La Pirámide de los Italianos: el monumento fascista que Vox ha blindado legalmente
Justo en la frontera entre el valle de Baldebezana, en la provincia de Burgos y junto al embalse del Ebro y la carretera Nacional N-623, se encuentra la “Pirámide del Puerto del Escudo”, también conocida como la “Pirámide de los Italianos”.
Este mausoleo es un monumento típico y muy del gusto del fascismo patrio e internacional, cuyo culto a la muerte es ampliamente conocido por todos aquellos historiadores y particulares que se interesen por la historia política y arquitectónica de esta oscura ideología.
Hoy en día, el monumento permanece completamente abandonado, olvidado y considerado como un lugar siniestro y de mal agüero, dados los accidentes con sus respectivas muertes que se han producido en los alrededores a lo largo de los años.
El origen de la Pirámide de los Italianos
En agosto de 1937, la división Italofascista “23 de marzo” da inicio a una ofensiva en el norte de la provincia de Burgos. Al frente de este movimiento militar se encontraban miles de hombres auxiliados por importantes efectivos artilleros y cobertura aérea indeterminada. Tras una batalla que se alargó durante días, las tropas sublevadas avanzaron hacia Santander dejando a su paso un paisaje desolador, con numerosas bajas en ambos bandos. Es lo que los historiadores llamarán la batalla del Puerto del Escudo, el que hace – en cuanto a la orografía se refiere-, de nexo de unión entre la provincia de Burgos y la actual Cantabria.
A raíz de la batalla, Benito Mussolini ideó la construcción de un mausoleo para así poder albergar los cuerpos de los soldados italianos caídos en la batalla, en concreto, los 384 soldados del CTV (Corpo Troppe Volontaire). Más específicamente , entre ellos se encontraban los que murieron del 15 al 17 de agosto de 1937 en el asalto a las posiciones del ejército republicano que se ocupaba de defender las diferentes cotas del Puerto del Escudo, y que en aquel momento, era la vía de paso más importante para todo aquel que viniera desde la meseta castellana e intentará llegar hasta la capital cántabra.
“Una tragedia ocurrió años después: en 1971 tuvo lugar un fatal accidente que marcó para siempre la zona.
Un autobús repleto de ex militares italianos que habían luchado en el Escudo y que pretendía visitar el camposanto sufrió a escasos metros del monumento un accidente fatal. El vehículo se despeñó por un barranco matando a 12 ex combatientes e hiriendo de gravedad a otros tantos”.
La Pirámide de los Italianos, por tanto, fue construida expresamente para albergar los restos de los 384 soldados italianos del Corpo Troppe Volontaire, el resto fueron exhumados en los alrededores de la pirámide y en los cementerios más cercanos al lugar en el que se desarrolló la batalla del Escudo.
Hay que reseñar que, en su momento, el propio yerno de Benito Mussolini y ministro de Exteriores de Italia, el Conde Galeazzo Ciano, se acercó hasta este enclave geográfico el 13 de julio de 1939, acompañado de una importante figura del bando sublevado, el ministro de la Gobernación, Serrano Suñer y, tras ellos, toda una caravana de autoridades civiles, militares y religiosas con el objetivo de organizar y supervisar el sepelio de los soldados de la Italia Fascista. Curiosamente y, al hilo de la visita de Galeazzo Ciano a la zona, todavía se conserva en el Balneario de Corconte, donde se alojaron, el especial menú que se diseñó expresamente para la visita del ministro fascista y que consistió en huevos revueltos a la montañesa, langosta a la italiana, medallones de ternera a la española, legumbres, tarta imperial, fruta y quesos de Santander. Como se puede comprobar, las estrecheces de la guerra no afectaban de ninguna manera a la oficialidad fascista ni a las autoridades serviles a esta.
Según la historiadora Carlota Martínez Sáez, el interior de la pirámide contiene trescientos “loculi o nichos” cubiertos por unas placas con diferentes inscripciones, entre las que se encuentran los nombres de los cuerpos allí depositados. Una leyenda urbana que durante años ha circulado en los mentideros del lugar, nos dice que los restos de los soldados allí enterrados debieron de ser troceados para ser introducidos en los correspondientes nichos, debido al pequeño tamaño de éstos.
“Podría parecer un relato, entre la realidad y la fantasía, del escritor Alessandro Baricco-como cuando narra dramáticamente el desastre de Caporetto en su novela “Esta historia(2007)- pues este estudio que pretende analizar una pirámide art-decó inspirada tal vez en las tumbas nubias de Meroe, se centra en el afán de los Camicie Nere fascistas por rendir con ella culto funerario a sus caídos en la batalla del Puerto del Escudo, en el verano de 1937, y durante la victoriosa campaña del Norte contra la Segunda República Española.
Ello en un paisaje alpestre que se acomoda como anillo al dedo al modelo de otros majestuosos cementerios militares del norte de Italia-Grappa, Pasubrio, Cimone,…… erigidos por el régimen mussoliniano en honor de los soldados que lucharon en la Gran Guerra contra los imperios centrales. Todos, como este osario de El Escudo, verdaderas montañas de los caídos”.
La Pirámide de los Italianos en el puerto de El Escudo (1938-1939) : documentación de su proceso constructivo. José Miguel Muñoz Jiménez
Fascismo y culto a la muerte
Por otra parte, la puerta principal de la pirámide se asemeja a una gran letra “M” y siempre se había creído que tenía forma de M en homenaje a Benito Mussolini, pero más recientemente, los diferentes especialistas que se han ocupado de estudiar la estructura han señalado que la “M” significaría un mero indicador de “Moritorio” (cementerio en italiano) o, en todo caso, de “Monumentum”.
Baste decir también, que en un inicio el proyecto del monumento tenía pensado rematar la pirámide con una estatua que representara a la “Victoria alada”, igualmente conocida como “la diosa de la victoria.
Otra de las curiosidades a tener en cuenta, es que de todos es sabido que la pirámide es un símbolo de la masonería y que la entrada del monumento unido a la “M” recuerda vivamente al mandil masónico, y es que al parecer, algunos investigadores han planteado un posible vínculo con esta sociedad secreta, puesto que algunos sectores de la masonería italiana se sintieron muy cercanos al régimen fascista, algo que queda más que demostrado puesto que numerosos masones fueron también miembros del Partido Fascista.
Sociedades secretas y militancia fascistas a parte, las pirámides son, así mismo, un símbolo universal y trascendente desde tiempo inmemorial. Los seres humanos siempre han deseado acercarse al cielo, tocar con sus manos lo inefable, es, por tanto, una aspiración ancestral y no propia de los regímenes fascistas.
En la antigüedad, las pirámides asumieron el papel de escalera al cielo y, asemejándose a montañas artificiales, se convirtieron en lugares, en habitáculos para la conexión con lo trascendente, con las diferentes divinidades y la eternidad. En esta línea, Jean Chevalier en su Diccionario de Símbolos, nos dice que “la pirámide participa del simbolismo del túmulo con el que se recubrían los cuerpos de los difuntos; es un túmulo de piedra, gigantesco, perfecto, que eleva al máximo las garantías mágicas esperadas de las más humildes ceremonias funerarias”.
No cabe duda que los regímenes fascistas tomaron para sí todo este simbolismo de las pirámides y lo reelaboraron para formar un cuerpo distinto, una fe independiente, un culto sincretista y afín a sus principios y objetivos políticos.
Es cierto que la muerte ha estado siempre presente, en toda cultura y en toda sociedad, pero en épocas no demasiado pretéritas, se ha producido toda una manipulación de la muerte y la creación de una “religión política”, estaríamos hablando de una forma de necropolítica, del que se derivarían nuevos conceptos como el necrofascismo o necrocapitalismo, sobre los que se sustentan políticas que provocan y tienen como consecuencia la exclusión y la muerte, para la legitimación de los que permanecen con vida y que formarían parte de una élite inmortal e intocable.
El culto a la muerte del fascismo ha sido una constante, su necrofilia, incluso, su necromancia (se puede pensar en la matanza de Badajoz), son claros indicios de lo que esconden sus preceptos políticos, y sólo personas incautas, frágiles o irreflexivas pueden caer en su trampa, su para religión y su enconado odio hacia el ser humano.
La Junta de Castilla y León ha declarado BIC la Pirámide
Lamentablemente, este pasado año la Pirámide de los Italianos pasó a formar parte de la actualidad informativa a raíz de una polémica decisión por parte de la Junta de Castilla y León. Es de dominio público, que este organismo está participado por el partido de extrema derecha Vox, el culpable e iniciador de esta iniciativa que choca frontalmente tanto con la Ley de Memoria Democrática, como con el sentido común de cualquier ciudadano que se precie de serlo.
La decisión de la Junta ha derivado de la petición de un particular registrada, al parecer, a principios de este año. El propio consejero de Cultura, Turismo y Deporte, Gonzalo Santonja, anunció inicialmente el inicio de los trámites administrativos necesarios para declarar Bien de Interés Cultural (BIC) el monumento conocido como Pirámide de los Italianos, ubicado en las inmediaciones del Puerto burgalés del Escudo.
A pesar de las críticas que lógicamente ha recibido por parte de toda la oposición en las Cortes, Gonzalo Santonja se ha justificado diciendo que la pirámide “no es un edificio más, sino que atesora virtudes artísticas, históricas y paisajísticas”, insistiendo en que es un monumento singular y único en España, testimonio de la arquitectura del período de entreguerras.
Para terminar, esta es una consecuencia especialmente grave, entre otras muchas, de que un partido de la extrema derecha como Vox, entre a formar parte de un gobierno autonómico como el de Castilla y León. Su absoluta falta de respeto al terrible sufrimiento y al reguero de sangre que el fascismo desató tanto en tierras de la vieja Castilla como en el resto del país, y algo más aún, la demostración de que detrás de sus trajes y sus aparentes formalismos institucionales, sigue perviviendo ese culto a la muerte del que hablábamos anteriormente, ese desprecio por la vida, por la espiritualidad sincera y por la esencial dignidad del ser humano.
Al escribir sobre este tema en concreto, nos viene a la memoria aquellas proféticas palabras del dramaturgo francés Jacques Prévert: la vida es roja, como la sangre que corre por vuestras venas. Es vuestra vida viva, la vida de los trabajadores vivos. Defendedla contra la muerte, contra el mundo de los muertos.
Articulista. Nacido en Valladolid, pero cántabro de espíritu, soy colaborador habitual en los medios lapiedradesisifo.com y Lapajareramagazine.com. Autor del poemario «Transido de un abismo» y de títulos de próxima aparición como «La poliantea de los sentidos» y «Crónicas claudinas».