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El fin de una red social: cómo Elon Musk acabó con Twitter

Twitter es una red social que apareció en el año 2006 de la mano de Jack Dorsey, Evan Williams, Biz Stones y Noah Glass, emprendedores y trabajadores del sector tecnológico. En poco tiempo, pasó a depender de Twitter, Inc., separándose de su empresa matriz. En 2008, apenas dos años después, la nueva red social ya era objeto de analistas de todo tipo, recibiendo opiniones controvertidas. Para 2010, apareció en el top 100 de la revista Time como una de las organizaciones más influyentes del año.

Y es que su crecimiento fue exponencial. Twitter se convirtió en la red social de microblogging más importante del mundo y pasando a ser, junto a Facebook e Instagram, una de las principales redes sociales en cuanto a número de usuarios, interacciones e influencia, generando incluso su propio vocabulario, como la palabra tuit o el verbo tuitear.

Lo que a mucha gente podría parecerle una nimiedad al principio, pues Twitter únicamente permitía compartir mensajes de 140 caracteres donde los usuarios hablaban de auténticas trivialidades, se transformó paulatinamente en una plaza pública de información de todo tipo y donde las personalidades e influencers tenían contacto muy directo con su audiencia. Twitter terminó siendo sinónimo de actualidad, reflejada en sus famosos Trending Topics (abreviado TT) y el uso de hashtags, etiquetas temáticas que, hoy en día, forman parte cualquier iniciativa en comunicación.

Destacar el importante papel que tuvo en el ámbito político. No se puede entender, por ejemplo, las protestas que sacudieron el mundo entre 2010 y 2014 sin Twitter, una red social que se empleó en movilizaciones como las de la llamada Primavera Árabe, las del Movimiento 15M en España o las de Occupy Wall Street en Estados Unidos. La rápida expansión de movimientos sociales de protesta que buscaban una alternativa a las decisiones políticas tras la crisis financiera de 2008 y la generalización de las ideas y eslóganes de aquel momento, que más tarde darían lugar a movimientos como el #MeeToo o el Black Lives Matter, no pueden entenderse sin Twitter que, por aquel entonces, sirvió como una potente herramienta comunicativa frente a los medios de comunicación tradicionales.

No en vano, la red social pasó de 475.000 cuentas en 2007 a 7 millones en 2008. En 2011, superó las 300 millones de cuentas. En 2013, la empresa salió a bolsa. Además, progresivamente fue añadiendo nuevas funcionalidades: previsualización de imágenes y vídeos, ampliación a 280 caracteres, creación de hilos… que aumentaron su popularidad.

Twitter y sus primeras controversias

Como toda red social, Twitter nunca ha dejado de ser un negocio. Aunque la retirada de anuncios fue una decisión popular al principio, la empresa matriz registró caídas en bolsa entre 2013 y 2017 de hasta el 62%, empezando a sufrir un serio estancamiento de usuarios a partir de ese año, muy probablemente debido a la popularización de otras plataformas como forma de comunicación como es YouTube o Instagram a través de formatos más audiovisuales.

Uno de los polémicos tuits de la influencer Biyín que refleja las pocas restricciones de Twitter en sus inicios
Uno de los polémicos tuits de la influencer Biyín que refleja las pocas restricciones de Twitter en sus inicios

La red social ha sufrido acusaciones de censura mediante la manipulación de su algoritmo, ocultando unos trends por sobre otros de manera interesada (lo que se conoce popularmente como shadowban), por ejemplo, durante las protestas en 2010 por la filtración de documentos secretos de WikiLeaks o las de Occupy Wall Street.

Sin embargo, una de sus mayores polémicas ha sido la gran cantidad de bots y cuentas falsas que inundan la red social que, compradas por intereses económicos y/o políticos, empezaron a causar una distorsión palpable en lo que era percibido como «actualidad», redirigiendo la atención hacia determinados temas aprovechando el algoritmo de la propia red social, especialmente entre los años 2015 y 2016.

Estos años marcan la irrupción del discurso de la «derecha alternativa» o alt-right estadounidense en las redes sociales (no únicamente en Twitter). En aquel momento, los mecanismos existentes de moderación eran muy pocos y generalmente poco efectivos, proliferando todo tipo de contenido de odio y dando lugar a las primeras campañas de desinformación a través de bulos y fake news.

El escándalo de Cambridge Analytica, una empresa creada en 2013 con el objetivo de sacar rédito político de los datos de los usuarios de Facebook para potenciar las campañas electorales de Donald Trump en 2016 y de otros políticos ultraconservadores es un claro reflejo de cómo perfiles y organizaciones de ultraderecha intentaban apropiarse de estas herramientas digitales.

Esto condujo en 2018 y 2019 a serios cambios en las políticas de moderación de todas las redes sociales. Twitter, por ejemplo, llevó a cabo una gran purga de bots y cuentas falsas en 2018, entre otras medidas, que lograron estabilizar su crecimiento y mejorar su credibilidad, especialmente de cara a sus acciones en bolsa. En 2019, de la mano de Jack Dorsey, se creó BlueSky, una iniciativa adherida a Twitter para desarrollar una red descentralizada con un algoritmo personalizado que evitara estos problemas.

Acciones que, sin embargo, no fueron suficientes: la percepción de que Twitter se estaba convirtiendo en un pozo de abundaban cuentas anónimas vertiendo insultos y discursos de odio fue haciéndose cada vez más unánime, empeorando durante la pandemia de COVID19, donde la proliferación de las teorías de la conspiración terminó por disparar a la red social como una de las herramientas de desinformación más empleadas y protagonizando numerosas polémicas, como el cierre de la cuenta de Donald Trump o el hecho de que numerosos usuarios se organizaban para denunciar en masa cuentas y lograr la suspensión de las mismas.

Tanto 2020 como 2021 fueron años clave para Twitter. La victoria electoral de Joe Biden sobre Donald Trump en octubre de 2020 y el asalto al Capitolio el 6 de enero de 2021 por sus seguidores coincidieron con un amplio descontento por parte de los perfiles más trumpistas y de extrema derecha hacia las políticas de moderación de Twitter, que acusaban de censura a la red social.

Así, multitud de perfiles de este espectro se marcharon a alternativas como Parler o Gab, esta última especialmente después del fin de Parler en 2021 tras las investigaciones que concluyeron que fue utilizada para organizar el asalto al Capitolio. No contento con esto, a finales de 2021, Trump anunció la creación de Truth Social, una red social similar a Twitter como parte del lanzamiento de su imperio mediático a partir de su conglomerado empresarial Trump Media & Technology Group (TMTG).

Pese a la visión de este tipo de perfiles, en 2021, un estudio reveló que los algoritmos de Twitter amplifican más a los políticos y medios de derechas en varios países, como Estados Unidos o España. La jefa de aprendizaje automático, ética, transparencia y responsabilidad de Twitter, Rumman Chowdhury, reconoció las conclusiones de este estudio, pero aseguró que no podía explicar los motivos de esta discriminación.

En medio de este ambiente de creciente polarización y descontento, ese mismo año, BlueSky se separó legalmente de Twitter y Dorsey abandonó su cargo de CEO, que tenía desde 2015, aunque permaneció en la Junta Directiva de Twitter, si bien su objetivo era centrarse en el nuevo proyecto.

Sin embargo, lo peor estaba por llegar.

La adquisición de Elon Musk: de Twitter a X

A principios de 2022, Elon Musk, conocido empresario sudafricano fundador de Tesla y SpaceX, coqueteaba públicamente con la idea de ser el dueño de su propia red social, a pesar de todas las alternativas existentes. El 4 de abril de 2022, Musk, revela que se había convertido en el mayor accionista de Twitter, Inc. al adquirir el 9,1% de sus acciones por 2.640 millones de dólares.

Elon Musk se había fraguado una reputación como magnate del sector tecnológico. Involucrado en la fundación de Paypal, Musk estuvo bien relacionado con perfiles del mismo ámbito afincados en Silicon Valley que, de un modo u otro, habían participado en el origen de Paypal y que, hoy en día, han acabado conformando parte de la élite económica mundial o se han posicionado estratégicamente dentro del sector, motivo por el cual se les denomina despectivamente como «Paypal mafia«.

La estrategia de marketing de Musk siempre ha ido dirigida para postularse más como un idealista y un visionario que como un empresario de éxito. Para la historiadora Jill Lepore de la Universidad de Harvard, Musk es el inventor de un nuevo tipo de capitalismo: el muskismo. ‘’Un capitalismo extravagante y extremo en el que el valor de las acciones lo determinan las ganancias, pero también las fantasías’’, relata.

Con sus empresas, SpaceX, Tesla, SolarCity, Neuralink u OpenAI, ha buscado proyectar una imagen de visionario y futurista, e incluso de genio incomprendido. Una suerte de Iron Man de la vida real. No en vano, como nota de curiosidad, ha aparecido en multitud de cameos y en series de televisión relacionadas con la ciencia, como The Big Bang Theory, Rick y Morty o Iron Man 2.

Así, pronto los rumores de la compra de Twitter por parte de Musk no tardaron en asomar. Y él no lo vendió como una forma de aumentar sus beneficios económicos, sino que se presentó así mismo como libertador. Su premisa era que la red social había dejado de ser el bastión de libertad que había sido en el pasado y que se había convertido en una herramienta opaca y de censura, comprando muy buena parte del discurso trumpista al respecto.

Finalmente, tras varios encontronazos, Elon Musk compró Twitter a través del holding X Holdings, fundado por el propio Musk, por 44.000 millones de dólares.

1. Despidos masivos y reorganización

Tras la compra de Twitter, Musk despidió al 50% del personal, incluyendo equipos de moderación, seguridad y desarrollo técnico, además de a toda la Junta Directiva, situándose como director único.

Esta decisión, que Musk justificó argumentando que la empresa «perdía 4 millones de dólares al día», fue criticada no solo porque afectó la capacidad de la plataforma para operar de manera estable y segura, sino por la forma en la que se deshizo de una plantilla clave para el progreso de Twitter: enviando un mensaje por correo electrónico. También implementó una política de «trabajo extremo», exigiendo largas jornadas y despidiendo a quienes no cumplían sus expectativas.

Tan problemático fue el caso que los empleados de Twitter presentaron una demanda colectiva argumentando que la compañía estaba haciendo grandes recortes de empleos sin dar un aviso de 60 días, lo que va en contra de la ley federal y del Estado de California, sede de la empresa. Poco después, pidió a varios de estos empleados que regresaran a sus puestos de trabajo alegando que muchos de estos despidos fueron un error.

Sacudido por las polémicas y la pérdida de valor en bolsa de Twitter en apenas unos meses, Elon Musk puso una encuesta en Twitter acerca de si debería seguir en el puesto de CEO de Twitter, Inc, ya integrada en X Corp, en diciembre de 2022. Con un 57,5%, los votos fueron favorables a que abandonara ese puesto, cuestión que hizo efectiva en mayo de 2023, poniendo fin a la reestructuración orgánica de la empresa.

Tres de los antiguos directivos también presentaron una demanda contra Elon Musk a principios de 2024 pidiéndole 128 millones de dólares en concepto de indemnización por despido injustificado. Elon Musk motivó los despidos de los antiguos directivos de Twitter alegando “negligencias graves” y “conductas intencionadas perjudiciales para la empresa”, pero, según la demanda, no aportó ninguna prueba de ello.

2. Modificaciones en las políticas de moderación y restauración de cuentas

Una de las banderas e insignias de Elon Musk para la compra de Twitter era la de convertir la red social en un bastión de la «libertad de expresión». Junto a la reducción de los equipos encargados de la moderación, también se eliminaron restricciones de contenido y se restauraron antiguas cuentas y perfiles anteriormente suspendidos por contravenir las normas sobre discursos de odio o desinformación, incluyendo la de Nick Fuentes, conocido supremacista blanco. Por ejemplo, Musk eliminó la posibilidad de denunciar publicaciones alegando «desinformación».

Sin duda, esta es probablemente una de las medidas más polémicas de Twitter. Si ya era señalada por la proliferación de bulos y noticias falsas de corte conspiracionista, racista, xenófobo o negacionista, esto empezó a multiplicarse hasta el punto en que la Comisión Europea ha expedientado a la empresa por permitir contenido que podría contravenir al legislación europea. Por ejemplo, un estudio de 2023 concluyó que Twitter lideraba la información sobre negacionismo relacionado con el cambio climático.

Así, multitud de anunciantes, tras la compra de Musk de la red social, empezaron a estudiar la posibilidad de marcharse de Twitter. General Motors, L’Oreal, Pfizer, el grupo automovilístico Volkswagen o el de alimentación General Mills fueron algunas de las empresas que empezaron a retirarse, provocando grandes pérdidas económicas a la compañía apenas había sido adquirida por Elon Musk.

Como añadido, esta hipotética defensa de la libertad de expresión chocó con la arbitrariedad con la cual Elon Musk censuraba otras opiniones. Así, en diciembre de 2022, Twitter suspendió las cuentas de más de una docena de periodistas que expresaban críticas hacia el propietario de la plataforma con el argumento de que esos periodistas publicaban información personal sobre él. Finalmente, terminó restaurando estas cuentas tras las numerosas críticas y después de que la Comisión Europea amenazara a Musk con sanciones.

Únicamente se adoptaron dos medidas sobre la moderación de contenido: por un lado, se endurecieron las normas contra la suplantación de identidad, de forma que las cuentas dedicadas a parodiar personajes públicos debían indicarlo de forma todavía más clara; y, por otro lado, se agregaron en 2023 las llamadas «notas de la comunidad», una función en la cual los usuarios pueden añadir una nota aclaratoria a un tuit polémico a partir de una votación de perfiles previamente aprobados.

Sin embargo, esta funcionalidad tampoco se verifica, no puede ser denunciada como tal y es totalmente arbitraria hasta el punto de que el propio Musk se quejó de que la gente se organizara para marcar tuits con desinformación. No en vano, las propias publicaciones de Elon Musk en Twitter estaban entre las más señaladas.

Un estudio llevado a cabo desde Science Feedback reuniendo a verificadores de información de diferentes países identificó 490 cuentas de Twitter que difundían desinformación ya conocida de forma continua y analizaron los 1.450.340 tuits publicados por estas cuentas entre el 1 de septiembre de 2022 y el 31 de diciembre de 2022. Estas publicaciones se compararon con 641.850 tuits de las cuentas oficiales de 130 medios de comunicación tradicionales.

Según los resultados del informe, la interacción total con los tuits publicados por los ‘superpropagadores’ se disparó inmediatamente después de la compra de Twitter, casi duplicándose de la noche a la mañana y manteniéndose en niveles elevados desde entonces. En concreto, mientras que los tuits de estas cuentas ganaron de media un 42,4% más de interacciones, los de las cuentas de alta credibilidad perdieron un 6,3%.

Así, la conclusión es que las políticas impuestas por la nueva directiva de Elon Musk en Twitter es que la red social se ha convertido en una herramienta en la que prolifera el contenido negacionista, los bulos y las fake news.

3. Rebranding a «X».

Una de las grandes señas de identidad de Twitter ha sido, sin lugar a dudas, su trabajo de marketing en cuanto a la marca corporativa. La red del pájaro azul no solo había construido una marca propia y reconocible, sino también un vocabulario propio con buen sentido y coherencia. Palabras como tuit, tuitear, retuitear, trending topic… se incorporaron al vocabulario de Internet. Que los usuarios de un determinado servicio o producto empleen el mismo vocabulario que el de la empresa detrás de dichos servicios o productos es todo un éxito al alcance de muy pocos.

Sin embargo, Elon Musk decidió que, para la nueva etapa de Twitter, hacía falta un rebranding, esto es, una modificación de arriba a abajo de la marca, incluyendo logotipo, denominación y vocabulario. Esto fue especialmente criticado ya que desperdiciaba todo el trabajo y todo el valor construido alrededor de Twitter desde un punto de vista de marketing.

Así, Musk transformó paulatinamente el pájaro azul por una «X» negra, modificando el nombre de Twitter a X, y desarrollando el sitio web x.com, con el objetivo de desarrollar un conglomerado empresarial, X Corp y X Holdings, que incluyera diferentes servicios. La «X» obedece, a todas luces, más a un gusto personal de Elon Musk que hacia alguna estrategia meditada de índole comercial, ya que X.com fue el nombre de su primera startup, fundada con 12 millones de dólares en 1999 junto a otras personas. La «X» puede verse también en el nombre de su empresa aeroespacial, SpaceX, o en un modelo de su marca de coches Tesla.

Por supuesto, todas las palabras asociadas a la marca desaparecieron para pasar a renombrarse de manera genérica. Así, los tuits pasaron a ser publicaciones y los retuits, republicaciones.

En general, hay bastante consenso en que esta modificación radical de la marca no solo no ha tenido ninguna utilidad, sino que ha sido más bien perjudicial para la credibilidad de la red social, cada vez más vista como una herramienta sujeta al capricho del magnate y generando todo tipo de críticas y chistes en Internet.

La operación de rebranding finalizó en mayo de 2024 con el cambio de dominio oficial de twitter.com a x.com.


4. El fin del check azul: cambios en la verificación y suscripciones

Las modificaciones de Twitter no morirían únicamente en la particular idea de libertad de expresión de Elon Musk o en el cambio radical de la marca. La nueva dirección trajo también importantes cambios en el funcionamiento de la red social que suscitaron multitud de críticas.

Twitter, de forma similar a Instagram, tenía un sistema de verificación, el famoso check azul, que la red social otorgaba para dar credibilidad a los perfiles con un alto nivel de seguidores y que cumplían ciertas características. Es el sistema que utilizaba entonces Twitter para confirmar que las personas más relevantes que utilizan la red social son quien dicen ser y así poder evitar las falsificaciones o suplantaciones de identidad. Estas consignas las otorgaba Twitter cuando consideraba que la cuenta era de interés público por diferentes motivos.

En aquel momento, para obtener la verificación, se tenía que, o bien solicitar rellenando un extenso formulario, o bien te la otorgaba la red social. El fin último, además de comprobar que los datos personales eran ciertos, consistía en demostrar el grado de alcance e influencia de la cuenta. También otorgaba cierta protección a los perfiles, ya que era más difícil que Twitter eliminara, suspendiera o sancionara las cuentas verificadas, recompensando en cierto modo el trabajo de los creadores de cierta influencia.

Este proceso convirtió la verificación de Twitter como un símbolo de prestigio y de estatus dentro de la comunidad, además de revestir una determinada cuenta de ciertas garantías, si bien no estuvo exento de críticas por considerar que se otorgaba de manera poco transparente y/o arbitraria, motivo por el cual en 2016 se rediseñaron los formularios y los criterios para obtenerla.

Elon Musk anunció la creación de Twitter Blue, renombrado más tarde como X Premium, un servicio de suscripción mensual con el cual se podía obtener el ansiado check azul al que iban aparejadas nuevas funcionalidades. En abril de 2023, las verificaciones que otorgaba Twitter desaparecieron de la noche a la mañana para pasar a ser un servicio de pago, eliminando el prestigio, la falsabilidad y la protección que otorgaba a quien la tenía. De hecho, una de las primeras consecuencias fue que apareció una oleada de cuentas falsas haciéndose pasar por gente famosa y por empresas conocidas y que habían pagado por la famosa verificación azul.

Actualmente, hay tres niveles de suscripción (Basic, Premium y Premium+), que ofrecen ventajas como la edición de publicaciones, mayor visibilidad, la posibilidad de publicar contenido más extenso o el número de tuits que pueden verse cada día. Esto ha provocado un desequilibrio considerable entre cuentas que, sin ningún tipo de influencia, tienen mayores prestaciones y herramientas que las que no pagan por el servicio.

También existen otros dos tipos de verificaciones: una para empresas y organizaciones, de color dorado y por la que hay que pagar también suscripción; y otra plateada o gris, para cuentas relacionadas con instituciones públicas y/o gubernamentales, que simplemente requiere de una verificación de identidad y de veracidad. Por ejemplo, cuentas de administraciones públicas o de líderes de gobiernos pueden obtenerla.

Sobre esto, tras las elecciones de Venezuela, Elon Musk ordenó retirar la insignia gris a Nicolás Maduro, declarado electo oficialmente aunque bajo acusaciones de fraude electoral. Esto fue tomado como una decisión parcial del magnate, quien pareció iniciar una rivalidad personal contra el líder venezolano que llevó, ultimadamente, al bloqueo de Twitter en Venezuela a partir del 9 de agosto de 2024.

Hubo críticas bastante generalizadas a estas decisiones, que para multitud de usuarios significó el fin de la «esencia» de Twitter. Además, el sistema no se implementó correctamente desde el punto de vista técnico, generando fallos durante días en su funcionamiento (por ejemplo, algunas personalidades famosas como Stephen King mantuvieron el check azul sin necesidad de pagar), provocando bastante descontento, especialmente entre influencers y celebridades.

En octubre de 2024, introdujo un nuevo cambio: regalaría la insignia azul si una cuenta era seguida por, al menos, 2.500 cuentas verificadas.


5. Modificaciones en los algoritmos: el uso de Grok AI y de datos personales

En abril de 2024, Elon Musk introdujo Grok, su propia Inteligencia Artificial (AI), a Twitter. En un principio, el objetivo era doble: por un lado, ofrecer nuevas funcionalidades y herramientas a Twitter; y, por otro lado, tratar de acabar con la proliferación de bots en la red social. Por ejemplo, esta IA ofrece resúmenes de los temas del día que, en teoría, van en función de las preferencias del usuario.

En agosto del mismo año, apenas unos meses después, hasta 9 países habían denunciado a la red social por usar los datos privados de los usuarios para entrenar a la IA. La denuncia se hizo a través de una ONG especializada en protección de datos, Noyb, por Austria, Bélgica, Francia, Grecia, Irlanda, Italia, Países Bajos, Polonia y España, ya que este uso supondría una vulneración de la ley de protección de datos europea. Esta demanda argumenta, además, que este uso de los datos ni siquiera se informó previamente a dichos usuarios y que la opción para compartir estos datos en la configuración estaba activada por defecto en hasta 60 millones de usuarios, según la demanda.

También hay sospechas de que Twitter podría estar vendiendo los datos privados de los usuarios a terceros.

Como añadido, Grok en sí misma está siendo señalada por permitir la creación de imágenes con contenido violento y vejatorio, incluyendo de personas famosas. Así, muchas personas usuarias de Twitter han usado esta IA para generar contenido de odio (racista, matanzas en escuelas…) sin ningún tipo de filtro, al menos aparentemente.

Un hilo en Twitter explica incluso cómo, de forma muy sencilla, puedes llegar incluso a crear imágenes de contenido sexualizado o pedófilo.

https://twitter.com/chrmontessori/status/1823858531000316152

Dónde sí se ha denunciado que parece que la IA de Elon Musk da problemas es a la hora de hacer contenido LGTB. Por ejemplo, al intentar crear parejas homosexuales o transgénero, o al intentar crear una imagen con Elon Musk sostenido una bandera del colectivo (mientras que es sencillo que sostenga banderas como la del DAESH), si bien esto último no está claro porque hay usuarios que han conseguido desarrollar ambos tipos de imágenes.

En los Términos de Servicio de la IA, se pide al usuario que no utilice el servicio para fines “promuevan el odio, la violencia o el daño contra cualquier individuo o grupo”. También, que el usuario cuenta “con el consentimiento por escrito de todas y cada una de las personas físicas identificables a las que se hace referencia o se mencionan en el Input” y que ese Input no incluye “desnudos; incitación al odio, amenazas o ataques directos a un individuo o grupo; contenido abusivo, acosador, agraviante, difamatorio, calumnioso o que invada la privacidad de otra persona; contenido discriminatorio; contenido que contenga autolesiones o violencia excesiva”, entre otras condiciones.

Sin embargo, en la práctica esto puede saltarse, lo que le ha generado multitud de críticas. Ante esto, Elon Musk suele responder riéndose o argumentar que la gente debería divertirse un poco.

Por último, en octubre Elon Musk llevó a cabo otra modificación muy polémica con respecto al bloqueo de usuarios. A partir de dicha modificación, bloquear a un usuario ya no impide que pueda ver el contenido de quien bloquea. Simplemente, la persona bloqueada no podrá interactuar (ni citar ni responder) con la persona que haya bloqueado, ni tampoco le aparecerá en el timeline. La única posibilidad de que un usuario no vea el contenido que se publica es que la cuenta sea privada, pero esto limita muy seriamente la visibilidad de una cuenta.

Esta medida, justificada por Musk como una forma de permitir «una mayor transparencia» de la red social, ha sido señalada por vulnerar la privacidad de los usuarios, que ya no pueden decidir quien ve y quien no ve el contenido que publican. Además, el hecho de que la cuenta de Elon Musk sea una de las más bloqueadas hace pensar, de nuevo, en que la decisión sea fruto de un capricho y no de una decisión meditada.

6. El regreso de la publicidad

Elon Musk implementó en agosto de 2023 un programa de reparto de ingresos publicitarios para creadores. Esto ha supuesto que Twitter comenzó a mostrar anuncios de empresas y creadores, rompiendo con el espíritu inicial con el que se creó la red social.

Además, se habilitaron diferentes funciones, como las suscripciones a diferentes cuentas o la posibilidad de ganar dinero a través de las interacciones. La idea detrás de este cambio era promover la creación de contenido, pero, según varias críticas, supone también el aumento de contenido basura, puesto que basta con crear una publicación viral promocionada que busque deliberadamente la provocación para monetizar contenido de poco valor.

En octubre de 2024, entró también la posibilidad de obtener ingresos para las cuentas verificadas que interactuaran entre sí, aumentando el riesgo de convertirse en una granja de interacciones, es decir, de multiplicar el contenido basura y sin valor para generar ingresos.

Otra medida relacionada con la conversión de Twitter en una herramienta de ganar dinero fue la introducción de cobros por el acceso a la API de Twitter, afectando a desarrolladores y académicos que antes la usaban de manera gratuita.

La debacle de Twitter: de red social a herramienta política

En tan solo dos años y pocos meses de su adquisición por Elon Musk, Twitter ha experimentado una gran cantidad críticas y polémicas.

Además de las anteriores descritas, una de las más conocidas tiene que ver con la prohibición de la red social en Brasil el 31 de agosto de 2024, lo que supuso la pérdida de unos 22 millones de usuarios. La prohibición, resultado de tres investigaciones judiciales iniciadas entre 2020 y 2023 por el Supremo Tribunal Federal (STF) con el objetivo de combatir la desinformación en el país, llevó a una confrontación directa entre el alto estamento judicial, representado por el juez Alexandre de Moraes, y Elon Musk que llegó a incluir el bloqueo de las cuentas bancarias de Starlink, que descongeló después de cobrarse 18,35 millones de dólares de multa.

A pesar de que la reacción de Elon Musk fue marcadamente hostil, llegando a pedir al gobierno de Estados Unidos que interviniera los activos brasileños, la red social continúa bloqueada en el país latinoamericano de la misma forma que en Venezuela, siendo nueve los países donde no funciona.

En marzo de 2023, Musk admitió en una carta a los empleados que Twitter había perdido gran parte de su valor, estimando la empresa en 20 mil millones de dólares, menos de la mitad de lo que él pagó. Esto fue un reflejo claro de cómo, en apenas un año, las controversias y las polémicas habían golpeado seriamente en la credibilidad de la red social. Y es que, en los primeros meses, se estima que Twitter habría perdido alrededor del 50% de sus anunciantes, correspondiente a más de 500 compañías.

Teniendo en cuenta que los ingresos de los anunciantes supone aproximadamente el 90% de los ingresos de la compañía, se entiende la gravedad de esta cuestión. Y dado que para la compra de Twitter se contrajo una deuda de unos 13.000 millones de dólares, se paga anualmente una cantidad de 1,5 mil millones de dólares en intereses.

Para colmo, para 2023 se estimaba que las suscripciones a X Premium apenas había llegado al 1% de los usuarios, muy insuficiente para compensar las pérdidas económicas producidas por la fuga de anunciantes, lo que ha llevado, a su vez, a llevar un intenso recorte de gasto que afecta, especialmente a la plantilla: actualmente, X cuenta con 1.500 empleados (de los 8.000 originales) y se sabe que Por lo pronto, el dueño de la red social estuvo sin pagar el alquiler de sus oficinas ni compraba papel higiénico a sus empleados

Según estimaciones recientes, su valoración ha disminuido hasta situarse entre 12.000 y 15.000 millones de dólares, lo que representa una pérdida de más del 70% de su valor inicial. Otras estimaciones son bastante más negativas, situando el valor de la red social en 4.000 millones de dólares, lo que supondría una caída del 90% del valor de compra. Así, la compra de Twitter se ha convertido en el peor negocio para la banca desde la crisis de 2008.

A todo esto se le suma que el crecimiento de la red social es prácticamente nulo: en dos años apenas ha conseguido atraer a nuevos usuarios.

Durante muchos meses, el correo electrónico de prensa de Twitter te respondía automáticamente con el emoji de la caca debido al aluvión de críticas recibidas. Desde hace un tiempo indeterminado, se emite otra respuesta automática, «Actualmente ocupado, vuelva a consultar más tarde«. Toda una declaración de intenciones.

El hecho de que Elon Musk se sumara a la campaña de Donald Trump durante las elecciones generales de Estados Unidos ha terminado por precipitarlo todo. Y es que, además de aparecer en varios mítines y apoyar explícitamente al candidato republicano, tras la victoria de Trump y su regreso a la presidencia, nombró a Musk como responsable del «departamento de eficiencia energética», un departamento que no existe en el ejecutivo, sino que es una comisión externa al propio gobierno, con el objetivo de liderar un plan masivo de recortes en servicios públicos.

Poco después, una investigación de la Universidad de Queensland ha realizado un análisis exhaustivo del algoritmo de la red social Twitter/X a partir de que Elon Musk, el magnate de la tecnología que la adquirió a finales del 2022, se sumó a la campaña de Donald Trump en las pasadas elecciones en Estados Unidos. Las conclusiones de este estudio arrojan que, efectivamente, las cuentas de la red social favorables al candidato republicano habrían sido favorecidas.

Y es que el estudio evidencia, por un lado, que «las publicaciones de Musk recibieron un marcado aumento en visibilidad, amplificación e interacción del usuario que superó las tendencias generales de participación observadas en toda la plataforma.». Es decir, que Elon Musk se habría aumentado la visibilidad en el timeline del resto de cuentas, un aumento que habría sido del 138,27% de visualizaciones y un 237,94% en cuanto a republicaciones o retuits.

Así, en 2024 se evidenciaron las críticas de una gran parte de los usuarios de Twitter acerca de la compra de Elon Musk: no se trataba de una forma de hacer negocio, sino de comprar una herramienta de comunicación y de desinformación al servicio del discurso tecnofeudalista que cada vez está siendo más adoptado por la «derecha alternativa» estadounidense encabezada por Trump. No se trata, pues, de hacer de X un negocio rentable, sino de promocionar los intereses personales y políticos de la élite económica detrás del discurso trumpista.

Desde hace tiempo, fueron apareciendo alternativas a Twitter, como por ejemplo Mastodon (2016), BlueSky (2021) o Threads (2023). Las tres redes sociales han sufrido un aumento exponencial de usuarios desde que Musk se convirtió en el dueño de la red social del pájaro azul. Sin embargo, ninguna parecía poder ser un digno rival. Threads ha llegado a 275 millones de usuarios, pero esto se debe principalmente a su conexión con Instagram y a su dependencia de dicha red social. La realidad es que Threads tiene pocos usuarios realmente activos, estimados en unos 20 millones.

Entonces, el 8 de noviembre de 2024, el periódico The Guardian y todos sus medios dependientes abandonaron Twitter denunciando que se había convertido en una herramienta en manos de «teorías de la conspiración de ultraderecha y racismo». Al poco tiempo, le siguió en España el periódico La Vanguardia, alegando motivos similares y, además, denunciando la desinformación sobre el desastre de la DANA de València.

Esto provocó lo que se está llamando como «La Gran Migración»: millones de usuarios de X han comenzado a abrirse cuentas en otras redes sociales como Mastodon o BlueSky, ya sea cerrando o dejando inactivas sus cuentas en X, o bien publicando en ambas redes sociales. A raíz de esta iniciativa, se ha abierto un debate interesante sobre el futuro de la red social de Elon Musk, así como diferentes posturas con respecto al boicot a X y la lucha contra la desinformación y los discursos de odio. Sea como fuere, BlueSky ha sido la iniciativa más beneficiada: la red social fundada por Jack Dorsey está sumando un millón de nuevos usuarios diarios y ha superado en pocos días los 20 millones.

Y es que BlueSky recupera muchas de las funcionalidades eliminadas por Twitter, incluyendo nuevas facilidades que permiten una mayor privacidad, como la posibilidad de bloquear listas enteras de usuarios o eliminar una publicación que ha sido citada solo para molestar. También implementa las restricciones por desinformación y por discurso de odio, entre otras cuestiones.



En resumen, Elon Musk ha terminado transformando Twitter en una herramienta personal al servicio de sus fines y de su propio discurso político y, por extensión, en un espacio más de polarización y de radicalización desde donde hace años es cada vez más complicado el entendimiento y el debate lógico. El debate sigue bien presente acerca de si Twitter es un espacio que hay que abandonar y desarrollar alternativas, o si por lo contrario hay que permanecer, o incluso si hay que optar por ambas cuestiones.

Regresa también el debate acerca de las propias contradicciones de usar herramientas digitales en manos de grandes empresas privadas y lo que esto supone para las personas usuarias (cesión de datos privados, normativas arbitrarias, publicidad y monetización, poca transparencia con el funcionamiento…).

Sea como sea, Twitter ya no es lo que era. Y parece que nunca más volverá a serlo.

El fin de una red social: cómo Elon Musk acabó con Twitter


Adrián Juste

Jefe de Redacción de Al Descubierto. Psicólogo especializado en neuropsicología infantil, recursos humanos, educador social y activista, participando en movimientos sociales y abogando por un mundo igualitario, con justicia social y ambiental. Luchando por utopías.

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