre, pero con la garantía de que no volverán a ser pospuestas.
Denunciamos ante los organismos internacionales de Derechos Humanos que grupos paramilitares, organizados, financiados y que actúan en coordinación con el gobierno de facto, están cometiendo actos de violencia en Boliva con gravísimas consecuencias humanas – Evo Morales
Bolivia, otra víctima más del imperialismo
Poniendo atención al proceso político y social que desencadenó el golpe de Estado pese a los intentos del gobierno del MAS de buscar una salida pacífica al conflicto originado por los supuestos comicios fraudulentos, el motivo real se antoja un tanto claro: propiciar un cambio y la toma de poder de una cúpula política que, al parecer, representa tanto a la oligarquía boliviana y a las clases pudientes (vinculadas al capital transnacional) como a ciertos sectores sociales no «representados» por Evo Morales.
Esto no es nuevo. La historia de Bolivia ha estado marcada por esta lucha de poder, de forma similar a muchos países de América Latina donde, independientemente de las críticas que se puedan hacer a los gobiernos que se han ido sucediendo, desde Estados Unidos y las potencias occidentales han imperado el interés por medrar en dichos países y conseguir acceso a sus recursos. Un ejemplo lo tenemos en el Plan Cóndor, un plan propiciado por el bloque occidental en el contexto de la Guerra Fría durante los años 60 y 70 para hacer frente a movimientos izquierdistas y apoyar dictaduras ultraderechistas afines a sus intereses.
La crítica y la oposición son elementos indispensables en una democracia. Sin ellas el poder se estanca, se pervierte aún más y no atiende a las demandas sociales. No obstante, si algo está claro es que en América Latina las casualidades no existen.
Dejando de lado, esta vez, las posibles prácticas políticas no adecuadas registradas bajo el mandato Evo Morales y viendo los factores determinantes, es fácil deducir que Evo Morales era un líder incómodo tanto para ciertos sectores sociales que se vieron perjudicados por el nuevo reparto de la riqueza y control de los recursos como para ciertos países como Estados Unidos y sus satélites.
Estados Unidos quiere evitar a toda costa un nuevo resurgir latinoamericano de carácter soberanista que suponga freno a las ambiciosas políticas de control territoriales. Y más aun un Estados Unidos en manos de Donald Trump.
Uno de los principales elementos que lleva a Estados Unidos a intervenir en América Latina es el control de los recursos energéticos y minerales estratégicos, abundantes en el continente y esenciales para el progreso económico estadounidense.
Bajo el pretexto de «garantizar la democracia y los derechos humanos», el Departamento de Estado estadounidense recluta a sus fieles, desde oligarcas del país que quieren hacer ampliar su negocio, hasta ciertos sectores sociales que son manipulados con la connivencia de parte del espectro político y terminan aceptando un discurso que va contra sus intereses.
Y es que no se trata de democracia o derechos humanos. La administración estadounidense no ha demostrado que le importen la democracia o los derechos humanos. Si interviene en países como Kuwait, Irak, Libia, Venezuela o Bolivia (casualidad que sean países estratégicos en materia de recursos naturales…), no es para garantizar «el buen porvenir» de esos países, sino para controlar sus recursos y abrir la puerta a sus transnacionales. La prueba es que, mientras esos países sostuvieron gobiernos que favorecieran dichos intereses, aun a pesar de tener fallas democráticas, solamente las criticaron cuando hubo un giro político en los mismos.
Según las últimas estimaciones, Bolivia posee una de las mayores reservas de litio del mundo, mineral estratégico en la nueva revolución tecnológica.
La derecha boliviana, en el poder después del golpe de Estado, no disimula su afinidad a la apertura a los mercados internacionales y la reducción del Estado en la administración de los recursos naturales, una batalla que en Bolivia lleva librándose décadas.
No obstante, la fecha de las siguientes elecciones presidenciales todavía es objeto de controversia y el futuro del país y de su litio se mantiene en un oscuro limbo.
Es muy probable que más de un país se muestre todavía interesado en participar en el desarrollo de lo que podría ser el nuevo motor económico de Bolivia. No obstante, el ambicioso plan tiene que pasar antes por unas nuevas elecciones y un nuevo gobierno, la crisi sanitaria por el nuevo coronavirus y la reactivación del sector minero e industrial.
El tiempo dirá si Bolivia consigue mantener el control sobre sus recursos o si caerán en manos de agentes extranjeros que se preocupan única y exclusivamente por su propio beneficio.
Enlaces, fuentes y bibliografía:
– Foto destacada: Manifestantes en Bolivia exigiendo elecciones. Autor: Captura de pantalla realizada el 17/08/2020 a las 13:18h. Fuente: Youtube.