Miles de seguidores de Bolsonaro asaltan el Congreso de Brasil exigiendo un golpe militar contra Lula
El pasado domingo 8 de enero, miles de seguidores del ultraderechista Jair Bolsonaro, ex presidente de Brasil, asaltaron los edificios del Congreso, de la Presidencia (el Palacio de Planalto) y del Tribunal Supremo en la capital para exigir un golpe de Estado militar contra Luiz Inácio Lula da Silva, el recientemente investido presidente del país tras las pasadas elecciones.
El asalto se produjo tras la marcha de los extremistas desde una acampada situada en los alrededores del Cuartel General del Ejército, a unos 9 kilómetros de las sedes de la soberanía nacional, donde llevan algo más de dos meses pidiendo que el ejército intervenga para apartar a Lula del poder convencidos de que las elecciones fueron un fraude, una retórica que ha sostenido el propio Bolsonaro durante el último año. El propio partido de Bolsonaro solicitó invalidar las elecciones frente al tribunal electoral.
Asalto al Congreso de Brasil
Los hechos sucedieron por la tarde, cuando, según las imágenes del canal Globo, miles de seguidores marcharon hacia la denominada plaza de los Tres Poderes, donde se ubican los edificios que son la sede de, precisamente, los tres poderes principales de Brasil: ejecutivo, legislativo y judicial. Horas antes, habían llegado también seguidores del ultraderechista Bolsonaro en autobuses.
A pesar de que la marcha transcurrió escoltada por las fuerzas policiales en una marea amarilla y verde (los colores de la bandera de Brasil, habitual indumentaria de los seguidores de Bolsonaro), finalmente consiguieron superar el cordón policial que rodeaba la plaza y asaltaron los mencionados edificios.
Las imágenes que han dejado el asalto muestran un escenario que recuerda al asalto al Capitolio de Estados Unidos por parte de seguidores del ex presidente Donald Trump hace un año: rotura de cristales, destrozo de mobiliario, enfrentamiento violento con la policía mediante armas improvisadas y un comportamiento vandálico en general que no ha podido ser controlado por las autoridades policiales hasta alrededor de las 19:00h. Los detenidos superan por el momento las 260 personas, según fuentes locales.
En el momento del suceso, el presidente Lula da Silva se encontraba en Araraquara, Säo Paulo, en una zona que se ha visto perjudicada por las fuertes lluvias que han sacudido esta zona de Brasil durante la última semana. Para poder actuar, se ha visto obligado a tener una reunión en línea con su recién nombrado gabinete de gobierno. En este sentido, Lula contiene dos opiniones diferenciadas: la que pide el uso de la fuerza contra los manifestantes que sostiene Flavio Dino (Ministro de Justicia) y la que aboga por evitar cualquier tipo de confrontación directa en un intento de no dar motivos a los seguidores de Bolsonaro para seguir desafiando la seguridad nacional, opinión sostenida por José Múcio (Ministro de Defensa).
Su primera orden finalmente ha sido la intervención de la policía para controlar la seguridad pública en Brasilia y el Distrito Federal, una medida que se mantendrá hasta el 31 de enero en previsión de futuros ataques. Seguidamente, ha criticado la actuación de la Policía Militar de la capital por no conseguir proteger los edificios del Congreso, la Presidencia y el Supremo. «Los policías que ayudaron a los terroristas hoy en Brasilia no pueden quedar impunes y no pueden permanecer en la corporación porque no son dignos de confianza. Deben ser castigados», ha dicho.
Además, un juez de la Corte Suprema de Brasil apartó de su cargo al gobernador del Distrito Federal de Brasilia, Ibaneis Rocha, por 90 días. La decisión fue tomada por el magistrado Alexandre de Moraes, que también ordenó a los cuerpos y fuerzas de seguridad del Estado actuar para liberar cualquier tipo de vía o edificio publico ocupado por los seguidores de Bolsonaro.
Bolsonaro se desvincula del ataque
El entorno del ex presidente Jair Bolsonaro se ha apresurado para desvincularle del ataque a las instituciones públicas. El propio Bolsonaro, a través de redes sociales, ha condenado el asalto. “Las manifestaciones pacíficas, conforme a la ley, son parte de la democracia. Sin embargo, las depredaciones e invasiones de edificios públicos como las ocurridas hoy, así como las practicadas por la izquierda en 2013 y 2017, escapan a la regla”, ha asegurado en un tuit.
Esta condena ya había sido suscrita por los gobernadores de las regiones de Brasil que son afines a Bolsonaro y a su partido, el Partido Liberal (PL), que también ha tratado de alejar a su líder del suceso. “Este movimiento en Brasilia hoy es una vergüenza para todos nosotros y no representa a nuestro partido, no representa a Bolsonaro”, ha dicho en un vídeo el líder del PL, Valdemar Costa Neto.
Sin embargo, esta retórica choca frontalmente con la mantenida durante el último año por Bolsonaro, caracterizada por un ataque verbal constante a las instituciones brasileñas, amenazas veladas de golpe de Estado militar y alabanzas a las concentraciones y manifestaciones que amenazaban la seguridad nacional, por no mencionar que el discurso que sostienen sus seguidores y mediante el cual justifican este asalto al Congreso y al resto de instituciones ha sido fabricado por el propio Bolsonaro en imitación a su homónimo estadounidense, Donald Trump, que estuvo meses sosteniendo que habría fraude electoral en Estados Unidos.
De hecho, Lula ha destacado que Bolsonaro ha evitado en todo momento reconocerle como nuevo presidente. Por ejemplo, viajó fuera del país justo el día de la investidura, evitando el traspaso de la banda presidencial, una tradición que es reflejo del relevo democrático del poder en un país con un pasado donde la democracia ha estado en entredicho.
Como consecuencia del discurso incendiario de Bolsonaro, la violencia política se ha disparado en Brasil, especialmente durante los meses previos a los comicios. Además, acampadas que solicitan un golpe de Estado militar se han repetido a lo largo y ancho del país en las principales ciudades. Aunque están bajo vigilancia policial, se han mantenido durante varios meses, a excepción de la de Belo Horizonte, capital del Estado de Minas Gerais, que fue desmontada el pasado viernes.
Varios líderes mundiales han condenado también lo sucedido, como los presidentes Gabril Boric (Chile), Nicolás Maduro (Venezuela), Gustavo Petro (Colombia), Joe Biden (EEUU), Alberto Fernández (Argentina), Luis Lacalle (Uruguay), Dina Boluarte (Perú) o Andrés Manuel López Obrador (México), entre otros, además de otros representantes y personalidades de diferentes partidos políticos, desde la izquierda hasta la derecha. No obstante, la gran ausente de estas condenas ha sido la extrema derecha y los aliados de Bolsonaro.
Así, partidos como Vox en España no han respondido todavía. Destacar también el comentario en redes sociales de Cuca Gamarra, diputada y secretaria general del Partido Popular, que ha aprovechado la ocasión para atacar a Pedro Sánchez.
Jefe de Redacción de Al Descubierto. Psicólogo especializado en neuropsicología infantil, recursos humanos, educador social y activista, participando en movimientos sociales y abogando por un mundo igualitario, con justicia social y ambiental. Luchando por utopías.