‘Arde Mississippi’: una historia sobre el supremacismo blanco y el racismo
La película Arde Mississippi se inicia mostrando dos fuentes de agua separadas, en la parte superior de cada una hay dos letreros: White y Colored. Esa era la realidad en los años 60 en Mississippi, Estados Unidos. Una realidad que sigue teniendo sus repercusiones en la actualidad. La comunidad negra en este país ha sufrido una de las historias más desgarradoras en cuanto a discriminación, maltrato, abusos, esclavismo y violencia, todo ello sustentado por los principios racistas del supremacismo blanco norteamericano que hunde sus raíces en el sistema esclavista del siglo XVIII y XIX.
Arde Mississippi es una película dirigida por Alan Parker en el año 1988 que cuenta además con un reparto de lujo formado por actores y actrices como Gene Hackman, Willen Dafoe o Frances McDormand. Un film que, evidentemente, trata sobre el racismo. En concreto, se adentra de lleno en una de las organizaciones de extrema derecha más famosas y aterradoras de la historia reciente: el Ku Klux Klan, una compleja organización surgida en un primer momento tras la Guerra de Secesión estadounidense en la segunda mitad del Siglo XIX como respuesta a la abolición de la esclavitud, principal pilar de la economía de los estados sureños.
Asimismo, si el tema del Ku Klux Klan ya es de por sí peliagudo por su gran dosis de violencia, esta película cobra aún más envergadura, pues está basada en hechos reales.
La realidad histórica en Arde Mississippi
Los años 60 en Estados Unidos fueron, como poco, convulsos. En la mayoría de estados del sur del país se empezó a labrar un malestar fuerte frente al Gobierno de los Estados Unidos y sus nuevas políticas dirigidas a combatir la discriminación racial y que pondrían fin a décadas de segregación institucional. Estas leyes se terminaron materializando en la Ley de Derechos Civiles (1964) y la Ley de Derecho a Voto (1965).
En el estado de Mississippi, el racismo, la discriminación y la violencia hacia las comunidades de afrodescendientes seguía siendo una norma y teniendo una escala atroz. A raíz de las nuevas políticas antirracistas del gobierno federal, parte de la población orquestada por grupúsculos de extrema derecha iniciaron una serie de acciones violentas dirigidas a la intimidación de la población negra: atentados, agresiones, vandalismo, quema de casas e incluso asesinatos se dieron en la década de los 60 hacia la comunidad negra y todo aquel que apoyara su lucha por la igualdad.
La escala de tensión en los 60 fue progresivamente en aumento. El grupo de activistas Freedom Riders protestó de manera contundente frente a las leyes de segregación racial en 1961. Los Freedom Riders, fueron en autobuses interestatales por los estados más racistas del sur de Estados Unidos, incluido Mississippi, viajando con personas negras en los denominados viajes por la libertad. Estos activistas apoyaban abiertamente el Movimiento por los Derechos Civiles, la lucha iniciada alrededor de 1955 por extender los derechos civiles a las personas negras y que tuvo a Rosa Parks y a Martin Luther King como principales cabezas visibles.
De esta manera, reivindicaron así la necesidad de un cambio inmediato en los estados del sur, donde los asientos de los transportes públicos estaban separados por etnias. La segregación racial no solo afectaba a los asientos de los autobuses, sino al acceso a todo tipo de servicios e instalaciones públicas, incluso la escuela, impidiendo así que las personas negras compartieran espacio con las personas blancas. Estas leyes discriminatorias se dieron en aquellos estados que, en su momento, constituyeron los Estados Confederados de América, el bando de la Guerra de Secesión partidario de mantener el sistema esclavista.
Los pasajeros por la libertad fueron diana de ataques por parte de grupos de extrema derecha, incluidos policías locales y estatales del sur, los cuales comulgaban ideológicamente con el Ku Klux Klan. La situación llegó hasta tal punto de intolerancia, que, en el municipio de Birmingham, situado en Alabama, la policía ayudó de manera directa al Ku Klux Klan y otros grupos supremacistas para que atacaran a los pasajeros por la libertad.
Sin embargo, pese a las agresiones y arrestos arbitrarios, consiguieron concienciar a gran parte de la población de Estados Unidos frente a la necesidad de un cambio radical en la política racial del sur.
No obstante, los episodios racistas relacionados con la lucha de los derechos y libertades de la comunidad negra solo hicieron que aumentar, tanto en Mississippi como en el resto del país. La atmósfera política y de convivencia se hizo irrespirable. Los White Knights, una de las ramas más violentas del Ku Klux Klan, comenzaron a predicar con bastante éxito teorías de la conspiración y otros relatos inverosímiles sobre una supuesta invasión negra-comunista o invasión del Norte.
Además, los medios de comunicación más conservadores se hicieron eco de estas teorías y relatos, reforzando un ya de por sí mayoritario discursos racista y ultraconservador en el estado de Mississippi. A causa del altavoz malintencionado de los medios afines a la segregación racial, los grupos de extrema derecha liderados por los White Knights y demás afiliaciones del KKK iniciaron una escalada de violencia jamás vista en muchas décadas hacia la población negra y cualquiera que les apoyara.
Con métodos de coacción violentos se impedía el voto a la población negra, así como la escolarización de estos. A causa del presente contexto se fundaron organizaciones antirracistas como COFO, CORE O NAACP (National Association for the Advancement of Colored People), las cuales impulsaban iniciativas para una escolarización alternativa a través de los denominados «colegios libres». Es importante este dato, pues los activistas asesinados por el KKK y en los que se basa la película Arde Mississippi pretendían iniciar un proyecto de estas características en Neshoba, pero su cruel asesinato se lo impidió.
Como se ha nombrado en el párrafo anterior, los acontecimientos criminales narrados en la película son verídicos. Los activistas Andrew Goodman, Michael Schwerne y James Chaney fueron las víctimas del KKK en 1964, un crimen que marcó la historia de Estados Unidos y supuso un punto de inflexión trascendental en la lucha contra el racismo y el terrorismo de ultraderecha en todo el país.
Así pues, este es el contexto histórico del film Arde Mississippi, uno de los periodos históricos más interesantes pero a la vez violentos de la historia reciente del país norteamericano. Para hacerse una idea del nivel de violencia de la década de los 60 y su relación con la lucha antirracista; en 1965 se asesinó al activista Malcolm X y en 1968 a Martin Luther King, asesinatos que también compartieron década con el del presidente John F. Kennedy en 1963, coincidiendo de esta manera en la misma década el asesinato de tres de los personajes públicos más influyentes del siglo XX en EEUU.
A partir de aquí, se desvelarán detalles de la trama y del argumento.
‘Arde Mississippi’, un film hacia el corazón del racismo
Igual de drástico, salvaje o cruel que el racismo es el inicio de la película Arde Mississippi. Una casa arde con furia, un hogar humilde, pequeño, de madera y pintado de blanco que, evidentemente, pertenece a una familia negra. Esa era la realidad en el condado de Mississippi en los 60 y, sin duda, este film lo plasma sin tapujos.
Después de la escena donde se observa la casa ardiendo, el coche donde van los activistas Andrew Goodman, Michael Schwerne y James Chaney sale atravesando las profundidades del condado de Mississippi bajo la luz del ocaso. El tercero de ellos, James Chaney, se muestra inquieto. Es la única persona negra de las tres y sabe que están en una zona donde su vida corre peligro. No se equivoca.
El KKK les persigue en tres vehículos que mantienen las luces apagadas, golpean al coche por detrás. Los jóvenes intentan despistarlos, pero para su sorpresa uno de los tres coches que les persiguen es de la policía. Les obligan a parar, los activistas se intentan relajar: «saldremos de esta», dice uno de ellos.
El policía les enfoca por la ventanilla, otros hombres miran con desprecio: «judío de mierda, cerdo judío lame negros, empiezas a oler a negro judío apestoso». Estas son unas de las últimas frases que los tres jóvenes escuchan antes de ser asesinados con sendos disparos. El Ku Klux Klan ha vuelto a matar, es 1964 y Mississippi es un infierno gobernado por la extrema derecha y el supremacismo blanco.
De los policías malos a los policías buenos, así cambia de escena la película, mostrándonos a los dos protagonistas del film: el jefe de la investigación sobre el asesinato de los activistas Alan Ward (Willem Dafoe) y el segundo al mando, el veterano agente del FBI Rupert Anderson (Gene Hackman). Se dirigen hacia Mississippi en coche.
Los dos tienen sus diferencias, el primer rifirrafe se observa en esa misma escena, discuten levemente, el director muestra un primer atisbo del tipo de relación turbulenta debido al fuerte carácter de los dos personajes, una relación que se alargará el resto de la película. No obstante, la discusión no va a mayores y los dos bromean hacia donde los dirige la larga carretera: Mississipi. «¿Cuánto se atrasan los relojes en Mississippi?», Pregunta el agente Anderson a su superior. «¿Cuánto?», contesta el agente Alan Ward para que Anderson acabe su chiste. »Un siglo», sentencia Anderson antes de echarse los dos a reír. No bromearían mucho más durante el resto de la película sobre el tiempo en este condado.
La hostilidad del pueblo se intuye desde el primer segundo. Los dos agentes entran a la comisaría de policía para obtener información sobre el caso. Saben que no son bienvenidos, pero lo que no imaginan es que el KKK forma parte de todas las instituciones del lugar y la policía por supuesto no es una excepción.
Es en comisaría donde aparecerá uno de los antagonistas claves de la película, el agente de policía Clinton Bell (Brad Dourif). Mostrando la evidente tensión entre los dos cuerpos de seguridad, los policías les lanzan frases esquivas a los agentes, finalmente, les dan su versión de los hechos por escrito.
De esta forma, según el Sheriff del pueblo, tres jóvenes fueron retenidos en comisaría por incumplir las normas de tráfico. Sin embargo, la policía afirma en esta versión que el propio agente Clinton Bell los escoltó hasta la frontera del condado. Ward y Anderson saben que mienten, saben que los chicos son activistas veteranos y que telefonean cada vez que cruzan un condado, más aún si este es Mississippi.
Después de unos minutos la película nos transporta a una escena bastante significativa. Los dos agentes del FBI entran al bar de la ciudad, como todos los establecimientos está divido por zonas étnicas: en una parte del bar comen los blancos y en otra apartada y situada al final comen los negros. La zona de blancos está llena y pese a las advertencias de Anderson el agente Ward se sienta a comer en la zona para personas negras. La tensión es evidente, las miradas se clavan en la nuca de los agentes. El agente Ward pregunta a un joven chico negro sobre el caso, grave error, el chico se aparta aterrado, sabe que le va la vida en ello.
En los siguientes minutos de la película los agentes del FBI dan palos de ciego intentando encontrar algún tipo de pista sobre el caso o sobre las actividades delictivas del KKK. El silencio es atronador, la comunidad negra no quiere hablar por miedo a las represalias. Queda claro que el supremacismo blanco controla todas las esferas sociales: la cultural, la económica, la política y la judicial.
Los agentes se encuentran en una tesitura difícil. Estando en el hotel donde residen a altas horas de la noche, el agente Ward sostiene una foto donde una persona negra ha sido ahorcada en un árbol por el KKK. Mira a su compañero y le lanza una pregunta: ‘»¿De dónde sale todo ese odio?»
Anderson le cuenta una historia de su infancia, una historia algo críptica, pero que esconde una moraleja: las condiciones materiales de Mississippi son precarias, muy precarias comparado con los estados ricos del país. No es excusa, pero Anderson le explica a Ward que la precariedad generalizada de las zonas rurales como Mississippi saca lo peor del ser humano.
Justo cuando Anderson acaba con su reflexión, un ladrillo rompe la ventana. Los dos salen a la calle y una alta cruz de madera ardiendo se les presenta enfrente de su ventana. El agente Ward pide refuerzos y al día siguiente el pueblo entero está repleto de decenas de agente federales. Por si fuera poco, el chico al que el agente Ward había intentado preguntar en el bar al inicio de la película es arrojado magullado y apalizado en las calles de la ciudad. El KKK había declarado la guerra al FBI.
Los medios de comunicación y la ‘lata de sardinas’
»Este caso es una lata de sardinas señor Anderson, se tiene que abrir desde dentro». Es una frase que el agente Ward le dice en una discusión a su segundo al mando. La película Arde Mississippi da un giro de intensidad cuando es encontrado en una ciénaga próxima al pueblo el coche de los activistas. Se teme lo peor, los agentes saben con certeza que los chicos están muertos, pero sin cadáver no hay nada que hacer, es imposible incriminar a nadie.
En esta parte de la película entran los medios de comunicación. El caso de los activistas asesinados se convierte en un caso estatal y los medios empiezan a preguntar a la gente de Mississippi sobre lo que piensan al respecto, mostrando así el apoyo social de los discursos supremacistas por parte de la población del condado.
Al convertirse en el foco de toda la opinión mediática del país, los grupos de supremacistas blancos de todo Mississippi comienzan un aumento de la tensión y la violencia aún mayores de los que se habían visto.
Los agentes Ward y Anderson logran convencer a un niño negro de la zona para que declare de manera anónima quién ha participado en las agresiones recientes frente a la población negra. Consiguen acusar a cuatro miembros del KKK, pero son absueltos por el juez, que, obviamente simpatiza con la ideología de estos. La policía, los políticos, los jueces y gran parte de la población apoyan el terrorismo del Ku Klux Klan. La lata de sardinas sigue cerrada y la injusticia en Mississippi se respira a cada sorbo de aire.
En dicho contexto, el personaje de Clayton Townley se empieza hacer más visible en el tramo final de la película. Clayton Townley es un empresario y político de extrema derecha de la zona, que en su empresa explota a personas negras, siendo el prototipo de supremacista blanco clásico e histórico de la región.
En realidad, el personaje está basado en los altos cargos del Ku Klux Klan Sam Bowers y Edgar Ray Kille, dos supremacistas blancos que fueron los cerebros reales que fraguaron el asesinato de los tres activistas. Ambos, Bowers y Edgar no fueron sentenciados hasta 2005 por todos sus cargos, donde se les sometió por primera vez a un juicio donde el jurado no estaba compuesto únicamente por personas blancas. Murieron a la edad de 82 y 92 años y jamás mostraron arrepentimiento por su ideología o sus crímenes.
El Ku Klux Klan destruido desde dentro
El personaje interpretado por la oscarizada Frances McDormand, la señora Bell, es clave para el desenlace de la trama. Ella es la mujer del agente Bell, uno de los principales antagonistas de la película, siendo participe directo además del principal encubridor de los asesinatos.
Mrs. Bell tiene una vida desdichada con el supremacista y misógino de su marido. Rápidamente se ve envuelta en una atracción mutua con el agente Anderson, alguien amable, respetuoso y que se muestra como una figura protectora para ella.
Es esta mujer quien decide finalmente poner su vida en riesgo y desvelarle al agente Anderson donde están los cadáveres. A causa de su traición su marido le propina una paliza. Dicho acto supone un punto de inflexión, pues el agente Ward después de una acalorada pelea con su compañero Anderson da permiso para que este último utilice todos los medios posibles (legales o ilegales) para culpabilizar al KKK.
Así pues, con un inteligente engaño, consiguen que uno de los participantes en los asesinatos de los activistas delate a todos los demás. Finalmente son juzgados y encarcelados todos los partícipes, aunque con penas no muy altas en comparación a sus atroces crímenes.
Conclusión
Arde Mississippi es una película sin medias tintas, que con imágenes explícitas muestra la realidad histórica de la comunidad negra en Estados Unidos. Un país que luchó contra el fascismo en la Segunda Guerra Mundial pero, que, sin embargo, tenía estados como el de Mississippi, lugares gobernados por el supremacismo blanco y la violencia más atroz.
Además, es un film que reflexiona de manera muy esclarecedora de como el racismo se reproduce a través de todas las esferas e instituciones, siendo una marca cultural, sociológica e histórica de los lugares donde arraiga. Pues como Mrs. Bell afirma al agente Anderson:
La gente nos mira y no ve más que fanáticos y racistas. Nadie nace odiando, se te enseña. En la escuela decían que la segregación estaba en la Biblia; Génesis 9, versículo 27. A los siete años si te dicen algo tantas veces llegas a creerlo, crees en ese odio, lo vives, lo respiras, te casas con él.
Articulista. Sociólogo y gestor medioambiental, con suerte de poder compartir vocación y formación. Las Ciencias Sociales son una parte muy importante de mi vida. Considero la divulgación a través de la sociología como una gran herramienta para destapar las injusticias sociales y arrojar luz sobre la actualidad diaria contribuyendo así a ser un poco más libres y justos.