Atentado en La Rioja deja una víctima mortal y varios heridos
Un sanitario de 32 años ha fallecido y varias han resultado heridas como consecuencia del atropello múltiple frente a las Puertas de un hospital en Haro, La Rioja, en España, en la mañana de hoy 5 de septiembre. El presunto autor del atentado arrolló a varios sanitarios que se encontraban en las puertas del centro sanitario según informa el diario de La Rioja.
Una de las víctimas, Manuel Montoya, un sanitario de 32 años natural de Santurde de Rioja, murió en el acto. Otras dos estarían en estado muy grave y hay además otras tres personas heridas de diversa consideración, a falta de información actualizada sobre el suceso
El conductor, un joven de 26 años, fue detenido allí mismo y trasladado a dependencias policiales. Lo acompañaban en el vehículo sus padres y hermana. Según informaciones publicadas por Cadena Ser, las autoridades descartan el móvil de atentado terrorista entre otros motivos porque el presunto autor, natural de Basauri (Vizcaya), residía temporalmente en Haro para recibir tratamiento médico, por lo que se sospecha de que se trate de problemas de salud mental.
Al tenor de la información disponible, de las seis personas heridas, se teme por la vida de uno de los heridos de gravedad. Todos los heridos han sido trasladados al Hospital San Pedro de Logroño, según informó SOS-Rioja.
El Ayuntamiento de la localidad ha decretado tres días de luto oficial y una concentración este martes en repulsa por lo sucedido y en apoyo a las víctimas y a sus familias.
¿Atentado terrorista?
Aunque las autoridades descarten oficialmente el atentado terrorista, ha transcendido que el asesino profirió consignas políticas contra el Gobierno al tenor de lo descrito por varios testigos, lo cual, atendiendo a la definición, podría ser considerado como tal si realmente el presunto autor hubiera proferido consignas políticas durante la ejecución del crimen. Según la definición (RAE) es una «Actuación criminal de bandas organizadas, que, reiteradamente y por lo común de modo indiscriminado, pretende crear alarma social con fines políticos«.
En concreto, según lo descrito por testigos, autoridades policiales y personal sanitario, así como medios como El Español, el hombre entró en un estado psicótico al mientras gritaba «¡Para que se entere el Gobierno! ¡Qué se enteren!» y otras consignas de índole política, al tiempo que lanzaba ataques verbales a policías y sanitarios que acudieron al lugar para detenerle. A pesar de su estado mental, las autoridades consideran que fue un hecho «intencional» y deliberado.
Normalmente, lo que suele marcar la diferencia es el hecho de si el crimen parte o no de una organización catalogada como grupo terrorista. Sin embargo, muchos de los atentados que se vienen realizando tanto por parte de la extrema derecha como por parte del fundamentalismo islámico, no siempre vienen asociados a una organización clara o que esta esté catalogada como organización terrorista. Además, el hecho de que el presunto autor del crimen no tenga antecedentes penales ni parezca estar vinculado políticamente (al menos al tenor de la información obtenida hasta ahora), ha llevado también a las autoridades a descartar de momento el móvil político.
En cambio, sí se suele cumplir el factor de buscar un fin político, se cumple un modus operandi común y existe a menudo cierta red y/o estructura informal que explica o impulsa indirectamente dichos ataques, por lo que a menudo la consideración de atentado terrorista es subjetiva y/o arbitraria.
Si nos atenemos a lo que dice la ley española, en concreto la Ley Orgánica 2/2015, de 30 de marzo, por la que se modifica la Ley Orgánica 10/1995, de 23 de noviembre, del Código Penal, en materia de delitos de terrorismo, en su artículo 573 establece que se considerarán como delito de terrorismo «la comisión de cualquier delito grave contra la vida o la integridad física, la libertad, la integridad moral, la libertad e indemnidad sexuales, el patrimonio, los recursos naturales o el medio ambiente, la salud pública, de riesgo catastrófico, incendio, contra la Corona, de atentado y tenencia, tráfico y depósito de armas, municiones o explosivos, previstos en el presente Código […]» siempre y cuando tengan como fin «subvertir el orden constitucional, o suprimir o desestabilizar gravemente el funcionamiento de las instituciones políticas o de las estructuras económicas o sociales del Estado, u obligar a los poderes públicos a realizar un acto o a abstenerse de hacerlo», «alterar gravemente la paz pública», «desestabilizar gravemente el funcionamiento de una organización internacional» o «provocar un estado de terror en la población o en una parte de ella».
Así, la tipificación delictiva, que las autoridades policiales ya descartan de base como se ha indicado anteriormente, tiene un componente subjetivo en cuanto a la consideración de la gravedad y en cuanto a lo que se considera «provocar un estado de terror». En general, los atentados o planes de atentado de delitos con motivaciones políticas adscritos a la extrema derecha no suelen tener consideración de «atentado terrorista» en el Estado español, una cuestión denunciada por diferentes medios y analistas precisamente dada la ambigüedad que supone un término fácil de manipular por intereses políticos.
Incluso las propias víctimas de terrorismo han denunciado este hecho y que diferentes tipos de terrorismo son más perseguidos y/o publicitados que otros en función de los actores implicados y la naturaleza del mismo.
Como añadido, que el presunto autor pudiera tener problemas de salud mental, aunque en ciertos casos podría ser atenuante o eximente de delito según los artículos 20 y 21 del Código Penal, no supone en sí mismo un móvil. Es decir, una persona puede cometer un delito o realizar un atentado motivado políticamente y, al mismo tiempo, padecer problemas psicológicos. No obstante, si bien será un juez el que determine la cuestión, al presunto autor pasó la noche a los calabozos a la espera de pasar a disposición judicial y se le acusa de un delito de homicidio y cinco tentativas de homicidio.
Así, existe a menudo una diferencia entre la tipificación del delito de «atentado terrorista», que queda en manos de la justicia, y la definición política, académica o sociológica del término, a menudo más flexible y amplia, y donde se reconoce que su utilización es a menudo poco precisa e interesada. Así se pronuncian expertos en la materia como Alexander Schmid o Albert J. Jongman en International Terrorism: A new guide to Actors, Authors, Concepts, Data Bases, Theories and Literature (1988) o medios de prestigio como BBC.
Con el avance de la segunda década del siglo XXI, aunque el terrorismo yihadista ha seguido siendo una amenaza seria, su lugar en el pódium de amenazas terroristas se ha visto desplazada o, al menos compartida cada vez más, por el terrorismo supremacista o de extrema derecha. Un tipo de terrorismo que ha crecido a la par que las ideologías, partidos e ideas de ultraderecha se han ido consolidado en el panorama sociopolítico mundial.
Para hacerse una idea de este cambio de tendencia, en Estados Unidos los datos de la Liga de Antidifamación apuntan como desde el 2009 hasta el año 2018 el 73% de las víctimas asesinadas por motivos políticos o ideológicos extremistas fueron a manos de personas vinculadas con la extrema derecha.
Aunque este tipo de asesinatos se suelan realizar en solitario, no hay que olvidar que existe un patrón y un nexo común en todo este tipo de asesinatos, no únicamente un mismo discurso o una ideología, sino toda una comunidad que se teje, especialmente a través de Internet, pero también mediante grupos violentos de carácter neofascista como Proud Boys en Estados Unidos, o diferentes grupos y canales de Telegram que operan en España y otros países y donde a menudo se profieren amenazas y mensajes agresivos.
En el caso actual, el presunto autor habría cargado contra el personal sanitario profiriendo críticas al gobierno. Precisamente el personal sanitario ha sido señalado tanto por teorías de la conspiración relacionadas con la pandemia y que estaban participadas de una parte importante de grupos de ultraderecha, como por personalidades políticas reconocidas, como fue el caso de Isabel Díaz Ayuso, presidenta de la Comunidad de Madrid, que durante las protestas del personal sanitario les acusó de tener vinculación con la izquierda.
Estas comunidades en forma de foro se comunican a través de memes, de un humor racista, misógino y violento, han creado sus propios códigos y, además, han creado su propia manera de actuar y encontrar reconocimiento: grabar las matanzas en directo. El hecho de compartir un video en vivo con la comunidad en la que te sueles socializar (aunque sea virtual), únicamente cobra sentido a través de la búsqueda del reconocimiento social.
Aunque por el momento en España no se ha convertido en un problema recurrente ni parecen actuar bajo el mismo modus operandi, este tipo de violencia es cada vez más común en Europa. Según el informe Índice de Terrorismo Global correspondiente a 2019 del Instituto para la Economía y la Paz (IEP), señala el aumento de este tipo de violencia específicamente en los últimos cinco años en América del Norte, Europa Occidental y Oceanía.
Destaca que en 2019 las detenciones por este tipo de ataques llevaban tres años al alza. El informe apunta que un 17,2% de los atentados perpetrados en Occidente (como término para aglutinar a estas tres regiones) en 2018 fueron a manos de la extrema derecha, frente al 6,8% a manos de islamistas, mientras que los atribuidos a la extrema izquierda, tradicionalmente más presente, cayeron prácticamente a cero. Un 62,8% de los ataques no se atribuyen a ningún grupo.
Afortunadamente, en 2022 se experimentó un declive en comparación a 2015. Sin embargo, el 95% de los atentados terroristas en Europa y en América del Norte se deben a motivaciones ideológicas.
Articulista. Estudiante de Ciencias Políticas. Activista y cofundador en varias organizaciones sociales y sindicales de izquierda valencianista. Primer coordinador de BEA en la UMH y ex-rider sindicado. Analizar al adversario es la única forma de no perder la perspectiva de lo que se hace y es un deber moral cuando de ello dependen las vidas de las personas más vulnerables.