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Panhispanismo, el ‘lebensraum’ español

Si buscamos “Hispanismo” en el diccionario nos indicará que es un vocablo del castellano prestado a otra lengua o también un área de estudio de las ciencias sociales de las culturas e historias de los países de habla hispana. Pero la acepción que nos interesa es la de la ideología transcontinental panhispánica, que apela a la reunificación política de las naciones castellanoparlantes o incluso de toda la iberofonía. Así resumido suena incluso atractivo si atendemos al actual equilibrio mundial de fuerzas en el que se encuentra España dentro de los ejes de los consensos de Washington y Bruselas. Pero para llegar a comprender que hay detrás de esta proposición geopolítica primero hay que diferenciarlo de los conceptos de hispanoamericanismo, latinoamericanismo y panamericanismo y en segundo lugar entender las cercanías y diferencias entre el contexto político de los países iberófonos americanos y Europeos, para. más adelante entender la propuesta del panhispanismo y su intermediación en la construcción política y cultural de la identidad iberófona y española, su sustrato identitario y etnicista y su esencia instrumental a los sectores reaccionarios, la ultraderecha y los intereses económicos de la oligarquía financiera.

Es indudable que existen lazos culturales e históricos entre los pueblos iberófonos. Provienen de una historia de colonización y dominación muy complicada de obviar, pero que se hace necesario pasar por alto para ubicar correctamente el fenómeno del panhispanismo actual. Por tanto, recomendando trabajos como el de Adrián Juste en aldescubierto.org y el de Mikel Herran (putomikel) para dar perspectivas diferentes, este análisis elude la discusión de “la historia negra” y “la historia rosa” de la colonización y deja a elección del lector que forme por sí mismo sus propias conclusiones sobre la historia colonial de América. Este trabajo se va a ceñir al hispanismo como movimiento contemporáneo.

Unidad iberófona y americana. Hispanoamericanismo, latinoamericanismo y panamericanismo

    A lo largo del desarrollo de las culturas y pueblos iberófonos e indígenas en América se han encontrado distintas formas de entender el encaje geopolítico de los pueblos iberoamericanos, tanto entre ellos como en relación a los europeos. Han existido varias propuestas, especialmente tras la consolidación de las independencias respecto a la corona hispánica y la emergencia del mundo moderno en el continente americano:

    El Hispanoamericanismo: guarda similitudes con el hispanismo en su aspecto fundamental, pues aspira a la reunificación de los pueblos americanos de habla hispana en un sujeto político único. Sin embargo, los hispanoamericanistas no aspiran a una hegemonía política global de España basada en la reconstrucción de la relación imperial de subyugación. De hecho, precursores del panhispanismo como Ramiro de Maeztu, Melendez y Pelayo o José Martí fueron varios impulsores de este movimiento, que debe deconstruir la tradición imperial hispánica para que los movimientos republicanistas americanos guíen la estela de España. Siendo así una perspectiva de orden geopolítico, se considera que el hispanoamericanismo es el germen intelectual del hispanismo y el panhispanismo.

    El latinoamericanismo: es una propuesta que apela a la unidad de las naciones americanas que comparten un origen colonial latino. Es la expresión bolivariana del fenómeno que aspira a unificar las colonias europeas en el sur y centro de Europa que combatieron el colonialismo francés, español y portugués. Su historia surge de los procesos de descolonización americana y se pierde en las raíces de los movimientos indigenistas y la aparición del socialismo latinoamericano. Se trata de una propuesta de alineación de pueblos desde el sentido decolonial. El proyecto político de las recientes repúblicas latinoamericanas a principios del siglo XIX fue la confederación de todos los territorios liberados, el fracaso de esta experiencia fue aprovechado por Estados Unidos para imponer su visión panamericana. Esta vocación emancipatoria de los pueblos latinoamericanos no volvería a coger impulso hasta el siglo XXI con Hugo Chávez y su órbita regional con el impulso del ALBA (Alianza Bolivariana Para los Pueblos de Nuestra América).

      El panamericanismo: Estados Unidos impulsó la conferencia panamericana consolidada en la actual OEA, no se trata de una ideología de corte populista sinó más basada en la diplomacia puesto que no existían grandes lazos culturales entre el mundo latino y el de las 13 colonias hasta la consolidación estadounidense como superpotencia mundial. Busca generar una integración geopolítica de todos los países de América basada en la hegemonía estadounidense en el bloque. El neo-imperialismo estadounidense se basa en diversos principios “republicanos” que parten de la defensa de intereses económicos estratégicos, de sus principios, la doctrina Monroe (“América for the americans”) es el fundamental en lo que atañe a la postura norteamericana respecto a la dominación económica o militar de los asuntos relativos a su continente y la Doctrina Manifiesto su principio fundacional respecto a su papel como agencia mundial.

      El hispanismo es una corriente relativa a la primera, una vertiente del hispanoamericanismo que introduce el nacionalismo cultural racista sobre la idea de la identidad común de los pueblos de habla hispana. Dependiendo de matices y corrientes exalta valores comunes y demanda una reunificación de todas las esferas de la iberofonía como un bloque geopolítico. La llegada de Colón a América como gran hito fundacional del esplendor y las glorias nacionales, la España en la que jamás se ponía el sol y la gran tarea civilizatoria son los fundamentos de la ideología nacionalista española que difuminan sus fronteras con la noción del panamericanismo. Mientras, la desintegración de tal imperio forma parte de su historia negra.

      Más allá del rosa y el negro: breve repaso a la distancia entre los contextos históricos iberoeuropeos e iberoamericanos.

        Caminos separados

        Las sociedades políticas americanas no tienen su fundación en la colonización. Los pueblos precolombinos sobrevivieron mejor o peor a la conquista y el desarrollo de sus sociedades trajo consigo una diversidad étnica difícil de concebir desde estándares de organización social europeos. La traducción de esto fue la pervivencia de una serie de pueblos, idiomas, bloques culturales con costumbres comunes y sociedades, que no tienen origen en la conquista o únicamente en la conquista y que tienen un papel importante en la idiosincrasia actual y la geografía política de diferentes lugares del continente.

        Las actuales fronteras del continente no surgieron inmediatamente tras la descolonización; vencidas las guerras de independencia existían en 1822 varios estados nuevos: la Gran Colombia, la Federación de Provincias Unidas del Río de la Plata, Chile, Perú y los Imperios de México y Brasil a falta de Bolivia en 1825, República Dominicana en 1844, Cuba y Puerto Rico en 1898 y Jamaica y otras posesiones caribeñas francesas e inglesas en la década de 1960/70. Mientras Brasil quedó unificada en una monarquía, lejos de los sueños de confederación de Bolívar los nuevos países sufrieron una serie de conflictos que moldearon el mapa político: La federación de Provincias Unidas de Centroamérica se independizó de México en 1823, año en el que Estados Unidos proclamó la Doctrina Monroe: prohibiendo a los europeos la expansión colonial y atribuyéndose la autoridad sobre el continente. Las provincias Unidas y Brasil disputaron el control del actual Uruguay en 1826 lo que daría con su independencia, entre 1829 y 1830 Venezuela y Ecuador se independizaron de Colombia. En esta década tras la abolición de la esclavitud, Texas se independizó de México y las Provincias Unidas de Centroamérica se dividieron en Guatemala, Honduras, Nicaragua, Costa Rica y el Salvador. En 1845 la anexión de Texas produce una guerra entre México y Estados Unidos que terminará por costarles también California marcando así la actual frontera entre el mundo angloamericano y el mundo hispanoamericano. Argentina, Brasil y Uruguay se enfrentaron a Paraguay generando un derrumbe demográfico que lastró su desarrollo y ha marcado desde entonces las relaciones regionales de estos cuatro estados en la cuenca del río de la Plata. Chile derrotó a Perú y Bolivia en la guerra del Pacífico dejando a Bolivia sin acceso al mar y junto a Argentina invadieron y exterminaron hacia finales de siglo a la nación indígena Mapuche que se extendía por el sur y había resistido tanto a Incas como a españoles.

        Primeras Repúblicas Latinoamericanas (1826), mapa didáctico . Fuente: Geohistoria, 2/06/2021. Fuente: Youtube (@Geohistoria).

        En el siglo XX, EEUU compró el proyecto del canal de Panamá, a lo que se opuso el Congreso de Colombia y produjo la independencia de Panamá en 1903. La revolución de México de 1910  se ramificó en diversos eventos como la revolución Zapatista pocos años después y significó la toma de los criollos e indígenas mexicanos del poder y la abolición de los privilegios de las familias pudientes eurodescendientes respecto a propiedad y administración. El ejército mexicano pasó a ser un elemento de defensa del pueblo ante las élites y el desarrollo económico incipiente mejoró notablemente las condiciones de vida y abrió una segunda etapa revolucionaria en la que las tensiones nacionales del siglo anterior pasarían a perder importancia ante una nueva noción popular. En la década de 1930 Paraguay recuperó terreno sobre Bolivia y Perú sobre Ecuador. En los años 80 Argentina entró en guerra con Reino Unido por el control de las islas Malvinas. En muchos estados triunfaron variantes del socialismo con la ruta del Che Guevara y la llegada de dictaduras panamericanistas como la de Fulgencio Batista. Una historia pendular de caudillos y gobiernos democráticos de un socialismo alineado con las ideas bolivarianas y el eje latinoamericanista o un liberalismo conservador y panamericanista es lo que ha trascendido a nuestros días a través de su historia moderna y personajes políticos de gran importancia universal como Perón, Castro, Allende, Somoza, Pinochet o Sandino que solo son símbolos comunes de los importantes momentos históricos que vivió el continente.

        España, sin embargo, vivió durante estos siglos una entrada paulatina y desordenada en la modernidad europea a través de la Nueva Planta borbónica y las sucesivas desamortizaciones y revoluciones liberales que tenían muchísimas conexiones genealógicas con el contexto Europeo: el proyecto de estado-nación aparece en el contexto de la invasión francesa tras una guerra de sucesión al trono entre las principales potencias del continente, así como en un proceso de descomposición acelerada del antiguo imperio cuyas estructuras macrocéfalas quedaron obsoletas ante el desarrollo industrial y liberal del norte. Si la II república hizo esfuerzos por estrechar lazos geopolíticos a ambos lados del charco, estos si acaso solo sirvieron para que durante el exilio tras la guerra civil los españoles perseguidos por el franquismo pudiesen huir.

        Mientras el franquismo fue efectivo aislando culturalmente España, hispanoamérica vivió años de gran intensidad política, la guerra fría forzó una división ideológica entre los países latinos de ambos bloques y supuso el inicio de una amplia campaña de intervención de los Estados Unidos en América Latina que perdura en formas más sutiles en busca de derrocar gobiernos socialistas o soberanistas. Esta coyuntura propició en plena etapa de desarrollo del derecho y la comunidad internacional un tercer bloque conformado por las naciones menos ricas del planeta a iniciativa de los gobiernos de India, Egipto e Indonesia; el bloque de países no alineados, del cual 27 países sudamericanos son estados miembros y todo el resto del subcontinente está representado como observadores. Este movimiento marcó un hito en las relaciones internacionales y fue la semilla de un nuevo orden multipolar que a día de hoy se encuentra en fase de consolidación. La caída del bloque comunista haría presagiar durante los 90 el advenimiento de un orden unipolar en el que los consensos de Washington dieron el control a la Casa Blanca de las economías latinas con instrumentos financieros como el Banco Mundial, pero el resurgimiento de la izquierda desde la aparición en escena de Hugo Chávez, Lula da Silva, Evo Morales, Cristina Fernández, Rafael Correa y el populismo bolivariano en conjunto trajo consigo una nueva etapa de desarrollo económico y social en la cual se encuentra actualmente inmerso el continente. El modelo de estado presidencialista que rige en todo el continente americano excepto Canadá es un importante vestigio de toda esta historia reciente y emancipada en la que se ha definido una visión americana de los asuntos que acerca las visiones en aspectos relacionados con la vida pública y los procesos burocráticos que nacen de las correlaciones de poder presentes.

        España, por contra, se halla en un proyecto geopolítico muy diferente al post-imperio que derrocó la república y nunca reconstituyó la dictadura. Es un estado miembro de la Unión Europea y del grupo de países más poderosos del planeta en los índices productivos. Es la octava economía europea y la quincuagésima del planeta por volumen del PIB y a la vez un estado político con importantes problemas estructurales y de desigualdad. El régimen parlamentario español no es un capricho europeísta de la transición democrática sino una expresión de nuestra historia política como estado-nación que nace de la ocupación francesa durante el divorcio con latinoamérica que divide nuestros caminos hace aproximadamente 200 años. Desde ese momento, los diferentes estados iberófonos rara vez han actuado como bloque y cuando lo han hecho ha sido de manera continental, puesto que más allá de los lazos culturales del idioma compartido no existen unos intereses geopolíticos compartidos de todas las naciones que comparten estos lazos, las naciones americanas tienen sus propios intereses geolocalizados en el marco americano y España tiene los suyos propios en el marco continental Europeo.

        Sistemas de gobierno en el mundo. Leyenda: Azul: presidencial, Amarillo: semipresidencial, Rojo: Monarquía Parlamentaria, Naranja: Parlamentario, Verde claro: Ejecutivo Mixto, Verde oscuro: Dictadura Militar, Marrón: Unipartidismo, Violeta: Monarquía Constitucional, Morado: Monarquía absoluta. Autor: Chubit, 7/10/2021. Fuente: Wikimedia Commons (CC BY-SA 4.0)

        La oligarquía financiera y la Hispanidad

        No ha existido una lucha política común panhispanista ni un desarrollo político homogeneizador que permita hablar de una construcción nacional transcontinental en ningún sentido. No obstante, es muy sólida la percepción de que si existe un desarrollo integrado y unos intereses geopolíticos en todo el continente americano, que se ha enmarcado siempre en el conflicto mundial del sur contra el norte y los procesos de descolonización; en los que España y Portugal, mal que pese, se han posicionado siempre en el eje opuesto al del resto de naciones de todo el resto de la iberofonía. Cuesta discutir llegados aquí, que España se enmarque en un grupo de países diferente al de las potencias coloniales europeas junto a Alemania, Bélgica, Francia, Reino Unido, Italia, Portugal y Holanda. Un asunto diferente es la actual correlación de fuerzas de España respecto a estos antiguos imperios y su posición oprimida en una replicación o estrato de la dinámica norte-sur dentro de la Comunidad Económica Europea. Cierto es, que por razones históricas fundamentales, en ambas dinámicas norte-sur (la global de América y la interna de Europa Occidental) existe una coincidencia de raíces culturales antropológicas; un sur de ascendencia latina económicamente subyugado a un norte de ascendencia anglo-germánica, pero pretender por ello una suerte de inserción española entre los países alineados con la lucha del sur contra el norte contrasta con la realidad del sistema-mundo en el que España, como miembro del bloque atlantista y de la UE, debe su capacidad de garantizar cierto nivel de vida y productividad a los mecanismos del consenso de Washington y Bruselas dentro de un sistema financiero con banca centralizada que opera inmersa en el bloque de países más poderosos del mundo y la mayoría de estados latinoamericanos se encuentran en el bloque de países del sur que pelean por su desarrollo contra este primer grupo.

        Las élites financieras españolas y occidentales actúan de forma cooperativa frente a estados latinos y si acaso, el vínculo cultural opera a favor de estas élites europeas como puerta de entrada al continente. Como cualquier potencia colonial quedan vestigios del imperialismo español en las relaciones bilaterales que durante toda la historia contaron y cuentan con el fomento y el apoyo del estado español para llevar a cabo su actividad. La burguesía española mantuvo gran parte de la propiedad de sus finanzas gracias a sus lazos familiares con la burguesía de las nuevas repúblicas que hicieron posible mantener una relación de continuidad en lo referente al poder financiero. A lo largo de los gobiernos liberales y conservadores del siglo XX esta oligarquía transnacional española se ha beneficiado de acuerdos provechosos con estas élites con el máximo apogeo en la oleada de privatizaciones de empresas estatales durante los años 90 a las cuales fueron obligados por el FMI. Como Entel (Argentina y Perú), CANTV (Venezuela), Telebras (Brasil) y CRT (Brasil) por parte de Telefónica; Aerolinias Argentinas por Iberia, Bancomer (México) y Banco Continental (Perú) por el BBVA, el Banco de Venezuela por el Banco Santander, Edelnor/Edelsur (Perú) y Enersis (Chile) por Endesa, ENDE (Bolivia) por Red Eléctrica o por Repsol; YPBF (Bolivia) e YPF (Argentina). A todas estas privatizaciones hay que sumarle la enorme presencia de los nombres habituales de la burguesía iberoeuropea frecuentes en concursos y adjudicaciones de grandes obras logísticas. Las 10 empresas más grandes de España obtienen el 20% de su fortuna en latinoamérica.

        Esta rapiña de la burguesía española en América no se ha limitado a empresas estatales, aprovechando su dominación las empresas españolas han comprado numerosos recursos naturales y protagonizado importantes conflictos como el exterminio por parte de Endesa del pueblo mapuche pehuenche en la construcción de la presa Ralco en Chile, el desastre ecológico de ACS en el río Cahabón o el de Repsol en Perú, tal es este papel que la Asociación Paz y Dignidad creó el Observatorio de Multinacionales Españolas en América Latina. Como denuncia este observatorio el papel vestigial de la burguesía española en America Latina produce una degradación multidimensional; en el aspecto financiero mermando el tejido productivo regional, introduciendo corrupción política y favoreciendo la evasión fiscal; en el aspecto político descapitalizando las balanzas mercantiles, lastrando su desarrollo democrático y favoreciendo la represión y la violencia política; en la dimensión social introduciendo distorsiones de brecha de rentas, laboral y de género y privatización de servicios; en lo medioambiental generando las principales catástrofes y desplazamientos de población y en el ámbito cultural desplazando pueblos indígenas, homogeneizando y controlando los medios de comunicación y privatizando la educación.

        Y el empaque de toda esta construcción neocolonial es la industria cultural española que envuelve a la acepción académica de “hispanismo” mencionada al inicio de este trabajo: las instituciones panhispánicas de la lengua que desarrollan su actividad en todos los países de habla hispana con un importante prestigio y especialmente las corporaciones comunicativas que les rodean, forman junto a la comunidad académica un verdadero cuerpo diplomático de agentes culturales metropolitanos que ejercen de próceres del orden social. Toda esta construcción se desinforma y dulcifica con una gran maquinaria comunicativa en el que los medios de comunicación y entretenimiento españoles como Prisa y los principales grupos empresariales mantienen un monopolio total de la información. La privatización y elitización de la educación  también es un efecto colateral de esta industria lobbyficada y la expansión al mercado latino de la industria editorial al que se suma la rama religiosa de la empresa española; el Opus Dei, que ha mantenido desde su origen una presencia privilegiada en el continente. Si es cierto que otras potencias occidentales como EEUU también ejercen esta dominación, lo es también que la ejercen de manera cooperativa con las multinacionales españolas colaborando estrechamente sentados en los mismos consejos de administración. El papel de la oligarquía española en todos estos campos es ejercer de cara visible del capitalismo transnacional valiéndose de los lazos culturales para ese fin.

        La búsqueda de la reagrupación hispánica parte así, en primer lugar, de la procrastinación de la tarea pendiente de completar el proceso de descolonización en latinoamérica y de la elusión de las importantes hipotecas al desarrollo que las inercias coloniales ejercen (en presente) sobre el bloque geopolítico latinoamericano, un sentido narrativo que sin duda beneficia el relato iberoeuropeo sobre las relaciones diplomáticas actuales y niega las más elementales consecuencias de las acciones imperialistas, fundamentales para comprender la historia contemporánea, que no tiene reparos en reconocer en todo el resto de lugares del mundo que corrieron la misma suerte. Por esto, la reivindicación panhispanista, incluso en sus vertientes meramente culturales, se transforma en un reforzador de las inercias ancestrales de las jerarquías coloniales que nunca han desaparecido, pretendiendo una falsa homogeneidad hispánica, tratando de minimizar el contexto histórico, proyección universal y componentes indígena y pluriétnico de latinoamérica así como el carácter heterogéneo de cada uno de los pueblos que conforman un área de casi 20 millones de kilómetros cuadrados.

        En consecuencia, el hispanismo clásico tiene un carácter supremacista, antidemocrático y etnicista. Esta conclusión no constituye una negación de la herencia hispana ni del alto valor antropológico de los lazos de hermandad entre nuestros pueblos, sino de la comprensión de estos desde la diversidad y el carácter multiétnico, plurinacional y multilingüistico de muchos de ellos y de todos en conjunto, de la realidad geopolítica y geoeconómica de nuestros respectivos contextos históricos y el estado actual de nuestras relaciones.

        Panhispanismo, neocolonialismo pastiche.

          Una vez expuestas las líneas del marco histórico cabe señalar que el panhispanismo o hispanismo diverge con el hispanoamericanismo en su exaltación de la hispanidad en un eje de confrontación civilizacional en conflicto con otros ejes dominantes como el “anglo-germánico”. La idea del hispanismo político surge fundamentalmente en España en el siglo XIX en artículos de prensa reactivos a los independentistas americanos y a la influencia anglosajona en el apoyo a estos.

          En América Latina existieron unionistas durante algunas guerras de independencia, sin embargo la ideología hispanista llegó al otro lado del océano a través de Falange. El peronismo argentino mantenía buenas relaciones con el franquismo pero era muy celoso de la identidad nacional, un sector, el Movimiento Nacionalista Tacuara se inspiró en las ideas de Primo de Rivera y mantuvo correspondencia con falangistas españoles intercambiando impresiones sobre la idea de hispanidad, los presidentes de Colombia y Costa Rica Laureano Gómez y Ricardo Jimenez eran grandes partidarios de la visión falangista del hispanismo. El movimiento falangista se reprodujo a lo largo del continente además en Bolivia, Chile, Cuba, Ecuador, México, Panamá. Perú, Puerto Rico y Venezuela. El Servicio Exterior de la Falange, que ejerció como una especie de agencia de espionaje y represión en el extranjero del partido, se encargaba de fomentar valores del hispanismo falangista en todas estas naciones ayudando a fundar estos partidos en latinoamérica y ofreciendo asistencialismo a la pobreza. Su actividad fue interrumpida en 1945 y complementada con el Consejo de la Hispanidad. El declive de estas agencias tras la caída del nazismo supuso también el declive de la difusión de ideas panhispanistas, si como se ha apuntado, varios regímenes autoritarios y/o conservadores del continente mostraron complicidades. Recientemente han surgido plataformas muy residuales y reactivas al indigenismo que propugnan la reunificación. La —disuelta hace pocos años— Organización Reunificacionistas, tuvo su sede central en Granada (España) y se presentaba como un proyecto liberal y europeísta que aspiraba a la integración de Puerto Rico en España. Sin embargo su junta directiva estaba compuesta por gente afincada en España, su presidente, Ricardo Ramón Baña, es presidente provincial de Vox en Las Palmas, condenado a dos años de cárcel por un delito fiscal; Francisco (Paco) Báez, su vicepresidente es cantante del género latino, comunicador local extremeño y presidente de la Asociación de Vecinos de Nueva Ciudad de Mérida; Eligio Taboada, presidente de la plataforma de ultraderecha Stop Sucesiones es fundador y Secretario General; Jaime Curtido, candidato de Vox por Cádiz es su vocal. Su contraparte puertorriqueña, el Movimiento de Reunificación con España se disolvió en 2021.

          El panhispanismo en España.

            De la leyenda negra a la falange: Orígenes del hispanismo moderno.

            La idea de “hispanidad” se le atribuye a Manuel Ugarte y otros pensadores latinoamericanistas posteriores como Martí, de todas maneras fue la falange quien construyó el mito contemporáneo de la hispanidad y quien puso en marcha el proceso de construcción ideológica de la noción moderna de hispanismo. El sustrato ideológico del franquismo no es una respuesta a la II república sino que asciende de las grandes frustraciones del nacionalismo y clero español a finales del siglo XIX, que tuvieron su puesta en práctica durante la dictadura de Primo de Rivera, quien trataba de constituir un bloque de naciones iberófonas encabezado por España, en esa búsqueda envió al comandante aviador Ramón Franco (hermano del dictador Francisco Franco) en el Plus Ultra, el primer vuelo entre España e hispanoamérica, que buscaba estrechar lazos con las repúblicas americanas. Miguel de Unamuno, muy crítico con la dictadura, plantea el término “hispanidad” para superar la idea de “raza hispana”. Zacarías de Vizcarra la describe como un conjunto de cualidades propias de los pueblos hispanos y Ramiro de Maeztu generó todo un corpus teórico siendo embajador en Buenos Aires que sintetizó en “Defensa de la hispanidad”.  Frente al monárquico Maeztu, el precursor de la ultraderecha Ramiro Ledesma presentó una visión renovada de la idea hispanista como un espacio vital español, un objetivo histórico que reemprender con el esfuerzo de conquista que presentaba como una meta de carga revolucionaria la reconstitución imperial de la hispanidad. El arzobispo Isidro Gomá defendía el valor católico de la idea. Así el “americanismo” abrió paso al hispanismo con la instauración de la dictadura como un valor fundamental de los principios del Movimiento Nacional. El último impulso, en este caso de modernización es la influencia de Gustavo Bueno, quien recoge los postulados falangistas de los que bebe para darle una lectura más republicana.

            EnLa Leyenda Negra y la verdad histórica, Julián Juderias apunta a ingleses, holandeses y franceses como instigadores de una lectura deshonesta e interesada del imperio hispano  y ubica en el siglo XVII la decadencia imperial. Maeztu, en su “En Defensa de la Hispanidad” plantea un alegato victimista en el que apunta a la rivalidad con protestantes alemanes y anglosajones como origen de la deslegitimación del proyecto español en América e introduce un componente de relación entre vencedores y vencidos, lamentando la poca magnanimidad en su victoria histórica. El de Maeztu es un tratado reaccionario de carácter nostálgico por el pasado imperial que abdicaba del materialismo y la tradición ilustrada mientras idealiza la ocupación. Sobre la base de La leyenda negra, Maeztu forja los fundamentos ideológicos del hispanismo sobre un componente desacomplejadamente antisemita propio de las tesis nacionalistas europeas de la época. Considera “razas atrasadas” a las etnias más lejanas a las eurodescendientes y propugna la inferioridad racial de judíos y árabes respecto a estos.

            «No podíamos confiarnos en su conversión supuesta, porque la Historia enseña que los judíos pseudocristianos, pseudopaganos o pseudomusulmanes, que adoptaron cuando así les convino una religión extraña, vuelven a la suya propia en cuanto se les presenta ocasión favorable, y aunque tengan que esperarla varias generaciones.” [p.61]

            El arzobispo Gomá, en su discurso “Apología de la hispanidad” incide en los valores católicos del concepto en una reflexión que resalta los principios imperiales de la hispanidad poniéndola en contraste con otros imperios como el romano. Los eclesiásticos argentinos Julio Meinville y Alfredo Sáenz ahondan en este sentido imperialista, Manuel García Morente en La idea de la Hispanidad concluye que España es un sujeto activo en la historia y que la hispanidad es un vector geohistórico en una dialéctica global, Es Ramiro Ledesma Ramos en “Discurso a las juventudes de España” quien hace una lectura revisionista que recoge el guante de la derrota de Maeztu describiéndola como la frustración española como pueblo emergente que pusiese las bases de la modernidad en favor del eje germano-anglosajón.

            España, repito, fué vencida. Sólo se alcanza la categoría de vencido después de haber luchado, y eso distingue al vencido del desertor y del cobarde. Después de su derrota histórica, España no ha tenido que hacer en el mundo otra cosa que esperar sentada. Se ha vivido en liquidación, pues la hora culminante fué también próvida en riquezas espirituales y territoriales, que sirvieron luego a maravilla para una larga trayectoria de generaciones herederas y dilapidadoras. Poco a poco el imperio territorial fué naturalmente desintegrado, restituido el pueblo a su pobre vida casera, apartado de las grandes contiendas que en el mundo seguían desarrollándose.” (p. 51)

            Esta lectura será la que basaría el eje discursivo del Movimiento Nacional para su difusión posterior del panfleto de Antonio Tovar El Imperio de España que recoge las ideas de Ledesma y las desarrolla en un tratado que fundamentará los pilares del hispanismo falangista, en los que Blas Piñar se basaría para modernizar la teoría principalmente con “mística y política de la hispanidad” que intenta rebatir la idea del indigenismo. José Vasconcelos corona esta tendencia enla raza cósmica, que trata de rechazar los estudios nazis sobre la superioridad aria, pero que pretende encontrar en la luso-hispanidad una raza con potencial evolutivo supremo para establecerse a través del mestizaje como “raza única”. Santiago Montero Díaz, abraza antes de cambiar del PCE al falangismo la hispanidad frente a “los separatismos”. Claudio Sánchez Albornoz en “España, un enigma histórico”, ejerce una defensa del pasado de España en discrepancia con Americo Castro quien la observa como un fenómeno europeo. Juan Francisco Yela Utrilla, defiende la necesidad de una escuela española de filosofía y una visión filosófica de la idea de la hispanidad, como la obra de reafirmación de la esencia nacional española y el forjamiento de una civilización. Maeztu dispone un relato de hermandad y respeto entre colonizados y colonos, pero Juderías si lamenta la heterogeneidad, considerando a los indígenas un “obstáculo para el desarrollo”. Piñar, en su crítica al indigenismo, panamericanismo y latinoamericanismo propone un proyecto de reunificación de la “Comunidad Hispánica”, que debe presentarse como una alianza internacional al estilo de la Commonwealth, la Organización del Tratado del Sudeste Asiático, la OEA y las Comunidades Europeas para generar un contrapoder propio.

            Ramiro de Maeztu (Defensa de la Hispanidad) y Ramiro Ledesma (Discurso a las Juventudes de España), los dos principales exponentes del hispanismo de la primera mitad del siglo XX fueron supuestamente ajusticiados en el mismo pelotón en octubre de 1936. Fuente: Archivos Estatales del Ministerio de Cultura.

            “Lebensraum” y “Destino manifiesto”: el origen post-imperialista de las ideas de la ultraderecha contemporánea

            Rudolf Hess, desarrolla el ideal imperial alemán heredado durante la emergencia de las ideas nacionalsocialistas por las frustraciones del expansionismo bismarckiano y subsiguiente derrota en la primera guerra mundial; como los falangistas recogieron sus ideales nostálgicos de la empresa imperial frustrada a finales del siglo XIX y las guerras africanistas, los nazis aparecen impulsados por las nostalgias territoriales de un espacio vital de ascendencia étnica, idiomática y cultural germánica. De hecho, estos ideogramas aparecieron adaptados a sus características en los principales estados del mundo. La Doctrina del Destino Manifiesto estadounidense construida sobre el desplazamiento de indígenas, la liberación del continente de la presencia española en 1898 y la esclavitud, propone la idea de que se trata de una nación elegida por la fortuna para ocupar la franja de tierra entre el pacífico y el atlántico. La idea de Lebensraum (espacio vital) alemán se institucionalizó en el Septemberprogramm del I Reich y se siguió desarrollando en ámbitos académicos durante la república de Weimar. Adolf Hitler en Mein Kampf es quien transforma la idea en un eje de su proyecto político para confrontar la “eslavización” de los pueblos germánicos. Donde plantea la necesidad de políticas de desplazamiento y exterminio que inspira en la colonización de América, Asia y Oceanía. El estado nazi recupera esta política del I Reich como eje de sus relaciones exteriores igual que Franco hace en su idea de panhispanidad. Durante la guerra llevó a cabo políticas de jerarquización racial basadas en la germanidad de los habitantes del espacio vital.

            Pese a que esta idea se ha asociado principalmente a Hitler, no era precisamente un académico de prestigio. Hess, quien tenía una consolidada proyección intelectual asesoró la obra escrita de Hitler, introduciendo el concepto de lebensraum que abrazó de su profesor Karl Haushofer y su teorizador, Friedrich Ratzel complementado en la vertiente racista por Johan Rudolf Kjellén. Este proponía un enfoque geopolítico de civilizaciones étnicas que el escrito fundamental del nazismo adapta a su narrativa dándole una nueva visión racista antisemita. La visión ratzeliana-Kjelléniana del lebenstraum relaciona el suelo y la calidad de este con la capacidad de subsistencia cultural de los pueblos y considera el pueblo germano-protestante como un gran bloque geopolítico que fracasa en su intento medieval de protagonizar la modernidad y llamado a ser un frente tanto para los enemigos anglo-europeos como a los judíos.

            Gustavo Bueno, el hispanismo post-falange

            Gustavo Bueno recoge las nociones de Utrilla como discípulo de éste en su idea de la hispanidad y de otros falangistas como Ledesma Ramos, Pániker, Montero Díaz, Eugenio Frutos y coetáneos suyos. Introduce al problema de la hispanidad la “dialéctica de imperios”. En 1999 en “España frente a Europa” Bueno defiende la necesidad de que España se aleje de la Unión Europea en búsqueda de una unión económica hispanohablante. En primer término establece una continuidad del separatismo cubano de 1898 al gallego, vasco y catalán de 1999, induciendo que todos los movimientos “fraccionales” de la idea de España han estado impulsados por los mismos enemigos del eje protestante e introduciendo a la noción la “filosofía de imperios” para insinuar un complot histórico transgeneracional.

            Para Bueno [p. 212] “La historia universal es la historia de los imperios universales que se oponen a otros imperios y otros pueblos” siendo la religión un acelerador de la génesis de identidades imperiales, en particular presenta a la religión católica como una identidad civilizadora, frente a otras religiones y civilizaciones colonizadoras que se han centrado en la explotación y el saqueo, entre las que destaca el protestantismo. El conflicto entre estas dos tendencias cristianas es en Bueno una lucha entre dos visiones del mundo y la civilización. El protestantismo sería un proyecto fragmentario y económicamente depredador, mientras que el catolicismo es universal y pretende unificar todas las culturas bajo un mismo marco ético y moral.

            Así el imperio se construye sobre la “dialéctica de naciones” y la “dialéctica de estados”: el imperio es un límite para la dominación de unos estados sobre otros ejerciendo el arbitraje soberano entre los distintos estados que existen dentro; lo que trasciende a “dialéctica de imperios”. Esta suma de dialécticas, para Bueno, se acumulan en su práctica haciendo del imperio una necesidad. Recoge de Ginés de Sepúlveda dos categorías imperiales: el imperio civil y el imperio heril; “imperio generador” e “imperio depredador” respectivamente. El primero obtendría su dominio a través del mantenimiento del orden y la paz y el segundo a través de la expropiación, defendiendo así que en muchas de sus fases el imperio español fue “generador” mientras los protestantes eran “depredadores”:

            [p.465] «Un Imperio es depredador cuando por estructura tiende a mantener con las sociedades por él coordenadas unas relaciones de explotación en el aprovechamiento de sus recursos económicos o sociales tales que impidan el desarrollo político de esas  sociedades, manteniéndolas en estado de salvajismo y, en el límite, destruyéndolas como tales. Un Imperio es generador cuando, por estructura, y sin perjuicio de las ineludibles operaciones de explotación colonialista, determina el desenvolvimiento social, económico, cultural y político de las sociedades colonizadas, haciendo posible su transformación en sociedades políticas de pleno derecho.”

            Recuperando las ideas de Ledesma, Bueno propone una esencia gnóstica española como bloque civilizacional católico construido frente a dos enemigos comunes: el Islam y el protestantismo. Frente al protestantismo, que identifica con el capitalismo, plantea una visión conservadora que repudia el eje de pensamiento racionalista y el eje político anglo-germánico, afirma que la idea de modernidad luterana se impuso a la idea hispánica, que representaba un proyecto alternativo de modernidad. Respecto al mundo islámico dice que la hispánica es una identidad moral construida contra la islámica a través de la conquista. Niega la convivencia entre ambas culturas planteando que se trata de una ”intersección” y a lo largo del volumen menosprecia las contribuciones islámicas a la construcción de España y caricaturiza esta civilización como un extremismo que [sic p.472] constituye un peligro para la humanidad.

            Pese a que matiza [p.430] «La tesis de la incompatibilidad de las identidades morales no equivale tampoco, necesariamente, a la tesis de la incompatibilidad de estas identidades en cuanto a su convivencia: partimos de la situación de coexistencia entre ambas ideologías» a lo largo de la misma obra esta idea va perdiendo fuerza: [p.258] «Entre el cristianismo romano y el Islam no cabe reconciliación ni diálogo alguno, salvo el diálogo en el que se negocia la batalla; sin perjuicio de la eventual posibilidad de coexistencia y cooperación, el Islam y el Cristianismo romano son inmiscibles».

            Esta visión se matiza más aún en su obra de 2004 “La vuelta a la caverna: terrorismo, guerra y globalización”, donde se ubica en un eje político común a todo el mundo occidental frente al islámico, con el telón de fondo de la guerra de Irak y sus protestas en occidente como problema filosófico. Aquí Identifica, las ideas del choque de civilizaciones de Huntington con la teoría ratzeliana, que no obstante, acaba replicando al defender la necesidad del mantenimiento de un orden específico para las sociedades de ascendencia cristiana, por encima de disquisiciones éticas y morales, para resistir ante la intención islámica de “imponer otro orden” a través del “terrorismo procedimental”, que según Bueno, desde la perspectiva islamista o de ETA no sería sino guerra formal; lo que convierte cualquier acto de tolerancia hacia el mundo islámico o abertzale en una actitud cómplice que favorece su victoria.

            Es a través de la obra de Bueno que se da un impulso moderno a la idea de hispanismo que busca huir de las hipotecas reputacionales falangistas. Algunos críticos lo han tachado como meramente “fascista”; sin embargo se trata de un importante filósofo con contribuciones muy esenciales e ineludibles en el mundo de la filosofía y la teoría de estado, sin embargo, asumir su indudable peso en la historia o incluso nuestra propia ineptitud al lado de su talento no debería ser un obstáculo para confirmar también que sus ideas sobre la hispanidad tienen una fuerte raigambre en sus enseñanzas falangistas y católicas, puesto que en el momento de recoger sus ideas eran Falange y la iglesia quienes debatían esta noción y precisamente se aleja de este hispanismo tradicional de raiz africanista o religiosa introduciendo el componente islamófobo excluyente. Sus apuntes sobre la integración islámica en nuestra sociedad, no se quedan en estos  y otros libros. En una entrevista, el 16 de Septiembre de 2001, con motivo del reciente atentado del 11S desplegó una retórica intolerante y radical en la que apelaba a “destruir las raíces del islam” ofreciendo un retrato racista sobre los musulmanes y el fenómeno terrorista que también demuestran varios vídeos en su perfil activista donde se opone entre otras cosas a la enseñanza del Islam en España. Sus seguidores se identifican desde todas las posiciones. Fundó junto a Santiago Abascal la fundación DENAES, que ejerció como vehículo ideológico de este hispanismo marcadamente racista y excluyente y como plataforma impulsora del proyecto de Abascal en Vox. Varios seguidores crearon además la Fundación Gustavo Bueno donde defienden esta visión disimulando más el mensaje islamófobo.

            Desde estas dos fundaciones que defienden la imagen de Bueno, además de Vox, ha emergido un hispanismo “marxista” que comparte totalmente estas lecturas islamófobas y antiluteranas. Desde ambas fundaciones se han promovido activamente estas ideas de ultraderecha que coinciden paralelamente con las ideas post-nordicistas de Samuel Huntington en su visión del “choque de civilizaciones” que precede a la actual ultraderecha americana; tanto Bueno como Huntington sostienen implícitamente que la cultura propia es de una riquísima heterogénea y las otras son bloques homogéneos incompatibles predestinados al conflicto (Huntington y Ratzel) o la diferencia (Bueno y Dugin). Así, los discípulos de Bueno proponen una unidad cultural hispana que además pone gran valor en la identidad lingüística frente a las culturas de lenguas extranjeras e incluso frente a las lenguas cooficiales. La obra de Bueno la completa la obra de Elvira Roca Barea con su “Imperiofobia y leyenda negra: Roma, Rusia, Estados Unidos y el Imperio español” comparando abiertamente las propuestas imperiales.

            La visión española de un espacio vital propio.

              La evolución paralela de las ideas geopolíticas etnicistas

              La obra de Bueno recoge una trayectoria filosófica propia, no es directamente ratzeliana sino que de hecho se pretende opuesta; no obstante ambos filósofos enfocan la filosofía como un hecho nacional. Florece de la tradición histórica del argumentario patriótico-intelectual de Ginés de Sepúlveda, Menéndez Pidal, Juderias, Maeztu, Gomá, Meinville, Sáenz, Ledesma, Tovar, Albornoz, Piñar, Vasconcelos, Montero Díaz y Utrilla añadiendo su aportación a esta línea histórica. Sus obras fueron planteadas en sus respectivos contextos en contestación a los enfoques geopolíticos de los académicos nacionalistas de otras potencias europeas, que evolucionan sus teorías en contextos de descolonización y pérdida de la hegemonía de la esencia política nacional ante la política universal. De la misma manera, el “lebensraum” popularizado en su versión ratzeliana-hessiana no se origina en el estado nazi sino que aparece generaciones antes como leyenda patria, como un síntoma del derrumbe del imperio alemán. El panamericanismo se ha presentado a menudo como un síntoma del Destino Manifiesto, así como la herencia cultural reaccionaria latente en la política estadounidense. tanto en su visión interior como en su papel imperialista militar. Nikolái Trubetskói, en “Europa y la Humanidad” plantea la visión eslava de la misma propuesta como Eurasianismo; en este desarrollo igual que en el de Haushofer y Ratzel o en los de Albornoz, Maeztu, Ledesma o Piñar, no se plantean un orden étnico de las esencias nacionales. No obstante, los contextos históricos de todos estos países evolucionan en paralelo intercambiando marcos teóricos comunes a lo largo del tiempo; y estas teorías nacionales de recomposición de “lo nacional” frente a “lo universal” también se han paralelizado adaptándose a sus propios contextos regionales y dinámicas históricas; por ejemplo el sionismo, antes incluso de establecer su naciónalrededor de la batalla intelectual entre Theodor Herzl (liberal), Moses Hess (socialista) y Zeev Jabotinsky (ultraderecha).

              Todas estas teorías geopolíticas en clave nacionalista tienen varios elementos en común que componen una idea global, con algunas distancias muy substanciales también sobretodo explicables en la evolución del contexto histórico y la adaptación de los autores a nuevos paradigmas políticos:

              Plantean un “destino universal” globalizador para su propio territorio que encuentra su explicación en enemigos externos; el destino universal de España para Bueno y sus seguidores es el de integrar la raíz de un “imperio universal” como frente civilizacional tanto al eje nórdico protestante como al eje oriental islámico; el destino universal alemán que explican Ratzel y Kjellen es el de evitar la corrupción de la raza aria y servir como su reserva genética, el destino estadounidense más allá de las doctrinas Monroe y del destino manifiesto se sincretiza en la obra de Huntington, donde se asume la base imperialista que entiende que Estados Unidos es el país elegido por la providencia para moldear el mundo a su imagen, visión que se confronta con la civilización islámica que plantea la contrapropuesta de conquista del planeta, el destino ruso para Dugin (actual referente filosófico del euroasianismo) es derrotar al imperio atlantista y reconstruir el planeta a la visión de Rusia a través de la guerra y la diplomacia. El de Israel según el sionismo de Zeev Jabotinsky (Vladímir Yevgénievich Jabotinsky) ser la muralla de hierrofrente al enemigo árabe. Todos estos destinos universales hacen de la nación donde cada uno de estos autores ha nacido y desarrollado su obra la más importante del mundo y la cima histórica de la civilización.

              Defienden una teoría geopolítica chovinista, que trata de atender a intereses nacionales propios, desviándose del objetivo de la geopolítica de atender imparcialmente a modelos de equidad y justicia, tomando partido por el propio bloque. Hablamos de ciencia al servicio de los intereses nacionales expansionistas para una reinterpretación propia que solo puede ser leído como un aporte útil o válido en clave nacional. Los aportes de Bueno no sirven para cualquier realidad política externa a la hispanidad, como los de Ratzel no funcionan para explicar realidades o afrontar objetivos nacionales fuera del “lebensraum” germánico. De hecho, rechazan este valor universal de la ciencia y resaltan las aportaciones propias a las disciplinas del bloque civilizacional defendido, en lugar de entender la ciencia como una conversación universal donde los diferentes científicos cooperan y se estudian con códigos universales priorizando la eficacia de los contenidos teóricos a disquisiciones nacionalistas o raciales.

              Se apoyan en una retórica política racista como chivo expiatorio basada en pseudociencia etnicista. El Destino Manifiesto americano-anglosajón selecciona como enemigo al indígena americano además del colono europeo. Esta idea implica dos papeles retóricos en los ejes de dominación; se presentan como oprimidos ante el expansionismo imperialista europeo y en paralelo se presentan como civilizadores de otro pueblo al que plantean la necesidad de oprimir, en busca de civilizar a las naciones incivilizadas del mundo. Lo que en un primer momento ponen en práctica con la población indígena y más recientemente en Irak, Corea o Vietnam. El pueblo americano negro es la “nación interior” con raices coloniales en la esclavitud a la que el supremacismo blanco estadounidense no tarda en ver como un enemigo cultural con una identidad moral irreconciliable ante el que hay que combatir. Huntington plantea la incompatibilidad moral entre el mundo eurodescendiente y el mundo islámico. En el caso alemán no hace falta mucho desarrollo puesto que el propio nazismo es quien describe como “racista” su propia propuesta que se proyecta como una nación derrotada por Reino Unido cuyo sistema ha subyugado a toda Europa culpando de ello a los judíos. Dugin y Bueno conviven igual que el sionismo de Jabotinsky  en un siglo XX en el que el antisemitismo pierde importancia y la adquiere la islamofobia; ambos, con importantes conexiones filosóficas, plantean su enemistad con el bloque geopolítico anglo-germánico como su aspecto fundamental. Ambos también señalan a un enemigo islámico en coincidencia con Huntington, que también es racista respecto a la inmigración hispana, como también los actuales seguidores alemanes del nazismo han apartado sus ideas antijudías para centrarse en el antiislamismo. Esto se debe a que la islamofobia en el siglo XXI ejerce un papel similar (salvando distancias) al que tuvo el antisemitismo en la primera mitad del siglo XX.

              Resaltan la importancia de algunos de los fundamentos trascendentales de la historia medieval y postmedieval como los conflictos religiosos o las guerras de religión, el imperialismo o las jerarquías raciales en positivo, sin valorar o incluso rechazando los contrapoderes impugnatorios que a lo largo de la historia han sido el motor de transformación de lo establecido. Las visiones de todos los contemporáneos de estas teorías raciales geopolíticas beben de la tradición nacional de sus respectivos bloques civilizacionales y se identifican con una filosofía religiosa de base cristiana que rechaza las otras; en Dugin la ortodoxa, en Huntington la protestante, en Bueno la católica, en Ratzel-Kjellen-Hess en un protestantismo tolerante a convivir con el catolicismo. El sionismo plantea en un sentido imperialista hebraico el mismo fundamento, como también algunas lecturas geopolíticas del Islam radical podrían encontrarse en esta clasificación. Cada una de estas religiones, para estos autores neo-imperialistas, es la base filosófica que construye tanto la obra como la identidad moral del territorio y fundamenta el elemento diferenciador que se enfrenta a las otras siendo la base de su incompatibilidad.

              Plantean una dicotomía tipológica imperialista: en la cual los valores positivos que se asocian al imperialismo son considerados una tipología absoluta de “buen imperio” que se contrapone al “mal imperio” al que se asocian los valores negativos. En el siglo XX era una creencia asimilada que existían dos clases de imperios: liberales (británico, francés, portugués o hispano) y despóticos (otomano, ruso o chino), estas ideas han sido superadas en la actualidad al considerar que la base del ideograma imperialista mantiene una idea común despótica. Hay una tendencia muy clara entre los autores imperialistas a la casualidad de haber nacido en la metrópolis del máximo exponente de buen imperio histórico según su propia obra. Huntington distingue entre los imperios occidentales y los orientales aunque plantea que la “raza estadounidense” se encuentra amenazada por la inmigración hispana, Dugin defiende la existencia de cuatro posiciones políticas; cada cual está vinculada a una idea particular de imperialismo e imperio. Bueno recupera la clasificación histórica propagandística de Ginés de Sepúlveda para su propuesta de “imperio generador e imperio depredador”. Estas distinciones tienen un papel de clave retórica; la idea del “imperio bueno” permite justificar el imperialismo propio y la del “imperio malo” permite adoptar un discurso antiimperialista frente a los rivales geopolíticos.

              Juán Ginés de Sepúlveda, cronista del emperador Carlos V es el autor de las tipologías imperiales que se le atribuyen a Bueno: el imperio civil (generador) y el imperio heril (depredador).

              Presentan el imperio como una necesidad inevitable que forma parte de una dialéctica propia superadora de los bloques ideológicos universales existentes. La propia nación es una tercera o cuarta posición política que se enfrenta a otras ideologías porque además de un territorio es eminentemente una ideología en si misma. Tanto Dugin como el resto de los planteamientos de imperialismo moderno ven en este la única herramienta capaz de resistir al avance de los otros imperios étnicamente caracterizados si reafirma su identidad frente a fenómenos como la inmigración, lo universal y la interculturalidad.

              El legado de Gustavo Bueno

              Hasta ahora se ha resumido el panhispanismo moderno de base buenista, concluyendo tres asuntos principales de cara a la formación de una conciencia política nacionalista:

              Forma parte de la narrativa nacionalista con la que las multinacionales europeas colonizan económicamente el continente sudamericano, aprovechándose de la proyección de los lazos culturales para reafirmar la soberanía económica sobre estos estados y caricaturizando la heterogeneidad etno-cultural de todos los pueblos de la iberofonía bajo viejas premisas paternalistas. Plantea un ideal mesiánico de “la patria grande” y una necesidad histórica basada en la comunidad lingüística, anacrónica y que aprovecha el papel oprimido que ha tenido España respecto al norte de Europa para minimizar la esencia europea de su papel en la historia y de su relación de dominación colonial anterior y actual.

              Se revela de puertas hacia dentro como un mecanismo ideológico de supremacismo cultural frente a las tensiones territoriales basado en la victoria del castellano frente a otros idiomas cooficiales y del jacobinismo territorial en la organización territorial. Se muestra también como un medio de supremacismo étnico planteando la incompatibilidad de la identidad moral hispana y la identidad moral islamodescendiente.

              De sus elementos, su islamofobia, es el tronco central de la influencia política en España y lo que diferencia el proyecto de Bueno del ideal franquista de “hispanidad” y ha trascendido a los debates sociales introduciendo nuevas lecturas del racismo. En España, en los primeros años del siglo XXI y finales del XX, la inmigración de mano de obra hispanoamericana se incrementó, lo que trajo consigo un repunte del racismo contra los hispanoamericanos además de la oleada islamófoba coetánea en esos periodos. Ante esto, los defensores de Bueno rechazan el racismo hacia los originarios de hispanoamérica mientras fomentan el odio hacia el mundo islámico y la inmigración del sur hacia el norte en lo concerniente especialmente a esta. El inmigrante hispano, ha sido utilizado por DENAES para hacer frente al catalán; apoyando a asociaciones de inmigrantes hispanos en su defensa del uso del castellano frente al catalán y aludiendo abiertamente a su defensa de la inmigración de hispanoamericanos frente a musulmanes, árabes y magrebíes.

              Los seguidores de Gustavo Bueno se dividen en dos escuelas; la de Oviedo (o regeneracionistas) y la de Madrid (o clásicos). La segunda tiene un enfoque más político y se asocia principalmente a la Fundación DENAES, la primera es más filosófica y está más cercana a la fundación Gustavo Bueno. Este último grupo de filósofos es posiblemente el más nutrido y activo en España. Son un grupo relativamente homogéneo de intelectuales, que si bien no han difundido sus fundamentos panhispanistas, han generado nuevos movimientos políticos basados en esta teoría de imperialismo chovinista y racista arrastrando a sus distintas iniciativas esta visión del panhispanismo que es vestigial del regresionismo por transmisión de nostalgias de varias etapas de la historia: Maeztu recoge las nostalgias del imperialismo de su infancia familiar como hacendado en Cuba en el siglo de las independencias americanas, como sus coetáneos europeos introduce sus mismas tesis antisemitas, Ledesma, su compañero de pelotón de fusilamiento, recoge las nostalgias de las guerras africanistas como sus compañeros de la falange de quienes aprende Bueno, que vive durante su etapa el cambio de peso del antisemitismo hacia la islamofobia. Ernesto Castro argumenta que Bueno dejó de actualizar su estudio multidisciplinar en torno a los años 70 lo que deja obsoletas sus bases científicas en campos como la economía, la psicología o la sociología.

              Su influencia en el mundo ideológico de la ultraderecha es crucial, las ideas de Vox provienen en gran medida de los enfoques de Bueno y sus militantes y cargos destacados están presentes en ambas fundaciones integrando esta narrativa; Vox se manifiesta públicamente abierto a la inmigración hispana frente a la islámica y plantea recurrentemente esta dicotomía basada en la clasificación étnica de Gustavo Bueno. Antes que Vox, otras iniciativas de ultraderecha han buscado abanderar la visión hispanista islamófoba de Bueno, Josep Alsina Calvés, uno de sus discípulos ultraderechistas, fue fundador de somatemps y participó en el Movimiento Social Republicano del que nacieron varias entidades; Hogar Social Madrid que derivó en Hacer Nación y otros movimientos como España 2000 que recogen a Ledesma y los Strasser como referentes políticos y defienden la narrativa panhispanista pese a recoger sus ideas organizativas de experiencias paneuropeas del entorno continental con las que mantienen esta relación filosófica a dos bandas. A pesar de tratar de mostrar un fomento de lo hispano, la derecha española a la que se dirigen está ideológicamente ubicada en el espacio europeo identitario, sus lazos internacionales son con entidades Europeas y este espacio sociológico termina rechazando la inmigración hispanoamericana.

              El destacado discípulo de Bueno, Josep Alsina; en 1994 junto a Aleksandr Dugin y Juan Antonio Llopart presentando Alternativa Europea (https://x.com/Miquel_R/status/1562088530201006080) y más recientemente ejerciendo de portavoz en el MSR (shorturl.at/ozMSX) y la plataforma unionista Somatemps (shorturl.at/flpsY).

              La denominada como ala izquierda de los discípulos de Bueno está más ligada a la Fundación Gustavo Bueno; Amelia Valcárcel del PSOE, Paloma Saenz del digital Posmodernia donde también escriben Axel Juárez (del partido MORENA de México), Emmanuel Martínez y Daniel López, el exdirigente de MORENA Ismael Carvallo, Paloma Pájaro de FORJA y Pedro Insua de El Jacobino. Además de colaboradores de ambas instituciones y otros discípulos y admiradores como Jesús G. Maestro, Víctor Lenore, Elvira Roca Barea, Ana Iris Simón, Hasel París, Javier Pérez Jara, José Errasti, Edu Galán, Ismael Crespo y sin duda Santiago Armesilla quien ha dedicado su carrera a difundir las enseñanzas de Bueno fundando el primer partido que resume su visión ideológica: Vanguardia Española; que se presenta como un partido socialista con características hispánicas pero un análisis ecléctico lo clasificaría como ultraderecha radical nacionalista y marcadamente racista. Su  programa político tiene un enfoque racialista en el que propone la repatriación de inmigrantes; apostillando “Promoción prioritaria de inmigración legal, sin antecedentes penales, de naciones iberófonas de los cinco continentes”. El ex-seguidor de Bueno Ernesto Castro ha publicado muchas críticas a esta corriente filosófica en las que la califica de secta dogmática unida exclusivamente por el nacionalismo y ubica en esta corriente el génesis de la “derecha iliberal” en España.

              Armesilla, en su ”Manifiesto en Defensa de España” de 2009, publicado por el Captobletas, condensó la ideología de Bueno en un manual político de tipo panfletero que busca ser un elogio al libro “En defensa de España” (2008) de Santiago Abascal y Gustavo Bueno. Expone varias ideas que actualmente son centrales en el discurso de la ultraderecha y la izquierda reaccionaria. Llama a la preocupación por “la islamización de España” y el progresismo cultural (que llama socialfascismo), rechaza el federalismo y abraza el euroescepticismo. Tras lanzar una propuesta de poder político Armesilla propone 14 puntos entre los que se destacan el establecimiento del español como idioma oficial único y del resto de idiomas como “lenguas oficiosas”, prohibición de la ikurriña, el abandono de la UE, “acercamiento a Iberoamérica” y retorno a la peseta, ilegalización de todos los partidos regionalistas y nacionalistas y algunos neonazis (cita a “Democracia Nacional, PNR, España 2000, Nación y Revolución y Frente Nacional”), el “Apoyo a Israel y a su población sefardí frente al yijadismo mahometano”, medidas de persecución activa politica y religiosa contra los musulmanes como el cierre total de mezquitas y la priorización “laica” de la Iglesia Católica, el endurecimiento de penas e instauración de la pena de muerte o ideas como el “reestablecimiento del concepto tradicional de familia”.

              Esta escuela filosófica ha penetrado en los últimos años con fuerza en los debates internos de la izquierda por la influencia de sus teorías de las izquierdas “definida” e “indefinida”; movimientos que se autoidentifican como “izquierda definida” como UCE el Frente Obrero o El Jacobino (germen de Izquierda Española), al acoger estas tesis han terminado por abrazar las teorías supremacistas de “la leyenda negra anglófila” y las ideas racialistas de Bueno de forma indirecta. Todos estos movimientos y otros muchos en esta esfera han acabado adoptando como núcleo fundamental la propuesta del manifiesto en Defensa de España de Armesilla, involuntariamente convertido en una suerte de tratado fundacional del actual “espacio rojipardo” incluso más allá de sus manifestaciones genuinamente hispanistas.

              Nuestro lugar en el mundo

              Nuestros lazos históricos con hispanoamérica no terminan en la independencia. Buscar enfocar una historia colectiva del pueblo hispanohablante desde los Ramirez de Maeztu, Ginés de Sepúlveda y Blas Piñar obviando a Guevara, Bolivar, Tristán, Amaru, Zapata, César Chávez, Perón, Allende, Salvatierra o Hugo Chávez es una posición eurocéntrica irreal y una empresa cuyos perseguidores no son capaces de completar pero cuya narrativa alimenta un sistema de opresión económica neocolonial vigente, que lejos de revertir en la metrópoli, obedece al papel de España como punta de lanza del bloque político europeo como plataforma para la burguesía propia y ajena para abusar económica, militar y físicamente de poblaciones iberohablantes e indígenas. Precisamente, estos vínculos de hermandad y de equidad deberían movernos a reconocer y apreciar la historia de las diferentes culturas hispanoparlantes en lugar de entender que su historia se detuvo en el momento de la desintegración del imperio español y andan en estado de letargo en algún lugar remoto al otro lado del charco esperando su recomposición.

              Todas las naciones europeas son fruto de la desintegración de imperios mundiales y todas las “naciones no-alineadas” del sur son realidades nacionales que han surgido de la desintegración de esos imperios dentro de los cuales entraron como sociedades en la modernidad postilustrada. Ese es el verdadero eje de relaciones en el que se inscribe España con la hispanofonía, Francia con la francofonía, Alemania con la germanofonía y prácticamente todas las antiguas potencias europeas incluyendo Rusia y Turquía con sus hermandades culturales internacionales. Latinoamérica se encuentra inmersa en sus propias disputas fronterizas. España es un país prácticamente irrelevante, totalmente integrado en problemas geopolíticos europeos y totalmente aislado de las dinámicas políticas del continente americano, en un contexto mundial en el que el eje de poder se ha desplazado del Atlántico al Pacífico y muchos países como Brasil, México, Panamá, Chile o Argentina son plataformas planetarias que ejercen de centro financiero del planeta. El contexto Europeo es ineludible para España, si la brecha entre el sur y el norte europeo es real, esto debería darnos pie a referenciarnos en los vecinos del sur europeo como Portugal, Italia, Grecia y los balcanesChipre, Malta, San Marino y Turquía para desplazar hacia nuestras coordenadas el eje de poder ampliando nuestro mapa de alianzas también hacia nuestro propio sur mediterráneo magrebí y árabe, con quienes compartimos también estrechos lazos y políticas fronterizas que sesgan miles de vidas cada año.

              Y es en esa dinámica norte-sur en la que finalmente se ha resuelto nuestra relación de dominación vigente como europeos hacia hispanoamérica en la que hemos de entender nuestra vinculación también con el mundo islámico. Nuestra historia posterior a las independencias se vuelve africanista, la islamofobia paneuropea que contagia a Bueno hasta el punto de posicionarse a favor del “eje anglo-protestante” de los Estados Unidos durante la invasión de Irak ha sido el cimiento académico de la nueva ultraderecha y de la “izquierda” reaccionaria que le acompaña al sumidero moral de la islamofobia. Nuestro verdadero papel geopolítico, mantenido a lo largo de miles de años de historia hasta la actualidad, ha sido como puente geográfico y cultural entre el continente europeo y el africano, además de enclave geopolítico entre el Mediterráneo y el Atlántico. Las comunidades de inmigrantes latinos y de etnicidades asociadas al mundo musulmán trabajan codo con codo en barrios y centros de trabajo precarizados, y tienen entre ellos más historias en común como víctimas del racismo institucional y legal de nuestro país que con cualquier pensador o académico que pretenda definir un orden de jerarquía étnica como base social de nuestro estado. Esta corriente política no tiene apenas influencia, sin embargo las estructuras mediáticas e ideológicas de sus seguidores tienen gran peso en la educación política a través de las universidades, redes sociales y los medios de comunicación. Su propuesta para España es la reedición del Lebensraum alemán adaptada y cualquier consolidación de este enfoque buenista del panhispanismo en sus vertientes racista e imperialista debería poder ser catalogada como una expresión política de la ultraderecha española.

              Denis Allso

              Articulista. Estudiante de Ciencias Políticas. Activista y cofundador en varias organizaciones sociales y sindicales de izquierda valencianista. Primer coordinador de BEA en la UMH y ex-rider sindicado. Analizar al adversario es la única forma de no perder la perspectiva de lo que se hace y es un deber moral cuando de ello dependen las vidas de las personas más vulnerables.

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