El aceleracionismo: una nueva amenaza terrorista de extrema derecha
Alrededor del mundo existen un sinfín de grupos de ideologías ultraderechistas o extremistas de derecha, cada una de ellas con sus características propias y particularidades en función de sus ideas, prioridades, objetivos y contexto. Actualmente, no obstante, está produciéndose un fenómeno que podría estar provocando que todas acaben adoptando una estrategia común. Se trata del pensamiento «aceleracionista» o aceleracionismo.
Enrique Arias Gil y Manuel Sánchez Carrero, investigadores sobre este fenómeno en redes sociales, señalan que tras analizar un total de 255 canales de Telegram adscritos al terrorismo neonazi y aceleracionista, han recopilado 162 incidentes violentos, destacando la continua circulación de mensajes de propaganda y de consignas sobre el movimiento.
Lo interesante es que el perfil del seguidor de esta perspectiva ideológica llega a tal nivel de radicalidad que lanzan críticas y amenazas de muerte a seguidores y militantes de otras corrientes y partidos de derecha radical como a los de la alt-right norteamericana: los del partido político español Vox, los del político populista estadounidense Donald Trump; o incluso a personas de ideologías neonazi o neofascista.
Qué es este fenómeno ideológico y por qué está comenzando a germinar dentro de diferentes organizaciones extremistas es motivo de análisis desde hace relativamente poco tiempo. Del mismo modo, es importante analizar la influencia actual de esta forma de entender el mundo y la historia en el aumento del número de atentados ultraderechistas y de la aparente proyección positiva en el futuro por parte de un movimiento que llega a puntos rara vez alcanzados.
¿Qué es el aceleracionismo y qué es lo que defiende?
Mollie Saltskog, analista de The Soufan Center, declara que estos grupos “buscan acelerar el colapso del sistema actual a través del uso de la violencia dirigida hacia partidos políticos, minorías y aquellos que consideran “traidores a la raza”. Quienes siguen esta corriente parten de la premisa de que la sociedad actual está inmersa en un proceso inevitable de decadencia, encontrándose actualmente en un momento crítico, cercano a la quiebra total.
La realidad es que los aceleracionistas de extrema derecha no son el único grupo que parte de unas ideas similares, ya que, por ejemplo, diferentes corrientes políticas de extrema izquierda también defienden que actualmente el mundo se encuentra en un proceso de decadencia, vinculado en su caso al sistema de producción capitalista, que acabaría eventualmente en un colapso total del sistema debido a las incoherencias, contradicciones y fallos inherentes al mismo y que habrían sido previstos en las obras y el pensamiento del filósofo Karl Marx, principal ideólogo del comunismo y el socialismo.
Por lo tanto,¿ cuál es la diferencia fundamental? El punto de principal divergencia reside en la causa que explica esa supuesta decadencia. Mientras que desde la izquierda dicha decadencia tiene que ver con las dinámicas del sistema económico, el aceleracionismo señala a las políticas, discursos e ideas que favorecen o abrazan fenómenos como la inmigración, el multiculturalismo o la mezcla racial como las causas principales de la decadencia de la civilización. Es decir, el mundo va mal porque la civilización está permitiendo la quiebra de un supuesto «orden natural» que lleva a la ruina social, cultural, moral e incluso individual.
Sin embargo, el aceleracionismo no se queda ahí, ya que entonces podrían considerarse como parte de cualquier corriente ultraderechista al uso. El uso de la violencia y a quien se dirige es otra característica central de su pensamiento, y es que según Mollie Saltkog, los aceleracionistas “no sólo sostienen que los atentados son una necesidad, sino que también son deseables”. Su objetivo es “buscar crear el caos”, y las formas de lograrlo varían, yendo desde los clásicos tiroteos indiscriminados hasta las agresiones sexuales contra mujeres, recurriendo incluso a atentados masivos planificados.
Además, los individuos aceleracionistas proceden y convergen principalmente de dos corrientes ideológicas muy particulares: el ecofascismo y la comunidad Incel.
Según el libro Aceleracionismo y extrema derecha: ¿Hacia una nueva oleada terrorista?, estas corrientes se definen como: “Los primeros son una conjunción del ecologismo radical y el neofascismo, los cuáles beben profundamente de autores esotéricos y del anarquismo ecoterroristas y neoludita”, mientras que, “los segundos son totas aquellas personas frustradas sexualmente que en las comunidades online se declaran ‘célibes involuntarios’, realizando apología de la violencia o ataques directos contra las mujeres”, a las que culpan de no tener relaciones sexuales y, por supuesto, de utilizar el feminismo para conservar unos hipotéticos privilegios y discriminar a los hombres.
De manera mayoritaria justifican sus teorías supremacistas y extremistas recurriendo a una obra y una teoría, las cuáles son respectivamente las siguientes: por un lado, la polémica obra del politólogo Samuel P. Hutington, Choque de Civilizaciones; y, por otro lado, la teoría conspiracionista y racista de «El Gran Reemplazo».
La obra de Hutington es utilizada por la nueva ola de la extrema derecha para justificar su tesis de que el multiculturalismo y la convivencia entre personas y grupos pertenecientes a “diferentes civilizaciones” deriva inevitablemente en conflictos.
Esta es una de las ideas centrales de todos los programas y discursos de ultraderecha modernos: existen diferentes “civilizaciones”, y sus diferencias evolutivas y culturales generan que necesariamente exista una incompatibilidad las unas con las otras. La “civilización” cristiana occidental sería incompatible cultural y étnicamente con la “civilización” musulmana oriental, según sus dogmas ideológicos.
Por otro lado, también se apoyan en el discurso ideado por Alain de Benoist en los años 60 y 70 como parte de su intento de justificar el discurso ultraderechista y hacerlo más amable para la sociedad, y en el que sostiene que el desarrollo óptimo de las personas y los grupos se desarrolla en su cultura y lugar de origen. Es decir, que hay que respetar a todas las etnias y «razas», ya que no hay ninguna superior o inferior, pero la la mezcla de culturas y la inmigración no son positivas. El autor francés denominó a este pensamiento «etnopluralismo».
La obra Choque de Civilizaciones (malinterpretada en parte por la extrema derecha) ha sido rebatida y criticada académicamente por muchas personalidades y expertos alrededor del mundo. Algunas de sus críticas más reconocidas son las siguientes:
Amartya Sen, economista, profesor y filósofo hindú con global reconocimiento, critica el determinismo del que Hutington, parte en su obra, ya la realidad es que las identidades culturales no son fenómenos herméticos, sino que están constantemente abiertas a construirse y reconstruirse. Por este mismo motivo, pertenecer o haber socializado dentro una determinada cultura no implica necesariamente un destino o comportamiento predeterminado, ni tampoco implica que dicha cultura deba permanecer inmutable a lo largo del tiempo.
Otros críticos le recuerdan al politólogo británico que la mayoría de los conflictos suelen ocurrir dentro de las mismas “civilizaciones” étnicas y culturales, y no entre diferentes “civilizaciones” (Fox, 2002); o que la tesis de la superioridad de los valores occidentales, de la cuál parte como premisa, es cuanto menos discutible sino directamente conveniente o falsa (Zaldívar, 1995).
Por otro lado, la teoría de “El Gran Reempleazo” surgió durante la década de los años 90 en los círculos intelectuales franceses cercanos a la Nueva Derecha francesa, movimiento ultraderechista creado bajo el paraguas del propio Alain de Benoist durante los años 60 en el país galo que ha funcionado como base para el resurgimiento y reconstrucción de los movimientos y teorías ultraderechistas alrededor del mundo.
Dicha teoría señala que existe un plan global promovido por las élites mundiales cuyo objetivo es la desaparición progresiva de la raza blanca mediante el mestizaje con otras razas. La materialización de esta serie de teorías cobró finalmente forma en el año 2011 mediante la publicación de la primera edición del libro El Gran Reemplazo, escrito por el intelectual de extrema derecha Renaud Camus.
Esta teoría, al igual que la mayoría de las teorías de la conspiración, ha sufrido un enorme crecimiento como consecuencia de la pandemia delcoronavirus y del uso político por parte de políticos ultraderechistas.
Así, por ejemplo, Éric Zemmour, una de las personalidades políticas más influyentes en Francia actualmente, aseguró que el pueblo francés estaba siendo reemplazado etnográficamente, siendo la expulsión total de la población musulmana la única solución posible. Por otra parte, el partido ultraderechista Vox, y otras celebridades cercanas a su entorno ideológico, como, por ejemplo, Iker Jiménez, también han difundido o “coqueteado” con esta teoría conspiracionista.
James Mason y William Luther Pierce: los grandes inspiradores del movimiento
Los diarios de Turner ha sido una de las obras que mayor inspiración ha proporcionado a los movimientos extremistas de derecha desde su publicación hace más de 40 años. El libro fue literalmente concebido para funcionar como un “manual para la victoria blanca”, y según un estudio de la ONG Proyecto de Lucha Contra el Extremismo (CEP), ha llegado a inspirar decenas de atentados, dejando tras de sí en torno a 248 personas asesinadas.
Su autor fue William Luther Pierce, supremacista blanco y dirigente del grupo neonazi norteamericano Alianza Nacional, una de las personalidades más importantes del mundo del extremismo de derechas estadounidense desde los años 70.
Luther Pierce, descendiente de Thomas H. Watts, político y fiscal general de los Estados Confederados de América durante la Guerra Civil Estadounidense, se graduó en la carrera de física en el año 1955 y ejerció como docente e investigador para diferentes instituciones de su país. Tras mudarse en la década de los 60 a Washington DC, se convirtió en socio de George Lincoln Rockwell, fundador del Partido Nazi Estadounidense, para posteriormente coliderar la Alianza Nacional de la Juventud y dirigir desde 1974 el partido Alianza Nacional.
Durante toda su vida ejerció una fuerte actividad política, fundando la Iglesia Comunitaria Cosmoteísta; presentando un programa semana, American Dissident Voices; publicando el boletín interno National Alliance Bulletin y las revistas Nation Vanguard, Free Speech y Resistance; así como una serie de libros publicados por su editorial.
La obra Los diarios de Turner narra la historia de una revolución violenta en los EEUU, la cuál comienza cuando el Gobierno Federal estadounidense confisca todas las armas de los civiles de su país. Tras ello, la Organización, a la cual Turner pertenece, se convierte en un movimiento clandestino de resistencia, lanzando una guerra de guerrillas al poder Estatal.
El gobierno de los EEUU, y todo el sistema mundial (medios de comunicación, economía, ONGs…), se encuentra según la obra “completamente dominado por judíos” y es multicultural. La Organización termina convirtiéndose en la Orden, una secta semi-religiosa y secreta para todo el mundo, que ejecuta una serie de atentados para destruir sedes oficiales del gobierno y lanza una campaña terrorista a lo largo del país.
Poco a poco la Orden avanza conquistando territorios, y al mismo tiempo realiza una campaña de limpieza étnica contra la población judía, asiática, hispánica, negra, y contra los “traidores a la raza”. A continuación, la Orden acaba poseyendo armas nucleares, las cuáles utilizan para lanzar un ataque contra Nueva York, Israel y la Unión Soviética, y desatar toda una guerra a nivel mundial.
El libro finaliza con el protagonista volando un avión equipado con una bomba atómica, en toda una misión kamikaze cuyo objetivo no es otro que la destrucción del Pentágono, lugar donde se refugian los últimos efectivos de la cúpula militar del gobierno.
El epílogo narra como la Organización de Turner continúa conquistando el resto del mundo, creando un nuevo orden mundial.
Los “Diarios de Turner” vendió alrededor de 500.000 ejemplares en las librerías, y se distribuyeron varios millones copias editadas en forma independiente, incluyendo las firmadas bajo el pseudónimo de Andrew Macdonald, utilizado por Luther Pierce.
Del mismo modo, dicha lectura se convirtió en una obra de culto en muchos círculos adolescentes del país, detectando la inteligencia estadounidense distribución de fotocopias en las escuelas donde se registraron asaltos con armas de fuego.
Pero no únicamente se distribuyeron copias físicas, sino que, en múltiples plataformas online, como, por ejemplo, y hasta hace poco tiempo, YouTube, se podían encontrar decenas de videos motivacionales y audio-libros que reproducían “Los Diarios de Turner”.
Esta obra fue fundamental para que otro neonazi, James Mason, redactara otra obra de culto de la subcultura extremista, el manifiesto neonazi Siege.
Esta obra es una ontología de ensayos sobre cómo ejercer la violencia sobre el enemigo y en la que se reivindica los asesinatos del Clan Mason.
Su autor, amigo y compañero de partido de Luther Pierce, estuvo detenido durante tres años en una prisión federal por un delito de explotación sexual de un menor. Dentro de prisión se convirtió en el líder de una facción de presos blancos, organizando ataques contra el resto de reclusos de color.
Los primeros atentados del aceleracionsimo
Las obras de James Mason y de William Luther Pierce han inspirado desde su publicación a cientos de personas que han perpetrado atentados terroristas de inspiración aceleracionista. Dos de los ejemplos más relevantes son el Atentado de Oklahoma de 1995, o el asesinato en el año 2016 de la diputada laborista británica Jo Cox.
En el primer caso, el terrorista, Timothy McVeigh, tenía en su escritorio una copia subrayada de Los diarios de Turner. El segundo incidente tuvo lugar en medio del polarizado debate entorno al Brexit, y su ejecutor, Thomas Mair, era un conocido neonazi británico, cliente habitual de la librería online de Alianza Nacional.
Además, la obra influenció a oyto neonazi estadounidense, Robert Mathews, y le empujó a formar The Order, una organización supremacista blanca muy destacada durante los años 80, cuyo nombre se relaciona directamente con la organización secreta descrita en la obra de Luther Pierce.
El objetivo del grupo no era otro que el de derrocar al gobierno y los medios de comunicación, según ellos sionistas, de Estados Unidos para crear una nación blanca. Entre las acciones más destacadas del grupo se encuentran los asesinatos del locutor de radio de ascendencia judía Alan Berg y a un ex miembro del propio grupo, Richard West.
Adicionalmente, la organización supremacista también llevó a cabo numerosos robos y atentados en los estados de Oregon y Washington, entre ellos el robo de carros blindados y barcos, todos ellos enfocados a financiar su organización y la posterior revolución que pretendían desarrollar.
Hace pocos años, uno de los grupos neonazis más reconocidos de Estados Unidos, la Atomwaffen Division, reeditó y volvió a imprimir para su difusión la obra de James Mason, convirtiéndose éste en asesor y propagandista de dicha organización. Este grupo neonazi, por ejemplo, realiza apología del terrorismo e instiga a sus miembros a participar en tiroteos masivos para “salvar a la raza blanca”.
También, en el año 2018, muchos medios de comunicación de Washington comenzaron a recibir correos electrónicos que decían lo siguiente: “todos los periodistas serán colgados el día de la cuerda”.
Este día de la cuerda es un evento que aparece descrito en el libro de “Los diarios de Turner”, haciendo referencia al día en el que los miembros de la Organización llevan a cabo un linchamiento masivo de miles de personas acusadas de permitir la creación del sistema multicultural bajo control judío al que el libro hace referencia. Esta combinación de factores sirvió de catalizadores para que se llevara a cabo el primer atentado supremacista con abierta e inequívoca inspiración aceleracionista de la historia: la masacre de Chirstchurch.
Su autor es el ya conocido Brenton Harrison Tarrant, un joven neozelandés que retrasmitió en directo vía streaming cómo se adentraba en una sinagoga de la ciudad de Christchurch con un arma semiautomática. Dentro de la misma asesinó a 51 personas, todas ellas de religión musulmana, que se encontraban orando en el recinto.
Brenton publicó en Internet un manifiesto de unas 70 páginas, concretamente en uno de los foros de Internet que vio nacer a la alt-right, 8chan, en el que aseguraba que sus acciones respondían a la necesidad de “desestabilizar y polarizar la sociedad occidental para acelerar su colapso”.
Además, el manifiesto también incluía referencias a las teorías de “El Gran Reemplazo”.
Este atentado terrorista conmocionó al mundo, y el hecho de que su autor lo retrasmitiera en directo derivó en que muchos supremacistas y personas vinculadas al extremismo de derecha concibieran a Brenton como una suerte de héroe o mártir para su causa.
Sus acciones inspiraron posteriormente otra serie de atentados supremacistas, como el ejecutado por John Earnest en una sinagoga de California; el de Patrick Crusius en una tienda Walmart de El Paso; el de Stephan B. en otra sinagoga alemana; o el llevado a cabo por Tobias R, en otra ciudad alemana, Hanau.
Todos estos terroristas de ultraderecha tenían como objetivos a población de ascendencia judía, afroamericana, latina o árabe, y todos declararon verse inspirados por el asalto de Chirstchurch, las teorías conspiracionistas ultraderechistas y, principalmente, por el pensamiento aceleracionista.
El terrorismo ultraderechista como una realidad innegable
La fecha del 11 de septiembre de 2001 se ha convertido en una de las más simbólicas en el imaginario colectivo de la sociedad actual. Y no es para menos, ya que los atentados terroristas perpetrados contra Estados Unidos en esa fecha dieron inicio a una nueva etapa histórica para muchos historiadores y cambiaron el tablero político y social, amén del horror y la magnitud de los atentados.
Uno de los cambios más importantes que derivaron de dichos atentados fue la implantación en la agenda política y pública de la amenaza terrorista como principal prioridad.
A partir de esa fecha cambió un paradigma: el papel constitutivo que anteriormente representaba la Unión Soviética como enemigo número uno de Occidente fue sustituido por la amenaza terrorista del fundamentalismo yihadista, primero, de manos de Al-Qaeda y sus organizaciones afines, y posteriormente, de manos del Estado Islámico o DAESH.
El miedo colectivo a la amenaza terrorista fue instrumentalizado por numerosos partidos políticos y grupos de presión, principalmente de corte derechista o conservador, en casi todos los países que conforman la llamada sociedad occidental, retroalimentado a su vez por una creciente ola de atentados e intentos de atentados de dichas organizaciones fundamentalistas en un conflicto que todavía continúa vigente.
Esta reciprocidad de miedo y atentados fue derivando progresivamente en un discurso y políticas públicas cada vez más ultranacionalistas, autoritarias y en muchos casos incluso xenófobas contra la población de ascendencia árabe o religiosa islámica. Los partidos de ultraderecha, hasta entonces minoritarios en la mayoría de países occidentales, aprovecharon esta ola de miedo y xenofobia para crecer electoralmente y alcanzar posiciones determinantes en la vida política y social.
La combinación de miedo, frustración, discurso de odio y blanqueamiento social del discurso ultraderechista dio paso a otra forma de terrorismo, que lejos de ser nueva, ha venido sustituyendo poco a poco al terrorismo fundamentalista religioso.
Tras la oleada terrorista de extrema derecha de los años 70, donde se perpetraron casi 1700 ataques, este tipo de terrorismo se redujo sustancialmente, teniendo únicamente dos grandes ataques en los posteriores 30 años: el atentado de la ciudad de Bolonia en el año 1980, el cual dejó tras de sí 85 muertos; y el atentado de 1995 en Ocklahoma, en el cual murieron 168 personas.
Según el instituto IPE, o Instituto para la Economía y la Paz, un think tank que organiza informes mundiales sobre la paz y la influencia del terrorismo, solo se produjeron, de media, 6,5 incidentes anuales durante el periodo de 1970-2010, cambiando esta tendencia a partir de dicho año.
Según expertos, el momento clave de cambio se produjo en el año 2011, concretamente, el día 22 de julio, fecha en la que Anders Breivik, un ultraderechista noruego, ejecutó un atentado terrorista múltiple: primero, hizo estallar una bomba en un edificio oficial de la ciudad de Oslo, para posteriormente adentrarse en el campamento juvenil del Partido Laborista noruego y masacrar a muchos de los presentes.
Este atentado dejó tras de sí a 77 personas asesinadas, publicando su autor un manifiesto que se ha convertido con el paso de los años en una obra santificada para los grupos aceleracionistas, el “Manifiesto 2083: A european declaration of Independence”.
A partir de ese momento, y a lo largo de la década, los atentados terroristas perpetrados por grupos, o en la mayoría de las ocasiones, por individuos de ultraderecha, han crecido exponencialmente, superando a día de hoy al terrorismo yihadista. Los datos avalan lo expuesto anteriormente y refutan la idea de que los atentados terroristas de carácter ultraderechista expuestos a lo largo de este artículo son meros casos aislados:
El Informe del Índice de Terrorismo Global del año 2019 señala un incremento continuado del terrorismo de ultraderecha en América del Norte, Europa Occidental y Oceanía: en 2018 los atentados ultraderechistas ya representaban un 17,2% de los atentados perpetrados en dichas zonas geográficas.
En comparación, los atentados fundamentalistas islámicos en dicho año representaron un 6,8 del total, y los de grupos o personas vinculadas a la ideología de la extrema izquierda quedaron en un 0%.
Según la Liga Antidifamación de EEUU, entre 2009 y 2018 los atentados ultraderechistas supusieron el 73% de las víctimas mortales vinculadas con el extremismo. En el año 2019, personas de ideología ultraderechista estuvieron involucrados en 41 de los 42 asesinatos cometidos por extremistas. En el año 2020, en 16 de los 17 asesinatos.
Como último ejemplo, meses atrás, el ministro de interior alemán, Horst Seehofer, alertó sobre el alto nivel de delitos violentos con motivaciones políticas en su país, señalando al extremismo de derecha como la mayor amenaza para la seguridad de Alemania. De los 44.000 delitos registrados desde 2001 en el país, un 85% de ellos estuvieron vinculados con áreas de incitación al odio, insultos y/o propaganda.
Aceleracionismo, ¿una creciente amenaza terrorista?
El aceleracionismo ha sido desde siempre una característica común a muchos grupos de ultraderecha, desde el neonazismo hasta los supremacistas blancos, pasando por simples bandas paramilitares. Pero algo ha cambiado en los últimos años, y es que según los expertos, la “mentalidad aceleracionista” se ha convertido en la matriz principal de la mayoría de grupos extremistas de derecha, pasando ya no a ser simples amenazas para la seguridad pública, sino a ser ya un peligro real para la democracia.
Para Cynthia Milles-Idriss, directora del Laboratorio de Investigación e Innovación de Polarización y Extremismo en la Universidad Americana, el momento fundamental de cambio fue el pasado 6 de enero, fecha en el que una coalición de grupos ultraderechistas ejecutó un intento de golpe de Estado asaltando el Capitolio de los EEUU durante la investidura del presidente electo Joe Biden.
Según ella, “de muchas maneras, podemos ver cómo el 6 de enero fue un tipo de coalición formada vagamente alrededor de esta idea de aceleracionismo”. La experta incluso alerta de ciertos paralelismos con la República de Weimar y el ascenso nazi al poder, periodo marcado por una serie de golpes de Estados fallidos y un conjunto de acciones progresivas para desgastar poco a poco el sistema democrático.
Además, ofrece una perspectiva muy interesante: “Pienso que tenemos que considerar la posibilidad de que eso fue el principio de algo”.
Ese “principio de algo” del que advierte la experta no es otra cosa que la aceptación total de la mentalidad aceleracionista por parte de los grupos de ultraderecha a nivel global: el principal temor es que dejen de soñar con la llegada del “Día X” y traten de forzar su llegada.
Y es que la llegada del “Día X”, el día en el que el sistema actual colapse finalmente para dar paso a un nuevo sistema que salve al mundo, ha sido un anhelo general para todos los grupos extremistas de derecha a lo largo de la historia.
Para los seguidores de la teoría QAnon este día llegará cuando una “tormenta” de violencia arrase con toda la élite pedófila que, según ellos, controla desde la sombra al gobierno global. Para los supremacistas blancos el “Día X” llegará cuando finalmente inicie la “guerra racial”, o el “boogaloo”, y la raza blanca forme un Etno-Estado blanco y antisemita. Hasta los grupos neonazis alemanes sueñan con el día en el que el sistema democrático capitalista colapse y ellos asuman el poder de nuevo.
En palabras de Matthias Quent, experto en radicalismo de extrema derecha, el mayor peligro es que “cuando el Día X no llegue y las personas se sientan frustradas, podrían comenzar a maquinar ataques terroristas, algo para detonar el Día X o simplemente para actuar”.
Por ello, el aceleracionismo representa un gran peligro para la sociedad actual, y conviene conocerlo para entender la evolución del pensamiento ultraderechista de los grupos más radicales y peligrosos.
– Foto de portada: Asalto al Capitolio de EEUU. Autor: Tyler Merbler, 06/01/2021. Fuente: Flickr (CC BY 2.0)
Articulista. Estudiante de cuarto de Ciencias Políticas y apasionado de la investigación. Experiencia en movimientos estudiantiles y sociales. En mis artículos intento ofrecer un enfoque analítico más orientado a las ideologías y teoría política.