Joe Biden gana las elecciones de Estados Unidos
Joe Biden, candidato por el Partido Demócrata, será nombrado presidente tras la derrota a su rival Donald Trump, el todavía mandatario del país y candidato por el Partido Republicano, en una de las elecciones más ajustadas que se recuerdan, donde al final la diferencia ha estado marcada por un estrecho margen de votos en Estados clave.
El recuento de los votos se ha prolongado desde la noche electoral del 2 de noviembre hasta el viernes 7 y se estima además que algunos estados como Carolina del Norte no darán sus resultados finales oficiales hasta el día 12. Normalmente, la victoria se decide antes, pero lo reñido de los comicios a prolongado el resultado definitivo que, como sucedió en el año 2000 cuando George W. Bush ganó al demócrata Al Gore, se está decidiendo por unos pocos votos en los que Joe Biden va con una tendencia de ventaja constante.
Los resultados: las encuestas aciertan en su pronóstico
A pesar de que todas las encuestas daban una clara ventaja a Joe Biden por 7.8 puntos de diferencia y más de tres puntos porcentuales en los llamados ‘swing states’ o ‘estados bisagra’, que históricamente suelen decantar la balanza hacia uno u otro lado, el escrutinio de los votos ha estado muy ajustado, por lo que hasta hoy no estaba claro quién podría alzarse vencedor de los comicios.
Expertos analistas y medios, además de muy buena parte de la población, temía que volviera a repetirse lo mismo que en las anteriores elecciones, donde todas las encuestas apuntaban a una victoria de Hillary Clinton y, finalmente, Trump se alzó con la victoria por un margen holgado.
Aunque las organizaciones encargadas de realizar encuestas ya habían procurado corregir los errores muestras de aquellas encuestas para poder afinar mejor el pronóstico, una sorpresiva victoria de Trump aún se percibía como posible a pesar de que solo tenía un 15% de las probabilidades de lograrlo. El hecho de que prácticamente todos los presidentes de la Historia del país hayan revalidado para un segundo mandato hacía presión psicológica sobre el futuro resultado y la elección de Joe Biden.
Sin embargo, el resultado ha estado bastante acercado a los pronósticos. Tanto Biden como Trump ganaron en los Estados donde las encuestas le daban bastante margen de victoria: el demócrata consiguió rápidamente los estados de California, Washington, Oregón, Nuevo México, Colorado, Minnesota, Illinois, Virginia y toda la zona de Nueva Inglaterra; por su parte, el republicano consiguió Texas, Utah, Montana, Idaho, Wyoming, Dakota del Norte, Dakota del Sur, Kansas, Oklahoma, Iowa, Misuri, Arkansas, Luisiana, Alabama, Tenesse, Kentaucky, Carolina del Sur, Indiana y Virginia Occidental.
La duda se centró en los tradicionales ‘swing states’: Arizona, Nevada, Florida, Ohio, Carolina del Norte, Wisconsin, Michigan, Georgia y Pensilvania, donde las encuestas o favorecían a Biden pero por un porcentaje muy estrecho o marcaban un empate técnico.
Ohio y Florida fueron las primeras en caer del lado republicano, al tiempo que Pensilvania, Georgia y Carolina del Norte parecían decantarse por Donald Trump, lo que pondrían muy ajustada la victoria del demócrata. Por su parte, Biden parecía tomar ventaja en Nevada y Arizona.
La primera victoria de Biden se dio cuando Michigan sumó sus 16 electores a su lista, lo que comenzó a poner a Trump en una difícil tesitura, pues tenía que ganar en 4 de los 5 estados restantes.
Sin embargo, la victoria de Biden está confirmada manteniendo una ventaja considerada en Nevada al tiempo que, tras casi cuatro días de recuento, lograba la ventaja en Georgia y, horas más tarde, en Pensilvania, el Estado que finalmente le ha dado la victoria con 284 electores y un margen de solo unos 35.000 votos. De confirmarse el resto de los Estados, Joe Biden se impondría con 295 electores, de los 270 necesarios para ganar.
Es curioso que un Estado donde se le daba por ganador y que contaba para una victoria más cómoda como era Arizona, esté cambiando la tendencia hacia Trump. Si finalmente Joe Biden mantiene Arizona, el demócrata podría llegar a los 306 electores y confirmar una victoria holgada.
El voto por correo, la clave
La población estadounidense pudo votar por correo de forma anticipada días antes de la celebración de los comicios, algo que Trump desaconsejó a sus votantes de forma reiterada, argumentando que ese sistema era susceptible de sufrir fraude, una cuestión de la que nunca nadie se ha quejado.
Así, la mayoría del voto que se contabilizó en primer lugar ha correspondido al voto presencial, donde seguramente los votantes de Trump, con más tendencia a subestimar las consecuencias del coronavirus y animados por su candidato, habrían salido en mayor porcentaje que los de Biden.
Dado que el voto por correo se contabiliza en último lugar, era de esperar que, en los últimos tramos del escrutinio, se diera una fuerte subida de votos para el veterano demócrata. Y así fue. En la recta final del conteo, Biden ganó la ventaja necesaria en Arizona, Nevada, Pensilvania y Georgia, sellando su victoria.
El ocaso de Trump
Y es por eso que, tal y como anticipó el candidato a las primarias del Partido Demócrata Bernie Sanders, Trump trató de detener el conteo de esos votos acusando de fraude, propagando bulos e incluso recurriendo al Tribunal Supremo.
Las maniobras del presidente para evitar el conteo de votos tienen pocas posibilidades y supondrían un golpe a la democracia de EEUU.
La realidad es que su teoría sobre el fraude masivo solo está calando en sus adeptos. La mayoría de políticos del Partido Republicano han salido pidiendo contar todos los votos y llamando a la calma, como el excandidato a presidente Mitt Rommey.
De hecho, el hijo de Donald Trump, se quejaba amargamente que los políticos republicanos no estaban saliendo a defender a su padre.
Y aún hay más, Fox News, la principal cadena defensora de Donald Trump, no comparte las teorías del fraude masivo y dejó de cubrir al presidente, junto al resto de cadenas, cuando en su discurso ante la nación invocó el fraude masivo sin aportar una sola prueba.
Un final esperado
Hablar de fraude es algo totalmente absurdo. Primero porque no existen pruebas que lo avalen.
Segundo, porque organizar un fraude masivo de millones de votos en secreto, es una hazaña casi imposible, máxime si está organizada por el partido que no gobierna.
Pero en tercer lugar, además, es que las encuestas acertaron con el resultado.
Y es que los errores de Trump durante su mandato han sido constantes y en todo momento el presidente ha mantenido la retórica de nosotros contra ellos, enfervorizando a sus bases. Y en febrero parecía que Trump iba a ganar. Entonces llegó el coronavirus.
La gestión del presidente ha sido desastrosa. Primero negando la pandemia, para después recelar de las medidas de contención y aceptar algunas a regañadientes, solo cuando se veía que iba a perder las elecciones y los muertos se contaban por cientos de miles. Y ni aun así el presidente tachaba de peligroso el virus, con su objetivo permanente de salvar la economía, ya que con ella pensaba que salvaría las elecciones.
Además, también ocurrieron los incidentes del movimiento Blacks Lives Matter tras el asesinato de George Floyd. El presidente aplicó la mano dura y la ley y orden, movilizando sin querer al electorado negro (mucho del cual permanece en la abstención) y que han salido a apoyar masivamente a Joe Biden.
Biden, presidente: un golpe para la ultraderecha
Así, Joe Biden, si no hay nuevas sorpresas, será nombrado presidente de la primera potencia mundial, lo que supondrá un revés importante para el avance de la ultraderecha en todo el mundo.
La extrema derecha tenía un espejo donde mirarse en las acciones de Trump, que daban apoyo político e institucional al resto de fuerzas conservadores mundiales. Pero no solo eso. También daban un apoyo en las acciones y el discurso, copiando la extrema derecha cualquier iniciativa o nueva palabra que saliera desde la Casa Blanca. Al fin y al cabo, el magnate era la prueba de que esta nueva estrategia funcionaba.
Además, Estados Unidos les servía para conseguir crear un bloque propio de países reaccionarios que luchaban contra cualquier otra fuerza global y servir de amparo social y cultural a los nuevos discursos de odio que están sacudiendo las democracias modernas.
Con la caída de Trump, este bloque pierde a su principal referente. Uno no intercambiable, ya que ningún otro líder de la extrema derecha tiene el alcance del mandatario, precisamente por el contexto y las influencias de un gigante como Estados Unidos.
Además, la exitosa estrategia de la alt-right se enfrenta ahora con su primera gran derrota. Y no va a ser pequeña, ya que Joe Biden ha declarado tener un plan para enterrar el legado de Trump durante el primer año de mandato.
El nuevo presidente tendrá que esforzarse en recuperar relaciones y arreglar el desastre internacional y la polarización interna que su polémico y discutido antecesor ha causado. Ahora Trump aún sigue encerrado en la Casa Blanca, negando su más que probable derrota y ejerciendo acciones legales que parece que servirán de poco.
No obstante, Trump aún puede acudir a los tribunales y/o exigir un recuento y prolongando los resultados definitivos hasta el 8 de diciembre. Dado que el Tribunal Supremo tiene mayoría republicana en una proporción de 6 a 3, a Biden le conviene confirmar una victoria lo más amplia posible, algo que parece probable si finalmente gana Arizona, Nevada y Georgia.
Jefe de Redacción de Al Descubierto. Psicólogo especializado en neuropsicología infantil, recursos humanos, educador social y activista, participando en movimientos sociales y abogando por un mundo igualitario, con justicia social y ambiental. Luchando por utopías.