Opinión

Imperium in imperio

La expresión Imperium in imperio aparece en el prefacio de la Ética III, escrito por el filósofo Baruch Spinoza. Este holandés del siglo XVII criticó la suposición de que las personas están gobernadas por leyes distintas a las que gobiernan el resto de la naturaleza. Es decir, que somos un imperio dentro de otro imperio más grande al que los humanos denominamos naturaleza.

Por tanto, el reino de las personas no es diferente al del insecto que camina en zigzag, dejando detrás de su abdomen pequeños restos de arena mientras se adentra en el húmedo suelo cubierto de hojarasca. Esta premisa es fundamental para comprender que nuestra existencia siempre esta mediada por las relaciones sociales, por la significación y por la comprensión parcial, en muchas ocasiones, de la realidad. Esto es debido a la normalización de las estructuras sociales. Es decir, es causa y efecto de que veamos como natural toda una serie de comportamientos, situaciones y condicionamientos de los cuales somos protagonistas pero que, en realidad, están mediados por lo económico, lo social y lo político. Es decir, tendemos a ver como natural aquello que normalizamos, independientemente de su verdadero origen.

Toda esta proposición sirve para aproximarnos a la situación actual de la clase trabajadora. Acorralada por un capitalismo omnipresente y sin contrapesos, los chivos expiatorios que crea la extrema derecha se agrandan. En consecuencia, los problemas derivados de los procesos capitalistas se invisibilizan, dejando paso a toda una serie de relatos que personifican y culpan del sufrimiento sistemático del capitalismo a grupos como los trabajadores migrantes, el movimiento feminista, el sindicalismo o la izquierda en general.

Así, se busca el control social por parte de la extrema derecha y justificar la represión y la violencia interna del sistema capitalista (como la represión policial o los desahucios) y externa (represión en fronteras o inversión/participación en conflictos bélicos imperialistas). Además, tiene una consecuencia concreta: mientras más cale el discurso del chivo expiatorio, la erosión sobre nuestra conciencia de clase se agrandará. Por eso el problema de la extrema derecha es inseparable del conflicto capitalista de la lucha de clases, pues responde de manera directa a esa confrontación sobre nuestra conciencia y a la justificación de la represión sobre las personas como sujetos políticos por parte de la clase capitalista.

La enajenación y la alienación capitalista

«Cuando un ente empieza a actuar en contra de lo que es mejor para sí mismo, a destruirse (como, tristemente, observa Spinoza, suelen hacer los humanos), es porque fuerzas externas se han apoderado de él». Esta cita del filósofo británico Mark Fisher, que hace referencia a Spinoza, nos recuerda que la enajenación es uno de los fantasmas más omnipresentes y antiguos que nos persiguen.

La desorientación social, el sentirse extraño dentro de una realidad construida por el mercado, el consumismo, la familia y, en general, la (re)producción del trabajo, tiene mucho que ver con estas fuerzas externas presentes en el capitalismo que se ejercen sobre la clase trabajadora, que mercantilizan nuestra alma. Es quizá esté el síntoma más nocivo que nos paraliza, una sensación amiga del miedo, que indica que estamos sometidos inevitablemente a las lógicas de este sistema, aunque nos haga sufrir psicológicamente, aunque nos lleve a presenciar genocidios televisados, futuras guerras programadas o páramos climáticos en creciente y progresivo aumento.

Pero hay vida más allá de esta sensación de ahogo. De hecho, el ya citado Mark Fisher nos advierte de la necesidad de, por lo menos, pensar en alternativas a este falsamente inevitable final. Si bien es cierto que es probable, no le demos el gusto de autoproclamarse como el único desenlace posible.

Es ahora, más que nunca, con la pesadumbre que nos acecha en este albor oscuro, cuando debemos buscar el génesis de la alternativa social para poder enarbolar así una senda emancipadora a nivel político. Y para esto únicamente hay un camino: la toma de conciencia. «El capitalismo sería, pues, el sistema por el cual esta alienación de las capacidades humanas es llevada hasta su límite absoluto. Es un sistema monstruoso y prodigiosamente productivo, pero también es un sistema que parece explotar y oprimir -y de hecho explota y oprime- (…) El proletariado no ve la verdadera naturaleza de las cosas por el solo hecho de ser proletario. Solo pueden llegar a verla en virtud de lo que podemos llamar toma de conciencia» (Mark Fisher, Deseo Postcapitalista: 162).

En este punto quiero volver a Spinoza, un inspirador para los primeros postulados ateos, que se convierte ahora, más que nunca, con esa pequeña premisa nombrada al inicio, Imperium in imperio, en un buen guía para esta ardua tarea.

Ahora, que el fanatismo y la irracionalidad aumentan por doquier.

Ahora que el negacionismo, las teorías de la conspiración, las narrativas racistas, clasistas y bélicas vertebradas en un postfascismo al alza se lanzan hacia nosotras con más ahínco.

Justo ahora, cuando los demonios de este largo invierno en el que la clase trabajadora se ha sumergido sin el abrigo necesario nos zarandean sin cesar, volver a este Imperium in imperio se hace primordial.

Porque, por un lado, recuperemos la materialidad de la realidad, una realidad que compartimos como clase. Por otro, entendamos más allá de lo normalmente considerado inhumano, viendo al semejante en el extranjero asesinado, en el animal, en el pasto quemado, en el paisaje bombardeado.

El contemplador se encuentra fuera del paisaje, por que si no la naturaleza no puede convertírsele en paisaje (…) El conocimiento del presente, con el autoconocimiento de su propia situación social, con la revelación de la necesidad.

– Georg Lukács, Historia y conciencia de clase: 173, 229

Bibliografía:

– Mark Fisher, “Emotional Engineering”, k-punk, 03 de agosto de 2004.
– Mark Fisher, Deseo Postcapitalista, las últimas clases. Editorial Caja Negra (2024).
– Georg Lukács, Historia y conciencia de clase. Estudios de dialéctica marxista, México, Grijalbo (1969).

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Álvaro Soler

Articulista. Sociólogo y gestor medioambiental, con suerte de poder compartir vocación y formación. Las Ciencias Sociales son una parte muy importante de mi vida. Considero la divulgación a través de la sociología como una gran herramienta para destapar las injusticias sociales y arrojar luz sobre la actualidad diaria contribuyendo así a ser un poco más libres y justos.

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