La extrema derecha recurre al negacionismo del COVID19 para atacar al gobierno de Joe Biden
El negacionismo contra las vacunas o contra el coronavirus se consideran uno de los principales problemas de salud pública del mundo. Dada la virulencia de la variante delta, se necesita un alto porcentaje de la sociedad vacunada para poder comenzar a controlar la pandemia, un porcentaje que ronda el 90%, según expertos. Sin embargo, en Estados Unidos, el nivel de aceptación de las vacunas era del 72% en 2019, mientras que en diciembre de 2020 solo el 69% de la población estaba de acuerdo en vacunarse contra la COVID19. De hecho, se estima que esta reticencia a la vacunación ha provocado un estancamiento que ha alimentado una nueva ola de contagios.
Y es que, si bien los movimientos antivacunas en Estados Unidos llevan años cobrando fuerza, a pesar de que la pandemia se ha cobrado ya más de 612.000 personas fallecidas en el país (más que las dos guerras mundiales y las guerras de Irak, Afganistán y Vietnam juntas), las teorías de la conspiración que rodean a la pandemia se han disparado. Estas conspiraciones sostienen, entre otras ideas, que el virus es un plan de las élites para controlar a la población, o que el plan de vacunación es una idea de Bill Gates para implantar chips en el cuerpo, o que la pandemia es un invento para implantar medidas autoritarias para facilitar la implantación de un Nuevo Orden Mundial.
¿Por qué de pronto estas conspiraciones han crecido tanto? Hay muchas explicaciones. En primer lugar, se basan en prejuicios, miedos y creencias populares ya asentadas en el imaginario colectivo. En segundo lugar, ante una crisis mundial tan grande, los miedos y la necesidad de encontrar explicaciones tangibles, simples y reduccionistas hacen crecer la permeabilidad a estas teorías. En tercer lugar, el profundo desconocimiento hacia el funcionamiento de algo tan complejo como un virus o una vacuna.
Y, por supuesto, está la gente que se aprovecha de estas teorías para implantar su agenda.
La nueva derecha radical, una agenda repleta de mentiras
El miedo y la incertidumbre por la crisis sanitaria se ha convertido en un terreno perfecto para la nueva derecha radical o alt-right, la nueva corriente ultraderechista nacida al amparo de Steve Bannon, asesor de Donald Trump en 2016, y que hace acopio de una amplia gama de posturas ultranacionalistas, reaccionarias, conservadoras y autoritarias difundidas a través de un discurso xenófobo, racista y antipolítico que ha marcado la ruta de partidos de extrema derecha en todo el mundo.
Hasta hace pocos años, los movimientos antivacunas y los creyentes de las teorías de la conspiración estaban capitaneados por curanderos, falsos mesías e incluso activistas antisistema. Hoy en día, este campo ha sido copado por grupos de extrema derecha, como supremacistas blancos, ultranacionalistas identitarios, neonazis y hasta libertarios de derechas que utilizan estas conspiraciones como punta de lanza contra el gobierno de Joe Biden.
Sin embargo, esta tendencia no es nueva, siendo incluso anterior a Donald Trump. En 2009, el Tea Party trató de diseñar una nueva estrategia para implantar una suerte de ultraconservadurismo que hiciera virar el Partido Republicano hacia posiciones extremistas que, aunque no tuvo demasiado éxito, sentó un precedente para la alt-right.
Trump se ha considerado la culminación de esta tendencia, alimentada en foros de Internet como 4chan y por influencers y youtubers como Milos Yiannopoulos, tratando de canalizar el descontento hacia el sistema a raíz de la crisis del 2008 y la oposición de los movimientos progresistas como el feminismo o el antirracismo.
Este crecimiento en red, alimentado también por Trump, hizo que proliferaran todo tipo de conspiraciones, siendo QAnon la más conocida de todas ellas, una conspiración de fuertes raíces antisemitas que asegura que el mundo está controlado por una élite progresista pedófila y que abrazan cada vez más políticos y votantes.
Hacia el final del mandato de Trump, las conspiraciones han formado parte inherente de su discurso, llegando a diseminar la idea de que las elecciones estaban incurriendo en un fraude y pidiendo que se parara el conteo de votos, además de difundir entre sus seguidores la idea de que, en realidad, él tenía un plan maestro, que lo tenía todo controlado y que, pese a los resultados, acabaría siendo presidente. La frase «TRUST THE PLAN» se convirtió en un eslogan que incluso fue repetido por partidos de extrema derecha de todo el mundo, como Vox en España.
La fe en estas creencias sin sentido llevaron a que los seguidores de Trump asaltaran el Capitolio el 6 de enero para detener la ratificación de Joe Biden como presidente de Estados Unidos.
Negacionismo, conspiraciones y guerra cultural
En todo el mundo, la extrema derecha se aferra a complicadas conspiraciones para señalar a sus enemigos y rivales políticos. Desde las teorías de «El Gran Reemplazo» o el «Plan Kalergi» que utilizan para atacar a personas migrantes, hasta las teorías una supuesta «dictadura progre» oculta que utiliza como excusa la defensa de los derechos de las mujeres o de las personas LGTB para implantar una dictadura, dictadura que por supuesto también es pedófila, son utilizadas por la ultraderecha como pilar para justificar su ataque desmedido a cualquier intento de proteger los derechos fundamentales, de la misma forma que Adolf Hitler señalaba a la población judía como culpable de todos los males de Alemania.
Así, la extrema derecha en Estados Unidos, aunque también en Europa, están abrazando el negacionismo hacia el coronavirus para poder desestabilizar a los gobiernos democráticos. El rechazo a las vacunas, al uso de mascarillas y a las restricciones de movilidad para frenar los contagios ha ido en aumento en un buen número de países, y ha sido apoyada precisamente por este tipo de partidos y grupos hasta el punto de utilizar la violencia.
En Estados Unidos, por ejemplo, los Proud Boys o Atomwaffen Division, grupos supremacistas, han llevado a cabo múltiples acciones, muchas de ellas violentas. En Berlín, el pasado fin de semana, una concentración negacionista organizada por Pensamiento Alternativo acabó con una brutal paliza a un periodista. El FBI considera que el terrorismo supremacista ya es la principal amenaza interna en Estados Unidos, y la policía alemana piensa lo mismo acerca de su propio país.
Así, los delitos de odio no han dejado de crecer al amparo de estos discursos. Y no es para menos. Presidentes como Trump o Bolsonaro han secundado también este tipo de creencias, restando importancia al virus, adoptando medidas laxas e ignorando las indicaciones sanitarias, incluso atacando a la Organización Mundial de la Salud (OMS) y rechazando adoptar medidas higiénico-sanitarias hasta que ha sido demasiado tarde. Al mismo tiempo, se ha extendido la creencia de que el virus es un arma biológica china, lo que ha llevado a un aumento de ataques contra la comunidad asiática.
A pesar de que, avanzado el plan de vacunación en los países occidentales, se empieza a ver una salida al final del túnel y eso ha provocado cierto aumento de la confianza en las vacunas, el negacionismo sigue estando a la orden del día, poniendo en serio peligro al mundo entero.
– Foto de portada: Proud Boys en una manifestación. Autor: Anthony Crider, 28/12/2020. Fuente: Flickr (CC BY 2.0)
Jefe de Redacción de Al Descubierto. Psicólogo especializado en neuropsicología infantil, recursos humanos, educador social y activista, participando en movimientos sociales y abogando por un mundo igualitario, con justicia social y ambiental. Luchando por utopías.