Crónica del asalto al Capitolio: como se organizó y quienes fueron los responsables
El miércoles 6 de enero de 2021 tenía que haber pasado a la historia como el día del fin definitivo de Donald Trump y su polémica legislatura. Pero eso no ocurrió. En cambio, ese día será recordado como el día en que un grupo de “frikis” y “radicales” atravesaron las puertas del Capitolio con el objetivo de detener la ratificación del nuevo presidente electo de Estados Unidos, el demócrata Joe Biden.
Tras unas protestas a las puertas del Capitolio de Washington D.C. (lugar donde se encuentran ambas cámaras legislativas estadounidenses: la Cámara de Representantes y el Senado), una multitud de personas consiguió atravesar la escasa seguridad y entrar en el edificio. Dentro se hallaban los congresistas y senadores que se disponían a nombrar a Joe Biden como sucesor de Trump, además de la presidenta del parlamento Nancy Pelosi, pero la votación tuvo que detenerse y los representantes tuvieron que ser evacuados.
Una vez dentro, la turba violenta arrasó con buena parte del edificio hasta llegar incluso al propio pleno. Imágenes de representantes escondidos debajo de sus escaños, policías construyendo barricadas a la puerta del pleno para evitar la entrada de los asaltantes, o asaltantes saltando los muros y tomando el edifico dieron la vuelta al mundo. Los fanáticos de Trump campaban libremente por las oficinas de los representantes políticos, robando material, destruyendo el mobiliario y fotografiándose con cierta mofa. Finalmente, el asalto acabó con 5 muertos y una democracia casi destruida.
Esto no es un hecho esporádico o casual, sino que responde a toda una estrategia de años en la que la extrema derecha estadounidense ha tensado el ambiente político hasta llegar a estos niveles de radicalización. Y aunque se banalice e incluso se intente quitar hierro al asunto como consecuencia de la apariencia o acciones de los asaltantes, el hecho es que es un precedente muy peligroso para todo el mundo. La democracia no es un sistema inviolable, puede ser pervertida e incluso derribada.
Una vez pasado todo, la pregunta es, ¿quiénes organizaron el asalto y cómo lo consiguieron?
Quiénes fueron los ‘líderes’ del asalto
Las imágenes de los asaltantes dieron la vuelta al mundo. La mayoría de ellas no como consecuencia de la apariencia intimidante de estos sino todo lo contrario, debido a la peculiar pinta de muchos de ellos.
Sin embargo, pese a su apariencia en ocasiones cómica, dichas personas entrañan una fuerte relación con movimientos e ideas de extrema derecha.
Del que más se ha hablado sin duda es de “Yellowstone Wolf”, conocido en la vida real como Jake Angeli. Jake es una persona habitual en las protestas y mítines de Donald Trump y es también conocido por sus videos en YouTube donde esparce teorías conspiranoicas QAnon.
Él dice ser un enviado de QAnon y su labor durante el asalto se basaba en informar a su comunidad de los acontecimientos, como una especie de reportero. Jake Angeli afirmaba ya hace unos meses que “estamos haciendo frente a la narrativa global de que Biden ganó mediante desobediencia civil, como hicieron Gandhi, Jesús, o Martin Luther King”. Pero la pregunta ahora es, ¿qué es QAnon?
Pues bien, QAnon es a día de hoy un grupo hermético, que en ocasiones roza lo sectario, centrado en un conjunto de teorías de la conspiración que surgieron en Internet en el año 2017 a través del portal 4Chan (una web de contenido humorístico, cuna de la nueva derecha radical o alt-right). A pesar de que bajo el paraguas de Qanon se encuentran teorías diferentes, todas ellas comparten la creencia de que existe toda una red de pederastia y pedofilia mundial dirigida por un “gobierno en las sombras” que domina todo nuestro mundo. Sus seguidores afirman que Donald Trump es el salvador que lucha en secreto contra toda esta élite perversa para acabar con su dominación y devolver la libertad al pueblo.
Dentro de esta élite sitúan a políticos como Hillary Clinton, Joe Biden, Barack Obama, Angela Merkel; a empresarios como Bill Gates y George Soros; y a personalidades como Tom Hanks o el Papa Francisco. En general, Qanon sitúa a personalidades de corte progresista, en Estados Unidos cercanas al Partido Demócrata o a estrellas de Hollywood, en el punto de mira, aunque también a líderes de la derecha liberal tradicional y/o moderada.
Cada miembro de QAnon realiza sus propias teorías, por lo que existen muchas diferentes: algunas vinculan a esta élite con el satanismo, mientras que otras de carácter antisemita la vinculan con un gobierno judío mundial.
Esta teoría ha ganado mucho apoyo en los últimos tiempos gracias a la retroalimentación con otra serie de teorías surgidas a raíz de la pandemia del Covid19: por ejemplo, la teoría de la “Plandemia”, la del 5G y Bill Gates, o la actual conspiración respecto a las vacunas.
En Estados Unidos, por ejemplo, desde QAnon se reforzó la teoría denominada “Pizzagate”, donde unos supuestos correos electrónicos filtrados de Hillary Clinton demostraba la existencia de una red de pederastia mundial y ciertas personalidades famosas, como Justin Bieber, estaban dejando mensajes ocultos en sus vídeos para denunciar este hecho. Más tarde, se demostró que todo esto era falso.
Donald Trump y el sector más radical del Partido Republicano, lejos de renegar de estas teorías, las han acogido e incluso les han mostrado cierto apoyo. Trump afirmó que las personas QAnon eran “gente que ama este país”, y el Partido Republicano presentó 3 candidatas durante las pasadas elecciones que apoyaban abiertamente este tipo de teorías: Joe Rae Perkins, Marjorie Taylor Greene y Lauren Boebert.
Durante las protestas del Capitolio también destacó la presencia de Nick Ochs, fundador de “Proud Boys Hawaii”, el cual dijo orgullosamente tras el asalto que “había miles de personas allí, no tenían control de la situación. No me detuvieron ni me interrogaron”. Nick también ha sido candidato a la Cámara de Representantes por el Distrito 22 de Hawaii,
Pero Nick no fue el único miembro de Proud Boys que participó en el asalto, ya que gracias a las redes sociales se identificaron a multitud de miembros del grupo ultraderechista que estuvieron presentes durante el asalto. Este grupo, vinculado según el FBI con el ultranacionalismo blanco y el ejercicio de la misoginia, ha mostrado su violencia durante los últimos gracias al apoyo explícito que Trump les brindó.
Ambos grupos, el de los conspiracionistas del QAnon y el de los Proud Boys, han estado varias veces coqueteando e incluso apoyando al movimiento Boogaloo, el cual defiende directamente provocar una segunda guerra civil en el país.
Otro nombre propio del asalto fue el de Tim Gionet, un neonazi y supremacista blanco cuya presencia es habitual en foros y mítines neonazis donde difunde muchas teorías de la conspiración antisemitas bajo el seudónimo de “Baked Alaska”, cuyo canal de Youtube fue cerrado en octubre de 2020 tras grabarse amenazando a personas y cometiendo diversos delitos.
Durante el asalto al Capitolio, la presencia de grupos neonazis fue más que notable, apareciendo banderas “Navy Jack” (símbolo del racismo contra la población afroamericana y usado por los estados sureños durante la guerra de Sucesión y el Kuk Kluk Klan, llamada también por ello bandera confederada), camiseta con logos como “6 millones (de judíos) no fueron suficientes”, e incluso esvásticas.
Para terminar, también aparecieron grupos con apariencia militar vestidos con chalecos antibalas y ropa de camuflaje. Estos grupos guardan mucha vinculación con otro de los líderes del asalto, Richard “Bigo” Barnett, hombre de 60 años que se volvió famoso tras publicar una foto en la que salía sentado en el despacho de Nancy Pelosi con los pies encima de su mesa.
Richard Barnett es otro declarado nacionalista blanco y miembro de asociaciones patrióticas en defensa del derecho a portar armas. Un perfil muy repetido entre los asaltantes.
Cómo y dónde se organizó el asalto al Capitolio
Todo el mundo concuerda en que los asaltantes no tenían un plan como tal, y en que no pertenecen a un grupo que tuviera previamente planeado el asalto. Es decir, que fue todo espontáneo. Pero la verdad es que el asalto, si bien todavía no hay pruebas concluyentes sobre la supuesta planificación y desde el FBI se está llevando una investigación al respecto, sí que tenía detrás todo un periodo de construcción.
Donald Trump dijo la mañana del asalto durante un mitin con sus seguidores que era “increíble por lo que tenemos que pasar, y tener que hacer que tu gente luche. Si ellos no luchan, tenemos que eliminar a los que no luchan”. El propio Trump estaba indirectamente marcando a los propios representantes de su partido como culpables de la situación y implantando en sus seguidores un sentimiento de rebelión y de responsabilidad histórica con la defensa de su país y, a su entender, con la libertad.
A continuación, dijo: “caminaremos hasta el Capitolio y vitorearemos a nuestros valientes senadores y congresistas”. Reiteró que “caminaremos y estaré allí con ustedes”; finalmente no lo cumplió.
Y es que Trump era plenamente consciente de lo que una buena parte de sus seguidores sentían y estaban dispuestos a hacer, así como también conocía a la perfección todo lo que se estaba hablando en redes sociales. Él puso la semilla, y solo le quedaba esperar a ver los frutos
Según ha determinado The New York Times en una investigación, tras las elecciones de noviembre se creó un grupo muy numeroso en redes sociales llamado “Stop The Steal”. Rápidamente acumuló 320.000 miembros en Facebook y se eliminó de la web.
Al mismo tiempo y en otras redes sociales surgían grupos como “Sección del Estado Rojo”, dentro del cual se podía encontrar mensajes como: “si no estás preparado para usar la fuerza para defender la civilización, entonces estate preparado para aceptar la barbarie”.
Este grupo llamaba a la revolución y contenía un enlace en el cual se pedía a los seguidores que enviaran la dirección de la casa, oficina o rutas habituales de desplazamiento de los principales “enemigos políticos” y de los jueces que “bloquearon la agenda de Trump”.
Estas publicaciones y grupos comenzaron a multiplicarse y volverse virales, y muchos de sus seguidores comenzaron a compartir fotos de armamento militar que pretendían llevar a la concentración del día 6. Una concentración que el propio Trump se encargó de organizar, popularizar y mitificar bajo lemas como “es ahora o nunca”.
En estos grupos no solo hubieron publicaciones en favor de portar armas a la concentración, sino que también hubo llamamientos a ocupar el Capitolio y obligar a los Congresistas y Senadores a revocar los resultados de las pasadas elecciones.
Tras las elecciones de noviembre, se aceleró la cantidad de estas publicaciones, grupos y mensajes ultraderechistas y antidemocráticos. Por este motivo, Twitter, Facebook y otras redes sociales comenzaron a tomar medidas para evitar la difusión masiva de bulos, mensajes de odio y teorías conspirativas, como por ejemplo, eliminar cuentas que difundían este tipo de mensajes o bien marcar los tuits específicos.
Es por eso que muchos seguidores de Donald Trump y de la extrema derecha comenzaron a emigrar a otras redes sociales (ya dominadas en su mayoría por la propia extrema derecha) en las cuales pudieran difundir sus mensajes de odio y sus teorías.
El auge de Gab, Parler y The Donald
Estas redes sociales son relativamente jóvenes, ya que Gab fue creada en 2016, Parler fue creada en 2018 y la página de Reddit, The Donald.win fue creada hace unos años tras la cancelación de la anterior página, The Donald, como respuesta a los múltiples mensajes de odio que recogía.
Todas ellas tienen en común el ser los lugares desde donde se organizó el asalto al Capitolio.
En el foro “The Donald” se pudieron ver mensajes orientados al asalto desde días antes del mismo. Según la investigación de The New York Times, más del 50% de las publicaciones más votadas el día 4 de enero giraban en torno a llamadas de violencia para el día de la ratificación del colegio electoral del día 6.
Algunos de los mensajes decían cosas como: “Armado con un rifle, una escopeta, 2 cuchillos y tanta munición como puedo llevar”, “la única solución es la revolución total”, “traed cuerda, tengo la sensación de que la vamos a necesitar”, “el día 6 de enero comienza la revolución para recuperar nuestra nación”… Incluso durante el propio asalto no paraban de aparecer mensajes que los usuarios del foro lanzaban a los asaltantes. Algunos de ellos decían cosas como: “QUEREMOS SANGRE” o “asesinad a Pelosi”.
Pero estos mensajes no solo se dieron en Reddit, ya que tanto en Gab como en Parler sucedió exactamente lo mismo.
Gab apareció 2016 y, desde su nacimiento, los múltiples mensajes de odio, racistas y antisemitas que alberga le han costado muchos problemas judiciales y ha impedido su crecimiento, ya que ningún inversor la considera apropiada.
Finalmente, después de que PayPal cortara los lazos con la plataforma con su vinculación con el tiroteo de la sinagoga de Pittsburg, consiguió recaudar fondos a través de un crowdfounding de StartEngine.
A pesar de ello, las finanzas de la aplicación se encontraban en números rojos, situación que solo ha cambiado tras el éxodo de ultraderechistas hacia la plataforma.
Parler, por su parte se fundó en 2018 y se convirtió en una de las aplicaciones más descargadas en el país durante la primera semana de noviembre, momento en el que Twitter comenzó a regular los mensajes de Trump y de sectores ultraderechistas. La persona que mantiene la plataforma es Rebekah Mercer, millonaria conservadora que junto a su familia ya fue una de las patrocinadoras más influyentes de Trump en 2016.
La relación con la ultraderecha no acaba ahí, puesto que también controla parte de Breitbart News, diario mundialmente conocido por ser fuente de bulos y noticias falsas en favor de la ultraderecha y de Trump y por haber sido dirigido durante muchos años por Steve Bannon, exdirector de campaña de Trump y ex jefe de gabinete del mismo, y fue una de las mayores inversoras de Cambridge Analytica.
Desde días antes a la ratificación de Biden, en estas redes sociales se multiplicaron los mensajes sobre las protestas y sobre como poder parar el nombramiento del demócrata. Se encontraron mensajes como: “No podemos contar con que Trump nos salve. El día 6 de enero, nosotros, el pueblo, tenemos que salvarle a él”, “Toda esa mierda de no llevar armas a D.C tiene que acabar”, “Esta es la puta América. Que le den a D.C. Está en la Constitución. Traed vuestras malditas armas”.
También se podían encontrar mensajes de usuarios intercambiaron comentarios sobre que calles serían las mejores para evitar a la policía, que herramientas convenía llevar para abrir las puertas del Capitolio, o en el caso de tener la oportunidad, a que político del Partido Demócrata matarían primero.
Conclusiones
El asalto al Capitolio no fue un acto aislado ni consecuencia de la voluntad de unos cuantos “frikis”. Cada vez hay más evidencias de que se trató de un intento de golpe de Estado en toda regla, dirigido o, por lo menos instigado, principalmente por Donald Trump y con la complicidad de muchos medios de comunicación, de empresas y del propio Partido Republicano.
Este momento es la culminación de un proceso de radicalización social que comenzó principalmente con la presentación de Donald Trump como candidato a la presidencia.
Es la consecuencia de esparcir durante meses un discurso de odio que polarice a la sociedad y la enfrente entre sí, y de dirigir este odio hacia las propias instituciones democráticas, como vender constantemente la idea de que ha habido fraude electoral cuando absolutamente ningún dato así lo indica. Y es también consecuencia de la falta de regulación sobre la información en redes sociales y medios de comunicación.
La conclusión que nos deja este asalto es que la extrema derecha ya no está simplemente en foros o en rincones oscuros, sino que se encuentra organizada y moviendo hilos desde las presidencias y Parlamentos.
De hecho, no es la primera vez que pasa en los últimos tiempos. En Alemania o en Países Bajos, militantes ultraderechistas ya asaltaron por la fuerza las instituciones. Si bien todo se ha quedado siempre en un burdo intento, es un peligroso indicador de que las democracias representativas se encuentran en entredicho y no precisamente para ahondar en la calidad democrática, sino para destruirlas y dar paso a una agenda autoritaria o, como el propio Viktor Orbán, presidente de Hungría, a una democracia “iliberal”.
En estos momentos, Donald Trump y ciertas personalidades del Partido Republicano se encuentran bajo investigación. por el asalto al Capitolio El propio Trump se enfrentará este miércoles a un “impeachment” promovido por el Partido Demócrata. Y es que hay cuestiones que no están nada claras: según han publicado algunos medios, las peticiones previas para reforzar la seguridad del edificio el 6 de enero fueron ignoradas por el Pentágono y otras instancias superiores; los asaltantes portaban esposas y otro material destinado a impedir la movilidad y varios miembros de las fuerzas de seguridad impidieron el uso de armas de fuego y facilitaron la entrada de los manifestantes al edificio, entre otras cuestiones sospechosas.
La única forma de hacerle frente a esta nueva derecha radical es dejar Al Descubierto todas sus mentiras y manipulaciones.
Enlaces, fuentes y bibliografía:
– Foto destacada: Seguidores del presidente Donald Trump, tras asaltar el Capitolio. Autor: Nicolás Lupo, 07/01/2021. Fuente. elDiario.es (CC BY-NC 2.0.)
Articulista. Estudiante de cuarto de Ciencias Políticas y apasionado de la investigación. Experiencia en movimientos estudiantiles y sociales. En mis artículos intento ofrecer un enfoque analítico más orientado a las ideologías y teoría política.