Intento de asesinato contra Cristina Fernández de Kirchner en Argentina
El jueves por la noche la vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner sufría un intento de asesinato.
La mujer llegaba a su domicilio en Buenos Aires, donde se celebraba una movilización para apoyarla. En el momento que se acercaba a abrazar al público, un hombre se colaba entre la multitud, sacando un arma, apuntando a la cabeza de la vicepresidenta y disparando. El arma se encasquillaba con un sonido claro y el agresor salía huyendo.
La masa de seguidores de Cristina Fernández siguió al hombre que fue rápidamente detenido. Ha sido identificado como Fernando André Sabag Montiel, ciudadano argentino pero de nacionalidad brasileña de 35 años.
La noticia llegaba a todos los rincones de Argentina rápidamente, recibiendo casi unánimes condenas al intento de magnicidio.
«Un hombre atentó contra la vida de la vicepresidenta y dos veces presidenta. Es un hecho de enorme gravedad, el más grave desde que recuperamos la democracia. Cristina permanece con vida porque el arma, que contaba con cinco balas, no se disparó pese a ser disparada«. Con estas palabras se pronunciaba el presidente de Argentina, Alberto Fernández.
De las mismas maneras se pronunció uno de los líderes opositores de Juntos por el Cambio, Horacio Rodríguez Larreta, quien condenaba el ataque, pedía solidaridad y decía que este es un “punto de inflexión” llamando a la unidad para evitar la violencia.
Los distintos líderes de los gobiernos de América Latina mandaban mensajes condenando el ataque.
¿La sombra del nazismo sobre el atentado a Cristina Fernández?
Fernando André Sabag parece tener un historial de cierta violencia a sus espaldas. El hombre tiene antecedentes penales por portar armas blancas ilegales, descubiertas en un registro aleatorio de su vehículo años antes. Allí un policía descubrió una hoja de 35 centímetros, motivo por el que fue detenido y sufrió un proceso judicial por contravenir el 90 del Código Contravencional.
También parece que tiene denuncias por maltrato a animales.
En su intento de magnicidio intento utilizar una pistola semiautomática de calibre 7,65, cargada con 5 balas con la que intentó disparar en dos ocasiones contra Cristina Fernández.
Ahora mismo se barajan varias hipótesis del fallo: munición en mal estado, fallo en el montaje del arma o no haberla cargado.
En lo personal, en su perfil de redes se define como “cristiano” y tiene 835 seguidores.
Pero lo llamativo de Fernando André son los tatuajes que lleva y que parecen vincularlo, a falta de confirmación, con el nazismo.
En su codo el hombre lleva un tatuaje que se parece sospechosamente al Sol Negro, un símbolo esotérico nazi. El símbolo esta compuesto de un doble círculo atravesado por doce rallos, formando una rueda solar. En el centro se une la runa de la victoria que no está presente en el tatuaje. Es el mismo símbolo que lleva el Batallón Azov en su logo.
Además, en su mano lleva tatuada una cruz de aspecto arcaico, que recuerda ampliamente a los símbolo utilizados por grupos neonazis. En este caso, su estética parece ser la de la Cruz de Hierro alemana, un símbolo histórico reapropiado por el nazismo.
Hay que recordar que los grupos neonazis se jactan de usar unos símbolos muy concretos. Y el hombre tiene no uno si no dos tremendamente parecidos.
Además hay que tener varios datos en cuenta. Primero, que Argentina fue el lugar donde más nazis recalaron tras su huida de Europa. En segundo lugar y sobre los símbolos, estos no suelen ser copias exactas, siendo comunes las versiones libres, las que mezclan varios de estos símbolos o las que añaden modificaciones modernas.
También hay que tener en cuenta que, si bien estos símbolos no eran originalmente nazis, el fascismo no suele crear símbolos, si no reapropiarlos de la historia clásica (como el saludo romano). Una característica visible también en la extrema derecha moderna.
Anti-K: Persecución y discurso de odio contra el peronismo
El peronismo retornó al poder en Argentina tras 4 años de gobierno de Mauricio Macri con la alianza de los “Fernández”.
Poco después golpeaba la crisis de Covid19, hundiendo al país y disparando la inflación, un problema crónico de Argentina. Esto ha servido como un caldo de cultivo perfecto donde la extrema derecha ha culpado de todos los males del país al peronismo y a la izquierda en general.
Las llamadas a atacar, golpear y cortar las relaciones con cualquier peronista se han extendido entra la derecha, dibujando un escenario de completa polarización. Esto ha llevado a la aparición por primera vez de una formación de extrema derecha, la Libertad Avanza, del libertariano Javier Milei.
Si bien Milei mantiene algunas posiciones que lo alejan del ultraconservadurismo, el partido ha reunido a su entorno a muchos los personajes más conservadores del país, incluyendo defensores de la dictadura militar de Jorge Rafael Videla.
De hecho, el asesor de cabecera de Milei es uno de los actores más mediáticos de la extrema derecha de la región, el ultraconservador Agustín Laje.
También es partícipe de la alianza de la extrema derecha en la región donde participa Jair Bolsonaro, José Antonio Kast o Vox.
Todo esto ocurre en unos momentos de enorme tensión, donde la justicia argentina está investigando por corrupción a la vicepresidenta. La fiscalía pide 12 años de cárcel e inhabilitación perpetua. Un punto que no se ha demostrado pero que ha caldeado los ánimos.
Por un lado, el peronismo se ha volcado en arropar a Cristina Fernández y denunciar el “Lawfare”, poniendo los múltiples ejemplos en la región como el caso de Lula Da Silva, encarcelado para evitar que se presentase y después absuelto de todos los delitos.
Por otro lado, los opositores de Juntos por el Cambio y la Libertad Avanza han subido el tono, deseando la cadena perpetua para Cristina Fernández e incluso la muerte.
Una llamada que ha estado a punto de cumplirse por un radical insuflado de odio.
Director de Al Descubierto. Estudiante de Ciencias Políticas y máster en Política Mediática. Apasionado del estudio y análisis del hecho político, con especial interés en el fenómeno de la extrema derecha, sobre la que llevo formándome desde 2012. Firme defensor de que en política no todo es opinable y los datos, fuentes y teorías de la ciencia social y política deben acompañar cualquier análisis.