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La extrema derecha se sitúa como segunda fuerza en las elecciones de Suecia con posibilidades de gobernar

El pasado domingo 11 de septiembre se celebraron elecciones generales en Suecia, unos comicios que se preveían muy igualados entre los diferentes bloques ideológicos en los que presumiblemente se dividen los partidos políticos suecos. A la espera de los resultados oficiales el próximo miércoles, el Partido Socialdemócrata Sueco (S/SAP), de centro izquierda, ha ganado las elecciones con un 30,50% de los votos, lo que le otorgará 108 asientos en el Riksdag. Sin embargo, la atención mediática se ha dirigido hacia Demócratas de Suecia (SD), el partido de extrema derecha que ha ascendido de la tercera a la segunda posición con el 20,67% de los votos y 73 escaños.

En tercer lugar ha quedado el Partido Moderado (M), principal partido conservador de Suecia, con un 19,06% de los votos y 68 escaños, seguido del Partido de Centro (C), con el 6,7% y 24 asientos; el Partido de Izquierda (V) con un 6,63% y 23 escaños; los Demócrata Cristianos (KD) con un 5,36% y 19 escaños; y en último lugar el Partido Verde (5,02% y 18 asientos) y los Liberales (4,58% y 16 asientos). A excepción de Los Verdes, que han mejorado su resultado en 2 escaños, estas formaciones han perdido votos en favor de los dos primeros partidos políticos, especialmente el Partido de Centro, que se ha dejado 7 escaños, casi una cuarta parte.

Así, la formación liderada por Magdalena Andersson, primera ministra en funciones de Suecia, podría verse desplazada por una coalición de diferentes partidos de la derecha y de centro, que actualmente alcanzaría los 176 asientos, unos tres más que las formaciones que apoyarían una nueva legislatura de Andersson, si bien el escrutinio todavía va por el 95%, al que habría que sumar el voto extranjero, el depositado en colegios electorales distintos al asignado y parte del anticipado, por lo que los resultados todavía podrían cambiar. De hecho, los sondeos a pie de urna dan una ligera ventaja al bloque de izquierdas.

El fin del ‘cordón sanitario’ en Suecia

Y es que, por primera vez en la historia de Suecia, los partidos políticos de derecha y de centro derecha se han abierto a la posibilidad de gobernar con Demócratas de Suecia, rompiendo el tradicional «cordón sanitario» bajo el cual las formaciones del país, independientemente de sus posiciones ideológicas, se negaban a pactar con la extrema derecha, una tradición habitual en muchos países europeos como Francia o Alemania tras la Segunda Guerra Mundial.

Esto ha dado un serio vuelco a las perspectivas de la izquierda de gobernar, puesto que al sumar los escaños de la extrema derecha, podría darse por primera vez un gobierno de corte ultraconservador en el país.

Demócratas de Suecia es un partido político conocido por un discurso antiinmigración donde ataca muy especialmente a la población de origen islámico y donde vincula constantemente la criminalidad del país a estos sectores de la población. Fundado en 1988 e inspirado en el Frente Nacional de Reino Unido (del cual adoptó su logotipo), tuvo sus raíces en los movimientos fascistas y supremacistas suecos, que comenzaron a rechazar a partir de 2005 con el nombramiento de Jimmie Åkesson como líder del partido, siendo su líder actual. De hecho, cambiaron su logotipo en 2006 e iniciaron un proceso de rechazo del fascismo y el nazismo.

Esta estrategia les funcionó ya que, en 2010, consiguieron superar la barrera electoral del 4% y entrar en el Riksdag, el parlamento sueco. Desde entonces no han dejado de aumentar su popularidad elección tras elección, consiguiendo ser tercera fuerza en 2014, cosechando un éxito similar en 2018 aprovechándose de la crisis de refugiados por la Guerra Civil de Siria y el avance de la «derecha alternativa» estadounidense.

Ahora, con el sorpasso al Partido Moderado, principal partido tradicional de derechas de Suecia, se antoja un escenario diferente. El líder ultraderechista ya ha dejado claro que su principal condición para pactar con el resto de partidos será que Demócratas de Suecia tenga un «papel central en el futuro Gobierno». Sin embargo, el resto de los candidatos ha pedido cautela hasta que los resultados sean definitivos. Incluso Ulf Kristersson, líder del Partido Moderado, se ha abierto a la posibilidad de un pacto con los socialdemócratas, si bien considera que su primera opción es formar con gobierno con la ultraderecha, aunque sin que esta tenga un protagonismo central.

Y es que también es cierto que la opción de pactar con la extrema derecha, a la que los partidos del bloque de la derecha han catapultado directa o indirectamente durante la campaña electoral, no pasa necesariamente por investir como presidente a Akesson. Es decir, moderados, liberales y centristas parecen dispuestos a romper el «cordón sanitario» pero relegando a Demócratas de Suecia a un apoyo externo o a gestionar carteras ministeriales. Por otro lado, la tradición política en Suecia es investir como presidente al partido más votado dentro de una coalición.

Un cordón sanitario que ya empezó a romperse a finales del año pasado por el periodo de parálisis política existente en el país, en el que la coalición progresista se encontraba en minoría frente al resto de partidos, pero donde continuaban ejerciendo el poder precisamente por la negativa del resto a pactar con la extrema derecha. Finalmente, se llegó a pactar unos Presupuestos y a romper la situación de bloqueo provocada por el Partido Verde (que tenía discrepancias con el Partido Socialdemócrata), lo que abrió definitivamente la puerta a sumar a Demócratas de Suecia al bloque de derechas.

Por el momento, el panorama sigue incierto y las posibilidades siguen abiertas. No obstante, la extrema derecha está más cerca que nunca de alcanzar el poder en el país escandinavo, lo que supondría una pérdida de derechos y libertades fundamentales, como ha sucedido en países como Hungría o Polonia.

La extrema derecha se sitúa como segunda fuerza en las elecciones de Suecia con posibilidades de gobernar

Adrián Juste

Jefe de Redacción de Al Descubierto. Psicólogo especializado en neuropsicología infantil, recursos humanos, educador social y activista, participando en movimientos sociales y abogando por un mundo igualitario, con justicia social y ambiental. Luchando por utopías.

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