El Congreso apoya catalogar el antigitanismo como delito de odio con la única abstención de Vox
El Congreso aprobó este jueves una reforma del Código Penal para sancionar el antigitanismo e incluirlo dentro de los delitos de odio. Esto se ha conseguido mediante una enmienda a la ley para la Igualdad de Trato y la No Discriminación, más conocida como ley Zerolo, una ley impulsada para evitar que ninguna persona sea discriminada por ninguna razón intrínseca. La ley ha contado con un apoyo abrumador por parte del Congreso de los Diputados, a excepción de Vox, que se ha abstenido.
Si finalmente la totalidad de la ley es aprobada, se reformarán los artículos 22 y 510 quedando el artículo 22 de la siguiente manera: “Cometer el delito por motivos racistas, antisemitas, antigitanos u otra clase de discriminación referente a la ideología, religión o creencias de la víctima, la etnia, raza o nación a la que pertenezca, su sexo, edad, orientación o identidad sexual o de género, razones de género, de aporofobia o de exclusión social, la enfermedad que padezca o su discapacidad, con independencia de que tales condiciones o circunstancias concurran efectivamente en la persona sobre la que recaiga la conducta”.
Así el antigitanismo será un agravante, castigándose con entre 1 y 4 años de cárcel a los que promuevan el odio o la discriminación por motivos antigitanos, y de 6 meses a 2 años, si menoscaban, humillan o enaltecen delitos realizados contra los gitanos.
Los tres diputados gitanos del congreso, Ismael Cortés (Unidas Podemos), Beatriz Castillo de los Reyes (PSOE) y Sara Giménez (Ciudadanos) han participado en el debate de la modificación.
Vox y su ambivalencia con el pueblo gitano
La extrema derecha utiliza un discurso plagado de racismo y de xenofobia, por lo que suele confrontar con todas las etnias minoritarias. De esta forma, organizaciones políticas de ultraderecha a lo largo y ancho del mundo, pero especialmente en Europa del este pero también en Portugal o Alemania, han adoptado posturas antigitanistas.
El caso de Vox la formación no ha destacado especialmente por este rasgos (si bien no ha sido amiga) teniendo una posición más ambigua. E incluso en ocasiones ha dirigido palabras de enaltecimiento al pueblo gitano.
Las razones de esto, al igual que con parte de la inmigración de América Latina, puede ser la percepción de un voto conservador en lo social y, sobre todo, la importancia de la religión, pilar central en Vox.
Más en el caso del evangelismo, que ha sido uno de los potenciadores de la extrema derecha en el continente americano y que, en España, donde es fuerte en el pueblo gitano, también tiene este carácter ultraconservador (si bien en bastante menor medida que en América Latina, donde el evangelismo ha sido utilizado por las fuerzas ultraderechistas, especialmente en países como Brasil).
Incluso a veces desde su web, Vox ha hablado de la necesidad de la inclusión del pueblo gitano en la sociedad.
Antigitanismo en acción
Pese a eso, esta relación causa reticencias tanto externas como internas, y es aquí donde Vox ha dado múltiples señales de antigitanismo, tanto en discurso como en acción. Por ejemplo en el tuit anterior, se puede ver como la casi totalidad de los comentarios de sus votantes atacan al pueblo gitano.
Pero, además, Vox ha tenido varios encontronazos con sus representantes. Macarena Olona se enzarzó con la diputada socialista Beatriz Castillo de los Reyes a la que acusó de manera racista de “abandonar al pueblo gitano por una poltrona pública”.
La diputada le respondió: “Debe escocerle mucho a la ultraderecha que siendo gitana ostente tan alta responsabilidad como diputada del PSOE. Pues acostúmbrate porque ya hemos llegado, pisando fuerte y sin miedo al fascismo”.
De la misma manera en Ceuta se han hecho famosos los ataques del concejal de Vox, Carlos Verdejo, a todos lo que tenga que ver con la cultura árabe y también la gitana.
En uno de los plenos en celebración del Día del Pueblo Gitano, Verdejo acusó a los gitanos de “hacer negocio de su raza y beneficiarse”. Tan tremenda afirmación era por una partida presupuestaria de unos pocos miles de euros para costear los gastos de la fiestas públicas por ese día.
El consejero de Educación y Cultura, Carlos Rontomé, le respondió: “en mi Consejería se conceden más de 40 subvenciones, pero ustedes solo están obsesionados con las tres que se conceden a las culturas minoritarias. Por esta, es a la segunda vez que preguntan”.
De la misma manera hay gitanos en Vox que han salido huyendo de la formación. Este el caso de Antonio Sánchez, alcaldable de Vox por Alfarràs, Cataluña. Sánchez afirma que se marchó de la formación por su antigitanismo y antiindepentismo, acusando a Vox de engañarle.
Los votos de la formación ultraderechista también dan pistas claras. El 28 de abril de 2021 Vox fue la única formación en abstenerse para la creación de una comisión contra el antigitanismo, negando que existiera exclusión. Exactamente igual que en el Congreso de los Diputados, lo que deja claro la visión que tienen de la causa gitana.
El antigitanismo, marca de la extrema derecha europea
Y es que el antigitanismo es un rasgo bastante común de la extrema derecha europea, que se ha pronunciado en mayor o menor medida sobre este asunto y que se puede comprobar directamente en muchos de sus programas electorales, acciones o declaraciones.
Uno de los partidos más antigitanos de la UE es el de Basta! (Ch) en Portugal. Esta formación ha convertido el tema de los gitanos en algo central de su campaña, culpándoles de varios males del país pese a que representan un porcentaje muy reducido de la población.
La vecina Francia con Le Pen, no ha estado exenta tampoco de antigitanismo. El fundador del Frente Nacional, Jean Marie Le Pen, ha sido condenado a distintas multas en múltiples ocasiones por comentarios discriminatorios hacia los gitanos. Un miembro del FN llegó a pedir “concentrar en campos” a los gitanos, tachándolos de lepra.
En Italia y durante su etapa de ministro del Interior, Matteo Salvini propuso crear un censo de gitanos, intentado expulsar a los que no son italianos y lamentando a los que sí lo son: «Los que son de aquí, por desgracia, hay que quedárselos«.
Por su parte, Viktor Orbán, presidente del gobierno húngaro, se ha mostrado contrario a medidas para resarcir por la segregación racial a los gitanos impulsado por la UE, convocando un referéndum para eliminar esas ayudas.
Más actual aún es el caso de Ucrania, donde la extrema derecha nacional ha realizado campañas de discriminación y humillación a gitanos autóctonos que han sido denunciadas a la Unión Internacional Romaní.
En el mismo caso Polonia, gobernada por Ley y Justicia, ha impedido o dificultado la entrada al país a refugiados gitanos provenientes de Ucrania.
Ejemplos que se repiten allá donde se mire en la extrema derecha europea y que reflejan el antigitanismo de este sector ideológico, heredado de los años 30.