El ultraderechista Neftali Benet ratificado como nuevo primer ministro de Israel con el apoyo de ocho partidos
Tras semanas de tensas negociaciones desde la celebración de las elecciones en Israel en marzo de este año, el líder del partido ultraderechista Yamina, Neftali Benet, ha sido nombrado nuevo primer ministro de Israel por el Parlamento. Se pone fin así a la administración de Benjamin Netanyahu, del conservador Likud, quien ha gobernado el país de manera ininterrumpida durante doce años.
Para conseguir ser aupado para formar el nuevo ejecutivo, Benet debía conseguir los apoyos que su antiguo socio de gobierno no había logrado tras dos meses de negociaciones. El problema para el líder ultraderechista es que el espectro político del parlamento es muy diverso, por lo que debía lograr un pacto no solo con la derecha, sino también con formaciones centristas, de izquierdas e incluso algún partido islamista.
Sin embargo, finalmente lo ha conseguido. Ocho partidos políticos han empujado a Benet a la cabeza del gobierno de Israel tras un pacto, lo que se ha plasmado, no obstante, en una ajustada votación del Knéset, el parlamento israelí: 60 votos a favor, 59 en contra y 1 abstención. Esta última se debe a uno de los siete diputados de Yamina en rechazo por el pacto con formaciones izquierdistas y árabes.
El eje principal del pacto ha sido establecido por Yamina, la formación ultraderechista de Benet, y Yesh Atid (Hay Futuro), el partido centrista y moderado de Yair Lapid, el cual se turnará con Benet en la asunción del puesto de primer ministro una vez este último cumpla dos años de legislatura. Mientras tanto, Lapid ocupará el cargo de ministro de Exteriores. Mickey Levy, el nuevo presidente del Knéset, ha calificado el hecho de «histórico».
Se pone fin a dos años de bloqueo político en Israel, donde ha habido un total de cuatro elecciones al no poder conseguir Netanyahu un pacto de gobierno sólido y estable que lo mantuviese en el poder por más tiempo e inmerso en varios casos de corrupción.
Una investidura tensa y con faltas de respeto
La transición del poder ha estado lejos de ser pacífica. Y es que, estos dos últimos meses y tras años de bloqueo, además de unas semanas con una fuerte tensión tras el recrudecimiento de la tensión con Palestina y los síntomas de la crisis sanitaria, los grupos políticos y sus líderes han protagonizado escenarios de crudeza y crispación.
Benet, alejado de su habitual imagen incendiaria, probablemente consciente del estrecho margen por el cual ha obtenido los apoyos necesarios para formar gobierno, ha tratado de hacer un llamamiento a la reconciliación y al entendimiento, incluso agradeciendo a Netanyahu su servicio público y su dedicación durante los doce años de gobierno. Lo ha hecho, sin embargo, en medio de insultos, faltas de respeto e interrupciones constantes del resto de los partidos que se mantendrán en la oposición, como el propio Likud, las formaciones ultraortodoxas y el Partido Sionista.
Otro punto interesante del discurso de Benet ha sido alejar los focos del conflicto palestino-israelí. Consciente de que sus apoyos dependen de partidos con ideas y sensibilidades diferentes, ha centrado su intervención (y, probablemente, su estrategia de gobierno) en cuestiones económicas y sociales que logren amplio consenso. Para ello, creará 28 ministerios.
Por su parte, el ya ex primer ministro Netanyahu ha asegurado que permanecerá en su puesto como líder de la oposición «con la cabeza en alto», pero también que buscará la forma de «derrocar» a lo que considera un «peligroso Gobierno». También ha tildado al gobierno de Benet de ilegítimo y débil, argumentando que Likud ha sido el partido más votado con un millón de votos y, por lo tanto, lo que quiere la ciudadanía israelí.
Los ocho partidos que apoyan a Benet
A pesar del tono revanchista de Netanyahu, es probable que tenga razón a la hora de señalar la debilidad del pacto del nuevo gobierno. Y es que las ocho formaciones que apoyarán al líder ultranacionalista son muy diversas y con ideas irreconciliables.
En primer lugar, está la coalición Yamina, el propio partido de Benet, del que ha conseguido el apoyo de seis de los siete diputados que posee en la cámara. Se trata de un partido ultranacionalista, religioso y ultraconservador situado en la extrema derecha. Sus mayores apoyos los saca de lo colonos judíos en Cisjordania y se ha mantenido a favor de la anexión de la región, en contra de la existencia del Estado de Palestina y a favor de reforzar la «identidad judía». Ha pactado en varias ocasiones con Netanyahu en el pasado, posibilitando y condicionando los gobiernos de Likud.
En segundo lugar se encuentra la segunda fuerza política de Israel, Yesh Atid (Hay Futuro), formación moderada liderada por Lapid. Cuenta con 17 escaños en el Knéset y desde 2012 busca crear una alternativa liberal, centrista y con tintes progresistas en lo social. Se ha enfocado en la transparencia, la lucha contra la corrupción, la separación religión-estado y los derechos LGTB. En cuanto al conflicto con Palestina, mantiene posiciones ambiguas: por un lado, aboga por mantener los asentamiento colonos en Cisjordania, pero también se muestra a favor de la llamada «solución de dos estados», que consiste en repartir los territorios entre Israel y Palestina y el reconocimiento mutuo de ambos países, lo que implicaría de facto el abandono de la ocupación de Cisjordania.
En tercer lugar, está Kahol Lavan (Azul y Blanco), es una coalición centrista que ha intentado congraciar diferentes aspectos de la política y la vida en Israel para aglutinar todos los apoyos posibles. Está liderado por el ex Jefe del Estado Mayor Benny Gantz, y también ha pactado alguna vez con Netanyahu. Cuenta con ocho escaños y es uno de los principales motivos del fin de Netanyahu, pues la alianza de este último con Donald Trump precipitó la ruptura de Gantz y su acercamiento a Benet.
En cuarto lugar, se encuentra Israel Beitenu (Nuestra Casa es Israel), un partido que cuenta con siete asientos en el Knéset y que está liderado por Avigdor Lieberman, ex ministro de Defensa de Israel de la administración de Netanyahu. Anclado en posiciones derechistas y nacionalistas, gana sus principales apoyos de antiguos emigrados de la URSS a Israel. Lieberman es conocido por haber pertenecido en los años al Kach, un partido ultraderechista y ultraortodoxo israelí que existió entre 1971 y 1994 declarado ilegal en 1988 tras ser calificado como grupo terrorista. Pese a ello, Lieberman ha declaro que Israel Beitenu es un partido laico y liberal que aboga por la solución de dos estados, asegurando que apoya la creación del Estado de Palestina, aunque también ha apoyado el intercambio de la población árabe-israelí con la Autoridad de Palestina para evitar que exista mayoría de población árabe en Israel.
En quinto lugar, con seis asientos, está Tikvah Hadasha (Nueva Esperanza), una escisión del Likud fundada por el ex ministro de Educación Gideon Saar. Es un partido liberal de tendencia derechista que aboga por reformar el sistema democrático de Israel limitando a ocho años el mandato del primer ministro y aumentando la proporcionalidad del Knéset. También apoya el aumento de la seguridad social y las ayudas para pequeñas y medianas empresas. Sin embargo, tiene tendencias fuertemente nacionalistas y sionistas, proponiendo la anexión de Cisjordania y el fin del Estado de Palestina.
En sexto lugar, con siete escaños, está el Partido Laborista, liderado por la única mujer como líder de un partido, Merav Michaeli. Fue uno de los principales partidos del panorama político de Israel hasta finales de los 70 y ha formado gobierno con diferentes partidos, incluyendo el Likud y el propio Netanyahu. Es una formación de tendencia socialdemócrata que representa las tradiciones del «sionismo socialista», el ala izquierda del sionismo que buscaba representar a los obreros judíos, y aboga por la solución de dos estados.
En séptimo lugar se ubica Meretz (Fuerza), una formación de izquierdas liderada por Nitzan Horowitz, surgido tras una coalición de tres partidos de izquierdas en 1992: Movimiento por los Derechos Civiles, Partido de los Obreros Unidos y Cambio. Meretz es un partido que llegó a estar en el gobierno en dos ocasiones en los años 90, pero que ha ido perdiendo apoyos debido principalmente a sus posturas pacifistas, su laicismo y en favor de los derechos del pueblo palestino. Hoy en día tiene seis escaños. También abogan por la igualdad de género, los derechos LGTB, la protección del medio ambiente y la solución de dos estados, abogando por la retirada de la ocupación israelí en Cisjordania y oponiéndose al uso de la fuerza militar.
En octavo y último lugar, probablemente el partido más en discordancia con Benet de todo el pacto. Se trata de Raam (Lista Árabe Unida), una coalición de pequeños partidos islamistas de ideas conservadoras en el planto moral y religioso aunque partidaria de aumentar coberturas sociales que se opone al sionismo y que busca defender los intereses de Palestina y de la minoría árabe que vive en suelo israelí. Liderado por Mansour Abbas y con cuatro escaños, aboga por la solución de dos estados con Jerusalén como capital compartida. Su apoyo a Benet ha generado críticas de árabes-israelíes y otras organizaciones que les representan.
Sin duda, una mezcla totalmente dispar de formaciones políticas que asegura una legislatura compleja de abordar y en la que el diálogo y el consenso serán claves para mantener la estabilidad. La pregunta es qué significará esto para los derechos del pueblo palestino, pero por el momento parece que el ejecutivo de Benet se centrará en cuestiones económicas y sociales y evitará los aspectos más controvertidos, lo que se traduce en que la ocupación de Cisjordania se mantendrá.
Jefe de Redacción de Al Descubierto. Psicólogo especializado en neuropsicología infantil, recursos humanos, educador social y activista, participando en movimientos sociales y abogando por un mundo igualitario, con justicia social y ambiental. Luchando por utopías.