Europa

Crónica de la inevitable victoria de la extrema derecha en Italia

Italia vive un convulso momento político que ha visto erigirse hasta tres gobiernos de distintos partidos gobernar el país en menos de 3 años. Los dos últimos ejecutivos se han creado para evitar tener que convocar unas nuevas elecciones que, en función de los diferentes sondeos, inevitablemente ganaría la extrema derecha. Y por partida doble.

Y es que, desde la ruptura del primer gobierno de coalición entre el antisistema Movimiento 5 Estrellas (M5S), de tendencia izquierdista, y el populista La Liga del ultraderechista Matteo Salvini, la derecha no ha bajado de una intención de voto que se traduciría en representación parlamentaria del 45%, mientras que el voto a los partidos de izquierdas con una traducción en escaños se ha mantenido débilmente en torno al 38%.

Pero además hay que pararse con detenimiento a analizar los partidos que componen a la derecha política. La norma en Europa es encontrar un partido o dos de derecha o de centro derecha y una única fuerza de extrema derecha con buenos resultados. Es el caso de España, por ejemplo, que tiene al Partido Popular (PP, derecha conservadora), a Ciudadanos (Cs, centro derecha liberal) y a Vox (extrema derecha), o de Francia, que tiene a Los Republicanos (LR, derecha), La República En Marcha (LREM, centro derecha) y Agrupación Nacional (RN, extrema derecha). Un patrón que se repite también en Alemania, Austria o Países Bajos.

El caso italiano, sin embargo, es bastante diferente ya que las dos principales fuerzas de la derecha del país son dos partidos de extrema derecha: por un lado, más cercano a la ola de la nueva derecha radical, La Liga, y por otro el ultraconservador y con toques neofascistas Hermanos de Italia (FdI), liderado por Giorgia Meloni y ligeramente inspirado en el Movimiento Social Italiano, disuelto en 1995, una refundación del Partido Nacional Fascista de Benito Mussolini.

Así, no es de extrañar que esta formación se caracterice por su carácter ultraderechista, xenófobo y euroescéptico había hecho su modesta aparición en la derecha italiana.

Los últimos sondeos de intención de voto auguran que La Liga y Hermanos de Italia sobrepasarían cómodamente el 40% de intención de voto, lo que sumado a cualquier otro partido de derechas como Forza Italia de Silvio Berlusconi les bastaría para formar un gobierno estable.

Pero, ¿cómo ha pasado esto?

El M5S y La Liga, el fracaso de un gobierno contranatura

Beppe Grillo, líder del Movimiento 5 Estrellas de Italia. Autor: Niccolò Caranti, 16/12/2012. Fuente: Wikimedia Commons (CC BY-SA 3.0)
Beppe Grillo, líder del Movimiento 5 Estrellas de Italia. Autor: Niccolò Caranti, 16/12/2012. Fuente: Wikimedia Commons (CC BY-SA 3.0)

En 2018, la sombra del bloque político asomaba en una Italia donde el descrédito de la vieja política había alcanzado máximos.

El antisistema Movimiento 5 Estrellas, de cierto cariz progresista, era la primera fuerza del país con un porcentaje superior al 30% de los votos, habiendo recogido muy buena parte del descontento tras la gestión política de la crisis financiera de 2008. Los tradicionales partidos de Italia, el Partido Demócrata Italiano y Forza Italia, habían tenido un pobre resultado. Otra fuerza había emergido con cierta representación, La Liga Norte de Matteo Salvini, con un XX% de votos, formación ultraconservadora que entonces enfocaba buena parte de su programa en pretensiones soberanistas sobre las regiones del norte de la península itálica.

El bloque político estaba servido por los vetos cruzados entre las distintas fuerzas (el M5S no quería saber nada del PDI y viceversa), y el resto de posibles opciones no sumaban lo suficiente como para formar gobierno. Entonces nació una formula casi única en la política actual: dos partidos de carácter antisistema, pero de ideario opuesto se unían para gobernar Italia.

Así nació el gobierno de coalición M5S y La Liga. Las claves de su legislatura fueron las siguientes: una constante pugna entre ambas fuerzas por aplicar sus medidas, duras negociaciones y el nacimiento de una estrella política llamada Matteo Salvini, que como ministro del Interior y por su férrea postura conservadira y contra la inmigración, comenzó a ganar enteros entre buena parte de la sociedad italiana.

Además, como presidente del Consejo de Ministros de Italia, eligieron a Giuseppe Comte, cercano al M5S y que también generaría grandes dosis de popularidad.

Tras un año de coalición, empezaba a resultar evidente la inviabilidad por ambas partes, siendo las negociaciones cada vez más duras y la inestabilidad cada vez más clara. Le llegada de las elecciones europeas fue el evento necesario para poner fin a este extraño experimento. El primer partido en representación fue la Liga Norte, rebautizada como La Liga en un intento de ampliar su espectro político y recoger el nuevo apoyo logrado durante el gobierno.

Los sondeos habían cambiado enormemente entre ambas fuerzas, casi cambiando posiciones: en verano de 2019 La Liga tenía una intención de voto del 33% mientras el M5S había caído hasta el 18%.

Además, además de la depauperada Forza Italia, había aparecido un nuevo partido de extrema derecha: Hermanos de Italia. Sus resultados eran tímidos, pero suficientes para darles representación.

Ahora las fuerzas políticas de la derecha sumabas mayoría, por lo que todos los ojos miraban a Matteo Salvini, y cuándo el político ultraderechista dejaría caer el gobierno. Salvini se embarcó ese verano en una ruta por Italia, haciendo una veraniega campaña electoral camuflada en supuestos viajes de placer.

Así, sin ninguna sorpresa, en agosto, Matteo Salvini anunció la ruptura del gobierno de coalición y reclamó nuevas elecciones. Y es que, en ese momento, La Liga tenía una intención de voto del 33%. Salvini se veía, sin lugar a dudas, como el próximo primer ministro. Sin embargo, se precipitó.

De enemigos a aliados: el gobierno de coalición del PDI y el M5S

Giuseppe Comte, primer ministro de Italia durante los gobiernos de coalición. Autor: Gobierno de Italia, 11/04/2020. Fuente: governo.it (CC BY-SA 3.0)
Giuseppe Comte, primer ministro de Italia durante los gobiernos de coalición. Autor: Gobierno de Italia, 11/04/2020. Fuente: governo.it (CC BY-SA 3.0)

Aunque los sondeos no eran buenos para los partidos progresista y tampoco para el Movimiento 5 Estrellas pero si para la derecha, la mayoría de la cámara italiana aun no reflejaba este cambio, motivo por el cual Salvini demandaba nuevas elecciones. Sin embargo, en lo que no cayó en ese momento es en que la aritmética parlamentaria permitía otras posibilidades que, aunque en otro contexto habrían sido impensables, la necesidad de mantener a la extrema derecha fuera del poder reflejaba una nueva situación.

Salvini había precipitado el intento electoral confiando en que la enemistad entre el PDI y el M5S haría imposible una coalición. Y en principio no parecía fácil, con los líderes de ambos partidos poco dispuestos a ponerse de acuerdo.

Pero cualquier solución se veía mejor que la de un gobierno de la extrema derecha. Así, tras duras negociaciones y el apoyo de las bases, nació el gobierno de coalición entre PDI, M5S e Italia Viva, la nueva formación del expresidente anteriormente socialista Matteo Renzi.

Aunque ambos partidos estaban enemistados por el carácter antisistema del segundo y la dura pugna electoral entre formaciones, a nivel de medidas, discurso y programa político ambas formaciones se entendían bastante mejor que con Salvini.

Giuseppe Comte, que había alcanzado grandes cotas de popularidad, seguía siendo primer ministro de esta coalición.

El nuevo gobierno echaba a andar con duras manifestaciones de la derecha convocadas por Salvini y apoyadas por los emergentes Hermanos de Italia pidiendo nuevas elecciones.

Pero el gobierno no empezó con buen pie. Solo unos meses después de ser elegidos en septiembre de 2019, estallaba la crisis de COVID19 en Italia, iniciándose en diciembre y estallando en los primeros meses del año 2020, siendo Italia uno de los países más afectados de Europa y del mundo, especialmente en los inicios de la crisis sanitaria.

La crisis fue atizada por la extrema derecha italiana como ariete contra el gobierno, hablando de dictadura, restricciones a la libertad y negando la peligrosidad de la pandemia. Si bien, La Liga se mostró más cooperadora, especialmente a medida que los problemas se hacían más evidentes, Hermanos de Italia empezó con una agenda de profunda oposición al gobierno, negando a respaldar casi cualquiera de sus medidas.

Durante estos meses, la extrema derecha sufría un intercambio de fuerzas. Si durante un tiempo La Liga había sido el principal partido de Italia y de la derecha, ahora empezaba a caer en los sondeos, transfiriendo el voto progresivamente a la extrema derecha de Hermanos de Italia, liderados por la nueva musa de la derecha italiana Giorgia Melorni, quien por cierto también se nutría del descalabro paulatino del Movimiento 5 Estrellas.

Salvini había moderado también su discurso ya que varias de las zonas más afectadas por la COVID19 y con peor número de muertes estaban siendo gobernadas por La Liga.

Fue un año en líneas generales muy difícil, con Italia como epicentro de la pandemia y un elevado número de muertos. Hermanos de Italia seguía creciendo mediante el descontento y la oposición total.

Para el 15 de junio de 2020, las fuerzas políticas habían cambiado bastante en los distintos sondeos. Para el anteriormente vencedor M5S ahora las encuestas pronosticaban un tímido 15% mientras que el PDI había vuelto a subir al 20%, convirtiéndose en la primera fuerza de izquierdas del país.

Por la derecha, La Liga tenía un 26% de intención de voto y Hermanos de Italia un llamativo 15%, recortando distancias a su principal oposición. También contaba Forza Italia de Berlusconi, esencial para la derecha, e Italia Viva de Matteo Renzi. Las malas noticias de esto es que la coalición de fuerzas entre bloques no variaba. En los distintos sondeos del año, la derecha se mantenía constantemente por encima del 45% mientras que la izquierda no superaba el 40%.

Además, el gobierno de coalición no era especialmente plácido. La gestión de la crisis sanitaria había levantado las suspicacias entre los miembros de esta y estaba causando múltiples problemas internos.

Finalmente, el discurso llegó a un punto insoportable por los problemas entre el actual primer ministro, Giuseppe Comte y el exprimer ministro y líder de Italia Viva, Matteo Renzi. Tras varias peticiones bastante exigentes del segundo al primero, que fueron rechazadas, el 13 de enero Renzi anunció la dimisión de los dos ministros de Italia Viva, provocando una crisis de gobierno.

Finalmente, el 18 de enero de 2021, y pese a que la coalición superó los dos procesos de voto de confianza, no logaron la mayoría absoluta en la cámara baja.

El 26 de enero Giuseppe Comte dimitía como primer ministro.

Gobierno de concentración

Mario Draghi, nuevo presidente de Italia. Autor: World Economic Forum, 27/01/2012. Fuente: Flickr (CC BY-SA 2.0)
Mario Draghi, nuevo presidente de Italia. Autor: World Economic Forum, 27/01/2012. Fuente: Flickr (CC BY-SA 2.0)

Con el país abocado a su quinta crisis política en pocos años, el presidente de la República, el conservador Sergio Matarella, siguió explorando opciones para evitar unas elecciones que dieran una clara mayoría a la extrema derecha.

Tras descubrir que no existían opciones en el actual parlamento, convocó al europeísta Mario Draghi, artífice de las impopulares medidas de austeridad en Italia bajo el auspicio de los dictados neoliberales de «la troika» europea (FMI, BCE y UE) que resultaron en un rotundo fracaso, según palabras de estos mismos organismos y las comisiones de la Unión Europea que analizaron la efectividad de las medidas de austeridad propuesta tras la crisis de 2008.

Mario Draghi consiguió crear un nuevo gobierno, siendo este un gobierno de concentración con las principales fuerzas del país en él. La única excepción sería la extrema derecha de Hermanos de Italia, único partido de la oposición desde entonces.

Hermanos de Italia utilizaría esta posición privilegiada para oponerse al gobierno y crecer, con muy buenos resultados.

La posición de la derecha y extrema derecha italiana

La extrema derecha se ha convertido en grupo claramente mayoritario dentro de la derecha italiana, y también en la elección favorita de los italianos, ya que entre ambas formaciones rondan el 40% de intención de voto.

Durante este tiempo el equilibrio de fuerzas ha variado bastante. De una fuerza hegemónica, La Liga, acompañada de la centroderecha de Forza Italia y la extrema derecha de Meloni a dos formaciones de extrema derecha prácticamente igualadas, La Liga con una intención de voto del 21,2% y Fratelli con un 19,3%.

Esto ha provocado ciertas suspicacias por parte de La Liga, que ha buscado una manera de taponar la fuga de votantes hacia Hermanos de Italia.

La nueva estrategia electoral de los de Salvini ha consistido en moderar ciertas posturas, al menos de forma oficial para no disputar el mismo electorado seducido por la radicalidad.

Y en esta jugada ha sido esencial la figura de Silvio Berlusconi. El gran padre de la derecha italiana moderna y líder de Forza Italia es una figura clave para alcanzar la mayoría en los comicios, ya que ha mantenido una intención de voto oscilante entre el 5% y el 7%.

Ahora esta nueva estrategia también ha consistido en la unidad de la derecha italiana, fusionando Forza Italia con la Liga en un nuevo partido de derechas, posiblemente de cariz más moderado (aunque habrá que ver cuanto) para evitar el sorpasso de Hermanos de Italia a La Lega.

Con esta fusión, Salvini se abriría el camino que lleva hasta el grupo del Partido Popular Europeo, decisivo en la UE y abandonar el grupo donde se reúne la extrema derecha más cercana a la ola de la nueva derecha radical, Identidad y Democracia.

Lo que está claro, pese a todos los intentos por evitarlo, es que el próximo ejecutivo italiano será de extrema derecha, ya que solo entre ambos partidos de este lado del espectro ideológica suman un consistente 40% de intención de voto mientras que la izquierda se ha mantenido constantemente entre un 35% y un 40% de intención de voto estos últimos años.

Esto llevará a Italia a constantes choques con la UE en materia de igualdad, inmigración y derechos civiles y a una posible realineación con Hungría y Polonia, con los que mantienen muy buenas relaciones.

Solo la influencia de Silvio Berlusconi podrá ser un disuasorio del euroescepticismo de La Liga. Pero esperar que sea Berlusconi, el gran iniciador del populismo de derechas europeo y alguien fuertemente conservador, un elemento de moderación, es mucho esperar. Por no contar que buena parte de la extrema derecha no quiere ahora abandonar la UE sino remodelarla a su antojo.

Posiblemente sus pequeños (pero necesarios votos) sirvan para moderar a Salvini, pero también es muy probable que su pequeña fuerza pro establishment, europeísta y más centrista, acabe devorada por los partidos que liderarán el nuevo gobierno de extrema derecha que con todas posibilidades nazca en 2023 en Italia. Muchos partidos conservadores no han tenido problema en saltar de la derecha a la extrema derecha cuando ha llegado el momento oportuno, como de hecho pasó con Fidesz, el partido de Viktor Orbán en Hungría. Y parece que para Italia ha llegado.

Juan Francisco Albert

Director de Al Descubierto. Estudiante de Ciencias Políticas y máster en Política Mediática. Apasionado del estudio y análisis del hecho político, con especial interés en el fenómeno de la extrema derecha, sobre la que llevo formándome desde 2012. Firme defensor de que en política no todo es opinable y los datos, fuentes y teorías de la ciencia social y política deben acompañar cualquier análisis.

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