Vox triplica sus votos, consigue 13 escaños y condicionará el Gobierno de Castilla y León tras las elecciones
Este pasado domingo se celebraron las elecciones de la comunidad autonóma de Castilla y León, en España, jornada electoral que dejó un titular claro y que se repitió en numerosas cadenas: el bloque de la derecha suma y el Partido Popular depende completamente de la ultraderecha, Vox. Así, la mayoría de medios da por hecho que PP y Vox reeditarán el acuerdo que vienen repitiendo en comunidades como Madrid, Andalucía o Murcia.
Así, el PP consiguió 31 escaños tras alcanzar un 31,43% de voto; en segundo lugar, quedó el PSOE con 28 escaños y un 30,06% de voto; tercero fue Vox, quién con un 17,63% de voto dispondrá de 13 escaños en la asamblea autonómica, triplicando sus votos y pasando de 1 a 13 escaños.
Unión del Pueblo Leonés, partido regionalista de León, consiguió 3 escaños. Y no fue el único partido regionalista que obtuvo buenos resultados, ya que Soria ¡Ya! tendrá otros 3 escaños en la sede de la soberanía castellanoleonesa tras conseguir el 42,3% del voto en su provincia. Sin duda, estas dos candidaturas localistas han conseguido canalizar el descontento de la llamada «España vaciada».
Finalmente, Ciudadanos, Unidas Podemos y Por Ávila solo consiguieron 1 escaño cada uno: el partido de Inés Arrimadas pierde 11 escaños respecto a la anterior convocatoria y queda al borde de la desaparición; Unidas Podemos pierde un escaño y se deja un 2% de voto a pesar de su unión con Izquierda Unida; mientras que, Por Ávila, escisión del Partido Popular, se mantiene estable.
Unas elecciones forzadas y planteadas en clave nacional
Estos resultados suponen un nuevo episodio del ciclo electoral inaugurado con las pasadas elecciones de mayo en Madrid, cita donde la derecha se impuso con contundencia y Vox consiguió la llave del Gobierno autonómico al pactar con Isabel Díaz Ayuso.
Al igual que en aquella ocasión Vox tendrá la llave del Gobierno y podrá imponer las condiciones que considere precisas a Fernández Mañueco para que siga siendo presidente.
El pasado diciembre el presidente popular Alfonso Fernández Mañueco desataba una tormenta política en mitad de la sexta ola de la pandemia tras destituir a su vicepresidente Francisco Igea y al resto de consejeros de su socio de Gobierno, Ciudadanos.
Mañueco, que consiguió ser investido presidente de la región gracias a un pacto de coalición con Ciudadanos en 2019, destituyó al máximo representante del partido y a la consejera de Sanidad, junto a todo su equipo, en un contexto sanitario dramático por pretensiones puramente electoralistas.
La estrategia de Génova era doble: primero, reforzar el liderazgo interno de Pablo Casado demostrando que la arrasadora victoria en Madrid no era solo consecuencia de la figura de Isabel Díaz Ayuso, y que el partido sigue siendo fuerte aun sin ella; y segundo, aprovechar la sangría de Ciudadanos para conseguir gobernar en solitario.
La campaña electoral se llenó de figuras relevantes de la política española, apareciendo Pablo Casado, Isabel Díaz Ayuso, Juanma Moreno o incluso José María Aznar en los actos populares, Pedro Sánchez y José Luis Rodríguez Zapatero en los actos socialistas, o Santiago Abascal, Espinosa de los Monteros, Yolanda Díaz e Ione Belarra en los propios de Vox y Unidas Podemos.
En cualquiera de los casos, la jugada del PP fracasó y acabó la campaña electoral pidiendo la hora.
La polémica de las macrogranjas se le volvió en contra al partido, que decidió comenzar la campaña con una estrategia nacional basada en la difusión de bulos para desgastar al ministro Alberto Garzón, y el anuncio de un posible nuevo caso de corrupción relacionado directamente con Mañueco terminó con el fuelle popular.
La sombra de Vox no para de crecer
El gran reforzado de la noche fue Vox, quien una vez más aumentó su representación, apoyo popular y cuota de poder, y que una vez más condicionará al Partido Popular en una nueva batalla por el liderazgo de la derecha.
Tras los buenos resultados que el partido ultraderechista consiguió tanto en Cataluña como en Madrid se añade una nueva noche soñada ahora en la región de Castilla y León.
Vox, que comenzó la campaña electoral sin un candidato electoral fuerte, demuestra una vez más el fuerte tirón electoral que posee y ya mira hacia Andalucía, comunidad donde inició todo su recorrido nacional allá por 2018 y que ahora se presenta como un escenario idílico para continuar con su expansión por el territorio.
Vox demostró de nuevo, y tal y como vienen señalando los análisis demoscópicos, que es un partido que se adapta a cualquier contexto. A falta de realizar análisis exhaustivos sobre su proyección de voto la pasada noche, sí se ha demostrado que se dispara en cualquier terreno, tanto urbano como rural: consiguió un 18% de voto en Valladolid y arrasó en muchos municipios rurales, como Tordesillas, donde superó el 30% y prácticamente igualó al PP.
Además, una vez más, demostró que las polémicas no solo no desgastan al partido, sino que les refuerzan. Fenómeno muy similar al que ocurre con otras figuras ultraderechistas como Trump o Bolsonaro: poco o nada parece haber afectado la campaña de desgaste contra su candidato, Juan García Gallardo, por una serie de mensajes de contenido machista, homófobo y racista rescatados de sus redes sociales.
Santiago Abascal, líder del partido, anunció durante la celebración por los resultados obtenidos que planteará en una mesa de negociación con el PP la entrada de Vox al gobierno, con su líder García Gallardo como vicepresidente de la región.
El futuro cercano de Vox pasa por entrar o no en el gobierno autonómico, tensión que el partido viene sufriendo desde hace un tiempo.
¿Hay alternativa?
Si Vox continúa cosechando buenos resultados, pero no ejerce cuotas de poder, podría generar la impresión de que su voto no es útil, pues no sería capaz de transformar la realidad material de los ciudadanos; por otro lado, si Vox acepta tomar cuotas de Gobierno podría concretar algunas de sus propuestas electorales más fácilmente, pero perdería parte de su aura antielitista y outsider, tal y como le ocurrió en su momento a Unidas Podemos.
Las próximas decisiones del partido condicionarán su avance y establecimiento por el territorio estatal, pero en cualquiera de los casos su presencia a medio-largo plazo es ya innegable, tal y como la amenaza que supone para la democracia y la vida de muchos ciudadanos.
No obstante, ¿tiene Mañueco alguna alternativa? Algunos medios, periodistas, expertos y políticos ya se han aventurado a señalar el hecho de que los principales medios de comunicación hayan dado por hecho que PP sí o sí pactará con Vox, como si fuera necesario que esto sucediera, normalizando de algún modo a Vox como una fuerza con la que es natural pactar en democracia.
En este contexto, algunas voces han esbozado la alternativa que vienen planteando países como Alemania, en el que las fuerzas políticas democráticas pactan para impedir el acceso de la extrema derecha en las instituciones, una especie de acuerdo no verbal que recibe el nombre de «cordón sanitario».
Óscar Puente, alcalde de Valladolid por el PSOE, ha sido al parecer el primer político que se ha lanzado a debatir esta posibilidad. «Yo creo que el PSOE tiene una posibilidad que es ofrecerle una alternativa. Si el PP se echa en brazos de Vox que no sea porque no tiene otra oportunidad», ha dicho en una entrevista en Al Rojo Vivo. Puente plantea que el PSOE llegue a un acuerdo para abstenerse y facilitar la investidura del PP para que no recurra a la extrema derecha.
Otras voces se han sumado a la posibilidad de que exista un pacto que impida que Vox toque poder, como Juan Cuatrecasas, diputado del PSOE en el Congreso, pero permitiendo un gobierno de centro izquierda. «O gobierna el PSOE o gobierna la extrema derecha», ha asegurado en un tuit.
Por el momento, como era de esperar, esta alternativa no parece que haya sido contemplada por los principales cargos del partido, ni debatida en los medios de comunicación, que asumen que se dará un pacto de PP con Vox. El PSOE, de hecho, ha rechazado facilitar con su abstención un gobierno del PP sin Vox, descartando el planteamiento de Óscar Puente. «No vamos a apoyar un gobierno manchado por la corrupción», ha dicho el portavoz, Felipe Sicilia.
Articulista. Estudiante de cuarto de Ciencias Políticas y apasionado de la investigación. Experiencia en movimientos estudiantiles y sociales. En mis artículos intento ofrecer un enfoque analítico más orientado a las ideologías y teoría política.