Henry Ford, padre del capitalismo moderno e ídolo de Adolf Hitler
Henry Ford nació en Dearborn, Míchigan, el 30 de julio de 1863. Es popular por ser uno de los empresarios más conocidos de la historia, fundador de la compañía multinacional Ford Motor Company y pionero en la implantación de las cadenas de producción modernas, las cuales permitieron la producción industrial en masa. Además, se le acuñó el nombre a este modo de producir bienes estandarizados como fordismo en honor al propio Henry Ford.
El modo de producción fordista se caracterizó por una producción en cadena basada en el uso de maquinaria especializada, la división de tareas, gran número de trabajadores y salarios decentes.
El fordismo se empezó a consolidar a principios de los años 1930, y hasta 1970 predominó de manera destacada en los modos de producción capitalista de bienes de consumo a nivel mundial.
Además, tanto la figura de Henry Ford como la del propio fordismo fueron fundamentales para asentar las bases de la sociedad de consumo actual. En primera instancia en Estados Unidos y, posteriormente, expandiendo su influencia al resto de occidente.
De esta forma, propició una revolución sin precedentes en las sociedades capitalistas. El método de Henry Ford entendía que al ofrecer salarios más altos de lo normal a los trabajadores la productividad aumentaba. Y no solo esto, sino que el propio trabajador se convertía en un consumidor potencial de los productos fabricados en las empresas, generando así un círculo de crecimiento.
De manera simplificada, podría decirse que estos fueron los inicios de las masas de consumidores y, por ende, de la sociedad de consumo, al menos tal y como se entiende hoy en día.
Asimismo, cabe mencionar que a la vez que se introducía el fordismo como método de producción predilecto, surgía la mercadotecnia y la publicad (1920). Estos dos campos fueron de la mano y sin ellos no se puede entender el surgimiento del consumo de masas.
En definitiva, Henry Ford fue uno de los individuos más importantes e influyentes en cuanto al modelo de vida de su época. Este legado ha tenido su eco en todas las esferas: cultural, social, política, tecnológica, económica e incluso militar.
Henry Ford, activismo antisemita y vinculación con el Tercer Reich
El fordismo y la figura de Henry Ford han sido criticados desde muchos puntos de vista: económico, social, cultural, humanista… Muchos sectores vieron en el sistema fordista una nueva tipología de trabajo antinatural, que deshumanizaba y que convertía al trabajador en un autómata totalmente alienado de la labor que desempeña, al estilo de los modos de producción de los inicios de la Revolución Industrial.
La famosa película del actor, cómico y director Charles Chaplin Tiempos modernos (1936) es un claro ejemplo de lesto. Un film que refleja en forma de sátira cómica las condiciones laborales que sufría un trabajador durante la Gran Depresión a causa de la industrialización y la producción en cadena fordista.
No obstante, por si fuera poco, existe una faceta aún más oscura en la figura de Henry Ford: su posición ideológica antisemita y cercana a las ideas del nacionalsocialismo alemán.
Para comprender la estrecha vinculación entre el nazismo y Henry Ford hay que remontarse a los años 20. Por esta época, Ford ya había expuesto de manera pública sus ideas antisemitas, ligadas a su vez a teorías conspirativas sobre un dominio mundial orquestado por los judíos.
Para Ford, “la mano negra” de los judíos estaba insertada en todas las esferas de la sociedad: economía, política y gobierno. A juicio de estas teorías, la población judía constituía una especie de gobierno en la sombra que controlaba todos los ámbitos de poder.
Este mismo relato luego se vería reflejado en el imaginario del nazismo a través de su teoría de la conspiración judía. También en el propio régimen franquista, donde se utilizó la teoría de la conspiración judeo-masónico-comunista-internacional, la cual, sostiene la existencia de la alianza entre los judíos, la masonería y el comunismo, con el único fin de hacerse con el dominio mundial.
Las teorías de la conspiración y demás alegatos antisemitas no provienen de Henry Ford ni mucho menos, sino son muy anteriores. Se pueden encontrar textos antisemitas de estas características siglos atrás. Ejemplo de esto es el alegato en contra del pueblo judío del famoso escritor español Francisco de Quevedo, titulado La isla de Monopantos (1650).
No obstante, hay que remarcar que Henry Ford fue uno de los principales altavoces de dichas teorías a principios del siglo XX. Algo que sin duda tuvo una profunda repercusión en el contexto ideológico que dio paso a la Segunda Guerra Mundial.
De esta forma, la defensa a ultranza de estas teorías antisemitas por parte de Henry Ford lo llevaron a comprar el periódico semanal The Dearborn Independent. En este periódico se publicaron constantemente textos en contra de la comunidad judía.
La mayoría de relatos que se transmitieron en este periódico iban encaminados a inculpar a los judíos de las crisis económicas y de la Primera Guerra Mundial, exactamente la misma premisa que sostendría el Partido Nacional Socialista Obrero Alemán (NSDAP o, simplememente, partido nazi) para lograr apoyo popular.
Así pues, el The Dearborn Independent consiguió afianzarse, se convirtió en un referente de la prensa ultraderechista de la época y logró tener una media de 700.000 lectores, lo que para ese momento era todo un hito.
La obra más notable de Ford en cuanto a su cruzada antisemita fue la publicación del libro El judío internacional: el primer problema del mundo en 1920. Este libro escrito por el mismo Henry Ford fue publicado en su periódico y tuvo una gran repercusión en cuanto a la construcción del relato antisemita de las próximas décadas hasta el estallido de la Segunda Guerra Mundial.
Es concretamente a causa de este libro que Adolf Hitler, líder del partido nazi, desarrolló una profunda admiración hacia Henry Ford. Diversos historiadores como Steven Watts afirman que Ford es una figura clave para entender las ideas que dan pie al surgimiento del nazismo.
Su influencia en Hitler es tal que, durante la estancia del dictador alemán en la cárcel en el año 1924 tras el intento fallido de golpe de Estado, Hitler escribió su conocida obra Mein Kampf, utilizando en este libro gran parte de los argumentarios y de la información que Ford plasmó en El Judío Internacional. Incluso Hitler le llegó a dedicar dos capítulos dentro del libro, siendo Ford el único estadounidense nombrado en dicha obra.
Además, la admiración de estos dos personajes no se quedó en el plano ideológico. Henry Ford recibió la condecoración de la Gran Cruz de la Orden del Águila Alemana, la condecoración más alta que el Tercer Reich otorgaba a una persona extranjera.
A su vez, en el 50 aniversario de Hitler, el dictador alemán obtuvo 35.000 ReichMarks (moneda oficial utilizada en Alemania desde 1924 hasta el 20 de junio de 1948) provenientes de la Ford-Werke AG (el nombre de la filial alemana de la empresa de automóviles Ford) siendo este un acto muy criticado por la prensa y parte de la opinión pública en Estados Unidos.
Después de la Segunda Guerra Mundial, Henry Ford intentó limpiar su nombre y alejarse del antisemitismo. Incluso quiso cancelar la difusión de su libro El judío internacional, pero no lo acabaría consiguiendo, y no solo esto, sino que en la actualidad el libro es uno de los más populares entre los grupos neonazis.
El fordismo y su influencia en el Holocausto
En primer lugar, es necesario aclarar que la figura de Henry Ford en sí misma no tuvo nada que ver con el Holocausto en términos directos.
No obstante, la gran mayoría de investigadores que han estudiado el Holocausto como fenómeno social, apuntan a la importancia de la aplicación técnica de la cadena de producción fordista al objetivo del exterminio y el genocidio.
El Holocausto nazi se caracterizó por construir y organizar de manera meticulosa campos de exterminio aplicando conocimientos de producción y optimización industrial con el fin del asesinato masivo.
En estos lugares, la población judía, la etnia gitana, personas negras, con deficiencias mentales, homosexuales, rivales políticos, prisioneros de guerra… fueron ejecutados de manera sistemática, siendo el campo de concentración de Auschwitz el más conocido, pero existiendo muchos más. En total se calcula que se ejecutaron a 11 millones de personas.
De esta manera, según el sociólogo Zygmunt Bauman en su obra Modernidad y Holocausto, existe una relación entre la burocratización, el modo de producción fordista y en cómo estos fueron utilizados por los nazis para llevar a cabo el genocidio judío.
En primer lugar, la burocratización generalizada que primaba en la modernidad es algo clave para entender el uso de violencia desmedida que se vivió en el siglo XX.
Esto se debe a que el uso de la violencia resulta más fácil cuando las acciones instrumentales se desligan del juicio moral y de sus consecuencias ¿por qué genera esto la burocratización? Según Bauman por dos factores:
El primero de ellos, la meticulosa división del trabajo, la cual facilita la jerarquización y, por tanto, la subordinación a los superiores.
El segundo factor, hace referencia a la sustitución de la responsabilidad moral por la responsabilidad técnica:
Cuando, gracias a la compleja diferenciación funcional de la burocracia, se distancian de los resultados finales de la operación global a la que contribuyen, sus preocupaciones morales se pueden concentrar por completo en hacer bien su trabajo. La moralidad se desvanece ante el empeño de ser un buen, eficiente y diligente trabajador – Zygmunt Bauman, Modernidad y Holocausto, p.128
De esta forma, la gran cantidad de personas que participaban en el Holocausto lo hacían de manera simultánea desde el rol de asesinos y trabajadores, pero este segundo rol, el rol de trabajador, suplantó al primero.
Muchos de los alemanes presentes en los campos se limitaron a seguir órdenes, a ser eficientes en su pequeña tarea. Tan solo unos pocos veían el resultado final, y esto hacía más fácil participar en uno de los acontecimientos más atroces de la historia de la Humanidad. Los factores psicológicos que explicaban este distanciamiento fueron demostrados por Stanley Milgram en 1963.
Además, siguiendo los análisis de Bauman, la propia cadena de montaje y la burocratización extrema de la sociedad moderna condujo a la posibilidad de realizar un ejercicio de deshumanización.
De este modo, en la optimización y la producción de la cadena de montaje se tiende a manejar un lenguaje técnico y puramente neutro; todos son cifras cuantitativas, incluso los empleados y el capital humano que forman la empresa.
Esta deshumanización, que fue llevada al extremo en el Holocausto, facilitó huir del dilema moral de lo que se estaba haciendo realmente.
Por supuesto, a todo esto se le suman los prejuicios existentes hacia la población judía, los elementos deshumanizadores que tiene todo conflicto bélico en sí mismo o la ideología nazi que impregnaba la sociedad manipulando a la gente en contra de ciertos sectores de la población, entre otras variables.
Los efectos deshumanizadores de la lógica fordista
Así pues, aunque el Holocausto sea el ejemplo más claro de deshumanización, como se puede observar en el trato a los judíos desposeídos de sus ropas, rapados, marcados y tratados como objetos inertes con el único fin del exterminio de estos, también se encuentran en la actualidad ese tipo de comportamientos deshumanizadores. Por ejemplo, cuando un soldado se refiere a una persona que va a matar como “un blanco”, o la industria cárnica habla de las vacas, ovejas o cerdos como “piezas”.
Las lógicas deshumanizadoras que se esconden detrás de la lógica extremista de la producción industrial siguen insertas en los discursos actuales, y pueden generar catástrofes y sufrimiento a escalas que se escapan en muchas ocasiones al entendimiento individual, pues forman parte de fenómenos muy complejos de violencia colectiva.
En conclusión, es necesario entender y destapar todas estas lógicas y su peligro, así como la comprensión real de figuras antisemitas como Henry Ford, con un lado oscuro imperdonable y que no debe ser jamás olvidado, teniendo que quedar por el bien de todas y todos Aldescubierto.
Mientras escribo, seres humanos muy civilizados vuelan sobre mi cabeza con la intención de matarme. No sienten ninguna enemistad hacia mí como persona ni yo tampoco hacia ellos. Simplemente “cumplen con su deber” como suele decirse. La mayoría de ellos, no me cabe ninguna duda, son hombres de buen corazón y temerosos de la ley, que nunca soñarían con cometer un asesinato en su vida privada. Por otro lado, si uno de ellos consigue volarme en pedazos con una bomba certera, tampoco le quitará el sueño. Está al servicio de su país, que tiene poder para absolverle del mal. – George Orwell, England your England (1941).
Articulista. Sociólogo y gestor medioambiental, con suerte de poder compartir vocación y formación. Las Ciencias Sociales son una parte muy importante de mi vida. Considero la divulgación a través de la sociología como una gran herramienta para destapar las injusticias sociales y arrojar luz sobre la actualidad diaria contribuyendo así a ser un poco más libres y justos.