Elecciones en EEUU: todo lo que necesitas saber en la recta final
Queda menos de una semana para que Estados Unidos vote para elegir a su nuevo presidente. Las elecciones que se celebrarán el próximo 3 de noviembre enfrentarán al presidente Donald Trump (Partido Republicano) contra Joe Biden (Partido Demócrata) marcando el futuro del país durante generaciones y reforzando o debilitando a la extrema derecha a nivel global.
Los distintos candidatos están teniendo agendas agotadoras para exprimir los últimos días de campaña y conseguir el mayor número de votos. Esto quizás, no parece el ejercicio más necesario ya que, según los últimos sondeos, Estados Unidos cuenta hoy con tan solo un 3% de indecisos y con millones de estadounidenses que ya han decidido su voto. Aun así nadie cede un milímetro.
Las encuestas juegan a favor del candidato demócrata Joe Biden, que supera en 8 puntos de media a Donald Trump según los datos de la web especializada Real Clear Politics. Este veterano sitio web hace una media de los diferentes sondeos a nivel nacional, usando una gran cantidad de información y teniendo una eficiencia relativamente alta. Las diferentes encuestas que salen cada día ofrecen resultados varios, dando a Biden hasta un máximo de 16 puntos de ventaja sobre Trump y un mínimo de 6 puntos porcentuales. En cualquier caso, la ventaja parece clara para el que fuera vicepresidente durante la administración de Barack Obama.
Si bien esto puede recordar a las elecciones de 2016 donde Hillary Clinton se enfrentaba a Donald Trump y salía como vencedora en todas las encuestas, la victoria de Biden es porcentualmente muy superior y sobretodo constante desde abril. Además, las encuestas de 2016 acertaron quién ganaba el voto popular, Hillary Clinton, que ganó a su contrincante por 3 millones de votos, aunque perdió debido al sistema electoral.
Así la posibilidad de que Biden gane como su antecesora el voto popular pero no sea presidente sigue siendo plausible, aunque muy poco probable.
La importancia del colegio electoral en las elecciones
Esto se explica por el sistema de voto indirecto de EEUU de colegio electoral. Cada estado tiene un “colegio electoral” formado por un número fijo de electores (55 en el caso de California o en el 36 en el caso de Texas). El partido que gana las elecciones en ese estado se lleva todos los electores de su colegio electoral. EEUU cuenta con 538 electores en total. Así que el partido que reúne 270 electores es el ganador de los comicios y el que accederá a la Casa Blanca.
Así, unos sondeos a nivel nacional pueden ser poco válidos, ya que la victoria por unos pocos miles de votos en distintos estados clave puede marcar la diferencia. Esto es lo que le pasó a Trump en 2016, arrebatando estados a Hillary Clinton por solo unas decenas de miles de votos.
Pero, a diferencia de Hillary, Joe Biden domina las encuestas con holgura.
Octubre, mal mes para Trump
En septiembre, el conflicto racial que había tomado forma de protestas a raíz del movimiento Black Lives Matters, estaba en niveles máximos de conflicto, con milicias armadas y antagónicas en las calles (originalmente las milicias de supremacistas blancos eran las únicas pero pronto surgieron milicias negras, menores en número).
En este ambiente, el presidente Trump había sabido crecer y, con un discurso de ley y orden, empezaba a reducir la ventaja del demócrata Joe Biden, que prefería hablar de la economía y el coronavirus. Sobre este primer punto, la economía de EEUU se había recuperado mucho más rápido de lo esperado y, la crisis sanitaria, aunque en máximos, ya no era una noticia que copaba todos los titulares.
Octubre empezaba así con la contienda electoral crispada y subiendo el tono del debate entre ambos candidatos.
Entonces las encuestas seguían dando como ganador a Joe Biden, aunque Donald Trump había rebajado la ventaja de su rival al mínimo, un 6%, según los datos generales extraídos de la media de Real Clear Politics.
Con algunos eventos más a favor, el presidente podría empezar a soñar con llegar a una situación similar a la de Hillary Clinton, que en las últimas semanas vio rebajada su ventaja a solo 3 puntos porcentuales. Delante de él tenía tres debates presidenciales con los que dar un golpe de efecto. Y un largo mes de campaña. No salió bien.
El primer debate entre candidatos llegó. Donald Trump necesitaba ganar, ya que su rival le sacaba una media de casi 8 puntos en las encuestas. A Joe Biden le bastaba con saber defenderse.
El presidente salió a ganar e hizo gala todo lo que le caracteriza (que enfada a sus enemigos y enardece a sus fans): carácter bravucón, agresividad, falta de respeto por las normas, falta de tacto, etc. ante un Joe Biden calmado al que consiguió arrastrar quizá demasiado rápido a su juego.
“Tengo mascarilla, tengo una aquí mismo, pero no la uso como él, que cada vez que lo ves tiene una mascarilla. Puede estar hablando, a 60 metros de distancia y lleva la mascarilla más grande que hayas podido ver» – Donald Trump sobre Joe Biden en el primer debate electoral.
Pese a este éxito en llevar el debate a su terreno, fue más recordado por lo patético del espectáculo que por lo motivacional de las intervenciones. Los analistas están de acuerdo, además de en que fue un espectáculo lamentable y un fiel reflejo de la decadencia del panorama político general, en que no conseguiría mover a nadie de su posición. Punto pues para Biden.
Tan solo unos días después, cayó la primera bomba: Donald Trump tenía coronavirus. Aunque el presidente menospreció y superó rápido el virus intentando usarlo como una ventaja táctica, la percepción general de la población no concordó. De hecho, la opinión pública fue bastante contraria: el presidente fue percibido como temerario y como un peor gestor del manejo de la pandemia (que ya de por si tenía una valoración negativa). La ventaja de Biden sobre el presidente aumentó hasta casi los 10 puntos.
El segundo debate, que era una oportunidad para Trump, se anuló por el positivo del presidente en una prueba PCR.
El tercer debate que llegó el 22 de octubre fue diferente, más sosegado y comedido. Joe Biden salía otra vez a empatar y así fue. Aunque cada bando daba al suyo como ganador, la sensación era que este debate sería insuficiente para cambiar ningún voto. Lo cual, de nuevo, perjudicaba a Donald Trump.
Mientras ocurría esto, los debates sobre economía y el conflicto racial daban paso al coronavirus, que ha copado las portadas el último mes. Y no es para menos.
El país se sumerge en una nueva ola de Covid19 con más de 481.00 nuevos casos en una sola semana, siendo la cifra más alta desde que se inició la pandemia. Y todo ello en un momento donde Estados Unidos supera los 225.600 muertos y suma 8,69 millones de casos, ocupando el podio de la crisis sanitaria. Unos resultados que no ayudan en modo alguno al presidente.
Aunque el horizonte parece meridianamente claro para Joe Biden con su consistente ventaja, ni con estos 8 puntos de ventaja se puede asegurar su victoria. Y eso se debe a las dudas en los estados en disputa.
Estados y estados bisagra en las elecciones: análisis de la situación
En Estados Unidos existen dos tipos de estado para las elecciones: los Estados tradicionales, que se inclinan casi siempre por el mismo tipo de candidato y no cambian de color (como Nueva York para los demócratas o Texas para los republicanos) y los Estados bisagra (o swing states), es decir, Estados que cambian su voto de elección en elección. Son 9 en total: Florida, Pensilvania, Michigan, Wisconsin, Arizona, Georgia, Iowa, Carolina del Norte y Ohio.
Actualmente, se espera que Donald Trump gane en 21 estados y Joe Biden en 19 y Washington DC con seguridad. Serán los estados en disputa pues los que decidirán las elecciones.
Y los sondeos están muy empatados en los estados en disputa. Biden supera a Trump en Arizona, Carolina del Norte, Florida, Michigan, Pennsylvania y Wisconsin. En Arizona y Carolina del Norte, Biden saca solo dos puntos de ventaja a Trump.
Por su parte, Trump ganaría en Ohio e Iowa, aunque por un estrecho margen de 1-2 puntos.
Existen dos Estados donde la balanza se decidirá por un puñado de votos en el último minuto: Georgia, donde hay un claro empate; y Florida, que es también una gran incógnita, ya que las distintas encuestas difieren sobre a quien le entregará sus importantísimos 55 electores, una gran cantidad que puede ser muy decisivo para ganar la carrera presidencial y que, de hecho, hizo ganar a George W. Bush sobre Al Gore en el año 2000.
Hay varios factores también relevantes. Uno de ellos es que Trump está notando el desgaste de la presidencia, reduciendo su ventaja incluso en los bastiones republicanos. Esto ha llegado hasta Texas, un cláisco bastión que ahora está sufriendo fuertes cambios demográficos y en donde solo 1-2 puntos podrían acercar a los demócratas a la victoria en el estado.
El otro factor que marcará las elecciones será la participación y movilización del electorado, cuestión que suele generar controversia.
Las claves de la participación en las elecciones
La movilización del electorado jugará un papel fundamental en estas elecciones y puede ofrecer algunas pistas sobre quien será el ganador.
Pero, ¿qué es lo que puede producir esta movilización? En primer lugar, el entusiasmo del mismo sobre su candidato preferido. Se sabe, por ejemplo, que los votantes de Trump se encuentran entusiasmados con el presidente, por lo que sería más fácil que salgan a votar el día de las elecciones, mientras que los votantes de Biden no se sienten especialmente motivados, votando más contra Trump que a favor de Biden, algo en lo que coinciden bastantes analistas.
Luego hay que conocer el sistema de voto anticipado de EEUU (sea presencial o por correo). Hay colegios donde se puede votar días antes de las elecciones. También hay voto por correo del que se se espera una participación récord debido a la crisis sanitaria.
Donald Trump ha hecho lo posible, a través de intervenciones públicas, por deslegitimar este sistema, diciendo que EEUU se enfrentará al mayor fraude de la Historia y pidiendo a los suyos que no lo usen y voten presencialmente. Además de ser una estrategia de movilización, expertos coinciden en que está también preparando a su público para una eventual pérdida electoral por estrecho margen y así no reconocer los resultados.
Si le sale bien, la participación y el voto por correo van a aumentar mucho respecto a las anteriores elecciones.
Si en 2016 votaron 137 millones de norteamericanos, esta elecciones se estima que pueden superar la cifra de los 150 millones de votantes, un 10% más.
Un primer análisis que muestra la consonancia con esto es el aumento del voto anticipado. Si en 2016 el total de voto anticipado fue de 57 millones, a una semana de las elecciones el voto anticipado ya se estima que se encuentra en 60 millones.
No obstante, la mayoría de este voto sería demócrata, ya que han sido estos los que han impulsado este sistema de votación y los que tienen un mayor número de votantes registrados ejerciendo este derecho.
Esta participación también se ha notado en los colegios electorales, con largas colas que daban la vuelta a las manzanas para poder votar en muchos de ellos. Sin duda, el miedo al CoVid y la necesidad de evitar aglomeraciones el día de las elecciones han influido en esto.
Esta elevada participación era el deseo de los demócratas, que temían que muchos votantes se quedaran en casa como en 2016 ante una Hillary que no entusiasmaba.
Todo apunta en una dirección, pero puede cambiar
Sin duda la música que se escucha parece favorable para el Partido Demócrata. Han mantenido una ventaja holgada desde antes de verano, una ventaja que temían perder por la acción de Trump o por un golpe de efecto de última hora, como el que supuso los correos revelados del FBI sobre Hillary Clinton. No ha sido así.
El contexto también les es electoralmente favorable. Si bien Trump había conseguido desviar la atención hacia la economía o los conflictos raciales en algunos momentos, el coronavirus ha aumentado su intensidad en el peor momento para el presidente, que siempre ha tenido una política laxa con la enfermedad y aun a día de hoy pide volver a la normalidad.
Además, la elevada movilización que se percibe es notoria entre la generación millenial y las minorías étnicas, tradicionales votantes demócratas, que en muchos casos son también de la abstención. Si bien Biden no les entusiasma, la idea de un segundo mandato de Trump parece mucho peor.
Y pese a todas estas pistas contra Trump, nada es seguro aún. El presidente mantiene la práctica totalidad de los Estados tradicionales republicanos. La ventaja en varios Estados de su rival en disputa es muy baja. Si hubiera un menosprecio del voto oculto del trabajador blanco sin estudios como pasó en 2016, esta diferencia podría convertirse rápidamente en una victoria republicana y cambiar el color de las elecciones.
La prueba de que esto es una realidad es que ambos partidos mantienen una campaña frenética hasta el último día. Además, los demócratas están centrando su campaña sobre todo en los Estados disputados en los que pueden ganar, jugando en algunos casos según algunos expertos con una campaña excesivamente a la defensiva, creada por el trauma de 2016.
Las posibilidades así siguen abiertas. Según el sitio especializado Five Thirty Eight, Donald Trump aún tiene un 12% de posibilidades de ganar. Pero, a su vez, otorga a Joe Biden un 30% de posibilidades de arrasar en las elecciones y crear un maremoto azul (el color demócrata).
Todo parece soplar a favor de Joe Biden, pero serán la población estadounidense la que decidan el próximo el 3 de noviembre quien será el próximo presidente de los EEUU.
Director de Al Descubierto. Estudiante de Ciencias Políticas y máster en Política Mediática. Apasionado del estudio y análisis del hecho político, con especial interés en el fenómeno de la extrema derecha, sobre la que llevo formándome desde 2012. Firme defensor de que en política no todo es opinable y los datos, fuentes y teorías de la ciencia social y política deben acompañar cualquier análisis.