Opinión

Llados: la secta de la masculinidad frágil

Llados nació en una familia adinerada de Soto de Viñuelas (el barrio pijo de Tres Cantos, uno de los pueblos más ricos de Madrid). En 2008 (cuando él tenía 17) ya existía una empresa dedicada a él con un capital que oscilaba el millón de Euros, la empresa de su padre procedente de la fortuna de su tío (también llamado Amadeo Lladós) quien se dedicaba a la información sobre el motociclismo como director de información gráfica de la agencia Efe y falleció pocos meses antes de su nacimiento. La familia Lladós constituyó su propia escudería, el “Team Lladós”, para que el joven Amadeo pudiese debutar en Moto 2, llegando a competir contra Marc Márquez, quedando en el puesto 24 mientras Márquez ganó (aunque el gurú en cuestión explica esta historia al revés). Tras el desengaño deportivo emprendió una vida de excesos hasta que en 2015 tras medio lustro sabático que incluyó un exilio en Australia se acercó al mundo del Fitness y tras un trabajo de mileurista “fregando platos” -siempre según su cuestionable versión- saltó a las redes sociales e hizo su (segundo) primer millón.

Ha ganado relevancia este año su curso de coaching online nacido de esta narrativa. La estrategia es la clásica de la venta piramidal; el curso tiene un valor de 100 euros mensuales y cada afiliado debe afiliar a otras personas recibiendo a cambio 30 euros por esta venta (lo que les obliga a hacer una media de 3-4 afiliados al mes para conseguir acceder a este obteniendo 20 euros de beneficio). El resultado de este marketing agresivo es un ejército de “chicos motivados” que exhiben su adoración al carismático líder en sus enseñanzas que se basan principalmente en el fitness estricto, el cuidado personal masculino del aspecto físico y la nutrición, por una parte, y al cuidado mental y espiritual asociado a este sobre la base de creencias espiritualistas paganas, teorías políticas conspirativas y filosofías new age. Estos ingredientes convierten al grupo según el consenso de los expertos en una secta de tipo destructivo que cumple con el canon de estas pseudo-religiones, incluyendo la fase de separar al adepto de su entorno. ¿Qué marca la diferencia? ¿Qué hace exitosa esta secta frente a sus imitadores y otras estructuras con menos adeptos?

Llados, masculinidad y fitness

Una hipótesis que conviene plantearse es que realmente Llados esté ofreciendo un producto con una gran demanda: ofrece masculinidad a un precio módico a un público que muestra evidentes síntomas de frustración en la construcción de la misma. Los intelectuales de nuevo cuño tienden a ridiculizar el culto masculino a la apariencia física. El gymbro es figura pública de escarnio como un estereotipo de persona con un bajo nivel cultural, machista y tendente a TCAs. Sin embargo el mundo del fitness del que nace la figura de Llados y otros líderes carismáticos similares procede de disciplinas científicas que estudian la mecánica corporal y la forma en la que el ejercicio, la nutrición y los hábitos saludables podemos moldear el cuerpo y favorecer el desarrollo de la mentalidad saludable. Su perversión por la espiritualidad pseudocientífica y por la ideología como una herramienta no es siquiera novedosa (existe una relación ancestral entre el fitness y las religiones o la formación política de cuadros) sin embargo responde a una dimensión sociológica: es más sencillo tener éxito social y sexo-afectivo cuando una persona es considerada atractiva, lo que además responde a la sujeción del individuo a unos roles de género en la sociedad. En resumen; resultar atractivo/a es importante para el 100% de la sociedad y los conocimientos expertos y académicos para lograr este fin están restringidos a un total de 5.698 profesionales colegiados en España.

En la abismal diferencia entre esta inmensa demanda de preguntas y esa pingüe oferta de respuestas cabe todo; desde sectas religiosas y políticas hasta Llados. Y es que quien se haya intentado acercar al mundo del fitness sin conocimientos avanzados ha podido observar que no es un mundo sencillo ni agradable. Cuando un hombre llega al gimnasio por primera vez, utiliza su primer exfoliante facial o crema depilatoria o comienza una dieta o terapia lo hace emocionalmente desnudo, ante un desafío físico, mental y social que exige de una disciplina y autoconocimiento imposibles de comprar con dinero. Ahí entra la necesidad de los demás y el gran secreto escondido hasta ahora al gran público: los hombres hablamos entre nosotros de autocuidados. Lo hacemos a escondidas, vigilando que nadie nos oiga, en el secreto del vestuario del gym o del “grupo de WhatsApp de tíos”, entre nosotros compartimos secretos de rutina facial, rutinas de ejercicios, dietas y gestos cursis de afecto y apoyo mutuo.

Esos consejos (acertados o no) y validación aumentan la autoestima y la capacidad de desarrollarse social y físicamente. Y básicamente esas dos son las respuestas que ofrece Llados a una masa social de hombres en una época en la que las propias inercias del patriarcado junto a la retórica antifeminista que acusa al feminismo de esas mismas inercias llevan a una gran soledad en materia de autocuidados masculinos. “La fragilidad de la masculinidad” implica la necesidad de “repararla” o “curtirla” como salida individual a la frustración entre las posibilidades y las expectativas, no obstante, es esta misma masculinidad hegemónica la construcción política que complica a los hombres hacer visible esta dimensión de “autocuidados” potenciando la demanda. Llados ofrece en definitiva un curso para “aprender a ser hombres”. Como nadie admitiría a nivel consciente los espacios grises de su hombría, llama a este curso “tu1millón” eligiendo una medida cuantitativa (dinero) para medir esta. Los adeptos a esta secta insisten en sus vídeos en la red que “el dinero es lo de menos”, puesto que ninguno de ellos va a hacerse millonario por ese curso, lo que quieren es ser “más masculinos”.

Nuevas masculinidades ¿elementos de transformación o nicho moralista?

Por si fuera poco, las “nuevas masculinidades” no sirven como fórmula alternativa a estos gurús, al menos en lo relativo a solucionar los miedos que lanzan a estos hombres a sus brazos. Llados tiene la delicadeza de mentir asegurando el éxito, sin embargo (por desgracia para muchas expectativas) el objetivo del feminismo no es que los hombres reunamos las cualidades “masculinas” que favorecen nuestro éxito social y sexo-afectivo en un mundo machista, ni siquiera (prioritariamente) que las mujeres dejen de ver atractivo en esas cualidades fruto de la educación cultural machista, sino que tiene prioridades más importantes: sobretodo la igualdad efectiva y real entre mujeres y hombres.

Trabajar para esta igualdad es el objetivo principal de esas redes muy minoritarias de hombres valientes que además se ven afectados por espacios mediáticos de “nuevas masculinidades” como elemento de consumo despojado de la política. Se trata de espacios mediatizados que ni siquiera buscan llegar a los hombres, sino servir de nicho moralista del progresismo cultural para hacer negocio de un discurso político. Estos, que construyen el estereotipo cultural de las “nuevas masculinidades” para el gran público, sirven además de contraejemplo recurrente para discursos como el de Llados del hombre que abdica de su hombría. Pese a esto, la única forma de contraprogramar a esta clase de gurús es hablar en comunidad de autocuidados masculinos, socializar y comunalizar los conocimientos de fitness y psicología y potenciar el alcance de los espacios en los que los hombres aprenden de autocuidados de forma positiva y sin ánimo de lucro como tratan de hacer esos pequeños colectivos pese a las lacras del consumo de identidades que hacen de esta tarea un desafío imposible.

Llados: la secta de la masculinidad frágil 

Denis Allso

Articulista. Estudiante de Ciencias Políticas. Activista y cofundador en varias organizaciones sociales y sindicales de izquierda valencianista. Primer coordinador de BEA en la UMH y ex-rider sindicado. Analizar al adversario es la única forma de no perder la perspectiva de lo que se hace y es un deber moral cuando de ello dependen las vidas de las personas más vulnerables.

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