Europa

Así cumple Vox los 11 principios de propaganda del nazismo ideados por Joseph Goebbels

Joseph Goebbels fue un prominente miembro de la alta jerarquía del Partido Nacional Socialista Obrero Alemán, por sus siglas NSDAP o, simplemente, partido nazi, al que se le atribuye muy buena parte del éxito de las estrategias de comunicación y propaganda del partido para implantar la agenda e ideología del nazismo en la sociedad alemana a finales de los años 20 y principios de los 30.

Goebbels se unió al partido nazi en 1924, unos tres años después del propio Adolf Hitler, y se encargó de organizar el partido junto con Gregor Strasser en el norte de Alemania, especialmente en los alrededores de Berlín, ya que el NSDAP había nacido en Baviera, en el sur.

Con la ilegalización del partido nazi en 1923 y toda su cúpula desarticulada y/o en prisión tras el intento de golpe de Estado orquestado por Adolf Hitler en el llamado Putsch de Munich, Strasser y Goebbels lideraron el activismo político nacionalsocialista al margen de la organización.

Ambos tuvieron un tremendo éxito a base de apropiarse de conceptos propios del socialismo y las demandas de los trabajadores. Mientras Strasser se encargaba de la parte teórica y de la organización, Goebbels organizaba mítines, discursos y reuniones, hasta el punto que el número de afiliación se multiplicó, pasando de 25.000 a 800.000 miembros en algo más de 5 años. Strasser fue nombrado, de hecho, jefe de propaganda entre 1926 y 1928.

El regreso de Adolf Hitler de prisión y el proceso de refundación del NDSAP en 1926 marcó el principio del fin de Strasser y sus ideas izquierdistas. Joseph Goebbels, en el último momento, apoyó a Hitler y se apartó de su antiguo compañero. Strasser sería retirado de sus cargos en 1932 tras numerosas rivalidades con Hitler y el propio Goebbels. Finalmente, moriría asesinado por orden de Hitler en la llamada Noche de los cuchillos largos junto a otras personalidades del nazismo que podrían disputarle su liderazgo.

Sin embargo, en realidad el partido nazi sí que asimiló varias de las ideas y formas empleadas por Strasser, especialmente en lo que se refiere a la estructura interna del partido y a la estrategia de propaganda, de la que se encargó a partir de 1930 Joseph Goebbels, incluyendo la campaña de las elecciones de ese año, donde el NSDAP pasó de 810.127 votos (el 2,63% de los sufragios) a 6.379.627 (el 18,25%), convirtiéndose en segunda fuerza en el Reichstag (el Parlamento de Alemania).

Solo dos años después, consiguió ser el partido más votado con 13.745.680 votos (el 37,27% de los sufragios), lo que le permitió en poco tiempo a Adolf Hitler acceder a la cancillería de Alemania. Gracias a esto, Goebbels tuvo al alcance amplios recursos económicos y materiales, incluyendo la radio y la televisión, llevando a cabo una labor de propaganda nunca antes vista que incluía la intimidación y el ataque a los rivales políticos. En 1933, el NSDAP consiguió 17.277.180 votos (el 43,21% de los sufragios). Fueron las últimas elecciones democráticas del país.

Ese mismo año, Joseph Goebbels sería nombrado ministro para la Ilustración Pública y Propaganda del Tercer Reich y se apoderó de todos los medios de comunicación de la época para ponerlos al servicio de la dictadura nazi.

Durante la siguiente década, Goebbels controló la vida cultural e intelectual de Alemania y abogó por el uso masivo de propaganda, incluyendo promover el uso de las radios domésticas para que “la voz del Reich se escuchara en cada casa”.

En sus discursos, trataba de promover el antisemitismo, el racismo, el anticomunismo, el antiliberalismo, el culto a Hitler y la agitación política, incluyendo la violencia y el odio hacia los rivales políticos y los considerados enemigos de Alemania.

Tal era su fervor, que fue elegido por Hitler a partir de 1943 para vender la idea de la “guerra total”. Dado que Alemania y sus aliados (las potencias de El Eje) estaban perdiendo la Segunda Guerra Mundial, Goebbels trató de vender a la población la necesidad de sacrificarse y darlo todo por Alemania, buscando que la gente se alistase al ejército o que aprobasen el cierre de negocios no esenciales para el conflicto, entre otras decisiones infructuosas.

Sin embargo, las sucesivas derrotas bélicas llevaron al Tercer Reich a perder la guerra en 1945, donde tanto Goebbels como Hitler y otros jerarcas nazis y sus familias decidieron suicidarse.

A través del estudio de sus discursos, sus escritos y sus métodos, expertos han identificado hasta 11 principios ideológicos que guiaban la propaganda del partido nazi. Concretamente, el autor Leonard W. Doob escribió Goebbels’ Principles of Propaganda en 1950 en la publicación The Public Opinion Quarterly de la Universidad de Oxford describiendo hasta 19 principios. Posteriormente, otros autores y expertos han reducido estos principios a 11. Es importante añadir, no obstante, que estos principios no fueron redactados originalmente por Goebbels, como erróneamente se suele pensar.

Si bien sus éxitos y su relevancia son ampliamente discutidas por la historiografía, lo cierto es que estos métodos fueron pioneros en la época y marcaron un antes y un después en la comunicación política, influyendo en las estrategias empleadas por la extrema derecha aún hoy en día, incluyendo la nueva derecha radical o alt-right.

Y, por supuesto, a Vox, un partido que, en muy poco tiempo, se ha convertido en la tercera fuerza política de España.

1. Principio de simplificación y del enemigo único

La estrategia de la extrema derecha se basa, entre otras cuestiones, en hacer una diferencia entre el “nosotros” y el “ellos”, en señalar a colectivos o personas, normalmente sectores sociales discriminados, vulnerables y sobre los cuales hay ciertos prejuicios ya asentados (lo que se verá más adelante en el principio de transfusión), o bien rivales políticos de ideas consideradas contrarias, a los cuales se les culpa de todos los problemas del país.

Así pues, para que la sociedad pueda identificar a ese enemigo, se intenta simplificar al máximo, tanto en su extensión como en su denominación. De esta forma, se agrupa a diferentes personas en una misma y sencilla etiqueta o concepto para facilitar su aprendizaje.

Adolf Hitler utilizaba esto cuando hablaba de marxistas y de la población judía. El dictador español Francisco Franco lo empleaba cuando señalaba a los “rojos” o a “judeo-masones-marxistas” como los responsables de todos los males.

Y Vox hace lo mismo cuando, por ejemplo, habla de menores extranjeros no acompañados y los llama MENA y los acusa de aumentar la criminalidad o de aprovecharse de las ayudas sociales, cuando en realidad cada menor tiene una circunstancia muy particular.

Incluso cuando se habla de “los inmigrantes” también se está haciendo una burda simplificación. ¿Se refieren a la población proveniente de países musulmanes?¿Cristianos?¿De América Latina?¿A personas extranjeras ya tienen la nacionalidad o un permiso de extranjería?¿A las personas nacidas de gente inmigrante?

Sin embargo, como muchos partidos de extrema derecha, Vox ha usado el discurso contrario a la inmigración como arma de manera continua.

Pero no se hace esto únicamente con grupos sociales, sino también con rivales políticos. Cuando se habla de “socialcomunistas” o “gobierno socialcomunista”, de nuevo se intenta agrupar a dos partidos políticos, como son PSOE y Unidas Podemos que, aunque gobiernen mediante un pacto de coalición, son muy diferentes, e incluso impregnarlos de forma despectiva de una supuesta ideología comunista subyacente.

Santiago Abascal, líder de Vox, también ha llegado a utilizar el término “socialcomunistarra” que, aunque casi nadie se lo toma en serio, es otra forma de simplificación. Esta vez, se añade a la etiqueta “socialcomunista” la de “etarra”, en referencia a los acuerdos llegados entre el Gobierno y la formación de izquierda arbetzale EH Bildu, a la cual la extrema derecha asocia continuamente con la ya extinta banda terrorista ETA.

Otras formas de simplificación y de creación de un enemigo es la etiqueta “progre” que se usa de manera despectiva para descalificar a cualquier persona o medida que sea de izquierdas, independientemente de otros posibles factores.

​2. Principio del método de contagio

Este principio muy en línea con el anterior. Se trata de que el “enemigo” (o enemigos) señalados intenten conformar categorías lo más homogéneas e inclusivas posible.

Por ejemplo, para Vox un menor extranjero no acompañado sería una categoría mucho más amplia, como ya ha sucedido. Se ha llegado a englobar como MENA a menores que no eran estrictamente ni menores, ni extranjeros, ni no acompañados. O a señalar Centros de Primera Acogida (CPA) como centros de menores extranjeros no acompañados.

De la misma forma, cuando Vox habla de “progres”, engloba prácticamente todo el espectro de la izquierda. Incluso cuando habla de “comunistas”, sucede lo mismo. La extrema derecha ha llegado a llamar comunista Joe Biden, el reciente elegido presidente de los Estados Unidos por el Partido Demócrata, un partido de derecha liberal.

Aunque esto haya quedado en el pasado, hace años, Santiago Abascal ha llegado a decir que la izquierda va desde Izquierda Unida hasta el Partido Popular (PP). En una entrevista, Abascal dijo que el PP era «neocomunista».

La cuestión es que la categoría sea lo suficientemente amplia y/o ambigua como para poder señalar a la mayor cantidad de gente posible. Con la palabra “terrorista” sucede lo mismo. Terroristas no solo son los que ponen bombas, sino EH Bildu, los refugiados de la Guerra Civil de Siria, los inmigrantes de creencias musulmanas…

Sin embargo, donde más se ve este principio es en el uso de la etiqueta “enemigos de España” o “traidores a España” o “los que quieren romper España”, una categoría en el que podría entrar prácticamente cualquiera que no esté de acuerdo con Vox: inmigrantes, socialistas, progresistas, comunistas, independentistas, feministas

Hay toda una rama de etiquetas y conceptos que se engloban unos a otros y que intentan presentar ese “ellos” de la forma más fácil, simple y ambigua posible. Y si no, siempre se puede añadir la coletilla de «amigos de…» o «aliados de…» y ampliar esas mismas etiquetas: «amigos de los que quieren romper españa», «aliados de los terroristas»…

3. Principio de la transposición

Principios. Cartel que compara al ex-presidente de EEUU Barack Obama con el dictador Adolf Hitler. Autor: Desconocido. Fuente: Nortedigital.mx
 Cartel que compara al ex-presidente de EEUU Barack Obama con el dictador Adolf Hitler. Autor: Desconocido. Fuente: Nortedigital.mx

Probablemente sea uno de los principios más utilizados por la propaganda ultraderechista. Se trata de deshacerse de los adjetivos negativos, defectos u errores propios e incluso inherentes a la propia extrema derecha y hacer que se asocien con los adversarios políticos o con ese “enemigo único”.

Así, en la actualidad, desde la extrema derecha, incluyendo a Vox, se tilda de “nazi” a movimientos, ideologías y partidos que abogan por la igualdad de derechos, que protestan por alguna causa social o que se alinean con la izquierda política.

En esta línea, a las feministas se les llama “feminazis”, a los partidos o movimientos nacionalistas del País Vasco o Cataluña asociados al independentismo se les llama “nazionalistas” o “lazis” e incluso “golpistas” o se intenta vender la idea de que el fascismo y el nazismo son (o fueron) de izquierdas o que tienen muy pocas diferencias. Hasta se intenta vender la idea de que el dictador fascista Benito Mussolini en realidad era socialista.

También se acusa a los rivales políticos de ser “censores”, de “coartar la libertad” o de querer instaurar una “dictadura progre”, cuando precisamente es la extrema derecha la que, una vez llega al poder, restringe derechos y libertades.

Principios. Portada y breve sinopsis del libro “Golpe de estado del nazionalismo extremo catalán” de Juan de Dios Segura Baena. Autor: Captura de pantalla realizada el 30/06/2020 a las 13:52h. Fuente: Casadellibro.com.
Portada y breve sinopsis del libro “Golpe de estado del nazionalismo extremo catalán” de Juan de Dios Segura Baena. Autor: Captura de pantalla realizada el 30/06/2020 a las 13:52h. Fuente: Casadellibro.com.

Personalidades asociadas a Vox han llegado a afirmar, en un revisionismo histórico que roza lo absurdo, que la Guerra Civil Española la provocó un golpe de Estado del PSOE en 1934 y no el golpe de Estado organizado por Francisco Franco y Emilio Mola con el apoyo de los sectores ultraconservadores y derechistas del país.

Un ejemplo sucedió con el acto celebrado por Vox en Barcelona por el Día de la Constitución en 2020, donde acudieron militantes del partido neonazi FNI-PNSOE y, a pesar de que posaron conjuntamente en una fotografía, después no solo se desligaron públicamente de ellos, sino que acusaron al Gobierno de enviarles, ya que “comparten siglas”.

Por supuesto, en aplicación del principio de transposición, no podría faltar el acusar a los rivales políticos de basarse en los principios de propaganda de Joseph Goebbels para trazar sus estrategias políticas, en un intento de relacionar a dichos rivales (normalmente izquierdistas) con políticas autoritarias.

El principio de transposición, además, no se emplea únicamente en los discursos, sino también en los debates, impregnando todo el argumentario de Vox.

​4. Principio de la exageración y desfiguración

Principios. Cartel elaborado por Vox de acto en favor a la defensa de las fronteras de España, 2018. Autor: Vox. Imagen: Twitter.
Cartel elaborado por Vox de acto en favor a la defensa de las fronteras de España, 2018. Autor: Vox. Imagen: Twitter.

Este principio en realidad es básico. Consiste en exagerar todo lo posible un hecho para convertirlo en un suceso de gravedad al que hay que atender de manera inmediata.

La exageración y la dramatización de los hechos es una estrategia muy utilizada por la extrema derecha para, a partir de la anécdota o la excepción, establecer generalidades que construyan una realidad que no es tal que les permita justificar su agenda política.

La inmigración, una vez más, es un gran ejemplo. Vox habla abiertamente de “invasión” al señalar la llegada de personas migrantes a las costas españolas. Casi cada vez que hay una noticia sobre que se recogen a inmigrantes que han llegado en pateras o similares, el partido ultraderechista utiliza este hecho para alarmar a la población y sostener su discurso xenófobo.

Argumentan también que existe un “efecto llamada” cuando España decide recoger a estas personas en lugar de dejarlas morir en el mar o negarles la entrada. O también que esta “invasión” amenaza la cultura y los valores de la sociedad occidental, ya que la mayoría provienen de países de religión islámica y que el peligro de que aumenten los atentados yihadistas aumenta.

Sin embargo, la realidad es que, desde 2010, la población inmigrante ha pasado de ser un 13,46% a un 12,90%, por lo que no se puede hablar de “invasión”. Además, desde 2015, la inmigración ha caído un 95%, por lo que no existe ningún efecto llamada. Por último, del total de inmigrantes, solo el 12,5% proceden de países de religión musulmana. El resto, vienen de países donde la religión cristiana es la mayoritaria.

No obstante, Vox se apoya en hechos puntuales, como la llegada de inmigrantes a las Islas Canarias, para poner todo el foco mediático e incluso proponer ideas disparatadas, como pedir que buques de guerra rodeen las islas para impedir la llegada de inmigrantes, o bien animar a la gente a manifestarse.

También es muy habitual que se escojan declaraciones controvertidas o polémicas de activistas (feministas, izquierdistas…) para tratar de extrapolar comentarios desafortunados o sacados de contexto para justificar el ataque a toda una idea o colectivo.

Esto sucedió cuando la ministra de Igualdad, Irene Montero, dijo en el Congreso “portavoces y portavozas”. O también cuando, al reconsiderar las leyes sobre libertad sexual, argumentan que es que a partir de ahora la gente va a tener que firmar un contrato para tener relaciones sexuales. O cuando se pretende legislar sobre el acoso callejero y desde la ultraderecha se vende la idea de que ya no se va a poder ni mirar a la gente por la calle.

Sobre este principio hay centenares de ejemplos, de hecho. Uno relativamente reciente fue sobre la pegatina del Gobierno de España colocada sobre el primer paquete que ha llegado con las vacunas del coronavirus o sobre la nacionalidad al pianista James Rhodes que, por algún motivo, a Vox le parecen hechos deleznables y condenables.

​5. Principio de la vulgarización

El principio de la vulgarización establece, en líneas generales, que la estrategia de comunicación debe ser lo más populista posible, adaptando los mensajes a un nivel intelectual muy bajo. Este principio puede resumirse en la siguiente cita:

Toda propaganda debe ser popular, adaptando su nivel al menos inteligente de los individuos a los que va dirigida. Cuanto más grande sea la masa a convencer, más pequeño ha de ser el esfuerzo mental a realizar. La capacidad receptiva de las masas es limitada y su comprensión escasa; además, tienen gran facilidad para olvidar

Así, la extrema derecha usa mensajes y lógicas terriblemente simples. Revisando las redes sociales de Vox, es fácil deducir que su nivel discursivo es muy bajo e incluso propio de las tertulias de televisión de la prensa rosa.

Un gran ejemplo puede verse en el tweet que escribió Santiago Abascal llamando “socialcomunistarra” al Gobierno de España. Aunque pueda parecer una cuestión baladí, hace años era impensable que un portavoz de una tercera fuerza política dilapidara de forma tan burda el discurso político.

Así, la ultraderecha no está preocupada por el debate político, sino por convertir sus mensajes en píldoras fácilmente digeribles. Cuando no están de acuerdo con algo, incluyendo las restricciones para impedir los contagios del coronavirus, es porque se intenta “atacar las libertades”. O “atacar a España” o a “los españoles”.

Por otro lado, también es típico reducir al rival político con apelaciones simples a una hipotética e inexistente relación con Cuba, Venezuela o Irán, una cuestión que además se repite de forma incansable y casi perpetua.

Algunos ejemplos más:

​6. Principio de orquestación

Este principio es también muy básico y conocido. Se trata de que las campañas de comunicación se reduzcan a un número limitado de ideas pero que se repiten una y otra vez. Podría resumirse así:

La propaganda debe limitarse a un número pequeño de ideas y repetirlas incansablemente, presentadas una y otra vez desde diferentes perspectivas pero siempre convergiendo sobre el mismo concepto. Sin fisuras ni dudas”. De aquí viene también la famosa frase: “Si una mentira se repite suficientemente, acaba por convertirse en verdad.

Aun así, este principio es más complejo de lo que parece, ya que tiene tres partes: la primera, escoger qué ideas se van a transmitir; la segunda, que se repitan muchas veces a lo largo del tiempo introduciéndose en infinidad de debates, pero también en ámbitos distintos (prensa, radio, televisión…); y, la tercera, que se afirmen sin dudas ni tapujos incluso cuando se han desmentido completamente.

La extrema derecha es especialmente hábil en esto último. Por ejemplo, afirmar la barbaridad de que la Guerra Civil Española se inicia con un inexistente golpe de Estado del PSOE en 1934 es difícil, pero afirmarlo con absoluta rotundidad es hasta admirable.

Esto se ha aplicado (y se aplica) a la financiación ilegal de Podemos y a su relación con Cuba, China, Corea del Norte o Irán.

Este mantra, repetido una y otra vez, ha chocado contra el hecho de que no existe absolutamente ninguna prueba de esta supuesta financiación ilegal. Desde la fundación de Podemos en 2014, hasta diez denuncias han sido archivadas, es decir, que ni siquiera han sido admitidas a trámite.

Tampoco parece importar que, la llamada brigada patriótica, grupo secreto montado por el que fue ministro del Interior en el Gobierno de Mariano Rajoy (PP), Jorge Fernández Díaz, se le atribuye la creación del Informe Pisa, un documento que inventaba pruebas contra Podemos que después fue publicado por medios de desinformación de ultraderecha como OkDiario.

A todo esto, regresando al principio de transposición, quien sí recibió financiación ilegal fue Vox. Concretamente, Vox financió el 80% de su campaña en las elecciones europeas de 2014 con fondos provenientes de simpatizantes del Consejo Nacional de Resistencia de Irán (CNRI), un grupo de oposición marxista-islámico. El partido de extrema derecha recibió 146 donativos de exiliados iraníes por valor de 800.000 euros a lo largo de tres meses. Y el el CNRI tuvo un brazo armado llamado Muyahidin-e Jalq (MKO) que ha llegado a asesinar a 72 personas.

Sin embargo, se ha escuchado muchísimo más la mentira de la financiación ilegal de Podemos que la verdad de la presunta financiación ilegal de Vox. Esto se debe a que el principio de orquestación, para funcionar, exige que la repetición de mensaje sea masiva y a través de varios medios. Para esto, las organizaciones de extrema derecha se apoyan en bots, cuentas falsas, sus redes y su influencia en medios de comunicación y en el mismo establishment contra quien dice luchar.

Pero este principio de orquestación también se aplica a otros mensajes:

  1. Los MENA producen criminalidad.
  2. El ‘mando único’ de Pablo Iglesias que es responsable de la muerte en residencias.
  3. Los inmigrantes nos invaden.
  4. Los inmigrantes vienen a ‘chupar del bote’
  5. ‘Chiringuitos’ feministas.
  6. El Gobierno es ilegal o ilegítimo.
  7. Los independentistas catalanes han hecho un golpe de Estado.
  8. Hay muchas denuncias falsas por violencia de género.
  9. Dictadura progre o consenso progre.

Y también a otros en sentido positivo:

  1. Sí a la vida, o estar a favor de la vida.
  2. La España Viva.
  3. Los españoles primero.
  4. Constitucionalistas.
  5. Estar a favor de la libertad.

Sin embargo, aunque sean pocos mensajes y muy concretos, es necesario ir moldeándolos y adaptándolos. Es decir, adoptar el principio de renovación.

​7. Principio de renovación

Este principio establece que las informaciones y argumentos deben estar en renovación y actualización continua. Es lo que se conoce popularmente como “marcar la agenda del debate político”, es decir, ir un paso por delante de tal forma que, cuando dichas informaciones o argumentos se hayan desmentido, ya no le importe a la mayoría de la gente porque el foco está en otra cuestión.

Un ejemplo rápido: ¿alguien se acuerda ya de la “invasión de inmigrantes a las Canarias”? En realidad, siguen llegando inmigrantes y los sucesos como tal no se han detenido. Pero ahora a Vox este asunto, al menos desde un punto de vista mediático, ya no le interesa.

En realidad, Vox está continuamente saltando de un punto a otro mientras pivota sobre las mismas ideas clave. En apenas un mes, se puso en tela de juicio la Ley de la Eutanasia, la pegatina del Gobierno sobre el paquete que contiene las primeras dosis de la vacuna contra el coronavirus, la nacionalidad del pianista James Rhodes… y cuando se pone el foco sobre un asunto, todo el aparato mediático de Vox se centra en ese punto.

De esta forma, no pasa nada si ya se ha conseguido desmentir o contradecir un argumento o una premisa. Se pasa a la siguiente. ¿Que el bulo de las ayudas a los MENAS se ha descubierto? Sin problema, ahora se les acusa de criminalidad difundiendo algún vídeo viral. ¿Que se descubre que era falso? Se señala una violación grupal de menores extranjeros. ¿Se ha descubierto que no eran inmigrantes? Tranquilidad que ahora se pide al Ejército que salve las Islas Canarias con sus buques de guerra. ¿Que los mandos de la Armada protestan contra esta petición? Pues a otra cosa. Y así sucesivamente.

Porque no importa que la información sea real o no, o que sea desmentida o no: lo importante es generar un imaginario colectivo, una sensación más emocional que racional, una suerte de posverdad: la inmigración es un problema y hay que pararla.

​8. Principio de la verosimilitud

Este principio es uno de los más complejos y difíciles de detectar. Consiste en que las afirmaciones vertidas utilicen fuentes o datos reales o parcialmente reales. Es decir, aunque se esté mintiendo o sosteniendo una tergiversación, si es posible, hay que partir de algún dato, incluso aunque el mismo dato esté tergiversado. Una técnica similar a la que usan las pseudociencias para sostener una falsa verosimilitud.

Por supuesto, la extrema derecha aplica este principio casi a rajatabla, lo que se deduce de los siguientes ejemplos:

Uno de los más llamativos hace referencia a las denuncias falsas por violencia de género. Desde Vox y la ultraderecha se sostiene que el 87% de las denuncias emitidas son falsas, o que son archivadas como consecuencia de ello.

Para sostener esto, la ultraderecha se basa en datos directamente sacados de los juzgados, pero totalmente tergiversados: Vox cita el Informe Trimestral sobre Violencia de Género del Observatorio contra la Violencia Doméstica y de Género del Consejo General del Poder Judicial (CGPJ), que asegura que se produjeron 43.560 denuncias. Vox dice que «sólo 5.337 personas fueron enjuiciadas en los juzgados de violencia contra la mujer» y se remite a la página 11 del informe. Pero no cuenta las 5.488 sentencias en los juzgados de lo Penal (pág. 27) y las 57 en audiencias provinciales (pág. 31).

Para hacer su cálculo, no considera las 43.560 denuncias, sino los 54.747 asuntos penales registrados en los juzgados de violencia de género (pág. 8). Pero los asuntos penales se refieren a cambios habituales en el procedimiento, por lo que no se puede considerar como denuncia.

Analizando estas denuncias, se observa que el 43% de ellas han sido archivadas y que ha habido un 1,6% de absoluciones. En cuanto a las denuncias de 2019 en Juzgados de Violencia sobre la Mujer, un 45% fueron archivadas: un 41,58% por sobreseimiento provisional y solo un 3,46% por sobreseimiento libre.

El sobreseimiento provisional es cuando la causa se archiva por ausencia de pruebas, testimonios o versiones contradictorias. O porque alguien ajeno a la víctima denunció y ella prefirió no declarar (el 9% de los casos). El sobreseimiento libre es cuando la causa se archiva por no ver indicios de delito.

Suponer que todas las causas del archivo de las denuncias se debe a que son falsas es totalmente erróneo, tanto para esta ley como para todas las demás.

Tras ello, y como dicen tanto Gil Estévez, jueza de primera instancia, como Juan Carlos Gómez de Liaño, profesor de Derecho Procesal, “es común que el juez llame a la mujer dos o tres veces y que ella no acuda a la cita judicial, amparándose en su derecho a no declarar contra su pareja. Sin su testimonio al juez no le queda otro remedio que archivar la causa”.

En realidad, en 2019, se presentaron en España 168.057 denuncias por violencia de género; solo 7 de ellas fueron falsas. Desde 2009 solo se han declarado como falsas 121 denuncias, un 0,0069% del total.

Otro de los ejemplos más llamativos, quizá más reciente, se dio durante la campaña electoral de 2019. Durante un mitin el domingo 29 de octubre, Santiago Abascal leyó los apellidos de la lista de beneficiarios de ayudas a la vivienda de la Comunidad de Madrid.

Estos apellidos eran inequívocamente de origen extranjero, hecho que utilizó el líder ultraderechista para argumentar que hay leyes que discriminan a los españoles y que las personas migrantes tienen privilegios en las ayudas sociales.

Sin embargo, lo que ha sucedido aquí es que, para empezar, el apellido no es sinónimo de origen. Existen personas con apellidos italianos, franceses, alemanes, marroquíes… que han nacido en España, aunque sus padres o sus abuelos sí sean inmigrantes, si bien quizá Vox no los considere españoles en aplicación del principio del método del contagio.

En segundo lugar, la lectura tiene trampa: al leer únicamente los primeros, al estar ordenados alfabéticamente, estos empiezan por la letra ‘a’. Y muy buena parte de los apellidos de origen marroquí empiezan por esa letra o por la ‘b’, mientras que esto no pasa con los apellidos españoles más comunes.

En segundo lugar, el listado que se leyó era provisional, es decir, que no se habían aprobado las ayudas aún.

Y, pese a ello, dicho listado, que se corresponde con 867 personas, se encuadran dentro de colectivos preferentes como «familias numerosas», «familias monoparentales con cargas familiares» o «mujeres víctimas de violencia de género», entre otros. En ningún caso se establece una diferencia en función de si es o no persona migrante.

Pero es que, además, leyendo la totalidad del listado, el 65,17% de admitidos tiene Documento Nacional de Identidad y, por lo tanto, son de nacionalidad española. Mientras que el porcentaje de personas con NIE (residentes extranjeros) es de 34,86%.

Si el porcentaje de personas extranjeras es más elevado con respecto a su porcentaje con respecto a la población total no es porque existan ayudas que hagan diferencia por procedencia, sino porque el porcentaje de estas personas con situaciones de especial vulnerabilidad es mayor.

Esto son solo dos ejemplos de cómo Vox utiliza fuentes y datos erróneamente empleados para sostener falacias que justifiquen su agenda racista, machista, etc., pero hay muchos más.

​9. Principio de la silenciación

El principio de silenciación no es más que desviar la atención sobre los temas que no interesa tratar. Suele ir de la mano con el principio de renovación y, por lo tanto, de marcar una agenda a través de campañas, redes sociales y medios afines para que los temas o sucesos que puedan ser perjudiciales no reciban la atención de la gente.

La mayoría de la gente ignora, por ejemplo, que Vox ha tenido hasta tres escisiones en el último año: los partidos políticos TÚPatria, Valores y España Suma.

También se ignora que Vox, hace dos años, eliminó su proceso de primarias internas, por lo que todas sus candidaturas locales y regionales son elegidas por la dirección en Madrid (asunto que, en parte, ha provocado precisamente dichas escisiones). Además, está planteando lo mismo para las elecciones a cargos internos del partido.

Suele ignorarse también el gran patrimonio de Santiago Abascal, como la compra de un chalet por valor de 736.000 euros que, además, tardó meses en declarar públicamente tal y como le obliga la legislación.

Tampoco se conoce mucho que personalidades afines a Vox, como cargos públicos o militantes conocidos, tienen hasta 30 causas legales, algunas en proceso y otras con sentencia firme, por delitos como abusos sexuales, violencia de género, delitos de odio o corrupción, mientras que el propio partido enfrenta otras 8 causas legales.

Lo mismo se puede aplicar a la financiación irregular de Vox en la campaña de las elecciones europeas de 2019.

Lo que viene a continuación es plantearse las siguientes preguntas:

  1. ¿Cuánta atención mediática ha recibido el enfrentamiento entre Iñigo Errejón y Pablo Iglesias y la escisión de Podemos a cargo del primero, Más País?¿Cuánta han recibido las escisiones de Vox y las luchas internas de la formación?
  2. ¿Cuánta atención mediática ha tenido la inexistente financiación ilegal de Podemos y la más que probada (y admitida públicamente) financiación irregular de Vox?
  3. ¿Cuánta atención mediática ha tenido la (supuesta) imposición de Pablo Iglesias y la dirección de Podemos en las decisiones del partido? ¿Cuánta la eliminación de la democracia interna de Vox?
  4. ¿Cuánta atención mediática ha recibido los pagos en negro de Pablo Echenique?¿Cuánta ha recibido las casi 40 causas abiertas contra Vox?
  5. ¿Cuánta atención mediática ha recibido la relación de Pablo Iglesias con Venezuela?¿Cuánta ha recibido la relación de Santiago Abascal y Vox con líderes ultraderechistas y autoritarios como Viktor Orbán?
  6. Es más, ¿cuánto se habla del ‘casoplón’ de Pablo Iglesias e Irene Montero y cuánto se habla del patrimonio de los líderes de Vox?

Y es que resulta que Podemos y sus confluencias, así como los partidos nacionalistas vascos y catalanes, han sido señalados por Vox como sus enemigos acérrimos.

Vox se ha preocupado de utilizar sus redes de influencia para distraer a la población de estos temas, precisamente apoyándose en las élites económicas y políticas que les son favorables, incluyendo medios de comunicación afines.

​10. Principio de la transfusión

El principio de transfusión establece que el relato político se asiente sobre prejuicios y creencias preexistentes para que así los argumentos apelen a cuestiones más emocionales y primitivas que racionales.

Cuando el fascismo italiano de los años 20 y 30 apelaba a la glorificación del Imperio Romano o el franquismo lo hacía con el Imperio Español y los Reyes Católicos; o cuando Adolf Hitler culpaba de todos los males a la población judía y al comunismo, estaban haciendo uso de este principio.

Apelar a un pasado glorioso de “la nación” al que hay que regresar (y, por lo tanto, controlar nuevos territorios y destruir el progreso logrado) o apoyarse en ideas racistas, machistas o falsas creencias asentadas han sido claves en el triunfo del discurso ultraderechista.

Absolutamente todos los bulos y “fake news” que maneja Vox apelan a este tipo de creencias y prejuicios asentados. Echando un vistazo a todos los bulos promovidos por Vox de septiembre, octubre y noviembre, la inmensa mayoría hacen referencia a las personas migrantes o a aspectos de la cultura musulmana, a rivales políticos de izquierdas sobre cuestiones relacionadas con el comunismo o la corrupción, el coronavirus, el feminismo, el movimiento LGTB…

De hecho, la ultraderecha en cada país adapta su discurso en función de los prejuicios, creencias y tradiciones del país. En España, Vox tiene una fuerte vertiente ultracatólica y se centra en la inmigración, el anticomunismo, el antifeminismo y en la desafección hacia los políticos, mientras que el Fidesz de Hungría y Ley y Justicia de Polonia han centrado más su discurso en la oposición a las personas LGTB. En los países balcánicos como Rumanía, por ejemplo, se suele asentar sobre el ataque a las minorías étnicas, especialmente a la población gitana.

Y es que los llamados discursos de odio y el uso del miedo no funcionan ni son asimilados por la sociedad si no existen desigualdades estructurales producto de estos prejuicios.

​11. Principio de la unanimidad

El último principio, el de la unanimidad, se basa en un detalle que parece nimio: vender la idea de que el discurso o el relato que justifica la agenda política es una realidad compartida, además, por “todo el mundo”.

Esto incluye actuar como si los hechos fueran ciertos y comprobados y, por lo tanto, no sujetos a discusión o debate. Afirmar, por ejemplo, que todos los habitantes de un país están preocupados por un problema en concreto también sería una aplicación del principio de unanimidad.

Una vez más, el discurso antiinmigración es un claro ejemplo de cómo una aplicación adecuada de este principio puede llegar a tener mucha fuerza. Vox y la ultraderecha en general insisten en que la inmigración es un problema, algo negativo. Pero no argumentan por qué. Lo dan por hecho. En su discurso, suelen centrarse en si los inmigrantes se aprovechan de las ayudas o en si la inmigración aumenta o disminuye.

Sin embargo, se asume que el hecho de que venga gente de fuera del país es malo para el país, poniendo el foco en otras cuestiones, marcando el debate y arrastrando al fango al resto de organizaciones, personas y partidos que no están de acuerdo con este discurso.

Así, se ven incontables debates sobre los bulos que difunde Vox, pero no tantos sobre los efectos deseables y positivos de que vaya gente a España a buscarse la vida.

Otro ejemplo se ve en cómo se asume en los discursos que «los españoles» están de acuerdo con los postulados y preceptos defendidos por Vox. En este fragmento, hecho público en el propio sitio web oficial de Vox, se da por hecho que la población migrante en situación regular está toda preocupada por la «política desquiciada de puertas abiertas y de llamada a la inmigración ilegal», en un intento por relacionar la criminalidad a la inmigración:

Me pregunto si todos los españoles que emigraron causaron criminalidad: en su mayoría no, porque fueron legalmente, se integraron, trabajaron y crearon riqueza, igual que los inmigrantes legales que están en España y a los que damos la bienvenida y las gracias. Y que por cierto, están tan preocupados como nosotros con su política desquiciada de puertas abiertas y de llamada a la inmigración ilegal. – Santiago Abascal, líder de Vox, 16 de septiembre de 2020

Un ejemplo más de este mismo principio se vio durante las protestas del barrio de Salamanca contra el Gobierno sucedidas en mayo de 2020 ante las medidas de restricción de movilidad para frenar los contagios del coronavirus. Si bien es cierto que estas manifestaciones se dieron primero en el barrio de rentas más altas de Madrid pero luego se extendieron por otros puntos del país, Vox vendía la idea de que «los españoles se ponen en pie contra el gobierno».

En este otro ejemplo, se juntan además los dos preceptos anteriores. A raíz de la llegada de personas migrantes a las Islas Canarias, Vox afirmó que «los españoles están sufriendo la llegada de ilegales», dando por hecho tanto que la llegada de estas personas suponen un problema como que todos los españoles van a sufrir dicho problema. La realidad es que ambas cuestiones son, como mínimo, discutibles.

Como último ejemplo, destacar el contenido de los discursos de Vox durante la pandemia, muy especialmente durante el estado de alarma que se prolongó durante los meses de marzo, abril, mayo y junio. En muy buena parte de las intervenciones de Santiago Abascal tanto en prensa como en el Congreso, trató de posicionarse como líder de la oposición y como altavoz de una supuesta mala gestión del Gobierno de la que «todos los españoles» eran conscientes.

Un ejemplo puede verse en el discurso del 22 de abril de 2020, durante el debate para prolongar el estado de alarma por tercera vez. En dicho debate, Abascal afirmó que «Hoy, 22 de abril, según los datos oficiales, han muerto más de 20.000 personas, y hay 200.000 infectados. Aunque sin test, ya nadie se cree los datos que ustedes nos dan” o que «Ya todo el mundo sabe, en España y fuera de España, que los fallecimientos son muchos miles más de lo que cuenta el señor Simón». La realidad, en cambio, es que, aunque PSOE y Unidas Podemos han acusado cierto desgaste por la gestión de la pandemia, las encuestas de intención de voto siguen dándoles una mayoría amplia.

Conclusiones y reflexiones finales

El análisis efectuado sobre la aplicación de los principios de propaganda de Joseph Goebbels a la utilizada por la estrategia de comunicación de Vox ofrece poco margen de error.

Aunque podría pensarse que el uso de estos principios no son dominio exclusivo de la ultraderecha sino que, al contrario, puede ser empleado en realidad por partidos de otras ideologías e incluso por otro tipo de organizaciones como empresas o sectas, lo cierto es que la extrema derecha se asienta directamente sobre ellos, hasta el punto en el que no se puede entender el alcance de su discurso de odio sin analizar estos principios.

Otra conclusión interesante sobre el análisis es que, de nuevo, a pesar de los cambios de imagen y el lavado de cara de la nueva derecha radical, en el fondo la extrema derecha sigue siendo en esencia la misma: una máquina de odio que busca apoyo popular a base de prejuicios, falacias y mentiras para poder hacerse con el poder, someter a la población y conservar los privilegios de los grupos sociales dominantes.

Así pues, conocer y detectar estos principios es básico para no dejarse engañar, analizar adecuadamente lo que se escucha y lo que se lee y, una vez más, dejar a la extrema derecha Al Descubierto.

Enlaces, fuentes y bibliografía:

– Foto destacada: Izquierda: Joseph Goebbels, ministro de Propaganda durante la Alemania nazi. Autor: Sandau, 1942. Fuente: Bundesarchiv, Bild 183-1989-0821-502 (CC BY-SA 3.0.) / Derecha: Santiago Abascal, líder de Vox. Autor: Vox España, 03/07/2020. Fuente: Lugo – Santiago Abascal | Galicia es Verde 03.07.2020 | Flickr

Así cumple Vox los 11 principios de propaganda del nazismo ideados por Joseph Goebbels

Adrián Juste

Jefe de Redacción de Al Descubierto. Psicólogo especializado en neuropsicología infantil, recursos humanos, educador social y activista, participando en movimientos sociales y abogando por un mundo igualitario, con justicia social y ambiental. Luchando por utopías.

4 comentarios en «Así cumple Vox los 11 principios de propaganda del nazismo ideados por Joseph Goebbels»

  • Las elecciones de 1933 en las que los nazis llegan al 43% no pueden considerase «democráticas», puesto que los nazis estaban ya en el poder y se encargaron de que no lo fueran: la oposición estaba abiertamente perseguida, con líderes encarcelados, actividades ilegalizadas, las SA campando a sus anchas coaccionando el voto, etc. Las «últimas democráticas» habrían sido las anteriores.

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    • Muy buenas.

      Efectivamente, eso es verdad.

      No obstante, cuando hablamos de elecciones democráticas nos referimos a lo dispuesto sobre el papel, no a las maniobras políticas para amedrentar a la oposición.

      Si nos ponemos a adentrarnos en lo que significa realmente la democracia, difícilmente se podría considerar casi cualquier país como democrático.

      Un saludo.

      Respuesta
  • La verdad es que todos estos principios pueden aplicarse a cualquier partido político .
    Desde unidas podemos a vox.
    He leído el artículo , y sin tener ninguna afinidad con vox, se puede hacer el mismo ejercicio con cualquier partido.
    Desgraciadamente…

    Respuesta
  • Muy buenas.

    Esto es como los bulos y las «fake news», no son del dominio de ningún partido, pero solo unos muy concretos los utilizan de manera estratégica, inequívoca, sistemática y necesaria.

    Un saludo.

    Respuesta

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