El Ayuntamiento de Barcelona aprueba un ‘cordón sanitario’ para aislar a Vox
El Ayuntamiento de Barcelona aprobó el miércoles 17 de enero una proposición presentada por Barcelona en Comú para que los grupos políticos municipales aíslen institucionalmente a los dos únicos concejales de Vox. La propuesta presentada por la portavoz del grupo Ada Colau y defendida por la concejala Jessica González en la Comisión Municipal de Presidencia ha sido aprobada por el resto de fuerzas políticas a excepción de PP y, lógicamente, Vox.
Esta versión municipal del llamado «cordón sanitario» a la extrema derecha se fundamenta en desarrollar una administración «libre de discursos de odio» sin «el racismo ni las discriminaciones de ningún tipo». Si bien la idea central de este aislamiento ya se lanzó en septiembre de 2023, la propuesta se ha concretado en tres cuestiones.
En primer lugar, en impedir la presencia de partidos políticos ultraderechistas en las presidencias de las sesiones plenarias de distrito y en las comisiones de pleno o de investigación; en segundo lugar, en buscar el compromiso del resto de grupos políticos para rechazar sistemáticamente cualquier moción, propuesta o iniciativa política de este tipo de formaciones; y, en tercer lugar, en no invitarles ni convocarles en actos con otras organizaciones del municipio.
Sin embargo, el texto de la propuesta va más allá. Los partidos políticos con representación en los ayuntamientos suelen ponerse de acuerdo para lanzar lo que se denominan «declaraciones institucionales». Esto es, que existe unanimidad como institución con respecto a un tema concreto, normalmente manifiestos en días señalados como el Día Internacional de las Mujeres del 8 de marzo u otros, y a menudo procede, o bien de un acuerdo del ayuntamiento con asociaciones sin ánimo de lucro de la localidad, o bien de un organismo de participación, o bien de la Federación de Municipios y Provincias de España. Dado que desde su aparición Vox se ha dedicado a dinamitar estas declaraciones institucionales, la propuesta de «cordón sanitario» propone una modificación de esta regla para que el Ayuntamiento de Barcelona pueda aprobarlas sin necesidad de Vox.
Por último, propone una breve modificación del Reglamento Orgánico Municipal y las Normas Reguladoras de los Distritos del consistorio “con el objetivo de blindar el Ayuntamiento, los Distritos y el conjunto de la actividad municipal de discursos de odio y discriminaciones”.
La reacción al cordón sanitario a Vox en Barcelona
Con esto, tanto el grupo de los comunes como los partidos que han decidido suscribir esta propuesta esperan «no normalizar ni legitimar la acción política de las formaciones de extrema derecha». Por supuesto, en esta definición entra el partido liderado por Ignacio Garriga.
Así, mientras que la concejala Jessica González ha señalado al PP por no sumarse a una propuesta que “tiene como objetivo impedir que los discursos de odio, que discriminan a los migrantes, al colectivo LGTBI, no tengan altavoz en las instituciones: ni presidencias, ni portavoces, ni ningún cargo institucional desde donde puedan ampliar su odio hacia la ciudadanía”, los populares han defendido su voto señalando la hipotética ambigüedad de decidir qué partido se considera de extrema derecha. “La pregunta clave para entender nuestra oposición a esta forma de hacer política es: ¿quién decide qué es extrema derecha para excluirla de la vida política?”, ha dicho Juan Milián.
Por otro lado, mientras la socialista Maria Eugénia Gay Rosell ha apoyado la propuesta diciendo que «el discurso de odio es una amenaza», el portavoz del grupo municipal de Vox, Gonzalo de Oro, se ha defendido que su partido está aquí «para los barceloneses y no para señalar a nadie» y que «cualquier día nos van a pegar un tiro». «¿Por qué solo la extrema derecha y no la extrema izquierda?¿Quién decide a quién se excluye de la vida política?”, ha apostillado.
Esta propuesta, a pesar de que es la primera vez que se presenta en una ciudad como Barcelona, sigue la línea de otra ya aprobada por el Parlament de Catalunya en 2021 por Esquerra Republicana de Catalunya (ERC), Junts per Catalunya (Junts), el Partit Socialista de Catalunya (PSC), En Comú Podem y les Candidatures d’Unitat Popular (CUP) y que Vox trató de recurrir judicialmente. Debido a esto, todas las propuestas de Vox han sido sistemáticamente rechazadas.
Por otro lado, este tipo de propuestas donde partidos tanto de izquierda como de derecha se ponen de acuerdo para aislar a las fuerzas que agitan discursos de odio y antiderechos ha sido una normalidad en muchos países de Europa. Un ejemplo es en Francia con el partido Agrupación Nacional (RN) de Marine Le Pen: históricamente, durante la segunda vuelta de las elecciones presidenciales, los partidos han pedido a sus votantes que apoyen al candidato contrario, siendo el último Emmanuel Macron.
Otro ejemplo es Alemania. Desde hace décadas, tanto la Unión Cristianodemócrata (CDU) como el Partido Socialdemócrata (SPD) se han puesto de acuerdo para aislar al Partido Nacionaldemócrata de Alemania (NPD, renombrado La Patria) como ahora también a Alternativa para Alemania (AfD). Si bien con la popularidad de esta formación poco a poco se ha ido rompiendo este «cordón sanitario», en 2023 el líder de la CDU, Friedrich Merz, declaró que «mientras yo lidere mi partido no habrá ningún tipo de cooperación con esa formación», en referencia a AfD.
Esa estrategia, que tiene como precedente los crímenes de la extrema derecha durante los años 20, 30 y 40 en Europa, especialmente durante la Segunda Guerra Mundial, busca precisamente evitar que formaciones políticas contrarias a los derechos humanos y la democracia se normalicen y/o toquen poder. Así, partidos que normalmente pivotan entre ser tercera, cuarta o quinta fuerza, segunda en el mejor de los casos, tienen escasas posibilidades de acceder a puestos de gobierno a pesar de tener buenos resultados.
Sin embargo, el auge del discurso ultraderechista de las dos últimas décadas, donde estos partidos están alcanzando el segundo o incluso el primer puesto en intención de voto, han hecho reconsiderar la utilidad de este «cordón sanitario». El hecho de que los partidos políticos de extrema derecha se postulen como «antisistema», «antipolíticos» o «rebeldes», víctimas de una suerte de conspiración, podrían estar viéndose validados frente a la sociedad con este tipo de aislamiento institucional y político.
De hecho, en España no se ha aplicado ese «cordón sanitario». Especialmente gracias al Partido Popular (PP), la extrema derecha ha podido acceder a puestos de poder, proyectarse comunicativamente, imponer sus propuestas y acciones políticas y amasar una gran cantidad de recursos económicos. Sin embargo, las últimas encuestas de intención de voto apenas le dan a Vox un 8.3% de los sufragios. Esto supondría una pérdida de 4 puntos con respecto a las últimas elecciones generales, un tercio de sus apoyos.
Pese a todo, quienes defienden este aislamiento de la extrema derecha, como ha pasado en Barcelona, lo argumentan también en base a una cuestión de principios, de respeto a los derechos humanos, a las libertades y a la democracia en sí misma.
Jefe de Redacción de Al Descubierto. Psicólogo especializado en neuropsicología infantil, recursos humanos, educador social y activista, participando en movimientos sociales y abogando por un mundo igualitario, con justicia social y ambiental. Luchando por utopías.