‘La mort de Guillem’: así fue el asesinato fascista de Guillem Agulló
El pasado viernes 2 de octubre, se estrenó en España de manera simultánea en las cadenas autonómicas de Cataluña, Valencia y Baleares (A Punt, TV3 e IB3, respectivamente) “La mort de Guillem”, un film basado en el asesinato de Guillem Agulló i Salvador, un joven de 18 años militante de izquierdas que fue asesinado el 11 de abril 1993 por un grupo de reconocidos neonazis en la localidad de Montanejos, provincia de Castellón.
La película, dirigida por Carlos Marques-Marcet y protagonizada por Pablo Molinero (en el papel del padre de Guillem), Gloria March (Carme Salvador, madre de Guillem) y Jany Collado (interpretando al propio Guillem), narra de manera magistral los hechos que rodearon el asesinato de Guillem y los años posteriores a los terribles sucesos.
Sin embargo, el argumento no se centra en el crimen, sino en las repercusiones sociales, políticas, jurídicas y personales del mismo y que todavía perduran. «La mort de Guillem» es una película cruda que retrata el lado oscuro de la justicia española, recrea el contexto político de la época y muestra cómo fue vivido por la sociedad del momento, pero también por la familia y personas allegadas del joven.
Junto al rodaje con actores y actrices se han aportado fotografías y grabaciones de la época que contribuyen a que las personas espectadoras puedan meterse de lleno en el film y comprendan lo que sucedió.
AVISO SPOILER: La siguiente parte del artículo contiene detalles de la trama y del argumento. Si no has visto “La mort de Guillem” y no quieres conocerlos, se aconseja no continuar leyendo.
La muerte de Guillem Agulló
Con la conocida Muixeranga de fondo, una música tocada con tabalet y dolçaina (instrumentos típicos de la música valenciana) característica de la muixeranga del municipio de Algemesí y que ha sido reivindicada por la izquierda nacionalista valenciana (especialmente el escritor Joan Fuster) como el himno del País Valencià, “La mort de Guillem” arranca con grabaciones reales de la época de la Transición democrática (años 70 y 80), donde España pasó de la dictadura de Francisco Franco al sistema actual, intercaladas con fotografías de Guillem Agulló y su familia desde su infancia.
Las imágenes reales se centran en los conflictos políticos y sociales de la época, especialmente en Valencia (de donde es Guillem Agulló, concretamente del municipio de Burjassot) y poniendo especial atención en la violencia provocada por grupos de ultraderecha. Una cruda introducción que rápidamente sitúa y prepara al espectador para lo que viene.
Justo antes de empezar, la película nos avisa de que los hechos podrían no ser fieles y de que se centrarán en los hechos ocurridos entre 1993 y 1997.
Tras esto, el film como tal da comienzo.
Las primeras escenas nos enseña a Guillem Agulló y su familia en un día como otro cualquiera.
Su habitación está decorada con simbología antifascista, igual que su ropa. Aunque debate con sus padres sobre algunos aspectos de la política del momento a raíz de un puño americano que Guillem está manipulando en el taller del negocio familiar, se muestra que, por encima de todo, es un chico normal de 18 años que solo quiere divertirse con sus amigos el fin de semana. Un fin de semana del que no volvería vivo.
Para sorpresa del espectador, “La mort de Guillem” no reconstruye el asesinato, ni siquiera el viaje a Montanejos, donde se encontraba de acampada. El guion, que se centra en el punto de vista de la familia, pasa de una feliz escena cotidiana a mostrar el cuerpo inerte y sin vida de Guillem y el terrible impacto emocional que provoca en sus padres.
Así, quienes ven la película reciben la noticia tal y como ellos la recibieron. Inesperada, repentina e injusta.
Las primeras repercusiones de la mort de Guillem
La película continúa con el relato de las amigas de Guillem Agulló, quienes fueron testigos directos de lo sucedido. Se presenta entonces la versión tal y como han defendido desde entonces: cinco personas surgieron de un bar, fueron directamente a por él, lo apuñalaron en el corazón y se marcharon dejándolo muerto cantando el Cara al Sol, himno de la Falange Española y de las Juntas de Ofensiva Nacional Sindicalista (FE de las JONS), partido político que sostenía el régimen franquista entre 1939 y 1975 y, por lo tanto, canción muy asociada al franquismo y a la extrema derecha española. Y que, por lo tanto, el asesinato tuvo claras motivaciones políticas.
Seguidamente, comienzan a intercalarse grabaciones reales de cómo los medios de comunicación informaron de los hechos. Se dice que se detuvieron a cinco sospechosos que formaban parte del grupo neonazi “Los Marxalenos” y que serán juzgados en el juzgado de Segorbe.
Después de algunas escenas cotidianas, aparece Virgilio Latorre, el abogado que asistió a los padres de Guillem para defender en el juicio la versión que sostuvieron los testigos (quien participó también en el juicio del conocido Caso Alcàsser), ejerciendo como acusación particular.
El letrado aparece, en un primer momento, despreocupado acerca de las posibilidades de demostrar que fue un asesinato y pedir prisión incondicional sin fianza, en contra de la defensa que sostenía que la muerte sucedió en defensa propia durante una pelea entre bandas rivales. No sabía lo equivocado que estaba.
Tras esto, de nuevo se presentan grabaciones de las noticias de la época mostrando a los amigos de los detenidos, explicando su versión y negando tanto la pertenencia a la banda neonazi como el relato de las amistades de Guillem. También se muestra a miembros de los SHARP, grupo skinhead antifascista y antirracista, que aseguran que fue un asesinato político y denuncia la cantidad de amenazas que reciben de grupos neonazis. El conflicto se convierte así en una cuestión pública, en contra de los consejos del propio Virgilio Latorre.
Consciente de las repercusiones políticas y del contexto sociopolítico del momento, el padre de Guillem comienza a investigar acerca de las redes de la extrema derecha española y valenciana a partir de recortes de prensa.
Concretamente, sigue la pista del empresario José Luis Roberto Navarro, acusado de xenofobia, racismo, de financiar grupos neonazis entre 1990 y 1995, articulista, fundador en 2002 del partido ultraderechista España 2000 y también de la empresa Levantina de Seguridad. Y que, sin embargo, no solo consiguió librarse de casi todas las condenas, sino que tuvo el favor del gobierno de Felipe González (PSOE), recibiendo varias condecoraciones o siendo nombrado director del Colegio Militar Jaime I.
En ese momento, Jose Luis Roberto es uno de tantos que comienza a usar sus espacios en los medios para manchar la imagen de Guillem y mostrarlo como un violento radical que incluso provocó a sus asesinos para matarlo. Mientras que tanto el abogado como la familia de Guillem rehuyen aparecer en los medios, el abogado de Pedro Cuevas, principal acusado del asesinato, defiende abiertamente en televisión su propia versión de los hechos.
Por supuesto, comienzan a verse también las repercusiones personales del incidente, con un padre completamente absorbido por el caso y una madre que sigue poniéndole el plato de comida a su hijo y que demanda más ayuda por parte de su marido.
Un momento muy impactante de la película es cuando una llamada del padre a la televisión criticando los reportajes donde se daba voz a la defensa de los neonazis que mataron a Guillem es retransmitida en directo sin que nadie de la familia lo supiera.
“ Estic indignat perquè estic convençut que n’hi ha una sèrie de falsedats importantíssimes que s’han d’aclarir en este reportatge. S’agafen exclusivament a la versió dels defensors de l’assassí del meu fill. El meu fill no pertanyia a ninguna banda. El meu fill era un amant del seu país. Un lluitador per la pau i per la llibertat que esta li donava. El meu fill anava amb el pit en l’aire defenent els valors del antirracisme i del antinazisme.” – Guillem Agulló i Lázaro, 1993.
(Estoy indignado porque estoy convencido que hay una serie de falsedades importantísimas que se tienen que aclarar en este reportaje. Se cogen exclusivamente a la versión de los defensores del asesino de mi hijo. Mi hijo no pertenecía a ninguna banda. Mi hijo era un amante de su país. Un luchador por la paz y por la libertad que esta le daba. Mi hijo iba con el pecho en el aire defendiendo los valores del antirracismo y del antifascismo)
El film nos enseña imágenes reales de la grabación intercaladas con una recreación del padre de Guillem hablando por teléfono, creando una escena sobrecogedora. Es aquí donde revela que está convencido de que hay una trama detrás de la muerte de su hijo sostenida y ocultada por las mismas redes de ultraderecha que está investigando y blanqueada por los medios de comunicación. “Estoy convencido de que hay una trama. Y la descubriré. Para que mi hijo sea la última víctima de este país”, confiesa.
A partir de este punto, Guillem y Carme comienzan a aparecer ante los medios para impedir que la imagen de su hijo sea mancillada por la defensa de sus asesinos, denunciando la manipulación que, a su juicio, se hace del fatal incidente.
Las consecuencias no se harían de esperar. La casa de Guillem amanece con pintadas de ideología neonazi en la fachada y comienzan a recibir llamadas telefónicas amenazantes, algo que se repetiría durante muchos años cada aniversario del asesinato.
Pero, por otro lado, colectivos antifascistas muestran en las calles su apoyo a la familia con marchas y concentraciones en las calles. Marchas y concentraciones que siguen celebrándose a día de hoy con lemas como “València serà la tomba del feixisme” o “Guillem Agulló, ni oblit ni perdó” (Valencia será la tumba del fascismo y Guillem Agulló, ni olvido ni perdón, en castellano).
La escena finaliza con la victoria del conservador Partido Popular (PP) en las elecciones autonómicas de 1995, que presidiría el gobierno valenciano hasta el año 2015.
El juicio del asesinato de Guillem y nuevas repercusiones
En el mismo año 1995, el juicio por el caso dio comienzo, tal y como muestra “La mort de Guillem” mediante grabaciones de archivo. Un juicio que se celebra rodeado de polémica, con concentraciones antifascistas en la puerta (algunas de las cuales se saldan con cargas de la policía antidisturbios) y con gran seguimiento por parte de los medios.
A partir de aquí, la película intercala las escenas del juicio con el desarrollo de la vida de la familia de Guillem Agulló y las repercusiones que éste tiene sobre la misma.
Es en este momento cuando Guillem y Carme miran por primera vez a los ojos a los asesinos de su hijo, quienes devuelven la mirada con cierta indiferencia en un momento de silencio solo roto por el ruido de las cámaras fotográficas.
El juicio abre con el testimonio de Pedro Cuevas, principal implicado, quien esgrime que hubo una pelea instigada por Guillem Agulló y sus amigos, quienes empezaron a llamarles “nazis de mierda”, que recibió un puñetazo en los riñones, que Guillem sacó un puño americano, que entonces se llevó un fuerte golpe en la cabeza y que sacó una navaja para defenderse. Entonces Guillem se lanzó sobre él y se la clavó.
Nada más empezar, se ven las primeras contradicciones en el relato del acusado. Asegura, por ejemplo, que sacó una navaja, cuya descripción no encajaba del todo con la realidad y, cuando se la muestran, dice no reconocerla, cuando había dicho que sí la había sacado.
Como añadido, el abogado Virgilio Latorre refiere que no hay parte de lesiones alguno que demuestre los golpes descritos y que no se ha encontrado ningún puño americano en la escena del crimen.
Mientras tanto, las consecuencias continúan para la familia. En otra escena también de cierto impacto, el padre de Guillem estalla de ira cuando recibe la noticia de que su principal proveedor para el funcionamiento del taller ya no va a venderle más debido a las amenazas que está recibiendo. Esto obliga a la familia a hacer cambios en la casa que sobrellevan gracias al cariño y al humor.
El juicio continúa entonces con el testimonio de los amigos de Guillem, quienes explican la versión defendida desde el principio, sosteniendo que los SHARP, grupo al que pertenecía, son contrarios a la violencia y que, de haber tenido un puño americano, podría haberse salvado.
La defensa entonces comienza a intentar construir un relato que dé una imagen de la víctima como alguien violento y conflictivo, señalando su forma de vestir, la simbología empleada o sus supuestos antecedentes penales. El propio Virgilio Latorre se da cuenta de que tratan de politizar el juicio para condicionar la decisión del tribunal, lo que provoca varias protestas por su parte. Pese a todo, considera que esa es precisamente la señal de que el juicio está yendo bien y que las pruebas a que demuestran el asesinato son contundentes.
“Guillem, estamos ganando el juicio. Fíjese en las pruebas que muestra la defensa. No tienen nada. Debemos de conservar la calma.” – Virgilio Latorre Latorre, abogado de la acusación en el caso de Guillem Agulló, 1995
“La mort de Guillem” continúa con una escena en la que el padre de Guillem le pide ayuda al alcalde de Burjassot, Jose Luís Andrés Chavarrías (que ostentó la alcaldía desde 1987 hasta 2011) que le ayude a encontrar pruebas que demuestren el entramado ultraderechista tras el asesinato de su hijo puesto que, su partido (el PSOE), había contratado a la empresa de seguridad de José Luis Roberto (Levantina de Seguridad) a través de contratos privados, además de todos los nombramientos y condecoraciones que había recibido del gobierno socialista. Sin embargo, se niega. “Soy político, no policía”, le dice.
El juicio se retoma con uno de los puntos que, en su momento, fue sin duda de los más controvertidos. La defensa llama a un nuevo testigo de los hechos, una chica, saltándose todos los procedimientos y garantías procesales, ante la indignación del abogado de la acusación particular. Además, la testigo está protegida, por lo que no pueden saber quién es en ningún momento. Pese a todo, el juez admite el testimonio anónimo ante la incredulidad de los padres de Guillem y del letrado.
Aparece entonces un funcionario, coloca un biombo y aparece la chica con un casco de moto puesto cubriéndole todo el rostro, se sienta tras él y comienza a declarar. La testigo, una residente de Montanejos supuestamente neutral, si bien no describe los hechos tal cual los presenta la defensa de Pedro Cuevas y el resto de acusados, sí relata que el grupo de Guillem llevaba un puño americano. El objetivo no es otro que el de insistir en el relato de que los violentos, los radicales y los que instigaron el asesinato fueron ellos.
Se muestra como esto fue recurrido por la acusación en nuevas grabaciones de archivo de las noticias. Y que, por supuesto, el recurso fue rechazado.
La familia y amigos de la víctima entienden que esto no es más que un reflejo de que las instituciones públicas de España todavía siguen contaminadas después de casi cuarenta años de régimen franquista.
La recta final del juicio y el veredicto
El proceso judicial se desarrolla con nuevas declaraciones por parte de los amigos de Guillem como testigos de los hechos ante el testimonio anónimo presentado.
La defensa, tras presionar mediante un bombardeo de preguntas, en una impactante y sobrecogedora escena (y, probablemente, una de las más destacables de “La mort de Guillem”), obliga a una de las amigas de Guillem a taraear el Cara al Sol para demostrar que de verdad lo escuchó de los asesinos mientras huían, a lo que finalmente accede, sintiéndose humillada.
Mientras tanto, la familia de Guillem sigue sufriendo las consecuencias. El proceso judicial absorbe al padre de tal forma que Carme se siente cada vez más sola y triste. Además, su casa sigue sufriendo ataques, como una piedra que es lanzada al interior rompiendo la ventana con la frase “Estáis solos rojos de mierda” grabada en ella.
Poco antes del veredicto final, Virgilio Latorre denuncia ante el tribunal los intentos sistemáticos de la defensa de los asesinos de Guillem de criminalizar a la víctima para poder ganar el juicio.
“Solo hubo una víctima esa tarde en Montanejos. Y esa víctima se llamaba Guillem Agulló.” – Virgilio Latorre durante el juicio por el asesinato de Guillem Agulló, 1996.
Por su parte, el letrado defensor asegura que “ha quedado acreditado fehacientemente” que lo sucedido se produjo durante una pelea de bandas aceptada por ambas partes motivada por el alcohol y que la muerte se produjo en defensa propia. Además, en la escena que se muestra, asegura que “ha quedado acreditado que el skin de Burjassot era un joven violento vinculado a grupos extremistas”.
En casa, la situación se tuerce cuando el padre anuncia que comenzará una huelga de hambre, a lo que las hermanas de Guillem Agulló responden que también quieren unirse, negándose a comer. Carme por fin se desahoga expresando su frustración y, en una desgarradora escena, comienza a llorar desconsoladamente en el suelo de la cocina. Escuchada por sus hijas, acudan a apoyarla, pronto uniéndose también su marido.
Finalmente, la sentencia del juicio es revelada: absolución para todos los acusados excepto para Pedro Cuevas, que es condenado por homicidio a 14 años de prisión, reduciendo el asesinato a una mera pelea juvenil, en contra de los criterios del fiscal y de la acusación.
Tras este complicado momento, en una última escena familiar, Guillem aparta la silla donde se sentaba su hijo en el salón y la sitúa frente a la pared. Un pequeño gesto pero que, en realidad, quiere decir mucho. Casi cuatro años después y tras un horroroso proceso judicial convertido en espectáculo mediático, comienza el largo proceso de superar emocionalmente el duelo y continuar viviendo.
Los sucesos después de “La mort de Guillem”.
De nuevo con la Muixeranga de fondo, «La mort de Guillem» finaliza narrando los hechos posteriores al asesinato de Guillem Agulló.
Pedro Cuevas salió en libertad condicional en 1998 por buena conducta. En 2005, lo detuvieron durante la Operación Panzer, donde la Guardia Civil desmanteló una red neonazi de carácter paramilitar vinculada al grupo Frente Anti Sistema (FAS). Se incautaron en su casa 40 brazaletes con esvásticas, una daga nazi, puños americanos y moldes para fabricar hebillas de las SS (grupo paramilitar del partido nazi). Fue absuelto.
Algunos días después de la sentencia, uno de los acusados fue detenido por otra agresión en el barrio del Carmen de Valencia.
El grupo estaba encabezado por Juan Manuel Soria, dirigente del partido Alianza Nacional (AN) en Valencia y, entre los 17 detenidos, estaba también Alejandro Serrador, segundo concejal de España 2000 en el municipio de Silla, partido fundado por José Luis Roberto.
En 2007, Pedro Cuevas se presentó a las elecciones municipales de Chiva en cuarta posición en la lista electoral de Alianza Nacional, lo que fue todo un escándalo en aquel momento.
La violencia de la extrema derecha continuó en tierras valencianas. Entre 2007 y 2013 se llegaron a poner hasta 20 artefactos explosivos en locales culturales o de partidos de izquierdas.
Además, cada año, tanto la familia de Guillem como amigos suyos han continuado sufriendo amenazas y ataques fascistas, especialmente cada año durante el aniversario de su asesinato. Aun en 2018, 25 años después de los hechos, su casa amaneció con pintadas fascistas en la fachada. Nunca nadie ha sido detenido por estas agresiones.
Guillem Agulló: un símbolo de lucha
El asesinato de Guillem Agulló fue un hito en la Historia reciente de España y, concretamente, de Valencia. En medio de una batalla ideológica, identitaria, cultural, política y social en un país que aún padecía (y padece) las consecuencias de 40 años de dictadura, tanto los sucesos aquel 11 de abril de 1993 en Montanejos como el juicio y el tratamiento que los medios hicieron del caso fueron precisamente el reflejo de que el sistema, que presumía de normalidad democrática, seguía podrido por dentro.
Los grupos antifascistas, la izquierda nacionalista y también buena parte de la izquierda en general, se unieron más que nunca en repulsa por estos hechos, exigiendo justicia, denunciando lo ocurrido y reclamando la lucha antifascista.
Así, cada 11 de abril, se sigue recordando la memoria de Guillem Agulló con diferentes actos organizados por la Associació Cultural Bassot en su ciudad natal, Burjassot.
Su nombre todavía resuena en las manifestaciones antifascistas de España, tiene varios homenajes en murales, grupos de música han hecho varias canciones inspiradas en él y se le ha puesto su nombre a varias calles.
En 2013 hubo un intento de hacer una declaración institucional en homenaje a Guillem Agulló en el Les Corts Valencianes (parlamento valenciano) por el 20 aniversario, pero el PP lo impidió. Finalmente, se aprobó en 2016 la creación de los Premios Guillem Agulló, pensados para reconocer a personas y entidades por su lucha contra el racismo, xenofobia y delitos de odio.
En 2019, el Senado de España aprobó la creación del Fondo Guillem Agulló para indemnizar a las víctimas de delitos de odio.
Ese mismo año, se inició la campaña La lluita continua (La lucha continúa), un ambicioso proyecto de iniciativa ciudadana para fomentar la movilización social, política y de recuperación de la memoria democrática que tomó como punto de partida la figura del joven antifascista e independentista.
Siguiendo las previsiones, la campaña organizó a lo largo del 2020 un concierto de homenaje en València y otro en el Auditorio de Barcelona; un ciclo de debates y conferencias a las dos ciudades; la actualización del web Crímenesdeodio.info; la publicación de la novela La mort de Guillem, de Nuria Cadenas, sobre el acoso que sufrió la familia de Agulló; y la película “La mort de Guillem”.
Sin duda, “La mort de Guillem” es una película recomendada para entender los peligros de la impunidad de la extrema derecha y para ser, hoy más que nunca, antifascistas y defensores de la libertad, de la democracia y de la justicia social.
Guillem, no t’oblidem.
Fuentes, enlaces y bibliografía:
– Foto destacada: Carátula de la película “La mort de Guillem”. Autor: Captura de pantalla realizada el 09/10/2020 a las 20:09h. Fuente: Filmaffinity.
Jefe de Redacción de Al Descubierto. Psicólogo especializado en neuropsicología infantil, recursos humanos, educador social y activista, participando en movimientos sociales y abogando por un mundo igualitario, con justicia social y ambiental. Luchando por utopías.