Europa

Free Europe: la fracasada cumbre italiana de la extrema derecha

El domingo pasado tuvo lugar en Florencia, Italia, la convención Free Europe del eurogrupo Identidad y Democracia (ID), que reúne a una serie de partidos euroescépticos de extrema derecha. Según las intenciones de Matteo Salvini, líder de la Liga (L) y organizador del evento, la asamblea hubiera servido para exponer «la idea de otra Europa fundada sobre la libertad». Sin embargo, el evento resulto ser bastante menos de la grandilocuencia con la que se había anunciado.

En el propósito de Salvini, los exponentes más conocidos de la derecha soberanista deberían haber intervenido, pero pronto muchos empezaron a retirarse. Y así, en lugar de Marine Le Pen, líder de Agrupación Nacional (RN), que de todos modos envió un mensaje vídeo, estaba el número dos del partido, el menos conocido Jordan Bardella. Incluso el portugués André Ventura del partido ¡Basta! (Chega!) y el neerlandés Geert Wilders del Partido de la Libertda (PVV) (que lleva años oponiéndose a la asignación de fondos europeos a Italia) no pudieron viajar a Florencia, mientras que por Alternativa para Alemania (AfD) estuvo presente solo una de sus cabezas visibles, Tino Chrupalla, pero no Alice Weidel. Ausente también Viktor Orbán, el primer ministro de Hungría y líder de Fidesz, estuvo ausente aunque envió sus mejores deseos a través de Twitter.

Por otro lado, sí estuvieron presentes el búlgaro anti-UE, anti-OTAN, antizigano y pro-Rusia Kostadin Kostadinov de Revaviamiento (Revival), una escisión del Movimiento Nacionalista Búlgaro (IMRO-BMPO), figura con una relación crítica con el periodismo; el rumano George Simion de Alianza para la Unión de los Rumanos (AUR), partido que intenta reunir a todos los euroescépticos y anti-OTAN del país; el estonio Martin Helme del Partido Popular Conservador de Estonia (EKRE); el checo Tomio Okamura de Libertad y Democracia Directa (SPD), que en 2021 había propuesto el referéndum para la salida de la República Checa de la UE; el belga Gerolf Annemans de Interés Flamenco (Vlaams Belang) entidad política que reivindica la independencia de Flandes; y el austriaco Harald Vilimsky del Partido por la Libertad de Austria (FPO).

Desde el palco, Salvini ha tronado: «Hoy es un día hermoso en una ciudad extraordinaria, uno de esos días que creo que pueden hacer historia, porque por primera vez en las instituciones europeas otra Europa es posible sin un liderazgo socialista y con un centro-derecha que gobierna en Italia y lidera Europa. Nuestra idea de Europa basada en el trabajo y no en los coches eléctricos ni en los impuestos sobre la vivienda. Una idea totalmente diferente a la de Úrseula von der Leyen, Lagarde y Soros, la Europa de los banqueros […]». Luego, añadió: «Hoy aquí en Florencia se han reunido mujeres y hombres que, armados de sentido común, coraje y fe, derrotarán a un gigante que es el primer enemigo de Europa: los tecnócratas masones que quieren destruir la identidad de nuestro continente. No tenemos miedo de Soros, no tenemos miedo de aquellos que financian la destrucción de nuestra civilización».

George Soros, el conocido filántropo húngaro, fue de hecho mencionado varias veces por el líder de la Liga en su discurso, pero no solo su animadversión hacia el banquero es bien conocido desde hace mucho tiempo, sino que también es una referencia habitual en el discurso de buena parte de los partidos políticos y líder de la extrema derecha moderna, al que se le señala como parte de una suerte de «agenda progre» oculta.

Sin embargo, más allá de los tonos de denuncia y las buenas intenciones, la convención de Free Europe, evidentemente perjudicada por las ausencia fue, según varios medios y analistas, un paso en falso más de Matteo Salvini.

La caída de Salvini

Desde hace mucho tiempo, la Liga ha sido superada por Hermanos de Italia (FdI) de Giorgia Meloni en las preferencias de voto en Italia. Es difícil decir cuándo comenzó este fenómeno, pero para que empezó a mediados de 2019 aproximadamente, tras las elecciones europeas de ese mismo año, celebradas el 26 de mayo.

En estas, el partido de Salvini fue líder en Italia con el 34,26% de los votos, lo que fue una muestra de cómo el ejecutivo de Giuseppe Conte, donde Salvini era ministro del Interior, estaba recompensando enormemente a la extrema derecha. Mientras, el Movimento Cinco Estrellas (M5S), el partido del primer ministro y la otra fuerza gubernamental, iba perdiendo consenso.

Siendo muy probable la victoria, Matteo Salvini, se relajó veraneando en el balneario Papeete Beach en Milano Marittima, en la costa romagnola, entre mojitos y el himno nacional sonando en los altavoces. Después de que su partido había abandonado el pacto de gobierno con el M5S confiando en un inminente regreso a las urnas, pidió a los italianos «plenos poderes».

Sin embargo el Capitán (il Capitano, su apodo histórico dentro de la Liga) no había tenido en cuenta al otro Matteo de la política italiana, Renzi, un animal político más astuto y avisado, que logró organizar una nueva mayoría cambiando radicalmente la legislatura al alcanzar un acuerdo con el Movimiento Cinco Estrellas cuando todavía pertenecía al Partido Democrático (PD), confinando a Salvini a la oposición.

Para el líder ultraderechista, las elecciones regionales de Emilia-Romaña de enero de 2020 representaron una ocasión de éxito inmediato y abrumador. La oportunidad era muy tentadora: aunque defenestrado de la mayoría, habría conquistado, a través de su candidata a gobernadora Lucia Borgonzoni, Emilia-Romaña, un feudo histórico de la izquierda. Una victoria electoral que a lo mejor podría haber hecho caer al ejecutivo, pero el éxito deseado no llegó: Stefano Bonaccini, del PD, se reconfirmó como gobernador. Unas semanas más tarde, estalló la pandemia que, en febrero de 2021, propició el nacimiento del Gobierno de Mario Draghi, después de que Renzi fundara su propio partido, Italia Viva (IV), y retirara su apoyo a Comte al que acusó de mala gestión de la crisis sanitaria.

Ese mismo mes, comenzó la invasión rusa de Ucrania, hecho que impuso la figura de Mario Draghi también a nivel internacional, mientras en Italia Salvini ya estaba boqueando. De hecho, durante años el secretario de la Liga fue partidario de Vladimir Putin y lo demostró cada vez que tuvo la oportunidad.

En octubre de 2014 escribió en su cuenta de Twitter: «Cambiaría a Renzi con Putin, que no es un dictador, mañana por la mañana», pocos días después reiteró el concepto en Facebook: «Entre Renzi y Putin, yo elijo PUTIN»; en junio de 2015, se presentó en el Parlamento de Estrasburgo con una camiseta que representaba al presidente ruso; en noviembre del mismo año señaló al Presidente de la República Italiana escribiendo en las redes sociales: «¡Renuncio dos Mattarella a cambio de medio Putin!», mientras que en diciembre confió a Il Giornale: «Lo admiro [a Putin] por sus ideas claras, su firmeza, su valentía, su intervencionismo y una visión de la sociedad basada en puntos clave que comparto […]. Siempre he creído que las sanciones contra Rusia estaban equivocadas. Putin tiene nuestro apoyo para eliminarlas».

En realidad el vínculo entre Salvini y Putin ha ido más allá de los elogios exagerados del primero: desde 2017, su partido tiene un acuerdo de cooperación con Rusia Unida, el partido del líder ruso. No sorprende, por tanto, que en 2018 el secretario de la Liga reconociera la anexión rusa de Crimea.

Iniciada la invasión, Salvini intentó distanciarse de Putin, de forma análoga a otros partidos de la extrema derecha europea que mantuvieron relaciones con Rusia, afirmando haberse reunido con el presidente ruso solo una vez siete años antes, cuando en realidad lo había vuelto a ver en 2019. Después, en un intento de poner parches tratando de parecer un ingenuo engañado por Putin, hizo un viaje a Polonia «en nombre de la paz».

El clima que Salvini esperaba alejar de su figura se hizo plásticamente realidad cuando, durante una visita a la ciudad polaca de Przemysl, en la frontera con Ucrania, se reunió con el alcalde que lo recibió frente a las cámaras reprochándole duramente haber apoyado durante años al dictador ruso, para luego burlarse de él regalándole una camiseta con la cara de Putin. Una reflejo de que el líder de la Liga ya estaba, en muchos sentidos, sentenciado por sus relaciones con el gobierno ruso, de hecho, sus viajes «por la paz» no lograron ningún éxito aparente.

Mientras tanto, Giorgia Meloni, que con FdI representaba la única oposición de derecha al gobierno de Draghi del que Salvini sí formaba parte, empezó a gozar de un consenso cada vez mayor. De hecho, viendo que la bajada de su popularidad era inminente, trató de dar un giro a la derecha moderada acercándose al veterano Silvio Berlusconi y a la propia Meloni. Sin embargo, esta estrategia no pareció tener demasiado éxito. No es casualidad que las elecciones parlamentarias del 25 de septiembre 2022 la vieran triunfar, mientras que los votos de la Liga sufrió un descalabro importante: pasó del 17.35% al 8.77% de los sufragios, perdiendo unos tres millones de votos y pasando de 125 a 66 asientos en el parlamento italiano.

En su papel de Ministro de Infraestructura y Transporte, Salvini (apodado ahora irónicamente el Capitón en las redes sociales) ha intentado inmediatamente limpiar su imagen centrándose en la construcción de una importante obra estratégica: el puente sobre el estrecho de Mesina. En realidad, las buenas intenciones y la dinámica intrepidez no han dado muchos frutos hasta ahora: según los institutos de encuestas Proger IndexResearch y SWG, la Liga el 4 de diciembre de 2023 se situa en el 9.2%.

Meloni y el Partido Popular Europeo

Desde que Giorgia Meloni se convirtió en presidenta del Gobierno de Italia ha sorprendido a mucha gente, incluso a sus detractores: pocos, de hecho, la imaginaban formal e institucional junto al demócrata Joe Biden o solidaria con Zelenski. Mientras tanto, los sondeos premian a FdI, primer partido italiano con un 28,8%, es decir, más del triple del porcentaje de la Liga.

Tras haberse apropiado de una imagen más tranquilizadora y moderada, donde incluso se le vio con líderes progresistas como Pedro Sánchez (España), Meloni se ha reposicionado en la escena internacional para gozar así de mayor credibilidad. Por esta razón estudia desde hace tiempo dónde posicionar a su partido en las próximas elecciones europeas y librarse de su pasado neofascista.

FdI forma parte del eurogrupo Conservadores y Reformistas Europeos (ECR), junto a partidos como Vox. Sin embargo, el primer ministro italiano inició conversaciones con el Partido Popular Europeo (PPE) hace meses. La iniciativa fue inmediatamente elogiada por otras formaciones de la derecha conservadora y liberal europea como el Partido Popular de Austria (OVP) o por líderes conservadores como Alberto Núñez Feijóo, así también por Manfred Weber, presidente del PPE. Así, se podría interpretar que el sueño de Giorgia en realidad era más complejo y arriesgado y habría visto en primer lugar el nacimiento de una alianza estratégica (especialmente en una perspectiva opuesta a Francia y a Alemania) entre Hermanos de Italia y Vox, ya sea para verse traducido en pactos o acuerdos de gobierno, ya sea para entrar en el eurogrupo.

Sin embargo, el decepcionante resultado electoral del partido de Santiago Abascal y la derrota más reciente del partido de ultraderecha polaco Ley y Justicia (PiS) sabotearon esta idea y le lanzaron una advertencia: en la Unión Europea (UE) hay vida sólo en el centro, por lo que en un futuro esto podría cambiar, más todavía pensando que las próximas elecciones europeas son en menos de un año.

No hay que olvidar la existencia de la mayoría de la alianza en el Parlamento Europeo entre el PPE, la Alianza Progresista de Socialistas y Demócratas (S&D) y los liberales: según los sondeos, la misma fórmula será más que probable después de las próximas elecciones europeas. Obviamente, la colaboración entre populares y socialdemócratas ha sido siempre mal vista por la derecha italiana, por lo que es legítimo suponer que Meloni espere engordar el PPE para facilitar una mayoría absoluta (en este sentido radica su intento de un acuerdo entre el eurogrupo y Vox) y para desplazar su centro de gravedad decididamente más hacia la derecha. Un riesgo que viene dándose desde hace tiempo.

La soledad de Salvini y el Free Europe

Con todo lo anterior, se entiende que Matteo Salvini, una vez más, busque un golpe de timón para recuperar parte de la gloria perdida, tanto entre la propia ultraderecha, como en el panorama político italiano y también el europeo.

La pregunta que cabe aquí entonces es cuál es el papel que ocupa Salvini. En este nuevo intento de realzarse políticamente, El Capitán ha decidido halagar a los sectores más extremos de la derecha italiana desempeñando el papel que le resulta más agradable, el de la polarización y la crispación social. Y para ello inició la campaña electoral europea reuniendo a todas las fuerzas euroescépticas de la UE.

Y así, definió a la alianza de la centro izquierda y centro derecha europea como un inciucio, un término abstracto para aquellos que no están acostumbrados a las dinámicas políticas italianas pero que la obra de referencia vocabulario Treccani define a: «Término introducido recientemente en el lenguaje político (y del que luego fueron acuñados en el lenguaje periodístico los derivados inciucismo, inciucioso, inciuciare) con el significado original de intriga, acuerdo alcanzado bajo la mesa, en secreto, y luego pasado a indicar un plan o acuerdo político confuso, poco claro y mal orquestado».

Un concepto, por tanto, carente de sentido y significado para describir los mecanismos del funcionamiento europeo pero que Salvini, en lógica maniquea, plantea ante el pueblo, esperando despertar su ira y, por tanto, su consenso: «Hoy estaba leyendo la entrevista a Gentiloni [actual Comisario Europeo de Asuntos Económicos] que ya está preparando la renovación del inciucio entre el Partido Popular y los Socialistas, pero hoy presentamos una idea diferente de la UE, donde no se discute la reducción del déficit, de la deuda, del recorte del PIB, de la inflación, sino del trabajo, del bienestar, del derecho a la salud, a la escuela, a la seguridad, en definitiva, la Italia de los derechos contra la Europa de los recortes y de Soros».

El enésimo, desgarbado, intento de Salvini de mantenerse en boga no parece, por el momento, exitoso, pero no hay que olvidar que en las próximas elecciones europeas la derecha soberana podría obtener excelentes resultados. De hecho, según las últimas encuestas, ID podría superar a ECR, convirtiéndose así en la tercera fuerza parlamentaria europea.

Mientras tanto, Giorgia Meloni celebra la fiesta de su partido, donde se ha codeado, además de con sus aliados naturales, con Elon Musk, el polémico magnate fundador de Tesla que compró recientemente la red social Twitter y que ha protagonizado diversas controversias por sus posicionamientos favorables a la «derecha alternativa» o alt-right estadounidense.

Autor: Pierangelo Rubin

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