Europa

El mito del voto obrero en Vox y el discurso obrerista de la formación

“Vox tiene su principal caladero de votos en los barrios obreros, enfadados por la política tradicional y abandonados por la izquierda”. Este tipo de frases son cada vez más comunes en las tertulias, programas o en el imaginario popular, dando por hecho el masivo voto obrero en Vox, el principal partido de extrema derecha de España.

Esto además viene reforzado por el giro lepenizador (término empleado por el relativo éxito del Frente Nacional de Marine Le Pen en conseguir voto obrero) que la formación ha ido empleando cada vez con énfasis desde 2020, siendo uno de los puntos claves de esta estrategia la fundación de su propio sindicato, Solidaridad.

Sin embargo, en realidad la puesta en práctica de este discurso empezó meses antes. Uno de los pistoletazos de salida de esta estrategia fue el video de Vox para el 15 de mayo de 2020, en conmemoración del Movimiento 15M) “Seguimos indignados”, donde mostraba a personajes de clase obrera y como Vox recogía sus intereses, muy a pesar de que las proclamas de los movimientos sociales que giraron alrededor de las protestas que se dieron en España en esas fechas están muy alejadas en líneas generales de la espina dorsal ideológica de la formación de extrema derecha.

Este discurso obrerista (o intento de) ha seguido en marcha durante el 2020 y 2021 y tuvo su máximo exponente en Madrid en mayo de este año, donde la formación centró su campaña electoral en los barrios obreros y con un discurso centrado en la inseguridad de los barrios humildes fruto de los MENA, los okupas y el abandono de la izquierda.

Pero por lo que dicen los datos, toda esta estrategia obrerista tiene más de discurso y de transmitir una idea que de realidad, tanto por el contenido en sí del discurso, como del supuesto éxito que intentan vender al utilizarlo.

El caladero de voto de Vox, de hecho, dista mucho de ser los barrios obreros, donde la formación mantiene a día de hoy posiciones discretas. Para ilustrarlo, es necesario realizar un adecuado análisis de quién vota a Vox y bajo qué circunstancias.

El perfil del votante de Vox

Los partidos políticos suelen tener una base heterogénea de votantes que vota por la formación. Además en los tiempos de la modernidad líquida y la llamada política pop, el voto es más volátil que nunca. Esto significa, por lo tanto, que es muy difícil trazar un perfil único e incluso mayoritario de un votante que, probablemente, opte por otra opción política en las siguientes elecciones.

Pese a esto, extrayendo los datos de diversos estudios (como los del CIS) y análisis de voto, se puede esbozar cuál es el perfil del votante de Vox, al menos desde un punto de vista de valoración estadística de los datos, por lo que, como siempre, no hay que tomarlos al pie de la letra. Estos son sus principales rasgos:

El género del votante es abrumadoramente masculino: Vox es el partido que más diferencia de voto presenta entre hombres y mujeres. Un 70% de sus votantes pertenecen a este género. Este rasgo suele estar compartido con la mayoría de formaciones del mismo arco ideológico como pasa por ejemplo en La Liga de Matteo Salvini.

El voto de Vox esta sobrerrepresentado entre las personas de 24 a 55 años. El discurso reaccionario cala menos entre la juventud (aunque es cierto que la formación es primera fuerza entre hombres jóvenes, seguida por muy poco del PSOE y a poca distancia de Unidas Podemos). Entre las personas mayores de 55 años, en España apenas hay movilidad de voto. Así, a medida que aumenta la edad, el voto se concentra en el bipartidismo de PSOE y PP, donde la fidelidad es bastante mayor.

El nivel de estudios mayoritario de Vox es un nivel formativo medio: estudios de secundaria, estudios superiores y formación profesional. Apenas existen analfabetos en Vox. Pero habría que tener cuidado en interpretar estos datos, ya que corresponden a un tema generacional.

Es decir, el nivel de estudios varía enormemente entre generaciones, por lo que no es una variable muy fiable. Los votantes más mayores presentan más tasa de analfabetismo y menos nivel de estudios ya que los estudios en su época eran menos accesibles, mientras que los votantes más jóvenes van en la dirección contraria.

La renta media del votante de Vox es elevada, en torno a los 1.800€. Esto se debe a que el grueso de sus votantes se encuentra empleados, destacando el oficio de agricultor entre uno de los más exitosos, así como autónomos y empresarios. También tiene un porcentaje de voto superior entre los militares en relación al resto de partidos.

La ideología en Vox está muy marcada. Sus votantes se consideran de derechas y cristianos no practicantes. Se identifican con España y consideran a los políticos uno de los principales problemas del país.

Este sería el perfil mayoritario del votante de Vox, bastante alejado de ser un voto transversal, populista u obrero e ideológicamente bastante marcado a la derecha. Ahora se verá como ha ido evolucionando este voto y quienes han sido sus principales actores.

Las elecciones generales de abril de 2019

En las elecciones de abril de 2019, la formación de Santiago Abascal irrumpía en el parlamento con un resultado por debajo de lo esperado: 24 escaños y el 10,6% de los sufragios. Un debut por debajo del de Ciudadanos o Unidas Podemos.

Pese a esto, se pueden extraer los primeros datos. Y lo que dicen es que el voto a Vox fue marcadamente de clase, de clase alta.

En las poblaciones con rentas más bajas, el voto a la izquierda no disminuyó. En municipios como Ahínos, Fuenlabrada de los Montes, Higuera de Vargas y La Parra, Vox conseguía porcentajes entre el 7,5 y el 14%. En otros municipios de baja renta como Almachar (Málaga), Piornal (Cáceres) o Cervantes (Lugo), Vox no llegaba ni al 5% de los votos.

Donde la formación sí destacaba en porcentaje de voto es en los municipios más ricos de España. Allí Vox doblaba sus resultados de la media nacional.

La mayoría de estos municipios se encuentran en la Comunidad de Madrid como son Alcobendas, Boadilla del Monte, Las Rozas de Madrid, Majadahonda, Pozuelo de Alarcón, San Agustín del Guadalix y Torrelodones, Venturada y Villanueva de la Cañada.

En estos municipios Vox obtuvo una media del 18,94%, superando en algunos el 20% del voto.

En votos por barrios, Vox obtuvo una posición privilegiada en algunos de los municipios más ricos de España: estos son barrios como La Moraleja, el barrio de Salamanca, Chamartín o Retiro. Allí Vox fue segunda o tercera fuerza, solo por detrás del PP o Ciudadanos..

Mientras, en los barrios obreros, la izquierda se mantuvo con el mismo porcentaje, extrayendo Vox los votos que obtuvo en la misma cantidad que el PP disminuyó.

Así, en estas primeras elecciones, el voto de Vox tuvo un fuerte componente de clase social, estando dominado por las rentas altas y el voto de las élites.

Las elecciones generales de noviembre de 2019

Estas segundas elecciones generales estuvieron marcadas por dos características: el enfado de los votantes ante las repetición electoral y el crecimiento del conflicto catalán. Estos comicios fueron mucho más prosperas para la formación de Santiago Abascal, que consiguió dispararse hasta los 52 escaños, ganando 28 asientos por el camino. Pero, ¿de dónde salieron estos votos?

Por un lado, la totalidad de partidos de derechas (PP, Cs y Vox) sumaba 147 escaños en las elecciones de abril de 2019. Con la repetición, la derecha solo obtuvo 4 escaños más, 151, provocados por la concentración del voto.

Es decir, el corpus de votantes de derecha no cambió de manera ostensible, solo se reordenó. Ciudadanos perdió 47 escaños, mientras Vox ganó 28 y el Partido Popular 23.

Las zonas donde la formación naranja había ganado pasaron al Partido Popular o a Vox, convirtiéndose los de Abascal en primera o segunda fuerza en los municipios más ricos de España.

Además, el votante de Ciudadanos no está especialmente representado en la clase obrera, siendo principalmente un votante urbanita, de renta media-alta y con estudios superiores.

La transferencia de voto desde el PSOE y Podemos a Vox se mantuvo por debajo del 1%, destruyendo cualquier mitología sobre la transversalidad del voto a Vox.

La única salvedad a este recuento tiene que ver con el éxito en los diez municipios de más de 20.000 habitantes más pobres de España, con rentas per cápita menor a los 7.000€. Allí la extrema derecha consiguió ser primera o segunda fuerza solo por detrás del PSOE.

Estos son los municipios de Níjar, Vícar y Adra (Almería), Alhaurín el Grande (Málaga) e Isla Cristina (Huelva), Los Palacios y Villafranca (Sevilla), Barbate, Sanlúcar de Barrameda, Arcos de la Frontera (Cádiz) y Mazarrón (Murcia).

Pero no parece que la consideración clase-voto haya tenido que ver aquí, sino una consideración fuertemente ideológica. En primer lugar, todos estos municipios tienen una casuística muy similar: son pueblos pobres, fuertemente rurales y con un amplio rechazo a la inmigración.

Además hay otro factor esencial: no fue el voto de las personas mayores o trabajadoras las que decantó el voto a Vox sino su éxito en el voto joven.

Así, aunque esto fue un avance en la incipiente estrategia de la formación de presentarse como garante del voto obrero, la formación siguió obteniendo sus mejores resultados en los municipios más ricos y no mantuvo su éxito en los municipios obreros en líneas generales, con el condicionamiento especial de estos 10 municipios pobres.

Las elecciones autonómicas de Cataluña

Las elecciones autonómicas de Cataluña supusieron un muy buen resultado para la extrema derecha (no para la derecha autodenominada constitucionalista) que catapultó a la formación como cuarta fuerza política con 11 escaños.

Además estas elecciones trajeron mas datos sobre el comportamiento del voto y ayudan a seguir desterrando el mito del voto obrero en Vox.

Por un lado, Vox se vio fuertemente beneficiado por la caída de Ciudadanos. Allí donde la formación naranja estaba fuerte, Vox creció considerablemente, recogiendo buena parte de sus votos.

El voto a Vox en las elecciones catalanas puede entenderse como transversal en términos geográficos y de renta. La formación obtuvo sus mejores resultados en municipios de tamaño pequeño y mediano (menos de 20.000 habitantes) a la vez que conseguía mantener posiciones en las ciudades más grandes.

El grueso de su voto vino de la provincia de Barcelona a la par que las del litoral. La coincidencia de su voto con el de las zonas donde ganó Ciudadanos en los anteriores comicios es amplia.

En clave de barrios, los dos mejores resultados de la formación se dan en Barcelona, en los dos barrios más ricos: Sarrià-Sant Gervasi (11%) y Les Corts. Curiosamente el tercer barrio donde obtiene mejores resultados es Nous Barris, el barrio con menor renta de la urbe (8,9%).

En otros barrios humildes y obreros de Barcelona y Tarragona en cambio no se repitió este comportamiento, aumentando ligeramente la penetración ultraderechista, pero quedando en malas posiciones como cuarta, quinta o sexta fuerza.

En las zonas mas independentistas, los resultados de Vox son en general malos, encontrándose alrededor del 5%.

Así, en Cataluña no se puede extraer ningún comportamiento del voto por una cuestión de renta, ni el voto obrero tuvo un papel crucial en Vox ni esta sobrerrepresentado como en otras fuerzas de la extrema derecha europea.

En el caso catalán se vio como Vox avanzó como partido de ámbito nacional, con un electorado más transversal y donde la cuestión identitaria española fue clave, obteniendo mejores resultados en las zonas con alta inmigración laboral de otras zonas de España y un mal resultado en las zonas fuertemente independentistas.

Las elecciones autonómicas madrileñas

En las elecciones autonómicas madrileñas, Vox desplegó toda su estrategia obrerista. El punto central de su campaña fue la inseguridad y el supuesto terror de los MENA en los barrios más humildes.

La formación verde concentró su campaña en estos barrios, iniciando la campaña en el izquierdista barrio de Vallecas y prosiguiéndola por barrios de esta tendencia como Fuenlabrada. Y la verdad es que los resultados fueron de lo más modestos.

Vox consiguió mejorar levemente los resultados de 2019 ante los buenos resultados de Isabel Díaz Ayuso, aumentando en 1 escaños hasta los 12 y sumando 0,25 puntos a su porcentaje de voto.

La cuestión es cómo funcionó su estrategia para captar voto obrero en Vox. Los resultados dicen que no ha conseguido despegar. Por un lado, los resultados de Vox en zonas relacionados con la izquierda o tradicionalmente obreras, ha subido pero de manera muy leve.

En algunos distritos de tradicional voto izquierdista como Alcorcón, Arganda del Rey, Coslada, Rivas Vaciamadrid, San Fernando de Henares, o distritos de la capital como San Blas, Usera, Villa de Vallecas y Villaverde, la formación de Abascal subió entre un 0,6% y un 1%.

En otras zonas ligadas a la izquierda como Fuenlabrada, Getafe, Leganés, Mejorada del Campo, Móstoles, Parla, Pinto o Puente de Vallecas, la formación también mejoró levemente sus resultados, pasando entre el 1 y el 2,3%

Otras zonas restantes ligadas a la izquierda como Arganzuela, Ciudad Lineal, Hortaleza y Tetuán la formación ultraderechista retrocedió en porcentaje de voto.

Lo reseñable es que, en todas estas zonas, Vox sigue siendo cuarta o quinta fuerza, por detrás del PP, PSOE, Más Madrid y en algunos casos Unidas Podemos.

Además, sus resultados en estas zonas suelen estar por debajo de la media de la formación.

Por otro lado, Vox resistió algo peor en las zonas más ricas, que se decantaron por el Partido Popular, bajando levemente entre un 0,5% y un 1,34%. Algunas de estas áreas son Chamartín, Salamanca, Chamberí y Moncloa-Aravaca.

En otros zonas de rentas media-altas o de feudos derechistas como Las Rozas, Pozuelo de Alarcón, Barajas, Paracuellos de Jarama o Galapagar, Fuencarral-El Pardo, la formación también nota está perdida, perdiendo entre un 0,5% y un 1,39% de voto.

En definitiva, una subida muy ligera en los barrios obreros y un descenso muy pequeño en los barrios más ricos que hacen que el voto obrero sea una fuerza decisiva en Vox.

El mito del voto obrero en Vox y la fallida lepenización

Indudablemente, con los datos mostrados, se puede concluir que la estrategia de lepenización de Vox no está funcionando a día de hoy.

El partido consigue leves mejorías en los barrios obreros, al coste de una enorme cantidad de recursos (como el sindicato Solidaridad) y esfuerzo que centra la parte discursiva de la formación.

Pese a esta inversión, la formación ultra sigue destacando en las últimas posiciones en las zonas obreras.

De hecho, en muchas de las zonas obrera donde la formación ha obtenido mejores resultados, no se haya un patrón que conecte y parece tener que ver con un perfil ideológico.

Y es que esto es una cuestión relevante del voto obrero: este voto no es homogéneo ni tiene porque obedecer a intereses de clase.

Un obrero que cobra 1.000€ puede tener como sus prioridades los toros, la cuestión religiosa o el patriotismo tal y como lo entiende Vox, votando por intereses no de clase.

Esto parece explicar el resultado de Vox en muchos pueblos pobres de la España Vaciada o en las elecciones catalanas.

Lo que es indudable es que Vox ha apostado por ser “una derecha social” y como otras extremas derecha históricas como el Partido Nazi, apostar por un pacto con la masa social en vez de con las élites clásicas, en un intento por ensanchar su base.

El resultado de esta estrategia es tenue ahora, pero podría seguir dando tibios resultados en el futuro.

Lo que esta claro a día de hoy es que el voto obrero en Vox no es una cuestión relevante, obteniendo en estos barrios las últimas posiciones mientras la izquierda sigue ganando (y en especial el PSOE).

Así todos los discursos de la formación sobre el éxito obrerista deben ser tratados como bulos o en el mejor de los casos de posverdad, es decir, el intento de cambiar la realidad mediante el uso del discursos sobre hechos falsos.

Quizás un día Vox logre igualara a otras extremas derechas en voto obrero. La realidad es que a día de hoy, esto no es así.

Juan Francisco Albert

Director de Al Descubierto. Estudiante de Ciencias Políticas y máster en Política Mediática. Apasionado del estudio y análisis del hecho político, con especial interés en el fenómeno de la extrema derecha, sobre la que llevo formándome desde 2012. Firme defensor de que en política no todo es opinable y los datos, fuentes y teorías de la ciencia social y política deben acompañar cualquier análisis.

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