Los delitos de odio aumentan en España en 2021: se disparan las agresiones contra el colectivo LGTBI
El pasado lunes, el Ministerio de Interior hizo público el Informe sobre la evolución de los delitos de odio en España en 2021, documento anual elaborado por la Oficina Nacional de Lucha contra los Delitos de Odio (ONDO). El informe presentado este año destaca principalmente por una triste realidad: los ataques y agresiones de odio vinculados con la orientación sexual de las personas han aumentado un 67,63% con respecto al anterior informe, el cual data del año 2019 al no haberse podido obtener datos concluyentes en 2020 a causa de la crisis pandémica producida por la COVID19.
A lo largo del año 2021 se formalizaron 1.802 denuncias, cerca de un 6% más que en el año 2019, hecho que confirma una realidad que diferentes organismos pro derechos civiles y asociaciones en favor de la diversidad llevan años denunciando: los delitos de odio mantienen una tendencia creciente desde el año 2014.
El encargado de presentar el informe fue el ministro de Interior, Fernando Grande-Marlaska, quién calificó como “preocupante” la tendencia creciente de estos delitos de odio, declarando además que “la crispación política y los discursos de odio pueden influir en lo que se piensa de alguien por su raza, su orientación sexual, su religión…”.
Los datos en los que se basa el informe proceden del Sistema Estadístico de Criminalidad (SEC), siendo facilitados por los diferentes cuerpos que componen el conjunto de Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado (Policía Nacional, Guardia Civil, Ertzaintza, Mossos d’Esquadra, etc),
El propio Marlaska agradeció la labor de los cuerpos policiales en materia de gestión de delitos de odio, llegando a afirmar que una de las causas del aumento registrado este año se deben parcialmente a “una mayor confianza” en ellos, ayudando a mejorar los “niveles de infradenuncia”, ósea, los casos que suceden y no son denunciados por las víctimas.
Es cierto que la actuación policial ha mejorado en materia de resolución de las denuncias, ya que, de los 1.802 casos investigados, 1.133 han sido finalmente esclarecidos, lo que supone un récord en la serie histórica, habiendo aumentado en 5 puntos con respecto a 2019. Esto se debe a su vez a la apertura de unidades especializadas en cada vez más cuerpos policiales y en la justicia, la formación para el funcionariado en materia de delitos de odio, la aprobación de normas legales al respecto, la dotación de mayor presupuesto y, por supuesto, a una mayor conciencia ciudadana sobre estas cuestiones.
De igual forma, a pesar del aumento de la eficacia resolutiva de los cuerpos policiales, otro dato relevante y fundamental a considerar es el hecho de que en torno a un 80% de los delitos no llegan a ser denunciados por las víctimas, lo que traslada la sensación de que todavía existe una fuerte falta de confianza en la capacidad de atención y protección de las instituciones públicas, así como de que las cifras reales son mucho más elevadas y preocupantes de lo que el informe recoge.
Diseccionando el informe: perfil de las víctimas y de los autores de delitos de odio
El informe señala cuáles son los delitos de odio más comunes en España, siendo la causa más habitual el racismo y la xenofobia, representando el 35,46% del total. Además, los ataques, insultos o agresiones cuya raíz es la ascendencia de la víctima han aumentado en un 31,75% en comparación con 2019.
Es bastante significativo, además, que un 34,47% de las victimas de delito de odio sean personas con nacionalidad no española, representando este grupo de la población en torno a un 13% de la población total del país.
En otras palabras, las personas con nacionalidad extranjera se encuentran sobrerrepresentadas a la hora de recibir ataques o agresiones de odio, lo que sumado al hecho de que el racismo y la xenofobia sean la principal causa de delito de odio en el país desmonta uno de los argumentarios más comunes de la ultraderecha: que las personas inmigrantes, o en sus términos, “no españolas”, no son realmente víctimas de ataques, sino que son instigadores de odio.
En segundo lugar, encontramos los delitos de odio en torno a la orientación sexual y la identificación de género del individuo, los cuáles, con 466 incidentes, representan el 25,86% del total.
Tal y como hemos comentado anteriormente, este tipo de delitos es el que mayor crecimiento ha sufrido con respecto a los datos de 2019, aumentando en un 68,23%.
El tercer puesto lo protagonizan los delitos por cuestiones ideológicas, los cuáles se reducen con respecto a 2019, pasando de 596 a 326; Marlaska argumentó que la causa de este descenso podría deberse al hecho de que la tensión política y social en Cataluña se ha visto rebajada en los últimos años debido al cambio radical en la agenda política de la región y del conjunto del Estado español tras la llegada de la pandemia.
A pesar de ello, este tipo de delitos de odio siguen representando el 18,09% del total, no incorporándose en el informe datos desagregados en torno a las ideologías de las víctimas y los autores.
Finalmente, otro dato relevante a comentar en el informe es la cuestión de los delitos de odio cuya causa es la discriminación por causa de sexo y/o género. Este grupo de delitos de odio representan un 5,94% del total. De igual forma, han sufrido un aumento de un 8,08% con respecto al año 2019.
Los autores de estos delitos son en un 91% de los casos hombres, mientras que las víctimas de delitos de discriminación de sexo y/o género son en un 62% mujeres, lo que nos muestra que los hombres sufren únicamente un 38% de los ataques o agresiones en cuestiones de género a pesar de su abrumadora presencia como autores.
En líneas con el anterior punto, cabe mencionar dos hechos de vital relevancia: primero, en referencia a las víctimas, los hombres que sufren delitos de odio representan el 63,82% del total, mientras que las mujeres representan el 35,97%; segundo, con referencia a la autoría de estos delitos, el porcentaje que representan los hombres como autores de delitos de odio sitúa en el 81,29% mientras que el de las mujeres se reduce hasta el 18,71%.
Los anteriores datos desmontan un segundo tópico, común en el argumentario de la ultraderecha y de los movimientos antifeministas: que la violencia no tiene género y es bidireccional.
El porcentaje de mujeres víctimas de delitos de odio se encuentra sobrerrepresentado con respecto a su porcentaje de autoría. En otras palabras: las mujeres sufren más delitos de odio de los que causan. Por el contrario, los hombres son causantes de 8 de cada 10 delitos de odio, pero son victimas de en torno a 6 de cada 10, hecho que nos permite observar la relevancia que el género y su expresión tienen en relación con el uso de la violencia.
El papel de los discursos de odio
Es innegable el aumento constante de los delitos de odio desde el año 2013. Además, la inmensa mayoría de los casos no son denunciados por las víctimas, por lo que su magnitud real es desconocida. Esto según datos de las propias fuentes policiales e institucionales.
Mas aun si tomamos en cuenta el contexto actual, donde las agresiones machistas, racistas, xenófobas o ideológicas son la orden del día en las redes sociales, pasando mayoritariamente desapercibidas por el mero anonimato por la asimilación como algo propio del medio digital.
El informe trata este hecho, mostrando como los delitos de odio se distribuyen a través de medios no virtuales, alcanzando el 37,83% en Internet y el 22,29% en redes sociales. En estos medios digitales, predominan los delitos ideológicos en primer lugar, los delitos de racismo y xenofobia en segundo lugar, los delitos a causa de orientación sexual o identidad de género en tercer lugar, y en cuarto lugar, los delitos por razón de sexo y/o género.
Es en las propias redes sociales e Internet donde la ultraderecha tiene mayor presencia, ya que el poco control de la información, el anonimato y los pocos recursos necesarios son elementos fundamentales para que su mensaje, mayoritariamente compuesto por fake news y falacias argumentativas, pueda expandirse como la pólvora.
La ultraderecha utiliza las redes sociales para llegar a personas de todos los rangos de edad, pero es un hecho, demostrado por ellos mismos, que su público objetivo es la población de menor edad, ya que su discurso populista, incendiario y basado mayoritariamente en lenguaje propio de la alt-right, les permite conectar con mayor facilidad con ellos.
La influencia en redes sociales, en medios de comunicación y en medios audiovisuales de personalidades que lanzan discursos y proclamas antifeministas (cuando no directamente misóginas o sexistas), racistas, homófobas, xenófobas, y antiprogresistas en general, es una realidad, y que son las personas más jóvenes las autoras de más delitos de odio, también.
Por ese motivo, es necesario remarcar la evidente relación que existe entre el aumento constante de los delitos de odio en nuestras sociedades y la expansión de discursos de odio y discriminatorios procedentes de la ultraderecha, la cual viene insertándose profundamente en nuestras sociedades desde el inicio de la crisis de 2008, y especialmente, a partir de los primeros años de la pasada década.
Articulista. Estudiante de cuarto de Ciencias Políticas y apasionado de la investigación. Experiencia en movimientos estudiantiles y sociales. En mis artículos intento ofrecer un enfoque analítico más orientado a las ideologías y teoría política.