‘Gomorra’: fiel retrato de la camorra italiana
Título: Gomorra – Viaggio nell’impero economico e nel sogno di dominio della camorra
Autor: Roberto Saviano
Categoría: Novela policíaca
Idioma: iraliano
Fecha de publicación: 2006
Roberto Saviano es natural de Nápoles, en la región de la Campania. En el año 2006 se dio a conocer con la publicación de Gomorra, que ha sido editado hasta la fecha en 52 países, ha vendido 2.250.000 copias en Italia y unos 10 millones en el resto del mundo.
Inmediatamente después de su publicación, Saviano comenzó a recibir amenazas de muerte por parte de varios de los clanes camorristas a los que, precisamente, denuncia a lo largo de las páginas de Gomorra, como el «clan de Secondigliano», que recibe su nombre de un distrito del norte de Nàpoles.
Desde este momento, Roberto Saviano ha tenido que vivir permanentemente bajo protección policial y en la semi-clandestinidad. Diecisiete premios Nobel suscribieron entonces un manifiesto que generó un movimiento de solidaridad y de apoyo internacional para con el periodista napolitano.
Saviano es colaborador habitual en medios como El País, The Times, The Washington Post, L’Expresso, La Reppublica, Expressen o Die Zeit.
Posteriormente, ha seguido publicando varios títulos más entre los que se puede encontrar tanto narrativa como ensayo, como Lo contrario de la muerte (2007), La belleza y el infierno (2009), La banda de los niños y Gridalo. Hay que destacar, así mismo, que en el 2010 obtuvo el Premio Libro Europeo en la categoría de ensayo, lo que supuso un fuerte impulso en su ya exitosa carrera literaria.
El séptimo arte se interesó rápidamente por Gomorra y, en el 2008, el director de cine italiano Matteo Garrone realizó una versión cinematográfica basada en el libro con gran éxito de público y de crítica, ya que consiguió el premio «Grand Prix» del siempre prestigioso Festival de Cannes.
Con respecto a La banda de los niños, aunque esta esté circunscrita a otro género, la novela, se puede incluir dentro de la temática, el ciclo o la realidad social y criminológica de la que también se habla en Gomorra.
En La banda de los niños se cuenta de forma novelada los inicios y la ascensión de los futuros capos de la camorra napolitana y con la que Saviano regresa al primitivo, sanguinario, tribal y brutal campo de acción que otrora describiera en Gomorra.
Un grupo de menores, encaramados en motos de baja cilindrada y ansiosos por alcanzar un poder que les fue negado por imperativos que ellos no podían controlar (ámbito familiar, el lugar de nacimiento, la clase social…), cabalgan a través de las calles de un intrincado Nápoles, sin deriva establecida, con rentas y armas otorgadas por el «box» del clan más allegado.
Yo, para convertirme en un niño, he tardado diez años; para dispararte a la cara tardo un segundo
La banda de los niños, de Roberto Saviano
Esto dirá, directamente al rostro del lector o la lectora, uno de los niños. Toda una demostración de hombría imberbe, pero, sobre todo, un grito mudo de angustia ante el absurdo devenir de sus vidas y el vértigo de la violencia. Resulta evidente, por tanto, que la preocupación creativa de Roberto Saviano se centra en el análisis y la crónica de la violencia organizada que asola el sur de Italia por igual pero, más concretamente, la región de Campania. Un crimen organizado que hunde sus raíces más hondo y mucho más lejos de lo que un neófito lector pueda llegar a creer.
En Gomorra, Saviano despliega de forma ajedrezada el panorama tentacular de la organización criminal conocida como la «camorra». Sus socios necesarios, (el gran capital y las instituciones políticas), sus lugares, sus paisajes y la alienante disipación moral de las gentes que la componen.
Nápoles, su puerto mercante y sus alrededores se asemejan a un cristo sangrante sin dios, y allí recalan las orientales mercancías en su casi totalidad, desde mucho más allá de la curvatura primera de La Tierra.
A Gomorra casi se le podría considerar como un ensayo, como una crónica periodística, pero también podría tomarse como un discurso fúnebre que relata la muerte social y económica del sur de Italia. Un problema que los llamados «meridionalistas» se han esforzado en analizar durante demasiadas décadas, demasiado tiempo, se podría llegar a afirmar.
El libro está dividido en dos partes, subdivididas, a su vez, en varios capítulos cada una de ellas. Dada la amplitud y complejidad de lo que se relata y con el afán de no desvelarlo totalmente, se procede a hacer un análisis de los dos primeros capítulos, a su vez bastante representativos del resto de la obra.
El puerto de Nápoles
Tras la dedicatoria inicial, Roberto Saviano escoge una cita que, por su trascendencia y fuerza, cuando menos, impresiona. Con esta breve cita está adelantando lo que será el contenido del libro, de una densidad y prolijidad de datos apabullante.
Comprender que significa lo atroz, no negar su existencia, afrontar sin prejuicios la realidad
Hannah Arendt
Y, tras este comienzo, el capítulo da su inicio.
El contenedor se balanceaba mientras la grúa lo transportaba hacia el barco. Como si estuviera flotando en el aire, el spreader, el mecanismo que engancha el contenedor a la grúa, no lograba controlar el movimiento.
Gomorra, 2006
Las puertas mal cerradas se abrieron de golpe y empezaron a llover decenas de cuerpos. Parecían maniquíes. Pero en el suelo las cabezas se partían como si fueran cráneos de verdad. Y eran cráneos. Del contenedor salían hombres y mujeres. También algunos niños. Muertos. Congelados, muy juntos, uno sobre otro. En fila, apretujados como sardinas en lata. Eran los chinos que no mueren nunca. Los eternos que se pasan los documentos de uno a otro. Ahí es donde habían acabado.
Así es como comienza el primer capítulo de Gomorra, con Roberto Saviano describiendo uno de los tantos y lucrativos negocios de la «camorra», el de hacer desaparecer los residuos humanos, en este caso, los de centenares de ciudadanos chinos fallecidos en Europa y que, durante años, han dejado que les retengan una parte de su sueldo para poder ser repatriados. Reflejo del funcionamiento de la mafia y del mercantilismo del sistema económico actual: para ellos no hay promesa que no se pueda incumplir ni tampoco orden de la vida y de la muerte que no sea susceptible de convertirse en un pingüe negocio.
La pluma de Saviano es rápida y certera, no se detiene en conjeturas abstractas, y prosigue describiendo, en formato descarnado, como todo lo que existe, aquello que puede ser manufacturado (telas, artículos de plástico, juguetes, herramientas de bricolaje, zapatería, videojuegos, ropa, relojería…) pasa, inevitablemente, por el puerto de Nápoles. El puerto napolitano es una herida purulenta, permanentemente abierta. Allí los barcos son ordeñados, succionados violentamente por unos lactantes tan siniestros como ansiosos: los clanes mafiosos.
Según las investigaciones del periodista napolitano, suizos y chinos se han asociado en un tándem indestructible y han elegido a Nápoles como punto neurálgico de sus más importantes inversiones. Hay que tener en cuenta que en el puerto de Nápoles opera el mayor armador estatal chino, «Cosco», que posee la tercera flota más grande del mundo.
Esto puede dar una idea muy aproximada del volumen de negocio que, entre armadores, autoridades portuarias, instituciones napolitanas y de la Campania y, por supuesto, los clanes de la camorra, manejan anualmente sólo en este puerto del Tirreno.
Las dinámicas del libre mercado y la camorra tienen grandes puntos en común: poseen una gran capacidad para reinventarse, resituarse a nivel político, económico, social e, incluso, establecer una hegemonía cultural e ideológica. Así, se describe cómo las mafias aprovechan estas lógicas mercantilistas para sacar su propia tajada, eso sí, al margen de la ley (o incluso al amparo de esta, de un modo u otro).
Los clanes de Apulia y la Campania re introducían en Europa los cigarrillos que ya no estaban sometidos a los monopolios estatales.
Gomorra, 2006
Importaban miles de cajas al mes de Montenegro y facturaban por ellos quinientos millones de liras.
Ahora todo eso se ha acabado, se ha transformado. A los clanes ya no les conviene. Pero, en realidad, la máxima de Lavoisier tiene valor de dogma: nada se crea y nada se destruye, todo se transforma . En la naturaleza, pero también y sobre todo en las dinámicas del capitalismo. Los productos de uso cotidiano- y ya no el vicio de la nicotina- son el nuevo objeto del contrabando…
La mercancía producida a bajo coste tendrá que ser vendida en un mercado al que cada vez más personas acceden con sueldos precarios, ahorros mínimos, mirando el céntimo»
Parece incuestionable, entonces, que para la camorra y el capital, los altos índices de pobreza, precariedad laboral y subsidiariedad social y de las naciones es una veta de negocio y enriquecimiento asegurados.
La naturaleza, las personas, la salud, el medio laboral, todos ellos se proletarizan en una suerte de vértigo globalista, siendo instrumentalizado a la perfección por organizaciones criminales como los clanes de la Apulia y la Campania, y otras organizaciones que sin ser consideradas como criminales, sí, al menos, se presentan como de muy dudosa transparencia y cuyas sedes se encuentran en las grandes capitales europeas.
El sistema que alimenta la ‘camorra’
Era el sistema el que había alimentado el gran mercado internacional de la confección, el enorme archipiélago de la elegancia italiana.
Gomorra, 2006
Las empresas, los hombres, los productos del sistema habían llegado a todos los rincones del planeta. Sistema, un término que aquí todo el mundo conoce pero que en otros sitios todavía no ha sido descifrado, una referencia desconocida para quien no está al corriente de las dinámicas del poder de la economía criminal
En este capítulo, Saviano revela el «Sistema», pero, ¿qué es el el «Sistema» exactamente?.
En realidad, la palabra o el concepto de «camorra» es algo que apenas se utiliza entre sus propios militantes o correligionarios. La «camorra» es un término estrictamente policial, jurídico, periodístico, manejado por el común de imaginativos guionistas cinematográficos, una designación puramente genérica. Por contra, el término con el que suelen referirse a sí mismos los miembros de cualquiera de los clanes es el de «Sistema», como por ejemplo, pertenezco al «Sistema secondigliano».
Así, la organización criminal mafiosa se identifica casi plenamente con la dinámica económica que le rodea en ese momento, ambas se funden, por momentos se hacen indistinguibles, se produce entre ellas una catarsis continua, y, como advierte el propio Saviano, la dialéctica comercial es la osamenta del clan.
Es el Sistema de Secondigliano el que durante años ha dirigido todo el sector textil y su cadena de distribución y producción en la periferia de Nápoles. Todo lo que en otros lugares era inviable, debido a los derechos laborales, la legislación y otros derechos, en el norte de Nápoles ha sido posible debido a la permisividad de estas lógicas de mercado.
La periferia, estructurándose en torno al poder empresarial del clan, permitía mover capitales astronómicos, inimaginables para cualquier conglomerado industrial legal
Gomorra, 2006
Reflexionando brevemente sobre ello, no cuesta demasiado caer en la cuenta de que la economía mundial se ha camorrizado paulatinamente, puesto que es difícil encontrar núcleos industriales, sectores laborales y productivos donde se respeten todas y cada una de las leyes estatales, los convenios o las recomendaciones de la Organización Internacional del Trabajo (OIT).
Esta podría ser una de las conclusiones del autor. Más allá de reflejar el funcionamiento de la «camorra», en Gomorra se relata cómo las mafias italianas son dependientes y se amoldan al contexto social, económico y político que les rodea y que, de algún modo, consienten su existencia y se nutren de sus beneficios económicos a costa de verdaderos dramas humanos. Esto recuerda al mercantilismo que se da, por ejemplo, con la trata de blancas, las redes de proxenetismo o el tráfico de drogas.
Todo forma parte de un complejo y extenso tejido empresarial a nivel mundial, en lo global. Los clanes secondiglianeses han invertido y establecido sus negocios, por tanto, y su estructura de hampa en Alemania, donde poseen tiendas y almacenes en Hamburgo, Dortmund, Frankfurt y Berlín, en España, en Bélgica, en Portugal, en Austria, en Canadá y el los Estados Unidos. Según las declaraciones de un arrepentido de la camorra, controlarían el 50% de las tiendas-boutiques de Nápoles. Una red mafiosa que, lejos de desaparecer, se ha ido adaptando a los nuevos tiempos.
Por otro lado, los clanes mafiosos y sus capos dirigentes, llamados en el argot «boss», tienen peculiaridades que a Saviano le gusta describir en un intento de práctica pedagógica sobre una de las organizaciones criminales, por otra parte, más opacas y solipsistas del mundo.
En concreto, hace referencia a que todos los «boss» tienen un apodo por el cual son conocidos a nivel interno, siendo un rasgo que los identifica de forma especial. El sobrenombre es para un boss lo que los estigmas suponen para un santo, la demostración de su pertenencia al «sistema».
Saviano señala, igualmente, el comportamiento siempre excéntrico, desconectado de la realidad, pantagruélico y (que si no fuera por su dramatismo, resultaría incluso cómico), de los hijos de los boss, que constituyen una pieza más del jerarquizado engranaje de la camorra.
Los hijos de los boss sufren a menudo una especie de delirio de omnipotencia y creen que pueden disponer de ciudades enteras y de las personas que las habitan
Gomorra, 2006
Don Peppino Diana
El 19 de marzo de 1994, dos sicarios accedieron hasta la sacristía de San Nicola di Bari en Casal di Principe y descerrajaron varios disparos a bocajarro sobre el cuerpo del párroco Don Peppino Diana, que sería por cierto detenido un año después en Valencia, España.
Unos años antes, en 1991, tuvo la osadía de publicar una carta en la que exhortaba a sus feligreses a evitar la camorra. La carta se titulaba «Por el amor de mi pueblo no me callaré».
Asistimos impotentes al dolor de tantas familias que ven a sus hijos acabar miserablemente como víctimas o mandantes de las organizaciones de la Camorra….Hoy la Camorra es una forma de terrorismo que infunde temor, impone sus leyes y trata de convertirse en un componente endémico de la sociedad de la Campania. Los camorristas imponen mediante la violencia, las armas y los puños, reglas inaceptables….
Gomorra, 2006
Don Peppino tenía muy claras cuales deben de ser las prioridades de un hombre que se dice servidor de Dios, muy al contrario de las actitudes pasivas y cobardes adoptadas generalmente por la jerarquía eclesiástica y cierto tipo de fieles, extrañamente del lado de los opresores y de los que violentan a los pueblos. Para este sacerdote se hacía necesario, imprescindible diríamos, levantar una voz profética y salir a las calles para romper la impuesta «ley del silencio» y de los confesionarios colaboracionistas.
Nuestro compromiso profético de denuncia no debe y no puede desfallecer, Dios nos llama a ser profetas.
Gomorra, 2006
El profeta hace de centinela: ve la injusticia y reclama el proyecto originario de Dios.
El profeta señala como prioritaria la vía de la justicia
Muy a pesar de Don Peppino, la Iglesia Católica, que es una institución terriblemente dual, ambivalente, de forma inadvertida o involuntaria, ofrece igualmente refugio a otras sensibilidades que, atendiendo al sentido común, distan mucho de ser ejemplares.
A este respecto, cabe decir que la religión es una referencia constante para la organización camorrista, no sólo culturalmente, sino ritualísticamente y como una fuerza espiritual que cada vez que tienen que tomar una decisión importante, toman muy en cuenta.
Los boss más respetados y carismáticos suelen establecer una analogía entre su cotidiano proceder y el calvario de Cristo, ecomo si asumieran sobre sus espaldas y su conciencia todo el peso de los pecados del clan. Asesinan, extorsionan, aterrorizan, violentan…pero es por el bien de la familia y el bienestar de su grupo.
Cuando Vicenzo Lubrano fue absuelto, organizó una peregrinación con diversos autocares a San Giovanni Rotondo para dar las gracias al Padre Pío, artífice, según él, de su absolución
Vincenzo Lubrano, Boss del clan Lubrano-Ligato, que opera en el territorio del municipio de Pignataro Maggiore, en la provincia de Caserta.
En resumidas cuentas, la confluencia que siempre ha existido entre determinadas facciones de la Iglesia Católica por un lado, y la mafia, la extrema derecha, las logias financieras y las lógicas capitalistas, por otro lado, son expuestas al desnudo por la camorra sin ningún rubor, y quedan reflejadas y patentes en Gomorra, la obra de Roberto Saviano.
‘Gomorra’, una obra más allá de la mafia italiana
Gomorra es, sin duda, una obra que resultará de gran ayuda para fortalecer o iniciarse en el conocimiento de las organizaciones criminales camorristas y similares que anidan en Italia, y podrá resultar sumamente esclarecedor comprobar hasta qué límites puede llegar la condición humana en su poder destructivo.
El crimen organizado forma parte de un imperio empresarial y delincuencial cuyos tentáculos alcanzan a todo el mundo globalizado. Para la camorra, cualquier país es un mercado potencial que le sirva de pasarela, sede social y escaparate al mismo tiempo.
En su título, Gomorra hace alusión a la ciudad caída, que es destruida por la mano de Yavé debido a su depravación moral. En sus páginas, se hace un repaso de las siempre tormentosas relaciones entre los distintos clanes mafiosos, sus guerras de poder, sus ajustes de cuentas y las relaciones, que bajo cuerda, mantienen con los diferentes poderes fácticos del Estado, la iglesia, la prensa, la justicia, la policía e, incluso, con las altas instancias del gobierno y los diferentes partidos que la componen, desde la Democracia cristiana hasta la derecha más radical.
Cuando su autor debe vivir, desde entonces, protegido con escolta policial, es que sin duda algo debió acertar, y eso que no llegó a revelar nombres personales ni personalidades concretas. Y es que, este absorbente y muy bien documentado libro, fue escrito por un joven autor que vivió en sus carnes buena parte de lo que significa la camorra en tierras napolitanas.
Articulista. Nacido en Valladolid, pero cántabro de espíritu, soy colaborador habitual en los medios lapiedradesisifo.com y Lapajareramagazine.com. Autor del poemario «Transido de un abismo» y de títulos de próxima aparición como «La poliantea de los sentidos» y «Crónicas claudinas».