Cómo responder a tu cuñado de Vox estas Navidades
Este año 2020, sin lugar a dudas, será recordado en los libros de Historia de las generaciones futuras. Y no tan futuras. La pandemia de coronavirus ha alterado considerablemente el flujo habitual de nuestras vidas en muchos aspectos, incluyendo la manera de relacionarnos en la calle, con las amistades… y la familia.
Muy a pesar de las restricciones impuestas por los gobiernos de los países para contener los contagios, las Navidades siguen siendo fiestas señaladas para la inmensa mayoría. Debido a que parece que por el momento la curva de contagios lleva varios días en descenso (con alguna excepción), el Gobierno de España ha decidido mantener unas normas un tanto más laxas que en el resto de Europa y, en principio, en la mayoría de las autonomías la gente podrá reunirse con sus familiares, al menos hasta un máximo de 10 personas.
Sin embargo, esto conlleva otro problema. A Vox, el partido de extrema derecha con más fuerza del país, lo votaron exactamente 3.656.979 personas en las pasadas elecciones del 20 de noviembre de 2019, el 15,1% de los sufragios. Sobre el censo electoral, esto constituye el 9,9%. En resumen, 1 de cada 10 personas mayores de edad votó a Vox.
Por lo tanto, es bastante probable que, en tus reuniones familiares, alguien haya apoyado a la ultraderecha. No tiene por qué ser necesariamente tu cuñado, pero podría ser tu tío, tu abuela, tu primo… utilizar la etiqueta de cuñado no es más que una licencia artística basada en una cuestión humorística.
Es importante tener en cuenta que votar a Vox no te convierte necesariamente en una persona ultraderechista. De hecho, los mecanismos por los cuales una persona decide votar a la extrema derecha son bastante más complejos que asumir que tres millones y medio de personas en España son neonazis, por poner un ejemplo.
No obstante, sí que es probable que tu cuñado de Vox se haya creído las mentiras y falacias del discurso agitado por esta formación y defienda algunos de sus postulados más populistas. Si tienes suerte, puede que decida no sacar el tema y no hablar de política durante la reunión familiar. O, si lo decide, sea de esas personas que les gusta debatir con calma y escuchar a su interlocutor.
Pero, si no tienes suerte, el conflicto estará servido junto al marisco, la ensalada y el cava. Discutir con alguien que se apoya en las falacias del discurso ultraderechista tiene el mismo problema que discutir con terraplanistas: repiten eslóganes y los datos que conocen, pero sin hacer un análisis profundo del conjunto. Se quedan en el detalle y no en la totalidad.
Y, lo más importante, a menudo desafían afirmaciones que, de tan obvias que parecen, a la hora de argumentar te pueden coger con el pie cambiado. El simple titubeo ya es una victoria para alguien que seguramente no te deje ni hablar.
Aunque resultaría muy complicado abordar todas las falacias que escupirá tu cuñado de Vox en la cena o en la comida familiar, aquí van las que seguramente sean las más repetidas y comunes.
El Gobierno negocia con los asesinos de ETA
Esta afirmación se basa en los acuerdos alcanzados por PSOE y Unidas Podemos con la formación de ideología abertzale (es decir, independentista vasca) EH Bildu para llegar a diferentes acuerdos, como su abstención en la segunda sesión de investidura de Pedro Sánchez o para votar a favor de los Presupuestos Generales del Estado para 2021.
Lo primero que se puede argumentar es que la banda terrorista ETA desapareció definitivamente en 2018, siendo desarmada en 2017, habiendo anunciado su cese en 2011. Su último atentado es, de hecho, del 2009, y su último asesinato de 2010, durante un tiroteo en una persecución policial.
Durante su existencia, los Gobiernos de PP y PSOE negociaron con ETA. José María Aznar, presidente del gobierno entre 1996 y 2004 por el Partido Popular (PP), donde Santiago Abascal y parte de los fundadores de Vox militaban entonces, llegó a acuerdos con la banda terrorista.
Es posible que tu cuñado de Vox hable de que EH Bildu esté a favor del acercamiento de presos y que eso es intolerable.
Pues bien, Aznar hizo el mayor acercamiento de presos de ETA de toda la Historia reciente, acercando un total de 426 presos, casi el doble que el Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero, que acercó a 237. Además, Aznar lo hizo en un periodo donde la banda estaba muy activa.
Por otro lado, ¿qué supone el acercamiento de presos? Además de haber sido una herramienta utilizada para negociar, no se imponía como un castigo, sino para evitar el contacto entre presos etarras y dificultar así la organización de la banda terrorista. Una vez disuelta, no tiene absolutamente ningún sentido. Y, de hecho, atenta contra los derechos de los familiares de los presos, generando un agravio comparativo, pues es un derecho que tienen familiares de criminales de cualquier tipo de delito.
No hay que olvidar que todas (o casi todas) las bandas terroristas persiguen objetivos políticos, en este caso, la independencia del Euskal Herria. Otros grupos como las FARC de Colombia o el IRA de Irlanda también abogaban por el uso de la violencia para conseguir sus propios objetivos políticos.
Sin embargo, normalmente, los acuerdos de paz y de disolución en estos casos tienen como premisa que, si un grupo abandona la vía de las armas, esto se transforme en un proyecto político legal. Así ha pasado tanto en el caso de Colombia como en el caso del IRA.
En España, la Audiencia Nacional, tras la reforma de la Ley de Partidos de Aznar de 2002, inició un proceso sistemático de ilegalización de todos los partidos políticos abertzales argumentando vínculos con ETA, como pasó con Herri Batasuna. Sin embargo, la Justicia española no ha encontrado ningún motivo para ilegalizar a EH Bildu.
EH Bildu, por otro lado, no deja de ser una coalición de partidos: Eusko Alkartasuna, escisión de centro izquierda del Partido Nacionalista Vasco (PNV); Sortu, cuya ilegalización fue revocada por el Tribunal Constitucional; y Alternatiba, una escisión de Izquierda Unida del País Vasco.
Estos partidos se crearon precisamente cuando la banda terrorista ya apenas tenía actividad. Ante el asesinato cometido en 2010, por ejemplo, estos partidos emitieron una condena unánime y, desde EH Bildu, incluyendo a su líder Arnaldo Otegui, ha habido un rechazo explícito a la violencia y a las actividades delictivas de ETA, lo que se desprende de sus programas políticos, sus estatutos, sus declaraciones, sus acuerdos, sus exigencias…
A partir de aquí, EH Bildu tiene el mismo derecho a llegar a acuerdos con otras formaciones que el resto de partidos. A EH Bildu lo votaron 277.621 personas en las pasadas elecciones en las circunscripciones del País Vasco y Navarra, y esas personas tienen su derecho a ser representadas en base al amparo de la Constitución.
En resumen, acusar de asesinos y terroristas a una formación política, en democracia, solo cabe en la sala de un juzgado.
El Gobierno es ilegal o ilegítimo porque nadie ha votado a Sánchez
Otra de las premisas de Vox es negar la legitimidad del Gobierno de coalición formado por PSOE y Unidas Podemos. El principal argumento es que Pedro Sánchez no ha sido votado por los españoles y que tiene que apoyarse en muchos partidos para sostener su administración.
Por supuesto, esto forma parte de una estrategia de Vox para erosionar las instituciones del Estado y generar un precedente que le permita cierta impunidad para atacar a sus principales rivales políticos e ideológicos.
Seguramente, tu cuñado de Vox se declare “constitucionalista”. Pues bien, es la propia Constitución la que está legitimando el Gobierno de Pedro Sánchez.
De entrada, al PSOE y a Pedro Sánchez lo votaron 6.792.199 personas, esto es, el 28% del censo, siendo el partido más votado con amplia diferencia. Sacó el doble de votos que Vox y casi dos millones más que el segundo partido más votado, el PP liderado por Pablo Casado.
Por lo tanto, según la Constitución Española, el Rey le encarga formar Gobierno y debe conseguir el voto de los diputados del Congreso para ser investido. Habría que recordarle a tu cuñado de Vox que no es la gente la que decide directamente quién es el presidente del país, sino los diputados que han salido de las urnas. Y consiguió el apoyo suficiente con 167 votos a favor.
Lo que desde luego no es nada constitucional es pedir un “gobierno de emergencia” presidido por Aznar en el que las Fuerzas Armadas se ocupen de los servicios esenciales, como tampoco es legítimo pedir que buques de guerra rodeen las Islas Canarias, pedir firmas para que Estados Unidos haga un golpe de Estado en España o pedir directamente la intervención del ejército para dar un golpe de Estado.
Seguramente tu cuñado de Vox argumente que Pedro Sánchez ha mentido con diferentes temas, como cuando dijo que no pactaría con EH Bildu y que, por lo tanto, eso lo invalida como presidente.
Si esto fuera así, entonces ningún gobierno de España sería válido. Pedro Sánchez o bien mintió o bien cambió de idea sobre este y otros asuntos, pero esto es bastante habitual en la política… incluyendo a Vox, como cuando en su programa electoral pedía la supresión de los centros de educación especial y luego criticó duramente al Gobierno acusándolo de querer eliminar dichos centros (siendo además mentira), por lo que después se apresuraron a eliminar de la web esa parte.
Es más, Vox usa de manera sistemática el bulo y la mentira para sostener su discurso. Se pueden poner muchos ejemplos, como cuando Abascal acusó a la OMS y a la UE de promover la pederastia o cuando a través de las redes de Vox se difundió que los menores extranjeros no acompañados cobraban una ayuda de 600 euros.
De nuevo, si el Gobierno de España es ilegítimo o ilegal, ¿a qué espera Vox para acudir a los tribunales?
A Unidas Podemos los financia Venezuela
Este mantra, repetido una y otra vez, se ha chocado contra el hecho de que no existe absolutamente ninguna prueba de esta supuesta financiación ilegal. Desde la fundación de Podemos en 2014, hasta diez denuncias han sido archivadas, es decir, que ni siquiera han sido admitidas a trámite.
Es más, a la llamada brigada patriótica, grupo secreto montado por el que fue ministro del Interior en el Gobierno de Mariano Rajoy (PP), Jorge Fernández Díaz, se le atribuye la creación del Informe Pisa, un documento que inventaba pruebas contra Podemos que después fue publicado por medios de desinformación de ultraderecha como OkDiario.
A este caso se le conoce popularmente como “Las Cloacas de Interior” o, simplemente, “Las Cloacas”, y forma parte de un entramado de corrupción mucho más grande filtrado por el excomisario José Manuel Villarejo.
Quien sí recibió financiación ilegal fue Vox. Concretamente, Vox financió el 80% de su campaña en las elecciones europeas de 2014 con fondos provenientes de simpatizantes del Consejo Nacional de Resistencia de Irán (CNRI), un grupo de oposición marxista-islámico. El partido de extrema derecha recibió 146 donativos de exiliados iraníes por valor de 800.000 euros a lo largo de tres meses. Y el el CNRI tuvo un brazo armado llamado Muyahidin-e Jalq (MKO) que ha llegado a asesinar a 72 personas.
Vox, financiado ilegalmente por un grupo terrorista islámico y marxista. Y reconocido por ellos mismos. A ver qué dice tu cuñado de Vox ante esto.
La violencia de género no existe, la Ley de Violencia de Género discrimina a los hombres
La negación de la violencia machista bajo el mantra “la violencia no tiene género” es agitada como uno de los postulados que forman parte del antifeminismo sobre el que la extrema derecha se apoya para conseguir el aplauso de la gente, incluyendo el de tu cuñado de Vox.
Sobre este asunto se podría escribir un artículo muy extenso.
El argumento principal para sostener que la violencia sí que tiene género es la total y absoluta desigualdad de distribución por género entre los diferentes tipos de violencia: tanto en asesinatos, como en maltrato físico y psicológico, como en crímenes violentos, los protagonistas que lo ejercen son hombres, generalmente hacia mujeres. Pregúntale a tu cuñado de Vox por qué:
- El 95% de los homicidios están causados por hombres.
- La tasa de homicidios por 100.000 habitantes es 3,6 veces más alta en hombres que en mujeres.
- El 93,2% de las personas en prisión son hombres. Aumentando un 18% desde el año 2000.
- La mayoría de las personas que realizan actos terroristas y tortura en el mundo son hombres.
- Incluso en lo referente al suicido (violencia contra la propia persona), los hombres representan el 75% de los casos.
Seguramente te diga entonces que esos datos están falseados o que tienen que ver con aspectos individuales, como que los hombres son más fuertes. Puedes citarle la fuente de esos datos, que son tanto independientes como de gobiernos de toda ideología. Y que, al fin y al cabo, él no tiene datos que mostrarte, por lo que solo le queda negar los tuyos.
Por otro lado, la fuerza física por sí misma no explica nada: poseer mayor fuerza no implica querer utilizarla, de hecho, el querer utilizarla tiene que ver con una cuestión psicológica y emocional aprendida. Y, además, la violencia no solo es física: existe violencia psicológica, económica, social… y también son ejercidas mayoritariamente por los hombres en el seno de la pareja.
Esto lleva a otro tópico: “los hombres también sufren violencia”. Y es cierto. Pero es una verdad a medias. Es cierto que los hombres sufren mayoritariamente violencia, pero esta viene de manos de otros hombres; las mujeres, por otra parte, no sufren la violencia de manos de otras mujeres, sino que, en la mayoría de los casos, las producen hombres.
Y es que como dice el Informe Mundial sobre la Violencia y la Salud de 2003, las mujeres pueden agredir a los hombres, pero la diferencia en los datos es abrumadora.
Es un problema estructural:
- El 35% de las mujeres han sufrido violencia física y/o sexual por parte de sus parejas o por hombres con los que no mantenían una relación.
- El 43% de las mujeres han sido objeto de violencia psicológica.
- El 7% de las mujeres han sufrido violencia sexual dentro de su relación.
- El 6% de las mujeres han sufrido violencia sexual fuera de su relación.
- El 55% han padecido episodios de acoso sexual en algún momento de su vida.
Por supuesto, frente a todos estos argumentos aún llegará alguien con el clásico “No todos los hombres”. Y ante eso solo cabe responder que claro que no todos los hombres son agresores. Claro que no todos los hombres hacen maltrato psicológico a sus parejas.
No se criminaliza al hombre por ser hombre en absoluto, ni es la intención atacar a los hombres, ni generalizar. Se trata de llegar a las causas y a las consecuencias últimas de problemas graves que afectan a la sociedad en su conjunto y que provocan desigualdades que pasan de generación en generación.
En cuanto a la Ley Integral Contra la Violencia de Género, tu cuñado de Vox seguramente dirá que es una ley que favorece a las mujeres y que discrimina a los hombres, que hay muchas denuncias falsas o que basta la palabra de una mujer para meter a un hombre en el calabozo. Por supuesto, todos son bulos fácilmente desmontables:
En primer lugar, si la ley discriminara a los hombres o atacara a la presunción de inocencia, habría sido declarada ilegal. El Tribunal Constitucional avaló la ley en 2008. Así como avaló el aumento de las penas mínimas en caso de que el maltratador sea un hombre. 127 cuestiones de inconstitucionalidad fueron presentadas y todas rechazadas por el alto tribunal.
El TC comenta que las diferenciaciones de las penas están justificadas por dos razones: debido a las “altísimas” cifras en torno a la violencia de género y debido a que existe “proporcionalidad” entre el aumento de las penas y el bien que se quiere proteger: la vida, libertad y seguridad de las víctimas (bienes también recogidos y protegidos por la Constitución).
La LIVG no es la única que crea juzgados y penas específicas para proteger a un grupo social concreto. En España existen juzgados específicos para tratar casos de violencia a menores, casos de conflictos laborales e incluso se crearon juzgados especializados para juzgar los crímenes de la banda terrorista ETA.
En segundo lugar, en cuanto a las denuncias falsas, en 2019, se presentaron en España 168.057 denuncias por violencia de género; solo 7 de ellas fueron falsas. Desde 2009 solo se han declarado como falsas 121 denuncias, un 0,0069% del total.
La extrema derecha se refugia en el argumento de que todas las denuncias que acaban archivadas o sobreseídas sin sentencia firme son denuncias falsas. Una equivalencia tramposa y falaz:
Primero, hay que entender el procedimiento de denuncia de violencia de género. Este comienza tras interponer la denuncia, momento en que obligatoriamente debe presentarse un parte de lesiones tomado por el personal médico. No se puede denunciar sin pruebas. Tras ello, el juzgado valorará si esta denuncia se admite o no a trámite: en caso de no hacerlo la denuncia es archivada.
Tras ello, y como dicen tanto Gil Estévez, jueza de primera instancia, como Juan Carlos Gómez de Liaño, profesor de Derecho Procesal, “es común que el juez llame a la mujer dos o tres veces y que ella no acuda a la cita judicial, amparándose en su derecho a no declarar contra su pareja. Sin su testimonio al juez no le queda otro remedio que archivar la causa”.
De todas las denuncias que se presentaron en 2019 en Juzgados de Violencia sobre la Mujer, un 45% fueron archivadas: un 41,58% por sobreseimiento provisional y solo un 3,46% por sobreseimiento libre.
Suponer que todas las causas del archivo de las denuncias se debe a que son falsas es totalmente erróneo, tanto para esta ley como para todas las demás.
En tercer lugar, en España la presunción de inocencia es un derecho fundamental establecido constitucionalmente a través del artículo 24 de la Constitución de 1978. Ya de base sería absurdo decir que España está incumpliendo sistemáticamente un derecho humano y constitucional sin consecuencias; pero es que la LIVG no modifica o elimina en ningún momento la presunción de inocencia:
Por ejemplo, los famosos “arrestos a los hombres” no ocurren por la Ley de Violencia de Género, sino que ocurren según lo establecido por la Ley de Enjuiciamiento Criminal y por los protocolos particulares de los Cuerpos de Seguridad del Estado.
Además, no solo se aplican en casos de violencia de género, sino en todos los casos en que los cuerpos policiales lo consideren necesario de existir una orden penal. Sin diferenciación entre personas.
¿Por qué ocurren más habitualmente en casos de violencia de género? Por la vulnerabilidad del perfil de víctima de violencia de género. La Ley de Enjuiciamiento, a través de su art. 544 tercero, permite adoptar ordenes de protección cuando haya “indicios fundados de la comisión de un delito”.
Esto quiere decir que no es un “palabra contra palabra” y que con interponer una denuncia no se puede encerrar al supuesto agresor: es necesario que existan pruebas o sospechas suficientes para ello.
De hecho, se dan casos en los que las medidas cautelares no son suficientes y el maltratador termina agrediendo o asesinando a su pareja justo después de interponer la denuncia.
Cabría preguntarle a tu cuñado de Vox por qué se fija tanto en las especificidades de la Ley Integral Contra la Violencia de Género, pero no cuando se da en el resto de legislaciones. ¿Las leyes de protección al menor discriminan a los adultos entonces?
Vox apoya a los homosexuales, lo que quiere es acabar con el lobby gay
El 6 de mayo de 2020, las portadas de los periódicos se hicieron eco de las declaraciones de Santiago Abascal en el Congreso. En ellas, aseguró que Vox no discriminaba a nadie por su condición u orientación sexual.
De la misma forma que sus partidarios, incluyendo tu cuñado de Vox, afirman que el partido no es ni machista, ni racista, ni xenófobo, aseguran que no es homófobo. Que es todo algún tipo de conspiración o tergiversación de sus postulados al plantear un discurso alternativo al establishment impuesto por la “dictadura progre”.
En realidad, los antecedentes de la formación, sus miembros, sus acciones, sus políticas y sus principales apoyos demuestran todo lo contrario. Sin embargo, por no extendernos demasiado, se puede centrar el argumentario en cuatro claves:
En primer lugar, el mes pasado, Vox fue el único partido político que votó en contra de prohibir las terapias y programas pensados para “curar” o “corregir” la homosexualidad, una propuesta de la Comisión de Igualdad del gobierno de España que buscaba aprobar las modificaciones necesarias para que este tipo de pseudoterapias discriminatorias no se den, lo que provocó un gran revuelo.
En segundo lugar, el propio líder de Vox, Santiago Abascal, dijo públicamente en una entrevista en 2019 que el matrimonio homosexual no puede aplicarse a parejas del mismo sexo, sino que lo correcto sería establecer una unión civil, aplicable a cualquiera, incluyendo a dos hermanas viudas.
En una entrevista en el programa de televisión El Hormiguero, aseguró no estar en contra de la adopción por parte de parejas del mismo sexo, aclarando que “si hay un niño al que no quiere adoptar nadie, que lo adopten los homosexuales.”. Es decir, afirmando indirectamente que es preferible la adopción por parte de parejas heterosexuales.
Y, en tercer lugar, la fijación de Vox por las leyes que protegen al colectivo LGTBI es bastante reseñable, siendo una línea roja a la hora de pactar gobiernos como en Castilla y León o en Murcia, y ha pedido en reiteradas ocasiones las listas de trabajadores que se encargan de llevar servicios públicos de atención a personas LGTBI. Sobre esto último, cuando tu cuñado de Vox diga que es para “evitar chiringuitos”, pregunta por qué solo se interesa por quienes trabajan en servicios de Igualdad mientras pide subvencionar la tauromaquia, dedica en Madrid 250.000 euros para «proteger a los hombres de las mujeres» o acepta financiar la educación concertada.
Además, en el programa central de Vox, donde ya se analizaron varias veces sus puntos, han propuesto: retirar de la seguridad social las intervenciones quirúrgicas de reafirmación de género, promulgar una ley orgánica de protección a la familia natural como institución anterior al Estado, e instaurar el PIN PARENTAL.
En cuarto y último lugar, los aliados de Vox en Europa, como es el partido Ley y Justicia (PiS) de Polonia y el Fidesz de Hungría, que gobiernan en sus respectivos países, han desarrollado una persecución sistemática al colectivo LGTBI.
En Hungría se ha prohibido el matrimonio homosexual y la adopción a parejas homosexuales, mientras que en Polonia hay una discriminación activa al respecto. Ambos gobiernos han sido alabados por Vox y sus líderes públicamente y los tres forman parte del Grupo de Conservadores y Reformistas Europeos.
Si eso no fuera suficiente, se podría argumentar, en general que Vox:
- Insiste en hacer una diferenciación entre los derechos de la unión afectivosexual en función del género. El ya tan manido “que no lo llamen matrimonio”.
- Otorga una prioridad considerable a la oposición a leyes LGTB, hasta el punto de ser condiciones para pactar gobiernos. Sus propuestas alternativas no incluyen mejoras de dichas leyes, sino derogaciones completas o bien recortes de las mismas.
- Otorga prioridad a las parejas heterosexuales, tildándola de “familia natural”, y priorizan la adopción entre este tipo de parejas por encima de otros modelos familiares.
- Han realizado una persecución y han procurado el veto hacia las charlas en igualdad LGTB. La solicitud de datos personales y penales de trabajadores públicos únicamente se han centrado en este tipo de charlas y en los servicios relacionados con la promoción de la igualdad.
- Se opone abiertamente a los derechos de las personas transexuales, negando la construcción social del género y el acceso a estas personas a operaciones de reafirmación de género.
- Se muestra contrario a las manifestaciones a favor del colectivo LGTB, tanto simbólicas (en forma de banderas, por ejemplo) o físicas (como la protesta del Orgullo).
- Miembros de Vox proceden y se relacionan con colectivos que históricamente se han opuesto al matrimonio homosexual y se han enfrentado abiertamente contra el colectivo LGTB.
- En ningún programa electoral de Vox se ven propuestas encaminadas a proteger los derechos del colectivo LGTB.
En resumen, Vox no solo no propone nada para proteger al colectivo, sino que todas las acciones del partido van encaminadas a perjudicarlo.
Vox no es racista: solo quiere que la inmigración sea legal y no apoyar a las mafias
Todo el mundo recuerda la antigua afirmación, ya convertida en meme, de “yo no soy racista, soy ordenado”. Sin embargo, refleja muy bien la vieja táctica de la ultraderecha de escudarse en una política contraria a la inmigración como tapadera de la xenofobia y el racismo.
Tu cuñado de Vox seguramente hablará de que la inmigración no trae más que problemas, criminalidad, delincuencia y menos recursos para los demás. Y que Vox es un partido patriota que mira primero por el bien de los españoles y luego (si eso) por el del resto. En definitiva, que no hay sitio aquí, que “vienen a quitarnos el empleo” y a “aprovecharse de las ayudas”.
Lo obvio es que este discurso antiinmigración en realidad lo que busca es utilizar prejuicios que se asientan sobre el racismo y la xenofobia para desarrollar un sentimiento identitario, el “nosotros” contra el “ellos”, y así ganar apoyo popular a costa de un colectivo vulnerable.
Es decir, la persona migrante no solo viene a robarte el trabajo y/o las ayudas sociales, sino que además viene a destruir tus valores, tu identidad como nativo, tu cultura, tus creencias y, en definitiva, tu modo de vida. La extrema derecha llega incluso a hablar de invasión, hasta afirmar que existen conspiraciones u organizaciones destinadas a invadir el país desde dentro.
Y que, por supuesto, existen mafias que usan ONGs como tapaderas que ganan dinero redirigiendo los flujos migratorios, aprovechándose de la necesidad de las personas migrantes.
En primer lugar, sería bueno contarle a tu cuñado de Vox que las migraciones son un fenómeno natural que se ha dado en todas las sociedades y en todas las épocas. Desde 2008, unos dos millones y medio de españoles han emigrado al extranjero para buscarse la vida. Muchos de ellos sin un contrato de trabajo, a la espera de encontrar algo mejor fuera del país. ¿Por qué son mejores que la gente que viene al nuestro, especialmente si viene huyendo de una guerra?
En segundo lugar, conviene ofrecer datos frente a los diferentes bulos que se propagan sobre esta cuestión:
- Solo el 1,7% de la población migrante cobra ayudas sociales.
- Solo 7% de personas migrantes han acudido a Urgencias y el 8% a servicios médicos en 2019.
- El 70% de las personas migrantes tiene un empleo. El 15% son personas autónomas.
- Solo 1 de cada 10 personas extranjeras acude a Servicios Sociales a pedir ayuda.
- No existen ayudas específicas para personas migrantes.
- La población migrante se ocupa de los trabajos más precarios, peor cualificados, más inestables y son los primeros en perder el empleo.
- La población extranjera aporta más a la Seguridad Social de lo que reciben.
- Estudios concluyen que la marginalidad y la pobreza asociada a la población migrante explica que el porcentaje de criminalidad en este sector sea ligeramente superior.
- No existe relación entre delitos sexuales e inmigración.
- Es falso que a las personas inmigrantes les den una paga, un piso y la nacionalidad, entre otros privilegios inexistentes.
- Desde 2010, la población inmigrante ha pasado de ser un 13,46% a un 12,90%, por lo que no se puede hablar de “invasión”.
- Además, desde 2015, la inmigración ha caído un 95%, por lo que no existe ningún efecto llamada.
- Del total de inmigrantes, solo el 12,5% proceden de países de religión musulmana. El resto, vienen de países donde la religión cristiana es la mayoritaria.
En resumen, las personas migrantes no solo no tienen privilegios, sino que son un colectivo vulnerable, en general discriminado, no relacionado con la delincuencia, que aporta bastante más de lo que recibe y que ni siquiera es un sector grande de la población.
Cabría preguntar a tu cuñado de Vox por qué promueven de manera tan activa bulos y mentiras sobre estas personas y por qué los datos contradicen todas y cada una de sus falacias.
Por último, sobre el asunto de las mafias, es cierto que existen organizaciones que se aprovechan de las necesidades de la población y cobran cuantiosas sumas para facilitar los flujos migratorios hacia Europa. Esto está demostrado y es absurdo negarlo.
Ahora bien, que la conclusión sea que entonces lo que hay que hacer es no ayudar a las personas migrantes, que hay que dejarlas varadas en el mar y que fallezcan o que hay que tratar a la gente extranjera como ciudadanos de segunda, no tiene ningún sentido. Por encima de todo, está la humanidad y la empatía. Algo que la ultraderecha relaciona interesadamente con la etiqueta de «buenismo». Porque claro, es mejor acusar al que intenta ayudar de «buenista» que acusar al que deja morir a la gente de psicópata.
Si se quiere frenar el negocio de este tipo de mafias, hay otras medidas que requieren de cooperación internacional, implicación de los países afectados y políticas encaminadas a reducir la desigualdad de las zonas de origen.
Si tu cuñado de Vox está de acuerdo, puedes decirle que Vox se apoya en el ataque al globalismo para rehuir de la cooperación y del proyecto europeo siempre que puede, como sus colegas de Hungría y Polonia, o su aliado Donald Trump, que abandonó el Acuerdo de París contra el Cambio Climáticoo la OMS.
Estamos bajo un Gobierno socialcomunista
Aunque muy probablemente tu cuñado de Vox no sepa ni lo que es el socialismo ni lo que es el comunismo, acusar a las políticas progresistas y de izquierdas en general, así como a gobiernos de izquierdas, de ser comunistas y de querer cercenar libertades, forma parte del discurso de la antipolítica que funciona como punta de lanza de la ultraderecha.
Además, unirlo en una sola palabra, “socialcomunista”, permite también agregar un nuevo concepto al glosario ultraderechista, como “ideología de género” o “dictadura progre”, una estrategia más que estudiada y que ya se reflejaba en los principios de propaganda de Joseph Goebbels, ministro del gobierno de Adolf Hitler durante la Alemania Nazi.
La mayoría de expertos sitúan al PSOE en la centro izquierda del espectro político y en la socialdemocracia, una ideología que busca un modelo mixto entre el socialismo y el capitalismo, mientras que a Podemos lo ubican en la izquierda del espectro, pero también dentro de la socialdemocracia, además de como una confluencia de una amplia diversidad de ideas.
De hecho, algunos politólogos opinan que las políticas económicas del PSOE se encuentran más cercanas al socioliberalismo, ya que acepta los preceptos neoliberales de las Escuelas de Austria y Chicago (aceptando, por ejemplo, el mantra de la austeridad durante la crisis del 2008) y se aleja del modelo keynesiano, basado en la intervención y la regulación de la economía para favorecer a las capas de la población más vulnerables y corregir los fallos del libre mercado.
Por ejemplo, tanto el PP de Mariano Rajoy como el PSOE de José Luis Rodriguez Zapatero subieron el IVA, aplicaron políticas de recortes presupuestarios muy duras y eliminaron ayudas sociales. Además, ambos partidos han llevado a cabo políticas de privatizaciones masivas, especialmente en las épocas de Felipe González (PSOE) y José María Aznar (PP). No parece muy socialista, por mucho que lo ponga en el nombre.
Por otro lado, el análisis del programa político de Podemos, basado en la intervención económica, la protección de los servicios públicos, el ecologismo, el feminismo y los derechos de los trabajadores, además de reformas fiscales a rentas altas, concluye que lo acercaría más al modelo del Estado de Bienestar de los países nórdicos, que han aplicado una política socialdemócrata clásica.
Una cuestión también importante es que muchas de las medidas que propone Podemos, como la nacionalización de sectores estratégicos (como el sector eléctrico), la regulación de los alquileres o la subida del Salario Mínimo Interprofesional, han sido también propuestos por Ángela Merkel, presidenta de Alemania y líder de la Unión Demócrata Cristiana (CDU), un partido muy poco sospechoso de ser comunista.
Tanto el socialismo como el comunismo parten de la misma premisa: avanzar hacia el fin del sistema capitalista a través de la colectivización de los medios de producción y la planificación de la economía. Es decir, son ideologías rupturistas, no reformistas. Ni el PSOE ni Podemos defienden este discurso actualmente ni se refleja en sus acciones ni en sus programas electorales.
Nacionalizar un sector económico, expropiar un inmueble, subir el salario mínimo, regular los alquileres o aprobar un Ingreso Mínimo Vital no es comunismo ni es socialismo: son instrumentos económicos y de protección social que pueden encuadrarse perfectamente en un sistema capitalista y que han sido aprobados y aplicados por gobiernos de izquierdas y de derechas.
A partir de aquí, tu cuñado de Vox argumentará que Pablo Iglesias y los fundadores de Podemos en el pasado trabajaron para el gobierno venezolano y/o defendieron posturas comunistas. Y eso, hasta cierto punto, es cierto y ha sido reconocido por ellos mismos.
Sin embargo, actualmente, han dicho más de una vez que su proyecto político no está encaminado a ello y han afirmado que les parece un error la gestión de Venezuela, e incluso Pablo Iglesias renegó del comunismo. Además, no parece muy justo juzgar a alguien por haber desarrollado su trabajo para un gobierno determinado mediante un contrato laboral.
Seguramente, tu cuñado de Vox dirá que todo eso lo ha dicho Iglesias para ocultar las verdaderas intenciones de Podemos.
Es curioso que lo diga alguien que ha votado a un partido tan vinculado al franquismo, alabado por la Fundación Francisco Franco, neonazis y asociaciones ultracatólicas y que aprueba gobiernos autoritarios abiertamente en redes sociales y en declaraciones públicas.
Vox no es de extrema derecha, es patriota
Por supuesto, la ultraderecha siempre reniega de dicha etiqueta. Y Vox no es una excepción. Vox no es de extrema derecha: es patriota, de extrema necesidad, de sentido común…
A veces resulta tan obvio que es difícil explicarle a alguien por qué Vox se encuadra dentro de dicho espectro ideológico. Pero, en realidad, hay tantos motivos que es difícil saber por dónde empezar. Podríamos citar tres: el ultranacionalismo, el ultraconservadurismo y sus alianzas con fuerzas ultraderechistas.
En primer lugar, en cuanto al ultranacionalismo, es un rasgo común de la extrema derecha: el ensalzamiento radical del nacionalismo, en contraposición al internacionalismo, más típico de la izquierda. El nacionalismo entiende el territorio del estado como una unidad política, pero también sociocultural y homogénea, que configura la identidad de sus habitantes.
De esta forma, el énfasis radical en el nacionalismo y de los símbolos del Estado, como la bandera, constituye el pilar central. Además, se fusionan los conceptos divergentes de patriotismo y nacionalismo. Es decir, el patriotismo consistiría (según la extrema derecha) en amar a tu nación y a sus símbolos como un concepto identitario básico. Y que constituye el eje fundamental de toda acción política, bajo el cual queda supeditado todo lo demás.
Además, esto provoca un enfrentamiento contra otros nacionalismos, derivando en conflictos con países o culturas.
Vox se adhiere a estos preceptos de forma inequívoca. Las menciones a España, el uso de los símbolos del Estado contra rivales políticos, las acciones en Gibraltar, el euroescepticismo, el ataque contra otras formas de entender el patriotismo o la prioridad a la unidad territorial por encima de otros derechos son algunos ejemplos. Estas cuestiones ocupan siempre las primeras páginas de sus propuestas y programas electorales.
Entender España como una unidad social y cultural única supone la sumisión de otras lenguas y culturas del país, así como una limitación o eliminación de las competencias políticas de los territorios que componen el mismo.
Y, cómo no, expresarse en contra de esta forma de entender España supone una traición a la patria. Todo ello constituye una línea fundamenal y prioritaria dentro de su acción política.
En segundo lugar, Vox es profundamente ultraconservador y tradicionalista. El tradicionalismo y el conservadurismo son ideas que se oponen al progresismo. El conservadurismo agrupa a todas aquellas tendencias e ideas que se muestran contrarias a los cambios de los modelos sociales, políticos y/o económicos actuales, que se presentan como los ideales. El tradicionalismo suele ir un poco más allá: considera que estos modelos son correctos porque están reflejando la naturaleza del ser humano y que, por lo tanto, es lo que hay que preservar. Así, el progresismo sería un atentado contra “lo natural”.
Las personas conservadoras y tradicionalistas entienden que este orden es inherente al ser humano y viene dado por una autoridad superior, normalmente algún tipo de doctrina religiosa o dogma.
Cuando esto se lleva al extremo, rechazan también los cambios ya establecidos. Así, la tendencia es considerar el mundo actual como un producto antinatural de la corrupción víctima del progresismo y la necesidad de volver a normas, valores y creencias del pasado para restaurar el orden natural de las cosas.
La extrema derecha se relaciona precisamente con esté último posicionamiento. Esto suele manifestarse, por ejemplo, en evocar tiempos pasados de gloria donde hipotéticamente todo era mejor, relacionando esa gloria con los valores e instituciones de ese periodo. El fascismo italiano de los años 20 ensalzaba el Imperio Romano, por ejemplo. Como consecuencia, muestran posturas reaccionarias.
Uno de los lemas de Vox más repetidos es tachar al gobierno del PSOE y, más tarde, al gobierno conformado por PSOE y Unidas Podemos, de “dictadura progre”, en una clara oposición al progresismo, lo que se refleja en sus propuestas programáticas, como la vuelta a legislaciones sobre el aborto de 1985.
De la misma forma Vox acusa al Partido Popular, tradicional partido de derecha conservadora en España, de haber asumido postulados progresistas y, por lo tanto, de haberse ablandado y “vendido” a esa “dictadura progre”, denominándolo “la derechita cobarde”.
De todo lo anterior se desprenden sus posturas antiLGTB, antiinmigración y antifeministas, posturas que tu cuñado de Vox habrá defendido como completamente válidas y justificables.
Vox defiende abiertamente la Fundación Francisco Franco y ha evitado en todo momento criminalizar la dictadura franquista. Personas afines a Vox han ensalzado el franquismo recordando la potencia económica que se transformó en los 60 y usando esto para reivindicar los valores franquistas.
En este sentido, Vox ha protestado de forma enérgica contra la exhumación del dictador Francisco Franco del Valle de los Caídos en 2019, ha rechazado condenar la dictadura franquista y propone eliminar la Ley de Memoria Histórica. Además simpatizantes de Vox han justificando el golpe de estado de 1936 que provocó la Guerra Civil Española y la posterior dictadura. Por no hablar de cuando Santiago Abascal dijo que el Gobierno de Pedro Sánchez era el peor en 80 años, dando a entender que la dictadura fue mejor.
Además, personalidades afines al partido han difundido bulos y datos falsos sobre la dictadura franquista, la II República Española y la Guerra Civil Española que son favorables al franquismo.
Tampoco están a favor de la ilegalización de la Fundación Francisco Franco.
Por último, Vox también hace una defensa a ultranza de las instituciones del estado más tradicionales, como la Corona, el Ejército o la Constitución Española, hasta el punto de utilizarlas constantemente en su discurso y como arma arrojadiza hacia rivales políticos, tildando de traidores a cualquiera que proponga visiones diferentes.
Si después de todo lo anterior no has conseguido convencer a tu cuñado de Vox, es probable que al menos consigas que no te moleste mucho, que cambie de tema o que suelte alguna sentencia tipo “pues esto es así y ya está”, que normalmente lo dejarán en evidencia.
En el peor de los casos, intentará ridiculizarte y hacer ver que tú eres la persona equivocada y la que no tiene ni idea de lo que dice. El discurso ultraderechista está pensado para ser recitado de forma enérgica y con mucha convicción, priorizando lo emocional por encima de lo racional, por lo que muchas veces, ante tu exposición de datos, tu cuñado de Vox dirá algo como “pero con esa coleta como quieres que gobierne bien un país” o “pero si en mi casa manda mi mujer, cómo van a estar discriminadas”, o incluso «los nazis y fascistas sois los progres que queréis acabar con todo».
Sin embargo, el consejo es mantener la calma y no caer ante las provocaciones ni renunciar a un diálogo sosegado. No se trata de una conversación ajena en redes sociales, sino de tu familia, por lo que probablemente nadie más que tú vaya a tener esa capacidad de influencia sobre tu cuñado de Vox, además de otros familiares o alguna amistad muy íntima.
Por último, recuerda que no es habitual que alguien reconozca en un debate político que su interlocutor tiene razón. En muchas ocasiones, las reflexiones y los cambios de parecer se fraguan horas más tarde, durante la noche o incluso con el paso de los días.
Aunque el tono del artículo ha sido más distendido e informal de lo habitual, más allá del fondo humorístico o sarcástico, ya sea tu cuñado de Vox o tu tío o tu sobrina, la gente puede cambiar y, con humildad, sinceridad y diálogo, es posible lograrlo.
No en vano, la extrema derecha hace todo lo posible por rehuir las conversaciones constructivas y utilizar estrategias enrevesadas para que sus ideas calen evitando la confrontación ideológica y recurriendo a falacias constantes.
Ten esto siempre presente cuando quieras dejar su discurso Al Descubierto.
Jefe de Redacción de Al Descubierto. Psicólogo especializado en neuropsicología infantil, recursos humanos, educador social y activista, participando en movimientos sociales y abogando por un mundo igualitario, con justicia social y ambiental. Luchando por utopías.
Juntémonos con tus amigos de Vox y arreglemos el país.
Gracias Juste. Yo tengo la suerte de no tener ningún “cuñado” así 😉
Al hablar del alejamiento de presos, en vez de decir «no se imponía como un castigo», quizá sería más exacto decir que «no se imponía sólo como un castigo» o que «no se decía que se hiciera como un castigo». Porque, además de la razón argumentada, creo que en esa política había también un componente vengativo bastante claro.
Más sobre esos simpáticos demócratas del CNRI que financiaron a Vox (a los que por cierto no parece muy exacto llamar «marxistas») aquí: https://blogs.publico.es/puntoyseguido/5465/la-hermandad-de-vox-y-los-yihadistas-del-pueblo-irani-en-14-claves/?fbclid=IwAR3zYDrbktFVI6AL0wAb12c5YQSMdn23rmdIp_RgXi3BCyAkZo-5ZYpQJ2E