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El ejército birmano da un golpe militar en Myanmar y declara el Estado de Emergencia durante un año

El ejército de Myanmar da un golpe de Estado y pretende reinstaurar un régimen militar hasta las próximas elecciones, que tendrán lugar dentro de un año. El Tatmadaw, el ejército birmano, controló el país entre 1962 y 2011, en lo que fue una dictadura opresiva que duró 50 años.

Ahora, la detención de Aung San Suu Kyi, líder de la Liga Nacional de la Democracia (LND), premio Nobel de la Paz y jefa del gobierno de hecho que ha dirigido el país desde que su formación alcanzó la victoria en 2015, así como de otros políticos, ha amenazado la consolidación de una democracia naciente que vivió sus elecciones más justas y libres hace cinco años.

El partido debía comenzar este lunes su segundo mandato, tras haber sido reelegidos en las elecciones de noviembre de 2020. En dichos comicios obtuvo el 80% de los votos y, de hecho, su popularidad se mantuvo intacta frente a las múltiples acusaciones de genocidio contra la población musulmana rohingya que vive en el país.

No obstante, cabe señalar que durante esta década el ejército no se había desentendido totalmente del control sobre Myanmar. Sin ir más lejos, la Constitución garantiza al cuerpo militar una cuarta parte de los escaños en el Parlamento, además del control de los ministerios más importantes del país, como Asuntos Internos, Defensa y Asuntos Fronterizos.

Así, con el respaldo de la cúpula militar, la oposición política liderada por el Partido de la Unión, la Solidaridad y el Desarrollo (USDP) pudo comenzar una campaña de desprestigio contra el gobierno que pretendía emprender una segunda legislatura. Las acusaciones de fraude, al más puro estilo trumpista, de hecho acaban de ser repetidas por Myint Swe, el presidente interino que acaba de ser nombrado, para justificar la imposición del Estado de Emergencia durante 1 año.

El exgeneral que fue vicepresidente del país aseguraba en una declaración firmada que “la UEC (comisión electoral) no logró resolver las enormes irregularidades en las listas de votantes en las elecciones generales multipartidistas que se llevaron a cabo el 8 de noviembre de 2020”.

Sin embargo, todo apunta a que las evidencias de fraude son escasas o nulas. Como explicaba a la BBC el subdirector de Human Rights Watch (HRW) en Asia, Phil Robertson, “obviamente, Aung San Suu Kyi obtuvo una contundente victoria electoral”, a lo que añadió “ha habido acusaciones de fraude electoral. Es algo trumpiano: acusaciones de fraude sin evidencia”.

Además, describió la toma militar del poder como algo “inexplicable”, dado que el resultado electoral no había implicado una significativa pérdida de poder para el ejército. En este sentido, la controvertida Constitución del año 2008, redactada durante el gobierno de la junta militar, garantiza su gran influencia sobre el gobierno de turno. Además, según el corresponsal de la BBC en el sudeste asiático Jonathan Head, las probabilidades de que la LND hubiera podido enmendar la Constitución eran sumamente bajas, puesto que dicha iniciativa necesitaría el apoyo del 75% del Parlamento, por lo menos.

Aunque, como señala la experiodista Aye Min Thant, las razones para el golpe de Estado podrían encontrarse detrás del sentimiento de “obligación y derecho” que tiene el ejército respecto al gobierno de Myanmar. Min Thant destaca que, además de que haber perdido las elecciones significa que “las personas cuyas familias están en el ejército deben haber votado en contra de ellos”, “los medios internacionales están bastante acostumbrados a referirse a Aung San Suu Kyi como la ‘madre’.

El ejército se considera a sí mismo el ‘padre’ de la nación”. De esta forma, esta visión del país, más abierto al comercio internacional, no ha calado en el cuerpo militar, donde “ven a los extranjeros especialmente como un peligro”. La pandemia y la presión sobre la privación de derechos de los rohingya, unido al inicio de un nuevo mandato, podría haber detonado este deseo de retomar el control por parte del ejército.

El desarrollo del golpe en Myanmar

Personal del ejército de Myanmar en la recepción de la delegación tailandesa en Naypyidaw en octubre de 2010. Autor: Peerapat Wimolrungkarat, 11/10/2010. Fuente: Flickr. (CC BY 2.0).
Personal del ejército de Myanmar en la recepción de la delegación tailandesa en Naypyidaw en octubre de 2010. Autor:
Peerapat Wimolrungkarat, 11/10/2010. Fuente: Flickr. (CC BY 2.0).

El momento elegido para levantarse en armas ha sido la madrugada que antecedía a la jornada en que debería haberse celebrado la primera sesión del Parlamento, liderado por la recientemente reelegida LND, que en dicha mañana habría consagrado el resultado electoral. Tras el levantamiento, Suu Kyi ha publicado en redes sociales calificando el golpe como un regreso a la dictadura y ha pedido a la población que “resista con firmeza” a la acción militar.

Muchos expertos debaten ahora sobre cuáles han sido las razones que han motivado este golpe de Estado. Así, también Gerard McCarthy, del Instituto de Investigación de Asia de la Universidad Nacional de Singapur, recuerda que “el sistema actual es tremendamente beneficioso para el ejército: tiene una autonomía de mando completa, una inversión internacional considerable en sus intereses comerciales y una cobertura política de los civiles por crímenes de guerra”.

Y pronostica que “tomar el poder por un año, como lo han anunciado, aislará a los socios internacionales no chinos, dañará los intereses comerciales de las fuerzas armadas y provocará una creciente resistencia de millones de personas que colocaron a Suu Kyi y a la LND en el poder por otro período de gobierno”.

En sintonía con esto, Phil Robertson agrega que Myanmar corre el peligro de volver a ser un “Estado paria”, con el subsiguiente enfurecimiento de la población, dado que ésta no quiere “regresar a un futuro militar. Ven a Suu Kyi como un baluarte contra un regreso al poder militar”.

Por su parte, el historiador y escritor birmano Thant Myint-U, expresaba que “tengo el inquietante sentimiento de que nadie podrá controlar de verdad lo que ocurra a partir de ahora. Y recuerden que Myanmar es un país con abundancia de armas, con profundas divisiones entre grupos religiosos y étnicos, donde millones de personas apenas se pueden alimentar”.

De momento, numerosos países occidentales, entre los que se encuentran Estados Unidos y los miembros de la Unión Europea, ya han exigido que el ejército birmano ponga en libertad a los líderes políticos y han reclamado que “el resultado de las elecciones debe respetarse y el proceso democrático ha de recuperarse”, en palabras del presidente del Consejo Europeo, Charles Michel.

Además, organismos como Naciones Unidas ya han compartido su preocupación acerca de que el golpe militar deteriore la situación con los distintos grupos étnicos, poniendo el énfasis especialmente en los cientos de miles de rohingyas.

Por ahora, China ha sido la nota discordante con estas críticas, dado que sus relaciones comerciales con Myanmar han predominado en la elección del tono, pidiendo únicamente que ambas partes resuelvan sus diferencias “bajo el manto de la Constitución”.

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