Expulsión para cualquiera que pacte con la ultraderecha: el sucesor de Merkel reafirma el cordón sanitario alemán
La Unión Cristianodemócrata de Alemania (CDU) capitaneada durante casi dos décadas por Angela Merkel se había distinguido por su rechazo a la extrema derecha, aplicando el cordón sanitario hacia esta formación, un pacto verbal mediante el cual los grupos políticos reniegan de entrar en pactos con los partidos ultraderechistas y apoyan siempre a candidaturas alternativas.
Ahora su sucesor, el conservador Fredrich Merz que será el futuro líder de la CDU, se ha reafirmado en este compromiso.
En una entrevista para el diario Der Spiegel este jueves 23 de diciembre ha declarado: “Conmigo habrá un cortafuegos claro delante de Alternativa para Alemania (AfD)”.
Strauss fue elegido por las bases para liderar a la CDU, derrotando a Norbet Rötgen y Helge Braun. Actualmente espera ser ratificado como nuevo líder en el próximo congreso del partido. Paradójicamente, Strauss representa al ala más derechista de la formación. Y pese a eso se niega a pactar con la extrema derecha.
«Quien alce la mano para proponer cooperar con la AfD se encontrará al día siguiente con un proceso de expulsión» prosigue en la misma entrevista, aclarando que “desde el primer momento” mantendrá las distancias con respecto a la AfD.
Para formar pactos en Alemania, todos los partidos aplican el cordón sanitario sobre la AfD, excluyendo cualquier tipo de negociación o apoyo electoral por parte de la ultraderecha. Esto tiene mucho que ver con el tema de que la AfD ha recogido a buena parte del neonazismo alemán, pese a sus intentos de asumir un discurso más moderado.
Pero no todos en la CDU están de acuerdo con este planteamiento.
¿Un cordón sanitario inquebrantable?
El cordón sanitario sobre la AfD se ha mantenido sólido, pero ni muchos menos inquebrantable.
El caso más llamativo de esta ruptura sucedió en Turingia, una región donde la extrema derecha de la AfD saca uno de sus mejores resultados y donde los nazis entraron por primera vez en un gobierno regional en 1930.
Allí, La izquierda (Die Linke) había quedado vencedora de las elecciones, con un 31% de los votos, siendo la AfD segunda fuerza con el 23%. Un pacto con los socialdemócratas y los verdes se daba por asegurado, ya que aunque toda la derecha sumaba más escaños (45 contra 44) se daba por hecho que ni la CDU ni los liberales de la FDP pactarían con la ultraderecha
Pero, en la tercera votación, donde solo se requería mayoría simple para elegir al candidato, ocurrió el inesperado apoyo. La CDU acordó votar al candidato del Partido Democrático Libre (FDP), Thomas Kemmerich. Pero resultó que la AfD también votó al candidato liberal, siendo elegido presidente.
Esto creó un escándalo en Alemania por la ruptura del cordón sanitario: Angela Merkel condenó el error de su partido en Turingia y pidió repetir las elecciones.
Finalmente el nuevo presidente liberal dimitió 24 horas después alegando que no tenía una mayoría democrática para gobernar.
El líder nacional de la FDP puso su cargo a disposición del partido por su tardía respuesta a la crisis. Y aunque finalmente pudo mantenerse, sí que lo hizo para Annegret Kramp-Karrenbauer de la CDU.
Pero la realidad es que, aunque la CDU asegura que se niega a pactar con la ultraderecha, esto no ocurre a todos los niveles.
A nivel local, la CDU ha llegado a ciertos pactos con la AfD. Así, distintos ultraderechistas han conseguido puestos de poder en administraciones locales.
Este es el caso de Reinhard Etzord en Gera, donde preside las reuniones del pleno pese a que su bancada solo tiene 12 votos de los 40 necesarios para elegirlo. El voto secreto, presumiblemente de la CDU, le llevó a la presidencia.
Este proceso se ha repetido en lugar como Gohrisch, Radebeul o Zwickau. Unos pactos locales que contradicen la política representada por los conservadores de no pactar con la ultraderecha.
No todos piensan lo mismo
Y es que dentro de la CDU hay voces que empiezan a hablar de futuros pactos con la AfD o han intentado mover al partido a esas posiciones. El gesto más llamativo en esta dirección ha venido por parte de la asociación Unión de Valores (Werte Union).
Esta asociación externa actúa como una corriente interna dentro del partido (aunque carece de estructura en su interior) y muchos miembros de la CDU se niegan a reconocerla de esta modo. Pese a eso tiene mucha influencia en el entorno de Angela Merkel y en ciertos sectores del partido.
Esta corriente ha buscado constantemente el acercamiento a la AfD, siendo calificada por Der Spiegel como un submarino de este partido.
En mayo de este 2021, eligió como líder a Max Otte, un economista y administrador de fondos de 56 años muy cercano a Alternativa para Alemania. De hecho, es miembro de la Fundación Desiderius Erasmus (DES), reconocida por la AfD como cercana al partido.
En 2017 declaró que, pese a ser miembro de la CDU, votaría por la AfD por el “giro izquierdista” de la CDU.
Y no es el único miembro sospecho. Su vicepresidente es Klaus Dageförde, quien tiene un pasado neonazi.
En los 90, fue acusado por la fiscalía de pertenecer al Frente de Acción Nacional Socialista / Activistas Nacionales (ANS / NA) desde 1995, movimiento que se veía a sí mismo como una continuación del partido nazi. Fue juzgado en febrero de 1991 y el juicio se alargó hasta 1994.
Dageförde ha reconocido esta pertenencia pero dice que fue en los años 80 y que rompió todos los vínculos. Como siempre, el neonazismo sobrevuela a la AfD pese a las constantes explicaciones y negativas de sus miembros.
Posiblemente el descenso en las encuestas de la AfD a día de hoy haga menos interesante un pacto con ellos. Pero ante una CDU desalojada del poder, el riesgo del radicalismo y el populismo de extrema derecha es una gran tentación.
Enlaces, fuentes y bibliografía:
– Foto de portada: Friedrich Merz en la conferencia de la CDU. Autor: Olaf Kosinsky, 22/11/2019. Fuente: Wikimedia Commons (CC BY SA 3.0).
Director de Al Descubierto. Estudiante de Ciencias Políticas y máster en Política Mediática. Apasionado del estudio y análisis del hecho político, con especial interés en el fenómeno de la extrema derecha, sobre la que llevo formándome desde 2012. Firme defensor de que en política no todo es opinable y los datos, fuentes y teorías de la ciencia social y política deben acompañar cualquier análisis.