Como Irán ha dividido al trumpismo: el enfrentamiento entre neocons y aislacionistas
El debate sobre si Estados Unidos debía respaldar a Israel en un ataque contra Irán o mantenerse al margen ha destapado, una vez más, las profundas fisuras en el círculo íntimo de Donald Trump, evidenciando un choque entre las dos almas del Partido Republicano: los “halcones” intervencionistas, herederos del neoconservadurismo, y los aislacionistas, activistas antiglobalistas, de filosofías ultras y new age del movimiento «America First». Este dilema no es solo una cuestión de política exterior; es un reflejo de la batalla ideológica que define al trumpismo en 2025, con implicaciones que podrían fracturar la coalición que llevó a Trump de vuelta a la Casa Blanca.
Un presidente entre dos trincheras
Tras una reunión con sus asesores de seguridad nacional el pasado martes, Trump sopesó la posibilidad de apoyar un ataque israelí contra las instalaciones nucleares de Irán. Durante su campaña, el magnate prometió poner fin a las «estúpidas guerras interminables» en Oriente Medio, una postura que resonó con millones de votantes cansados de los conflictos en Irak y Afganistán. Sin embargo, su retórica también ha sido clara en un punto: «Irán no puede tener munición nuclear». Este aparente punto de no retorno ha colocado a Trump en una encrucijada, con presiones de ambos lados de su partido.
Por un lado, los halcones republicanos, como el senador Lindsey Graham, insisten en que impedir que Irán desarrolle armas nucleares es una prioridad de seguridad nacional. Graham, en una entrevista con Fox News el 18 de junio de 2025, comparó al régimen iraní con el Tercer Reich y llamó a «actuar antes de que sea demasiado tarde». En la misma línea, figuras mediáticas conservadoras como Sean Hannity y Mark Levin han defendido una intervención activa, argumentando que la amenaza iraní justifica el uso de la fuerza. «¿Soy un belicista por querer proteger a nuestras familias de bárbaros con tecnología del siglo XXI?», preguntó Levin en su programa, en un tono que recuerda los días de la administración Bush.
En el otro extremo, los defensores del aislacionismo, liderados por figuras como Tucker Carlson, Steve Bannon y Marjorie Taylor Greene, han alzado la voz con una ferocidad inusual. Carlson, en su podcast del 17 de junio de 2025 calificó a los «belicistas» republicanos de traidores a la doctrina «America First». En un intercambio viral con el senador Ted Cruz, Carlson lo acorraló al preguntarle cuántos habitantes tiene Irán, a lo que Cruz, visiblemente incómodo, admitió no saber. «¡Usted pide derrocar un gobierno y no sabe nada del país!«, exclamó Carlson, destacando que Irán tiene una población de 92 millones de personas, un dato que subraya la magnitud de cualquier intervención.
Greene, una de las voces más puristas del movimiento MAGA, fue más allá al romper públicamente con Trump, defendiendo a Carlson y advirtiendo que una guerra con Irán «fragmentaría» la coalición trumpista. En una conversación con el excongresista Matt Gaetz, publicada en X el 19 de junio de 2025, Greene acusó a medios como Fox News y The New York Post de ser «canales de propaganda neoconservadora» que han lavado el cerebro a los estadounidenses para apoyar guerras extranjeras.
La sombra del Congreso y la opinión pública
El debate no se limita al círculo mediático. En el Congreso, el republicano Thomas Massie, de Kentucky, se unió a los demócratas para presentar un proyecto de ley que prohibiría a Trump involucrar a las fuerzas estadounidenses en «hostilidades no autorizadas» contra Irán sin la aprobación legislativa. «Esta no es nuestra guerra. Incluso si lo fuera, el Congreso debe decidir», escribió Massie en X el pasado 17 de junio. Este movimiento refleja un creciente malestar entre los aislacionistas, que ven cualquier intervención como una traición a las promesas de campaña de Trump.
La opinión pública parece alinearse mayoritariamente con esta postura. Una encuesta de YouGov, publicada el 18 de junio de 2025, reveló que solo el 16% de los estadounidenses apoya una intervención directa en el conflicto entre Israel e Irán.
El precedente de 2016 y el legado de Trump
Esta tensión recuerda los días de 2016, cuando Trump irrumpió en la escena política rompiendo tabús republicanos. En un debate de las primarias, frente a un atónito Jeb Bush, Trump calificó la guerra de Irak como «un error gordísimo», denunciando las mentiras sobre las armas de destrucción masiva y el costo humano y económico del conflicto. Aquella postura aislacionista conectó con un electorado hastiado y marcó la ruptura con la vieja guardia neoconservadora del partido.
Hoy esas dos almas —la intervencionista y la aislacionista— chocan de nuevo. Mientras los halcones como Graham y McConnell ven en Irán una amenaza existencial, los puristas del MAGA, como Carlson y Bannon, advierten que una guerra desestabilizaría la coalición trumpista y desviaría recursos de prioridades domésticas, como la inmigración. Steve Bannon, en el podcast de Carlson del 16 de junio, afirmó que una intervención en Irán «haría saltar por los aires» el movimiento, especialmente en un momento en que Trump ha prometido una ofensiva contra la inmigración ilegal.
La paradoja del trumpismo
Curiosamente, mientras los aislacionistas rechazan una guerra en Irán, algunos, como Charlie Kirk, han pedido el despliegue del ejército en ciudades estadounidenses como Los Ángeles para sofocar protestas, argumentando que «la civilización está en juego». Esta contradicción pone en evidencia la complejidad del trumpismo: una ideología que aboga por el retraimiento internacional pero no duda en pedir mano dura dentro de las fronteras.
El líder supremo de Irán, Ali Jamenei, añadió leña al fuego al amenazar a EE.UU. con un «daño irreparable» si se unía a Israel, según un comunicado oficial publicado el 19 de junio de 2025 por la agencia estatal iraní IRNA. Teherán insiste en que su programa nuclear es pacífico, pero las tensiones han escalado tras los recientes bombardeos israelíes a instalaciones iraníes, incluyendo un reactor nuclear, y un ataque iraní a un hospital en el sur de Israel, según informes de Al Jazeera del 18 de junio.
Poco después, la situación se agravó aún más y marcó lo que todo el mundo pensaba que podía ser un punto de inflexión: EEUU bombardeaba Irán. Sorprendentemente tras esto, Trump anunciaba una declaración de paz y aseguraba el fin del conflicto entre Irán e Israel. La realidad no fue esa pese a su intento de ejercer un rol de pacificar: Israel bombardeó un complejo militar iraní en Isfahan el 24 de junio, y en represalia, Irán lanzó una salva de misiles balísticos hacia el norte de Israel, algunos de los cuales impactaron cerca de bases con presencia estadounidense. El Pentágono ha confirmado que fuerzas estadounidenses desplegadas en la región han sido puestas en máxima alerta, pero no han respondido militarmente. Trump, en una rueda de prensa improvisada el 26 de junio, afirmó que “nadie quiere la guerra, pero no permitiremos amenazas a nuestros aliados ni a nuestras tropas”.
Israel vs Irán: ¿Hacia dónde va Trump?
Con el conflicto Irán-Israel en un punto crítico, la decisión de Trump podría definir no solo su política exterior, sino también el futuro de su movimiento. El vicepresidente JD Vance, en un intento de tender puentes, señaló el 17 de junio que la decisión final recae en Trump y que «la gente tiene derecho a estar preocupada» tras décadas de políticas exteriores erráticas. Sin embargo, la presión de los halcones y la resistencia de los aislacionistas complica el panorama. Trump ha jugado al funambulismo, intentando mantener un equibrio imposible entre intervención y aislamiento, como muestra su ataque para inmediatamente después, declarar una paz que nunca llegó. En estos úlñtimos días, ha aumentado sus amenazas sobre Irán, lo que siembre dudas sobre si EEUU irá a la guerra.
En última instancia, la pregunta no es solo si Trump optará por el aislacionismo o la intervención, sino si podrá mantener unida a su coalición en un momento en que las tensiones internas amenazan con fracturarla. Como dijo el senador Mitch McConnell a CNN el 18 de junio, «ha sido una mala semana para los aislacionistas». Pero, con figuras como Carlson, Bannon y Greene liderando la resistencia, el debate está lejos de resolverse.


Articulista. Estudiante de Ciencias Políticas. Activista y cofundador en varias organizaciones sociales y sindicales de izquierda valencianista. Primer coordinador de BEA en la UMH y ex-rider sindicado. Analizar al adversario es la única forma de no perder la perspectiva de lo que se hace y es un deber moral cuando de ello dependen las vidas de las personas más vulnerables.