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Estudios, meritocracia y mitos: ¿funciona el ascensor social?

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Uno de los debates más acalorados para la juventud en estos momentos es si estudiar sirve de algo, si el concepto de meritocracia existe y si funciona el llamado “ascensor social”. Además sobre este tema se mueven muchos mitos, dudas, errores y tergiversaciones. Se pretende dar algo de luz sobre un tema complejo.

Primero y para entender este debate hay que explicar algunos conceptos. Uno de los primeros es el de la llamada meritocracia. Esta palabra parte de la idea de que vivimos en una sociedad en la que el esfuerzo individual y el trabajo duro se ven recompensados con resultados sociales y económicos, es decir, que la posición socioeconómica de cada persona está determinada por sus méritos, por el esfuerzo y el trabajo duro, no por su origen o privilegios de nacimiento o clase social. Es decir, que vivimos en una sociedad meritocrática donde la libre competencia abarca desde las empresas hasta las propias personas.

Así, se considera que, tras la sustitución de la sociedad feudal, que estaba constituida por estamentos rígidos, por la sociedad burguesa, basada en la supuesta igualdad ante la ley, existe lo que se conoce como el ascensor social: un medio que permite que las personas de las clases más bajas puedan progresar socialmente si se esfuerzan lo suficiente.

Todo ello, daría como resultado un sistema social en el que, gracias a la igualdad reconocida en la legislación, todo el mundo gozaría de las mismas oportunidades para, siguiendo la analogía del ascensor, «subir de piso».

Hasta ahora, como clave del ascensor social se han encontrado los estudios. Aunque los más afamados son los de tipo universitario, en realidad el abanico es muy amplio. Teóricamente, estos han sido la principal vía de ascenso de las clases humildes y medias a la clase superior. O, al menos, así ha sido sobre el papel.

En 2023, y desde el terrible evento de 2008 conocido como la “Gran Recesión”, más y más voces anuncian que esto ya no funciona así, que los estudios no garantizan nada y que la meritocracia no existe.

Sobre la meritocracia y la estructura

La meritocracia no es simplemente una idea defendida por los sectores políticos más liberales. Su esencia, esto es, que en nuestra sociedad el esfuerzo prima sobre los privilegios, es fundamental para el sostenimiento de los sistemas políticos y económicos liberales occidentales. Es, en palabras del politólogo Pablo Simón‘’uno de los pilares legitimadores de nuestro tiempo’’. En resumen, para que se mantenga el orden social establecido, la mayoría de la sociedad debe creer que puede progresar si se esfuerza lo suficiente.

En el momento en el que la gente tomase conciencia de que, debido a problemas estructurales, por mucho que se esfuercen no podrán mejorar sus condiciones de vida, estarían más cerca de problematizar la estructura social y poner en jaque la jerarquía social preexistente. Es decir, cuando reparen en que las cartas están trucadas de antemano, puede que decidan romper la baraja. Al menos esto sostienen ciertos politólogos y sociólogos, como Simón.

Esta toma de conciencia teorizada es por ahora un escenario lejano, ya que la meritocracia es un concepto que ha hecho hegemónica, es decir, que es una creencia asentada socialmente.

Desde los sectores políticos y mediáticos se lanzan constantemente mensajes que enarbolan el esfuerzo individual y de historias de superación de jóvenes emprendedores que empezaron en la habitación de la residencia para universitarios de Harvard o en un pequeño taller textil de La Coruña.

Sin embargo podemos decir del aparato mediático de la meritocracia que esconde algunas trampas. Por un lado, presentan historias extremadamente inusuales, de esas que únicamente le ocurren a una persona de entre un millón, como representativas de la sociedad, a la vez que atribuyen este éxito a los méritos individuales, cuando en muchos casos también existen factores azarosos, como incluso algunos reconocenTambién ignora ciertos privilegios de base, como contactos, familia, recursos…

Así, muchos análisis resaltan que juega un papel fundamental la posición social de cada persona.

Entonces, ¿es un mito la meritocracia?¿Vale la pena estudiar?¿está vigente el ascensor social?

El ascensor social ¿averiado y en constante reparación?

Obrero reparando un escalón ¿la meritocracia no funcionó?
Obrero reparando un escalón mientras la gente pasea. Autor: Jonathan López. 19/06/2010.
Fuente: Flickr (CC BY-NC-ND 2.0)

Para muchos, el ascensor social de los países occidentales funciona como el del famoso rascacielos de Dubai Burj Khalifa, una colosal y precisa obra de ingeniería que marcha a la perfección.

Por el contrario, muchos informes dicen que este supuesto ascensor social, más que al del Burj Khalifa, se parece al de la célebre comedia The Big Bang Theoryconstantemente averiado, constantemente en reparación. Los análisis que se han llevado a cabo en países como Italia, Reino Unido, México o España así lo corroboran.

Los economistas italianos Guglielmo Barone y Sauro Mocetti se propusieron desmontar las tesis que sostienen que las ventajas y desventajas económicas de los antepasados desaparecen tras varias generaciones. Para ello, estudiaron la movilidad intergeneracional y la distribución de la riqueza en Florencia comparando los registros de 1427 de la ciudad italiana con los de 2011. En su investigación realizaron un hallazgo que no esperaban: las familias florentinas más pudientes seguían teniendo los mismos apellidos 600 años después.

A pesar de la trascendencia de esta conclusión, este no es un fenómeno exclusivo de Florencia, si no señalado en distintas partes del mundo. Otros analistas señalan incluso que por mucho que las clases trabajadoras se esfuercen, es muy inusual que salgan de la pobreza.

Achacan esto tanto a las estructuras socioeconómicas de los países, como a las desigualdades entre países. Así lo pone de manifiesto el economista y experto en desigualdad Branko Milanovic, que explica en una entrevista cómo entre un 50 y 60% de las diferencias de ingresos entre personas se explican simplemente por el país en el que han nacido.

Así pues, el panorama que se nos revela es de una estructura social que se fundamenta en variables como el país de nacimiento, la institución en la que realizan los estudios o el apellido de la familia, entre otros.

Dicho todo esto, ahora cabe preguntarse: ¿existe alguna forma de que podamos usar el ascensor social o lo que queda de él?

El papel de los estudios

Exámenes en la Universidad de Navarra ¿Meritocracia?
Exámenes en la Universidad de Navarra. Autor: Universidad de Navarra, 07/05/2010. Fuente: Flickr (CC BY-ND 2.0).

Los estudios, como se ha dicho antes, han sido la manera más fiable de que las clases más humildes hayan escapado de la precariedad. ¿Sigue vigente esto? Hay que ver los datos.

Tomando los datos de Instituto Nacional de Estadística (INE) de 2021 se puede hacer una visión de campo bastante analítica. Según el INE, las personas que en 2021 tenían un nivel formativo de preescolar, primaria y secundaria (primera etapa) , tenían un empleabilidad de media del 56,2%, un 66,5% para los hombres y un 45,9% para las mujeres. ¿Qué ocurre si se asciende de educación?

Si vamos a las personas que llegaron hasta la segunda etapa de secundaria, la empleabilidad media aumenta al 63,5%. 7,3 puntos porcentuales por encima del nivel anterior. Ambos sexos salen beneficiados: un 57.8% para las mujeres y un 69,2% para los hombres.

¿Y si se va a los estudios superiores? Si se va a estos, la media alcanzada es del 79,95%. Esto son 16,45 puntos porcentuales por encima. Un 77,2% para las mujeres y un 82,7% hombres.

Desde luego parece que el nivel de estudios y el esfuerzo si son un factor diferencial: a mayor nivel de estudios, mayor empleabilidad y menor nivel de pobreza.

Que los estudios no sirvan para nada se acerca más al mito que a la realidad empírica

¿Solo para algunas materias?

Si uno de los mitos es que el nivel de estudio no vale para nada, otro es que hay un gran grupo de carreras y estudios que valen para algo y otros que no valen para nada.

En el primer grupo estaría relacionado lo que tiene que ver con la ciencia. Destacan las ingenierías, la informáticas y las ciencias de la salud.

En el otro grupo se engloban la mayoría de ciencias sociales y humanidades. Y resulta una visión sesgada cuando no falsa.

Si bien son los estudios de carácter STEM (acrónimo de Ciencias, Tecnología, Ingeniería y matemáticas en inglés) tienen una alta empleabilidad, muchos otros estudios no se quedan atrás.

La depauperada “Derecho” se encuentra como una carrera razonablemente bien posicionada en el mercado laboral. Incluso alguna de las peor valoradas en el mercado como Filosofía, tienen una tasa de empleo del 63,8%. Esto es superior o igual a las tasas medias de estudios de las personas que se quedaron en “hasta secundaria”. Y es uno de los grados con peor empleabilidad.

En principio, estudios como másteres y postgrados, siempre resultarán más beneficiosos.

La parte real es que hay ciertas materias que darán un peor resultado, empleabilidad y renta. Es posible que estudiar Filosofía, con un máster y un doctorado puedan ser un enorme esfuerzo que no se compensen con el retorno. Y habrá que valorar si valen por el esfuerzo e inversión, mostrando que esa la teorizada meritocracia no da resultados.

Pero también otra realidad es que estudiar un grado o tener estudios superiores de algún tipo siempre será mejor para la empleabilidad que no tener nada. Un mito menos.

¿Meritocracia o nacimiento?¿Cómo de determinante es el lugar de estudio?

Biblioteca Central de la Universidad de Bucarest.
Biblioteca Central de la Universidad de Bucarest. Autor: Diego Delso, 29/05/2016. Fuente: Wikimedia Commons (CC BY-SA 4.0).

Junto a este mito, hay otro que añade que hay lugares de estudios que no valen para nada.

En estos lugares, los estudios obtenidos serían mero papel sin el menor uso en el mercado laboral. Una vez más esto parece falso.

Aunque hay universidad muy bien valoradas como la Universidad Carlos III de Madrid (en el ranking 1 de las universidades españolas de FBBVA) y otras no tanto como la Universidad de Huelva (en el ranking 7) si vamos a los datos de empleabilidad de los distintos grados que los presentan, resulta que sus estudiantes tienen un amplio acceso al mercado laboral.

Por supuesto el lugar de estudios puede determinar, pero la mayoría será útiles. Sobre esto también existe la duda del tipo de educación y si hay alguna que no es válida. Uno de los mitos está en que la educación online no es útil o al menos no es comparable con la presencial. Si vamos a una buena parte de los grados y empleabilidad de alumnos de centros a distancia reconocidos, encontramos que tienen una empleabilidad totalmente aceptable

Aquí el mayor hecho diferencial es que el lugar de estudios tiene más relevancia.

Por ejemplo, no es lo mismo estudiar en el INESEM, una escuela de líderes apoyada por la Universidad Nebrija que obtener un “máster” con una rebaja especial de 1.000 euros en un lugar desconocido y sin apoyo de una universidad seria. En este segundo caso es posible que el estudio no valiese para nada, por lo que hay que ser riguroso a la hora de elegir, pero sin obsesionarse, sabiendo que una buena educación online funcionará.

En definitiva la casi totalidad de universidades permitirán obtener un trabajo gracias ellas. Y las universidad o centros online de prestigio también permitirán mejorar la empleabilidad y aumentar la renta individual.

Entonces ¿el esfuerzo en los estudios permite usar el ascensor social?

Y aquí vamos al quid de la cuestión. Por un lado, lamentablemente la mayoría de análisis muestran que las capas de la población que nacen en una posición social, suelen vivir y morir en esa posición.

Estos datos irían contra la teoría de la meritocracia y su inventiva de que el esfuerzo individual lo puede todo.

En el lado contrario, decir que el esfuerzo y los estudios no sirven, sería otra falsedad. La obtención de títulos y formación especializada aumenta en líneas generales la empleabilidad y la renta media. Aunque hay que tener en cuenta que una mala elección de estudios puede hacer que esos indicadores caigan en picado por más que nos esforcemos.

Para evitarlo y maximizar posibilidades, deberíamos asegurarnos de escoger un grado solvente, en universidad reconocida o centro online y obtener posgrados y experiencia.

Posiblemente el concepto teorizado de meritocracia no exista y el ascensor social funcione más mal que bien, pero los estudios siguen siendo una herramienta que puede impulsar el ascensor.

Estudios, meritocracia y mitos: ¿funciona el ascensor social?

Juan Francisco Albert

Director de Al Descubierto. Estudiante de Ciencias Políticas y máster en Política Mediática. Apasionado del estudio y análisis del hecho político, con especial interés en el fenómeno de la extrema derecha, sobre la que llevo formándome desde 2012. Firme defensor de que en política no todo es opinable y los datos, fuentes y teorías de la ciencia social y política deben acompañar cualquier análisis.

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