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La extrema derecha desata la violencia en Reino Unido contra la población musulmana

Este fin de semana, Reino Unido ha sido objeto de protestas violentas por parte de grupúsculos de extrema derecha que se han dedicado al asalto de hoteles y residencias donde residen solicitantes de asilo y que se ha saldado con decenas de personas heridas, incluyendo medio centenar de agentes de policía.

Las protestas estallaron tras el asesinato de tres niñas, de 6 a 9 años, por apuñalamiento en el asalto a una clase infantil de baile en Southport, Inglaterra, el pasado 29 de julio, en el club infantil Hope of Hart. En un primer momento, se difundió la información de que el asaltante había sido un solicitante de asilo llamado Ali-Al-Shakati, pero esto se demostró ser un bulo: las autoridades aclararon que su nombre es Axel Rudakubana, un chico de 17 años nacido en Reino Unido que no tiene ninguna conexión con el Islam.

Pese a esto, en apenas 24 horas, la Liga de Defensa Inglesa (English Defense League), grupo conocido de extrema derecha que dice combatir la «islamización global» atacó una mezquita local, desatando una oleada de incidentes, alentado por su propio líder como por otros cabecillas del grupo. El grupo está dirigido por Steve Yaxley-Lennon (que opera bajo el pseudónimo de Tommy Robinson y que se encuentra fuera de Reino Unido), un agitador que formó parte del partido neofascista Partido Nacional Británico (BNP) y que ha formado parte de otros grupos de extrema derecha y aparecido en medios afines como Rebel News o InfoWars.

A partir de ahí, los disturbios se fueron extendiendo a otras ciudades, como Hull, Liverpool, Bristol, Manchester, Stoke-on-Trent, Blackpool y Belfast, donde se han unido otros grupúsculos de extrema derecha que han saqueado locales comerciales, han quemado y destrozado mobiliario urbano, han incendiado una biblioteca y han atacado a la policía lanzando todo tipo de objetos, como piedras, botellas o sillas, hiriendo a más de 50 agentes que han necesitado asistencia médica.

Otro de los blancos de los ataques han sido al menos dos centros de solicitantes de asilo de Reino Unido, uno de ellos el hotel Holiday Inn, en Tamworth, cerca de Birmingham, al que llegaron a prender fuego, además de romper varias ventanas. Otro de estos centros ha sido atacado también en Rotherham, donde al menos 700 manifestantes han provocado graves altercados.

Así, a lo largo del fin de semana, se han replicado estos ataques y disturbios en decenas de ciudades de Inglaterra e Irlanda del Norte.

Según reportan autoridades policiales, únicamente Escocia y Gales parecen haberse librado de la oleada de violencia de extrema derecha.

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Militantes antifascistas salen a confrontar a la extrema derecha

La violencia alcanzó Belfast, capital de Irlanda del Norte, a lo largo del fin de semana. Allí, los grupos violentos, ondeando banderas del Ulster junto a la británica (en una expresión de los unionistas, causa abanderada por la ultraderecha) se encontraron de frente con militantes antifascistas que trataron de evitar que los disturbios se extendieran.

En Manchester y en Nottingham también se movilizaron grupos antifascistas y el vecindario para tratar de repeler la violencia de la extrema derecha. En Bristol, comunidades de vecinos se movilizaron para proteger otro hotel donde se alojaban solicitantes de asilo para prevenir que fuera asaltado por los manifestantes, que serían alrededor de 100, según medios locales.

Por el momento, los disturbios, que se han prolongado durante al menos siete días, se han saldado con casi 200 personas detenidas, si bien se espera que este número aumente ha medida que la situación poco a poco regresa a la normalidad.

El primer ministro del Reino Unido, el laborista Keir Starmer, ha convocado este lunes una reunión del comité de emergencias COBRA para afrontar lo que es la primera gran crisis que afronta su ejecutivo. Allí se reunirá junto a sus ministros, responsables de las fuerzas de seguridad y miembros de los servicios de inteligencia para tratar de atajar el problema. No en vano, Starmer ha prometido volcar «todo el peso de la ley» sobre los involucrados en los ataques contra policías, incendios de propiedades, saqueos y robos en los comercios destruidos. «No son protestas. No son legítimas. Es crimen y desorden», zanjó.

La ministra del Interior, Yvette Cooper, añadió que los manifestantes violentos «pagarán su precio» por el «caos delictivo y violento vandalismo». El Servicio Fiscal de la Corona ha activado los protocolos de alerta. Los juzgados abrirán toda la noche de forma que el riesgo a ir a la cárcel evite nuevos disturbios. Por el momento, se ha descartado la utilización de las Fuerzas Armadas.

Desinformación y bulos: la chispa de la extrema derecha

Un análisis de Reuters concluyó que los disturbios habían sido alentados por líderes y grupos de extrema derecha, tanto directamente como indirectamente difundiendo el bulo de que el asesino de las tres niñas era un inmigrante musulmán. Nigel Farage, líder del partido ultraderechista Reform UK, llegó a dejar caer en sus redes sociales que se estaba ocultando información, dejando caer que en realidad sí se trataba de un inmigrante.

Además, en un comunicado posterior de su partido, dijo que «la mayoría de la población puede ver la fractura de nuestras comunidades como resultado de la inmigración masiva descontrolada, legal o ilegal», lo que se ha interpretado como una justificación de los hechos violentos.

Varios analistas, medios y periodistas han descrito la situación como terriblemente violenta, describiendo los hechos como una «cacería» o «progromo» hacia la población migrante y/o racializada y donde testimonios aseguran que militantes de extrema derecha atacaban a la gente en función de su color de piel o su etnia.

Por ejemplo, muchos de los locales comerciales atacados y destrozados eran propiedad de personas musulmanas. En Sunderland, arrojaron piedras a las enfermeras filipinas del Servicio Nacional de Salud (NHS) de camino al trabajo a cubrir las urgencias hospitalarias.

Así, las campañas de desinformación, los bulos y los discursos de odio han adquirido una nueva dimensión en Reino Unido que se ha traducido en una violencia desatada que ha durado días y que es un fiel reflejo de hasta dónde puede llegar la manipulación de la radicalización política de la extrema derecha. Un aspecto que no debería extrañar a nadie: más tarde o más temprano, si no se ponen medidas al respecto, la criminalización constante a ciertos sectores sociales termina desencadenando actos violentos, como se observa en la violencia homófoba y racista.

No en vano, los delitos de odio se han multiplicado en todo el mundo en los últimos años. Solo en España, en 2023 crecieron un 33%. En Europa, desde 2021 se viene advirtiendo también del peligro del crecimiento de este tipo de delitos, a pesar de que casi cada año se intentan poner medidas al respecto.

El crecimiento de este tipo de delitos, así como de los atentados y la violencia de extrema derecha, ha crecido paralelamente a la divulgación de «fake news» y de campañas de desinformación y de teorías de la conspiración, específicamente aquellas conspiraciones que, como el «Gran Reemplazo», alimentan el discurso racista. Un crecimiento que también se ha traducido en un mayor apoyo electoral a partidos políticos de ultraderecha, como se ha visto en las últimas elecciones europeas.

Todo apunta, por lo tanto, que, de seguir así, este tipo de violencia podría ir en aumento, no solo en Reino Unido, sino también en Europa y en Estados Unidos.

Desokupa

Adrián Juste

Jefe de Redacción de Al Descubierto. Psicólogo especializado en neuropsicología infantil, recursos humanos, educador social y activista, participando en movimientos sociales y abogando por un mundo igualitario, con justicia social y ambiental. Luchando por utopías.

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