Guerra en el PP: Ayuso contra Casado y las claves del conflicto
El Partido Popular (PP), el principal partido de derecha conservadora de España, gozaba de una luna de miel en las encuestas con el sueño de alcanzar la Moncloa en las elecciones generales de 2023. Una auténtica guerra en el seno de la formación amenaza ahora estas ambiciones, tensionando todo el partido y causando desafección en su posible electorado.
La pugna en cuestión tiene dos grandes rivales, dos de los referentes políticos de la derecha: Pablo Casado, líder del PP a nivel estatal, por un lado, e Isabel Díaz Ayuso, líder del PP de la Comunidad de Madrid, por el otro. Habría que sumar a estos contendientes sus escuderos: el secretario general del PP, Teodoro García Egea, y el siempre polémico experto en comunicación, Miguel Ángel Rodríguez.
Esta guerra en el PP ha venido provocada por los deseos de Isabel Díaz Ayuso de ostentar la presidencia del PP de Madrid, todo un bastión de poder popular que crearía un hiperliderazgo de Ayuso al estilo de Esperanza Aguirre. Toda una concentración de poder institucional como presidenta de la Comunidad de Madrid y del poder orgánico como presidenta del PP de Madrid.
Este puesto de lujo en la jerarquía popular ha hecho saltar todas las alarmas en Génova, sede del partido. Desde este trampolín, Isabel Díaz Ayuso podría intentar tomar el control de la organización si Casado es derrotado en las elecciones generales de 2023, una posibilidad nada lejana.
Además, ha causado muchas suspicacias que Díaz Ayuso muestre tanto interés e incluso desee adelantar el congreso del partido. Esto es algo que los actuales estatutos no contemplan, pero que permitiría a la presidenta aprovechar su éxito en las elecciones de Madrid. Así, desde Génova se plantea un candidato alternativo. Todas las cábalas señalan a la única persona que podría enfrentarse a Ayuso y que además es fiel a Pablo Casado: el alcalde de la capital José Luís Martínez Almeida.
Toda una guerra en el PP que está copando periódicos y televisiones y que conviene desgranar.
Desavenencias que vienen de lejos
Si bien esta guerra en el PP ha saltado ahora a las portadas, los roces entre Génova y Sol, la sede de poder de la presidenta madrileña, llevan fraguándose tiempo.
Ayuso y Casado mantenían una excelente relación, de hecho eran amigos desde hace 17 años, cuando se conocieron en Nuevas Generaciones del PP de Madrid. Ambos además pertenecían al ala más escorada a la derecha, si bien Ayuso pertenece al sector de la expresidenta de la Comunidad de Madrid Esperanza Aguirre y Pablo Casado al del expresidente José María Aznar.
De hecho el éxito de Ayuso se debe a Casado, quién siendo esta una desconocida, fue elevada por el líder a la presidencia de la CAM.
Pero la relación empezó a torcerse cuando Ayuso designó como jefe de gabinete a Miguel Ángel Rodríguez (MAR), su principal asesor de comunicación que está detrás del incontestable éxito de Ayuso y su campaña trumpista y en du día llevo a Aznar a la Moncloa.
Esta decisión no fue bien vista por Génova, pero la dejaron pasar. En la dirección nacional no veían bien los métodos de constante exaltación y provocación del asesor, ya que esto lo alejaba de la estrategia basada en el discurso moderado que adoptó Pablo Casado para intentar atraer el voto de centro.
Esto llevó además a un severo choque con Teodoro García Egea, creando una rivalidad que es actualmente enorme entre ambos. Bajo su mano, Ayuso se volvió más independiente de Casado: reclamó para sí espacios propios y la independencia del PP madrileño.
La situación empeoró durante la pandemia, con la dirección nacional dudando de que el camino de Madrid, con medidas más relajadas que las del resto de territorios del PP, daba sensación de falta de unidad en el partido. El enfrentamiento con Pedro Sánchez, eclipsando a Casado, tampoco gustó mucho.
Sobre el adelanto electoral hay fuentes contradictorias: algunas señalan que el PP nacional avaló la acción, otras que intentaron impedirla.
La adición de Toni Cantó a las listas del PP madrileño también fueron impuestas por Génova, pese a que después fuesen negadas por la justicia.
Aquí el choque ya estaba bien presente. En una de las últimas reuniones que tuvo Teodoro y MAR, este primero le dijo: ‘No tienes derecho a enfrentar a Casado y Ayuso. No lo permitiré’. Poco después de este encuentro, MAR era expulsado de todas las reuniones oficiales del PP y se le aconsejó no aparecer por Génova.
La paz no llegó ni con la gran victoria de Ayuso en Madrid. La dirección nacional exigió que Pablo Casado posara en todo momento junto Ayuso. MAR pidió 30 segundos solo para la líder popular que fueron denegados.
Desde entonces las suspicacias siguieron en aumentó. Y, en verano, el pulso público empezó a verse, pese a un reencuentro en octubre, en el gran evento del PP en Valencia donde ambos aparecieron juntos y se apoyaron con sus mensajes.
Estas buenas palabras solo duraron semanas.
Los miedos de Casado y las opiniones de los cuadros ante la guerra en el PP
Actualmente la relación entre Casado y Ayuso parece rota. Y también con su equipo, como reveló el hecho de que que la líder popular tenía bloqueados en WhatsApp a la mayoría de la cúpula de Casado. Las opiniones dentro del partido son múltiples, como recogen distintos medios. Algunos barones y cargos consideran que la opción de Casado es razonable.
Sobe el pulso de Ayuso un barón opina “está dejando a Génova sin salidas”. “Está provocando que la única forma de que Génova gane sea que el congreso se celebre cuando Génova diga, y que la presidenta del PP de Madrid no sea ella”.
Ciertos sectores consideran que Ayuso está siendo desleal con Casado. “Ella está forzando demasiado”, señala un miembro del PP de Madrid. En cambio otros sectores, más cercanos a Ayuso o neutrales, consideran que la presidenta está haciendo lo correcto. De hecho, la mayoría de sus homólogos presidentes de comunidades autónomas lo son también en la parte orgánica, en el partido, por lo que entienden es natural que Ayuso quiera ser presidenta.
En esta línea se ha pronunciado García Margallo: “Mi opinión es que Ayuso debe ser presidenta del partido regional, como son todos sus colegas. Además, tiene dentro de dos años unas elecciones autonómicas que son vitales para el PP nacional. Y cuanto antes se le dé la vara de mando [del partido] mejor, porque más tiempo tendrá para prepararlas”.
Sectores cercanos a Ayuso también consideran que la presidenta es un terremoto electoral y que es absurdo ponerle trabas por cuestiones de ego. En esta cuestión señalan los miedos de Pablo Casado, temiendo que Ayuso le quite todo el protagonismo y pueda sucederle antes de tiempo. Miedo e inseguridad que no tienen sentido cuando ambos defienden el mismo proyecto, afirman.
En lo que están de acuerdo todas las fuentes consultadas es que una guerra en el PP de esta magnitud lastra sus opciones electorales. Según muchos dirigentes “esta guerra no se entiende” en un momento donde el partido esta fuerte, debilitando su labor de oposición.
Además, desmoviliza al electorado y la militancia, ya que apostar a las peleas internas suele ser una estrategia perdedora.
Junto a esto se encuentra la situación de que el líder del PP se enfrente a un personaje de enorme popularidad en la derecha como Ayuso (y que posiblemente le gane en Madrid). Y además que está jugando la estrategia de la victimización, presentándose en un David contra Goliat que tanto éxito le dio contra Pedro Sánchez.
“Si Ayuso es derrotada, su figura quedará deslucida. Si en cambio es Casado el derrotado, esto mermará sus capacidades a nivel nacional”, comentan fuentes populares.
Una autentica guerra en el PP que promete acabar mal para la formación.
Las bazas de Casado: el congreso y sus reglas
La trifulca de base parece pese a todo desbalanceada para Casado, ya que la popularidad de Ayuso está en su mejor momento, mientras que el liderazgo de este siempre ha sido puesto en duda. Y además la única persona que puede combatir contra Ayuso es José Luis Martínez Almeida, aunque con cierta desventaja según la mayoría de encuestas sobre popularidad.
Pero el líder popular tiene un apoyo nada desdeñable: el aparato del partido y las reglas del juego.
Serán los afiliados madrileños (9.944 en la última votación) los que elijan a la líder. Pero es la comisión nacional del partido la que decide las reglas en las que celebrará el próximo congreso del PP y este está copada por afines a Casado. Isabel Díaz Ayuso quiere que el congreso se celebre cuanto antes y además que el sistema sea el mismo que se uso con Cristina Cifuentes: “una persona, un voto”. Un sistema que sin duda beneficiaría a la candidata en esta guerra en el PP. Pero no parece que vaya a ser así.
Por un lado, el sistema de elección en las primarias del PP es a doble vuelta: todos los candidatos se presentan en una primera vuelta. Los dos mejor posicionados pasan a la segunda. Si el primero obtiene más del 50% de los votos y supera al segundo por un porcentaje del 15% es proclamado directamente ganador. En caso contrario haría falta una segunda votación. Y aquí está el quid de la cuestión.
En esta segunda votación el equipo de Casado, en vez del sistema “una persona, un voto” prefiere usar otro de los sistemas que usa el PP, el de los compromisarios. En este no participa la militancia sino los “compromisarios”: los líderes orgánicos del PP madrileño y ciertos militantes electos respecto al resultado del voto de la militancia general.
Esta fue el mismo sistema por el que Soraya Sáenz de Santamaría ganó en primera vuelta, pero perdió en la segunda, ya que María Dolores de Cospedal cedió sus compromisarios a Casado.
En este caso, Casado controlaría buena parte de los compromisario, ya que es Génova quién valida las futuras listas electorales. De hecho a día de hoy Isabel Díaz Ayuso está haciendo un frenético tour por las ejecutivas de Madrid sin que muchos compromisarios se pronuncien sobre a quién apoyarán.
Además, la ejecutiva se mantiene firme, tal y como se decidió en su día, de que toda la renovación de presidencias de las provincias uninominales se celebrará en primavera de 2022.
Ayuso argumenta que necesita hacerlo antes para poder preparar bien las elecciones autonómicas de 2023.
Desde Génova saben que cada día que pase es un día en que el recuerdo de las elecciones madrileñas de 2023 se difumina y que en la actual modernidad líquida, dos meses en política pueden parecer toda una vida.
Un conflicto que podría cronificarse
Así, ciertos dirigentes señalan la llegada de un “otoño caliente”, pese al abrumador grito de las bases, líderes orgánicos y cargos electos de que se pare el conflicto.
Y es que si el próximo congreso es finalmente en primavera, la guerra en el PP puede durar casi medio año, dañando y desluciendo la imagen del partido.
Además, no parece que haya ningún intento de acercar posiciones. Desde los de Casado asumen que la dirección no modificará las bases del próximo congreso.
En varias ocasiones Pablo Casado ha reconocido que el “no acepta presiones” y parece que esta vez será igual. Por su lado el equipo de Ayuso sigue con la firme convicción de presentarse para líder el partido en la CAM.
El único actor que no se ha pronunciado es Martínez Almeida, que si bien no afirma, tampoco niega y dice que “no es momento de hablar de esto”. Los sectores cercanos a Casado aseguran que dará el paso si este se lo pide. Aunque por ahora sigue habiendo una teórica buena sintonía entre ambos líderes.
Los tiempos son generosos. Un candidato a estas primarias puede presentar su candidatura hasta 45 días antes del citado congreso.
Casado además ha ordenado al partido que deje de hablar de la polémica, declarando una “ley del silencio” antes las constantes declaraciones en prensa, información privilegiada suministrada y demás conspiraciones (como la que según el periódico La Razón, Génova estaba buscando trapos sucios de Ayuso similares a los de Cifuentes que pudieran ocasionar su caída).
Sino hay una reconciliación in extremis que lo evite, todo una autentica guerra en el PP que amenaza con tensionar las costuras del partido.
Enlaces, fuentes y bibliografía:
– Foto de portada: Isabel Díaz Ayuso y Pablo Casado. Autor: PP Comunidad Madrid, 25/11/2019. Fuente: Flickr (CC BY 2.0)
Director de Al Descubierto. Estudiante de Ciencias Políticas y máster en Política Mediática. Apasionado del estudio y análisis del hecho político, con especial interés en el fenómeno de la extrema derecha, sobre la que llevo formándome desde 2012. Firme defensor de que en política no todo es opinable y los datos, fuentes y teorías de la ciencia social y política deben acompañar cualquier análisis.