Opinión

La indignación de los privilegiados

Cada vez hay mas voces que a través de plataformas digitales, como YouTube, Instagram, TikTok… que difunden el mensaje de que el sistema fiscal español y el Estado nos roba. Se apoyan en la indignación que causan entre la ciudadanía los casos de corrupción, tanto los casos probados como aquellos que no lo están, pues en la actualidad no es necesario que algo sea verdad o este probado para que sea creído.

El calado de estos mensajes anti estado también se debe a los crecientes problemas de vivienda que enfrenta gran parte de la población y a la inacción de los poderes públicos a la hora de legislar de una manera contundente.

Cuando alguien no tiene esperanza en un futuro mejor es fácil que caiga en quien le propone soluciones simplistas: si no pagaras impuestos no tendrías problemas, parecen decir. Acompañando este mensaje en contra de los impuestos y que busca que odies al Estado, junto con otros mensajes xenófobos que buscan que odies a todo el que venga de fuera, o mejor dicho, a los que vienen de fuera huyendo de problemas mas grandes que los nuestros. Cualquier mensaje es bueno siempre que no les señale a ellos.

¿Y quienes son ellos? Ellos son quienes hoy en día tienen mas poder, pues no tiene mas poder quien ostenta un cargo de representación en nuestras instituciones, sino quien tiene mayor difusión y más dinero. Y por mucho que intenten hacer ver que dedicarse a la política es un negocio muy lucrativo, la realidad es que el ejercicio de la política, especialmente si eres honrado, solo se hace por vocación, pues los sueldos no son bajos, pero conllevan una exposición mediática y una presión que podría discutirse si está pagada, pero esto es otro tema.

Lo público es el mejor ascensor social frente a los privilegiados

Una de los mensajes que mas resuena es que es injusto que quienes más trabajan paguen a aquellos que no quieren trabajar. Habría que preguntarles si quienes tienen una discapacidad severa consideran que son unos vagos o si quien tiene un accidente y durante un tiempo no puede continuar ejerciendo su profesión es también un vago. O si quien contrae un virus gastrointestinal y no puede separarse del lavabo se ha puesto enfermo adrede para evitar trabajar. También habría que preguntarles si creen que quienes trabajan cuidando ancianos, niños, limpiando casas, barriendo las calles… es gente que no trabaja, pues son el colectivo que mas se puede beneficiar de la sanidad y la educación pública, la que pagamos todos. Y probablemente trabajen más de lo que lo hacen ellos.

Son personas privilegiadas, que están donde están no solo por dedicarle horas, sino también por suerte, pues haber nacido en el país que han nacido la mayoría de ellos ya es algo fruto del azar y no de su esfuerzo. Por no hablar de quienes, además, han nacido en la cuna de buenas familias.

Lo público es el mejor ascensor social, es lo que permite que las desigualdades con las que partimos no sean tan grandes. Lo público nos hace libres, pues quien vive de la caridad siempre va a ser fiel a quien le da de comer. Y no nos engañemos: sin Estado, sin leyes… un trabajo bien puede convertirse en caridad, pues si no hay reglas que regulen el trabajo, si cualquier pacto es válido mientras las partes lo acepten, la necesidad acaba llevando a la esclavitud.

Tenemos ejemplos en España de empresarios que han sido condenados por explotar a sus trabajadores y, sorpresa, ¿Quiénes eran sus “trabajadores”? Aquellos en una situación más vulnerable, aquellos que no están en posición de exigir pues la necesidad les acucia.

Quienes difunden estos discursos, quienes los legitiman, son aquellos que pese a quejarse de los impuestos que tienen que pagar conducen coches que cuestan más de lo que la mayoría de trabajadores ganan en un año, incluso aunque en ese año no pagarán ningún impuesto. Son quienes viven en inmuebles de lujo, van a restaurantes caros o prácticamente ni cocinan porque pueden permitirse comer fuera.

Quienes más indignados se muestran son quienes más privilegios tienen, ¿no debería esto sembrar un ápice de duda acerca de sus intenciones?

Y por último, me gustaría comentar una parte de la entrevista que hizo Álvaro Romillo o “Luis Criptospain” en el programa de ayer de Conspiranoicos en la Sexta, donde cuestionaba los salarios de los bomberos. Y me gustaría que reflexionáramos y pensáramos en las personas que conocemos y comparáramos los salarios que, en puestos de similar responsabilidad y formación, cobran quienes trabajan en el sector público y en el sector privado.

El Estado no es perfecto, nada lo es. Las empresas, la administración… todo está formado por personas. Hay personas fieles e infieles, personas rencorosas y personas que perdonan y olvidan, personas honradas y personas sin honor, personas a las que les gusta el queso y personas que lo odian.

Las personas somos diversas y no somos máquinas, es parte del encanto del ser humano y parte de su debilidad. Todos somos capaces de le mejor y de lo peor y, además, somos cambiantes.

No hay persona perfecta, ni sistema perfecto, pero eso no quiere decir que el sistema sea malo o no funcione. Quiere decir que lo mejor que podemos hacer es defender sus virtudes, que siempre serán las que no dejen desprotegido a nadie, y seguir trabajando por subsanar sus defectos.

Hay muchos debates que pueden abrirse y muchos puntos a mejorar, pero jamas podremos hacerlo si seguimos dejándonos engañar por quienes desde su privilegio quieren hacernos dudar del sistema que nos protege.

Autora: María Isabel Sáez Suay

La indignación de los privilegiados

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